Disclaimer: los personajes son propiedad de la fabulosa Stephenie Meyer, yo solo los uso para mi locas historias...

NOTA DE AUTOR: quiero agradecer desde el fondo de mi alma a dos niñas hermosas por su gran ayuda en este fic PAZ L´ AMOUR Y ISABELLA PERDOMO GRACIAS CHIQUILLAS!

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CAPITULO 1

Traigo en los bolsillos tanta soledad

Desde que te fuiste no me queda más
Que una foto gris y un triste sentimiento

Lo que más lastima es tanta confusión
En cada resquicio de mi corazón
Como hacerte a un lado De mis pensamientos

Te extraño Porque vive en mi tu recuerdo te olvido
A cada minuto lo intento Te amo es que ya no tengo remedio
Te extraño, te olvido Y te amo de nuevo

...

Bella POV.

¡Ew! Y ahí íbamos de nuevo con esa canción. Llenando todas las habitaciones de nuevo, como si no fuera suficiente para mí acordarme de Él todos los días por cortesía de mi bello anillo(ver perfil)... como si yo pudiera soportarlo. Cómo si me ayudaran, ellas se empeñan en poner aquella melodía, aquella letra que trae tantos recuerdos a mi descomunal cerebro. Me torturaban, pero yo sabía que ponían esa canción porque al igual que yo, los extrañan. Con la misma intensidad o incluso más que yo. Y esa melodía nos hace recordar a esos hermosos niños que nos robaron el corazón, el alma y nuestros pensamientos.

-tiempo atrás, cuando el mundo, la vida, los sentimientos eran más fáciles. Cuando un par de niños podían sentir cosas muchos más intensas, y ellos quizá nunca supieron de sus consecuencias-

Edward—murmuré apenas respirando— ¡Déjame en paz!—y solté unas grandes carcajadas, apenas respiraba por la intensidad de mis risas. Sus dedos moviéndose perfectamente provocándome cosquillas.

Me miró pensativo un segundo— ¿Por qué?—no había entendido exactamente porque preguntaba eso.

¿Por qué qué?

¿Por qué eres tan hermosa?—¡Odiaba que hiciera eso de usar sus ojos brillantes! No era justo que sus encantos funcionaran perfectamente conmigo, me era imposible resistir.

No es justo, eso es trampa—y mi labio inferior sobresalió, haciendo un -espero que sí- adorable puchero.

No, en serio Bella. Dime que sí y seré el niño más feliz en toda la escuela ¿sí?—y sus dientes aparecieron radiante cuando formó esa sonrisa torcida, marca Edward Cullen. Mi respiración se atoró en mi garganta... odiaba esos efectos. En serio que sí.

mmm, a ver—tomé un segundo—Está bien, acepto ser tú novia. Pero nada de coquetear con otras niñas ¿de acuerdo?

Es un trato—respondió brevemente.

Y así, él juntó sus labios con los míos, en un beso de amor. Mi primer beso de amor, sonará cursi y cliché pero así fue. Desde el primer momento supe que sería el amor de mi vida, me ilusioné con esa idea, tanto que dolía... al menos eso pensaba yo.

Ese día en el almuerzo estaba que saltaba de alegría, la sonrisa boba de mi rostro nadie la quitaría, esperaba que nunca se fuera. Ni siquiera puse atención a mi caminar, ni mucho menos a mí apariencia, llegué como zombie -pero feliz- donde me esperaban mis hermanas, más Ángela, y Jessica, pero no puse la menor atención cuando parloteaban.

¿Bella?—el chillido de Alice, insuperable. No presté atención— ¡BELLA!—me gritó esta vez, y casi perdí mi audición.

¿Uh?—respondí con idiota, pero vuelvo a repetir: Idiota feliz.

Aja, me preguntaba...—se lo pensó un momento—bueno, nos preguntábamos ¡Qué demonios te pasa! No has puesto atención a lo que decíamos ¿verdad?—suspiró molesta.

Lo siento. Es que mi cabeza esta algo lejos de aquí, estoy tan feliz—y seguí sonriendo como una estúpida.

¿Nos vas a contar o seguirás con esa cara de babosa?—Rose llamó mi atención.

Bueno es que... como se los digo...—mis mejillas adquirieron color—... ¡Soy novia de Edward—y lo dije algo -demasiado- alto.

¿Si? ¡Esos es maravilloso! Felicidades Bells—Rose se mostró realmente contenta— ¿Eso era lo que querías no? ¿Por qué estas así?—continuó.

Es que me me ha dado mi primer beso... y aún floto en las nubes—les contesté y mis mejillas subieron otro tono más rosa.

Eso es genial—suspiró Rose. —Bueno, nosotras—señaló a Alice y a ella—también tenemos una noticia.

Claro, suéltenlo—dijimos al unísono Ángela, Jess y yo.

Nosotras también tenemos novios—también murmuraron al unísono.

¿Quiénes?—Volvimos a corear.

Jasper es de Alice, Emmett es mío—así que se habían puesto de acuerdo...

¡Felicidades! No podría estar más contenta, chicas—nos abrazamos brevemente.

Sonó la campana anunciando la vuelta a clases. Mis hermanas: Rose y Alice, Ángela, Jessica y yo éramos casi-casi una familia, mejores amigas. Y claro, las más populares dentro del instituto a pesar de que era nuestro primer año, y junto a los hermanos Cullen: Emmett, Jasper y Edward, Eric y Mike del equipo de futbol, éramos insuperables, casi idolatrados. No podía estar más feliz, mi vida era fácil, lo que cualquier niña de 13 años desearía, unos Padres amorosos, un novio hermoso y atento, que me quería... de verdad. Y bastante solvencia económica.

Era perfecta, o eso suponía hasta que sucedió...

Bella necesito que tú y tus hermanas vengan a la casa del árbol, dentro de media hora—así decía el mensaje de texto de Edward, y yo no podía estar más feliz de ir.

De acuerdo, ahí estamos. Le envié de vuelta.

Les dije a mis hermanas sobre el mensaje, y apenas salimos de clases nos dirigimos a la casa del árbol. Ya habían pasado seis meses desde que éramos novios, nuestros padres no lo sabían, pero había que esperar.

Y llegamos a nuestro destino, junto con Rose y Alice. Era nuestro lugar, que compartíamos desde que nuestros padres la construyeron para nosotros cómo regalo de Navidad. Mis padres y los Padres de los hermanos Cullen eran amigos, crecimos juntos prácticamente.

Al llegar, vimos a nuestros novios de pie al árbol, no comprendí por que no estaban adentro pero lo dejé pasar.

Bella—se acercó Edward y me besó.

Lo mismo hicieron Emmett y Jazz con Rose y Alice.

¿Qué pasa?—dijo Alice, habló con voz desesperada. Al igual que nosotras quería comprender porque el ambiente triste, tan palpable en nuestros novios.

Chicas... nos vamos—murmuró Emmett.

¿Cómo que nos vamos?—preguntó Rose con brusquedad.

Sí, nuestros Padres y nosotros debemos irnos a Italia, a vivir un tiempo—suspiró Jazz con tristeza.

¡Por qué!—alcé el tono de mi voz hacia Edward. Esto no podía estar pasando. No podía ser cierto.

Bella, lo siento tanto. Mis padres tienen que irse, por qué a mi Padre le ofrecieron un puesto como director de un importante hospital. Mi madre tiene la oportunidad de trabajar en una prestigiosa empresa diseñadora de interiores—cuando terminó, su voz apenas era un susurro.

¿Por cuánto tiempo?—murmuró Alice.

No lo sabemos todavía chicas—respondió Emmett.

Las lágrimas comenzaron a derramarse antes de que fuera consiente de ellas. No sabía qué hacer, ni que decir, no estaba preparada para aquello. Mi mundo se derrumbaba, Edward se iba y con él mi felicidad. También mis amigos de toda una infancia. Me levanté y corrí, luego reaccioné y estaba en mi cuarto llorando, desesperada. A los pocos minutos entró Edward a mi habitación, sus brazos me envolvieron con fuerza, sus manos se movieron en movimientos circulares dando caricias a mi espalda, consolándome. Por qué era mi amigo a pesar de todo.

Estuvimos así mucho tiempo, hasta que finalmente me calmé y Edward habló:

Bella cálmate, cariño sé que va a ser duro, pero por favor no llores más—me dijo tratando de consolarme.

Es-s qué-e t-tú me vas a-a... dejar—hipé.

No amor, no me voy porque esté gustoso, pero mira—y lo que hizo a continuación me dejó helada.

Esto—señaló un anillo que se veía en sus suaves dedos—es una prueba de que volveré, volveremos a estar juntos, te amo y nunca te olvidaré. ¿Tú me olvidaras?—sus ojos verdes que siempre me parecieron únicos, brillaban con ansiedad, nerviosismo y... amor. Lágrimas se derramaban de nuevo.

Nunca podría—susurré, pero mi voz se escuchó clara y segura.

Entonces es un trato—juntamos nuestros labios, sintiendo las emociones del otro a través de ese beso. Lo que sentíamos: dolor, pérdida, pero la esperanza se imponía. La esperanza de vernos algún día, y no olvidarnos nunca. Un trato, una promesa.

El día tan horriblemente esperado llegó, la noche anterior mis padres habían organizado una fiesta de despedida a los Cullen, así que ahí lloramos todos de nuevo. Me duché rápidamente, me puse una falta de paletones corta con una polera, mis converse y no tardamos mucho en llegar al aeropuerto, llegamos a la sala de espera donde estaba Edward y su familia esperando. En cuanto nos divisaron llegaron hasta nosotras, comenzamos a decirnos palabras de amor, y terminar de susurrar el implacable adiós. Edward me tomó del brazo y me llevó hacia un lugar apartado.

Bella—y él amor brillaba en sus ojos, parecían a punto de llorar—prometo llamarte en cuanto llegue, darte mi teléfono, te enviaré cartas... todos los días. Nos pondremos en contacto gracias a internet ¿de acuerdo?—me dijo. Yo sonreí.

Está bien. Yo también quiero hacer una promesa: te seré fiel, esperaré el tiempo que sea necesario... para estar junto a tí—le dije desde el fondo de mi corazón.

Es una promesa mutua, amor—y cuando creí que me había quedado seca de lágrimas, que mi cuota de ellas estaba cumplida, una involuntaria lágrima se escapó de mi ojo derecho.

No llores, por favor—besó mi mejilla y la lágrima desapareció—Te amo—no pude contestarle porque en eso hicieron el llamado de su vuelo, todos los Cullen caminaron hacia su puerta de abordaje. Pero los hermanos Cullen volvieron sus cabezas y gritaron sin importales nada más:

¡Volveremos por ustedes!—gritó Jazz.

¡Esperen por nosotros!—gritó Emmett y le lanzó un beso a Rose.

¡Nunca lograremos olvidarlas!—gritó Edward y me lanzó una mirada... tan significativa.

Promesas. Con esas últimas palabras volvimos a nuestro hogar. ¡Qué grande quedaba esta casa ahora sin ellos! Mis hermanas llegaron a mi cuarto, dormimos esa noche juntas, sin necesidad de palabras porque todas sabíamos lo que sentíamos, nos abrazamos, y nos quedamos dormidas.

Con esas palabras grabadas a fuego en nuestro corazón, con deseos de que ellos volvieran... de que cumplieran. Teníamos la certeza de algo: Nunca podríamos olvidar a ese trío de niños, que robaron nuestro corazón.

...