Son Todos Humanos. Declaimer: Ni los personajes ni la historia me pertenecen Solo es una Adaptacion
Septiembre, 1er mes:
Mi cabeza estaba matándome. No recordaba lo que había hecho la noche anterior. No es que me importara, seguro que había estado con Katerine o Caroline o quizá Lauren, la verdad no tenía mucha importancia. Había tomado tanto que no recordaba absolutamente nada.
Había algo de fondo, algo que logré identificar como música, y no cualquier música sino clásica e instrumental. Se oía el piano. Quería abrir los ojos pero sabía que me dolería, podía ver la luz a través de mis párpados cerrados, abiertos sería otra cosa. Mi cabeza aun palpitaba, era como si mi corazón se hubiera pasado ahí. Pum, pum, pum. Mis oídos retumbaban tanto. Noté que estaba afuera, en mi patio. Anoche había tenido una fiesta increíble.
Abrí poco a poco los ojos, dejando pasar la luz poco a poco. Aun así me dolió mucho y me estremecí de dolor. Puse las manos sobre mis ojos y los froté despacio. Dios, necesitaba unas Advil. Me puse de pie y tambaleé peligrosamente a la orilla de la piscina. La música seguía ahí y quería averiguar de dónde venía pero mi estado estaba crítico. Siempre era la misma y no me importaba, terminaría por matarme o volverme tonto, qué más daba, me hacía olvidar. De verdad que era patético, 7 años y sigue doliendo como si hubiera sido ayer.
Al fin logré encontrar mi equilibrio y abrir los ojos. Parpadeé seguidas veces y cuando me acostumbré pude permanecer con los ojos abiertos. Nublado, siempre era lo mismo en Fell's church. Le vi el lado positivo, si fuera sol hubiera quemado mis ojos. Escuché la música detrás de mí y me giré. Caminé un poco y me asomé por la cerca de madera que dividía mi casa de la del vecino.
Ahí había una chica, estaba de espaldas a mí y traía puestos un short color beige, corto. Tenía lindas piernas. Fui subiendo la mirada y vi que tenía las curvas de su cintura marcadas. Su cabello era largo con rizos rojos, con la poca iluminación del sol a través de las nubes se veían reflejos rubios. No podía ver el tamaño de sus pechos, no podía hacer la evaluación completa. Me reí para mis adentros. No podía estar ni un minuto sin pensar en ligarme a alguien. No era mi culpa que todas me quisieran, lo bueno es que todas ellas eran huecas y superficiales, si no querrían que les fuera fiel. Esa palabra no estaba en mi vocabulario.
De pronto la chica estornudó y se giró un poco, los broches de ropa que traía en las manos se le cayeron. Pude verla de perfil, era muy linda. Si la parte trasera atraía, la delantera era aun mejor. Cuando me fijé en su rostro no pude ver sus ojos, solo que tenía facciones delicadas y lindas.
-Salud, -salió de mi boca de pronto. Ella se giró algo sobresaltada y me miró con los ojos muy abiertos.
-Gracias, -susurró. Se llevó una mano al pecho y después carraspeó.
-Lo siento, no quise asustarte.
-No importa, -no me miró, solo veía el suelo y luego los broches. Los tomó en un rápido movimiento y siguió colgando ropa. Tenía lindos ojos. No sabía porque pero encontraba en ella algo que no había en las demás. Lo único que las diferenciaba era que no había dormido con ella, pero sabía que pronto lo haría. Se veía joven, quizá 17 o 18, sería fácil. Tengo 7 años de experiencia, desde los 17 ligando chicas. Lo positivo es que mi aspecto ayuda.
-¿Te gusta Debussy? –pregunté recordando la verdadera razón por la que me había acercado. Ella se giró y me miró frunciendo el ceño.
-Sí, es muy relajante, -dijo quitándole importancia y girándose para seguir con la ropa. Solo me quedé como idiota mirándola.
-¿Cómo te llamas? –dije de pronto. Ella se giró y su mirada cambió, no se veía sorprendida se veía molesta.
-Me llamo Bonnie, Damon –dijo con tono rudo. Tragué sonoramente. ¿Sabía mi nombre? ¿Por qué? –Eres un completo idiota, hemos sido vecinos desde hace dos años.
Tomó la canasta de ropa ahora vacía y caminó hacia la entrada. ¿Dos años? Eso no era posible, alguien tan exquisita como ella no podía pasar desapercibida por tanto tiempo. Me quedé ahí, quizá esperando a que saliera, pero claro que no lo hizo. Suspiré resignado y me fui a mi casa a seguir con mi miserable vida.
Pasaron dos días y no volví a ver a Bonnie, seguro que estudiaba o trabajaba. ¿Vivía sola? ¿Cómo es que no la había notado antes? Su casa era de tamaño considerable, al igual que la mía. Fui al medio día de ambos días pero ella no apareció. O de verdad estaba ofendida o quizá fuera muy tarde. La vez que la vi fue a las 8 de la mañana. Prometí levantarme temprano al día siguiente y me marché dentro de la casa. No tenía idea de por qué quería verla de nuevo.
A la semana que ocurriera el incidente con Bonnie, ya había pasado por tres fiestas, dos tardeadas y todos los días era de despertar crudo y con dolor de cabeza. Un martes que no tenía nada que hacer, decidí pedir comida porque ya no había nada en el refrigerador más que gusanos probablemente. Me resigné y me puse de pie, mi cabeza dio vueltas y me tuve que sostener de la mesa de noche al lado de mi cama. Al menos había despertado en mi habitación y no en el patio o en un parque desconocido del otro lado de la ciudad.
Decidí darme un baño primero, me metí a la ducha y me tomé mi tiempo con todo. Cuando salí sonó el intercomunicador de la puerta, había mandado poner seguridad y cámaras. Las pantallas se hallaban en la cocina y mi habitación. Presioné el botón para encender la cámara y pude ver a Katerine afuera, esperando a que abriera.
-Hola sexy, buenos días –dijo con su voz seductora. Traía unas gafas oscuras que cubrían la mitad de su rostro. Era algo ridículo, no hace sol en Fell's Church.
-Hola, pasa si traes comida y mucha energía Cara, si no, ni te atrevas a entrar, -dije sonriendo y moviendo las cejas. Ella rió y me mostró dos cafés de Starbucks y una caja con comida rápida. –Muy bien, pasaste la prueba de la comida, ahora falta la de la energía. ¿Qué me asegura que no me dejarás tirado?
-Oh vamos Damon, sabes que NUNCA te dejo tirado, es al contrario, -dijo encogiéndose de hombros.
-Ouch, golpe bajo. Está bien, pasa.
Abrí la puerta y escuché que se puso a mover cosas en la cocina. Katerine era comprensiva, hasta cierto punto. Nunca esperaba nada sentimental de mi parte y eso me gustaba. Estaba casada y cuando no se sentía de humor para soportar a su esposo venía conmigo, me alimentaba y yo la satisfacía en algo que al parecer su esposo no.
Me cambié rápidamente con unos shorts largos y una playera. No duraría mucho con la ropa puesta, no me molesté en ponerme algo que combinara. Pasé varias veces la mano por mi cabello y bajé. Cuando llegué Katerine estaba parada frente al microondas calentando lo que olía como a pescado o pollo. Mi sentido del olfato era un desastre. La abracé por atrás y ella se sorprendió.
-Damon, me asustaste –dijo girándose aun en mis brazos. –Ve a sentarte, te traje una comida deliciosa.
-A veces siento como si fueras mi madre, -ella sonrió y me empujó para que fuera al comedor. Mi corazón ardió al nombrarla. ¿Cómo me atrevía a comparar a mi madre con Katerine? Tenía que estar enfermo.
Comimos cómodamente y de pronto mi teléfono móvil sonó. Lo tomé y vi el número. Rodé los ojos y suspiré profundo.
-¿Hola? –dije con voz aburrida.
-¿Qué hay Damon? Oye me mandaron a Fell's Church por el trabajo y quería ver si me podías dar hospedaje dado que tu casa es suficientemente grande como para 5. Prometo no molestar hermano, de verdad lo necesito.
-Stephan, no tienes que preguntar, solo ven y alójate. No es como si fuera a notar tu presencia de todos modos.
-Gracias, estaré ahí el mes entrante. Te avisaré con Giselle.
-Oye ella tiene voz ardiente, ¿Qué tal está? –dije cambiando de tema e interesándome por lo que contestara.
-Damon, por favor, no empieces, -escuché que suspiró profundamente, pero sonaba un suspiro resignado. –En una escala del 1 al 10 le daría un 8. Tiene senos pequeños y aparte es peli roja, sé que prefieres las rubias, -en ese momento la imagen de Bonnie, de espaldas hacia mí con su cabello rojo como fuego vino a mi mente.
-No me subestimes hermanito, no hay que ser racistas, me gustan las morenas y las rubias y las pelirrojas y de todo. No tengo preferencias.
-Vaya, bueno en ese caso…qué demonios, Damon no te metas con mi secretaria. Es muy eficiente y no quiero que después de que la dejes con el corazón destrozado, Casanova, deje de ser tan eficiente. Así que mantén alejadas tus asquerosas manos.
-No te pongas así, solo quería un poco de diversión, -miré a Katerine y ésta rodó los ojos. Se apuntó con los pulgares y con su rostro quería gritarme un 'aquí estoy yo idiota'. Le sonreí y le mandé un beso imaginario.
-Entonces mantente alejado de mi secretaria. Tienes mucha diversión allá Damon, quizá sería hora de que dejes de usar a las mujeres como objetos sexuales y sentaras cabeza.
-Mira quién habla de sentar cabeza Sr. Seré virgen hasta el matrimonio, -dije con voz de idiota.
-No te metas con eso, sabes que lo prometí, no es mi culpa que tú no hayas… -colgué el teléfono y lo aventé al otro lado de la habitación.
-Supongo que no fue una muy buena charla, ¿cierto? –dijo Katerine bebiendo una copa de vino. Hice un ademán para que me pasara una y me la dio. Era la una de la tarde y ya había comenzado a beber, la historia de mi vida.
-¿Qué quieres hacer? –dije llenando mi copa de nuevo.
-El meteorólogo dijo que haría un poco de sol. ¿Qué te parece si nos asoleamos un poco? –me guiñó un ojo y fue al patio. Me encogí de hombros y la seguí.
Me quité la playera y me senté en la silla donde había despertado la vez que vi a Bonnie. Ella seguía viniendo a mi cabeza y no me gustaba. Gruñí para mi interior y me obligué a prestar atención a Katerine.
-¿Me ayudas con el bronceador? –dijo pasándome la botella. Tomé en mis manos y comencé a frotarlo en su piel desnuda. Terminé y después Katerine me recostó bocarriba sobre mi silla. Se puso sobre mí y sonrió. –Mi turno.
Tomó la botella y dejó caer una buena cantidad de bronceador sobre mi piel. Empezó a esparcirlo por mi pecho mientras acariciaba suavemente. Cuando estuvo decentemente esparcido bajó su rostro y besó mi mandíbula y se fue a mí oído. Puse mis manos es su cintura y comencé a subir. Estaba a punto de perderme en esto cuando escuché una sirena de ambulancia. Me puse atento y vi que se acercaba. ¿Pasaba algo? La ambulancia se detuvo y resulta que estaba más cerca de lo que creí. Detuve a Katerine y me puse de pie.
Caminé al frente con Katerine pisándome los talones. Llegué a la entrada y vi que entraban dos paramédicos a la casa de Bella. Una rubia despampanante salió de ahí con un móvil en su oído.
-¡No lo sé Meredith, te dije que la encontré en el baño y llamé a la ambulancia! –decía alterada. La miré de arriba abajo y noté que tenía un vientre prominente. Estaba embarazada. -¿¡Como demonios quieres que me calme si…? Está bien, -cerró los ojos y aspiró profundamente antes de soltar el aire de golpe. Lo hizo dos veces y después continuó. –Estoy más calmada ahora.
Mi giré y miré a los paramédicos salir con una camilla. Ahí estaba Bonnie, inconsciente. Fruncí el ceño y me acerqué. No tenía idea por qué, pero mi corazón latió con más rapidez y mi aliento se quedó en mi garganta. La rubia despampanante embarazada avanzó hacia ella con el móvil aun en su oído.
-Bonnie, cariño. ¿Me escuchas? –dijo mientras tomaba su mano. –Todo va a salir bien nena, ya lo verás, -Estaba llorando y parece que la tal Meredith le dijo algo por el teléfono. –Pero Meredith, tengo que ir con ella, -hizo una pausa y se pasó la mano por la cara. –Está bien Mere, avísame pase lo que pase. Dile a Alaric que lo mataré si no me avisa, -Meredith dijo otra cosa y la rubia se alteró un poco más. –Fue mi culpa, debí cuidar de ella, yo… -la cortaron de nuevo y pareció que la habían tranquilizado. Se limpió las lágrimas y se metió a la casa en cuanto la ambulancia se fue.
Yo me quedé como estúpido mirando por donde se había ido Bonnie. ¿De verdad estaba pasando? ¿Qué tenía? ¿Sería peligroso? ¿Moriría? Moví mi cabeza a los lados para detener el asalto de preguntas, dado que la última hizo que mi corazón se acelerara de nuevo.
-Vaya lío. Una mujer embarazada y la otra parecía un palillo. ¿La viste? Apuesto a que es anoréxica.
-Vamos Katerine, esto no nos incumbe.
Nos metimos y continuamos donde estábamos. Me gustaría decir que mi mente se despejó, pero no fue así, todo lo contrario. Nuevas dudas me asaltaban y me sentía cada vez más frustrado. Katerine se fue al anochecer, después de recibir una llamada de su esposo. Me quedé ahí, en mi cama, pensando. De nuevo todas las preguntas. No podía dormir, a pesar de que me sentía muy cansado. ¿Estaría Bonnie en casa ya? No había escuchado nada. Tal vez debería ir a visitarlas. Me reí de mí mismo. Eran las dos de la mañana. Me puse de pie y salí al patio. Chiflé y una bola de pelo dorado salió corriendo, pero fue brutalmente detenido por una cadena. Chilló un poco y después se sentó.
Me acerqué y quité la cadena de su cuello, -Lo siento Tyler, sabes que a Katerine no le agradas, -en cuanto se sintió con un poco de libertad salió corriendo. Tyler, mi labrador dorado, el único recuerdo de mi vida pasada y mi único compañero fiel. Estaba tan grande, me llegaba un poco más arriba de la rodilla y cuando estaba sobre sus dos patas llegaba a mi pecho. Su pelaje era hermoso porque su comida era de primera calidad. Tenía que cuidar a mi único amigo. Comenzó a ladrarme para que jugara con él. Decidí compensar su día de cautiverio y sacarlo a pasear. Sabía que una persona normal no lo hace a las dos de la mañana, pero por suerte nunca había sido normal.
Tomé la cadena y se la puse. Comenzó a lamerme la cara y estaba emocionado. Estaría igual después de todo un día de encierro. Vaya ironía, es lo que hacía todos los días. Caminamos por algunas calles y mi mente se despejó un poco después de la ligera lluvia y el aire fresco. Me sentía tan bien en estas condiciones. Es por eso que no me iba de Fell's Church. Regresé a mi casa y justo cuando estaba esperando a que Tyler marcara otro árbol un taxi pasó por la calle. Se paró delante de la casa de Bonnie. Alguien comenzó a bajar y se veía que se tomaba su tiempo. Noté que era Bonnie. Justo es ese momento la lluvia se hizo más pronunciada. Me acerqué un poco y vi su rostro. Estaba pálida y teniendo en cuenta su color de piel era mucho decir.
-Bonnie, -dije en un susurro. Ella se giró y me miró. En sus ojos había algo entre tristeza y dolor.
-Damon, -dijo secamente.
-Em… ¿estás bien? Vi que te llevaron en la ambulancia y…
-Sí, gracias, -dijo interrumpiéndome.
-Me alegro, -dije sinceramente. –Escucha, con respecto a lo del otro día. De verdad lo lamento, soy muy dado a olvidar lo que pasa a mí alrededor. Soy despistado, por así decirlo. No pretendía lastimarte. Aunque puedo decir que eres un ejemplar de vecina, a los vecinos que conozco es porque tengo problemas con ellos, -sonreí un poco y ella me miró con el ceño fruncido.
-No te preocupes, suele ocurrir, -se giró. –Tienes una muy linda sonrisa, -dijo en un tono tan bajo que no estuve segura de haberlo escuchado bien. Iba a preguntar pero en eso la puerta de la casa de Bonnie se abrió y salió la rubia despampanante embarazada de la tarde. Debía aprender su nombre, su apodo es bastante largo.
-¡Bon! –dijo mientras caminaba hacia ella. La abrazó y comenzó a sollozar. –Me diste un susto de muerte Bonnie, no vuelvas a hacerlo.
-Prometido, -dijo Bonnie sonriendo débilmente y levantando su mano derecha. –Ahora vamos que necesito descansar. Probablemente no despierte sino hasta dentro de doce horas.
-¿Por qué vienes sola? ¿Dónde está el inútil de mi hermano? –dijo casi gritando.
-Lo mandé a casa Elena, no lo necesito, no es mi niñero, -dijo Bonnie con irritación. Comenzaron a caminar hacia la casa y antes de entrar Bonnie se giró, me miró y sonrió débilmente de nuevo. –Buenas noches Damon, duerme bien.
-Igualmente, que te repongas pronto.
Con eso se metió. Yo fui por Tyler y lo metí a la casa. Bostezó perezosamente antes de entrar en su enorme casa y recostarse. Tal vez fuera bueno que hiciera lo mismo. Ahora dormí como un bebé, supongo que me había agotado lo suficiente en la caminata. Eso o es que ahora que Bonnie estaba a salvo en su casa me sentía mejor.
Definitivamente la primera.
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