Ninguno de los personajes de POT me pertenecen. Nop, a mi pesar ni uno solita, nada, ni michi. NOp. Le pertenecen a sus creadores, yo sólo escribo un fanfish naaa más. Me gusta mucho "Queen" y sus canciones son demasiado buenas. Este fic tiene mucho que ver, es más muchísimo con la canción Made in heaven. Es fantástica. Bueno, este no es un songfic pero por ahí va.
1. Taking my ride with destiny
En el asiento delantero ella tarareaba la canción que sonaba en la radio. Me miraba por el espejo retrovisor y yo la miraba sin que ella lo notara. Me dijo muchas cosas antes de llegar a la casa donde me iba a dejar, que me comportara bien, que hiciera todo lo que me dijeran, que era una suerte el haber encontrado una pareja que quisiera hacerse cargo de mí. Supongo que algo de buena suerte me tenía que tocar después de lo sucedido, murmuró.
Quizá era el destino...
Detuvo el carro y ya estaba oscureciendo allá afuera. No iba a lograr que me baje del auto por las buenas. Abracé a Teddy tratando de ocultarme tras él. En estos últimos días él había sido quien respondía todas las preguntas que me hacían. Había sido el mejor amigo de mi hermano menor, ahora era el mío, mi único amigo. Ella abrió la puerta del auto frente a mí pero sólo Teddy la miró con sus ojos de botón marrones.
̶ ¿Qué estas esperando? No estoy para jugar ahora -Teddy no tenía nada que decirle-Baja del auto de una vez que se hace más tarde y todavía tengo que dejar estos papeles en la oficina antes de irme a casa.
̶ -No -Teddy le respondió.
-Sácate ese oso de peluche de la cara de una vez. No es hora de jugar, niño -
-No -Ella no escuchó a Teddy porque me agarró del brazo y me sacó del auto, casi hace que nos vayamos al suelo.
Nos jaló hacia la puerta, pero ninguno de los dos queríamos ir. Esta casa no era como la mía, no era mi casa y a donde queríamos ir nosotros era a nuestra casa; aunque sabíamos que no había nadie ahí para recibirnos.
Ella tocó el timbre de la puerta que sonaba como a un ganso. Ni a Teddy ni a mi nos gustó el sonido, por eso se tapó los oídos con sus patas de peluche. Entonces la puerta se abrió y una mujer salió a recibirnos. No se parecía a mi mamá y a Teddy no le agradó. La mujer de la puerta nos saludó y nos miró a Teddy y a mí. Estiró sus manos para agarrarme pero Teddy se interpuso.
-No -le dijo, no quería que se nos acerque.
̶ -Ya déjate de tonterías niño y deja ese juguete a un lado –ella me quitó a Teddy de los brazos, ella era tan mala.
Entramos a la casa mientras que me jalaba y llevaba a Teddy colgando de una patita, la iba a romper. Nos sentamos en una sala que se parecía un poco a la de mi casa, pero no era igual.
-Traigo los papeles que deben firmar y a Syusuke. Vamos niño, quita esa cara y saluda a tus nuevos pad…a estas personas que te van a cuidar de ahora en adelante.
No me importaba lo que ella decía, sólo tenía que recuperar a Teddy. No iba a poder responderle tampoco, porque Teddy es el que responde por mí, siempre. Me levanté y avancé hacia ella y le arrebaté a mi oso, menos mal estaba bien y no se había hecho daño cuando ella lo jaló.
-Te he dicho que saludes. A veces es así, no me hace caso cuando le hablo, como si no escuchara lo que se le dice.
-Pero no tendrá algún problema de sordera ¿no? De repente tiene algo de eso y...
-No, para nada, para nada, lo que pasa es que es un poco necio y no le da la gana de comportarse como se debe
Ella estaba molestándose mucho pero no nos importaba lo que ella dijera, sólo queríamos regresar al auto de una vez.
-Syusuke, ven acá -ella estaba empezando a perder la paciencia así que Teddy y yo nos acercamos a ambas mujeres.
La otra mujer me tomó del brazo y me acercó a ella. No quería que lo hiciera, a ella no la conozco, no es mi mamá. No me quiero quedar en este lugar, no es mi casa. La mujer me acarició el cabello sacándolo de mi frente. Se me quedó mirando un rato y yo no quería mirarla así que Teddy se puso en medio de los dos.
-¿Entonces te paso los papeles para que los firmes? -ella quería irse a casa de una vez.
-Sí claro, tráelos que los firmo ahora mismo. Mi esposo ya los firmó. ¿Verdad?
-Sí, pasó por la oficina en la mañana -ella le extendió los papeles a la mujer.
-Tiene un bonito color de ojos... azules -dijo la mujer tocándome la cara y mirando mis ojos.
-Sí, son bonitos ojos los que tiene, cuando crezca va a ser un chico muy guapo. ¿No crees? ̶
La mujer sonrió mientras escribía sobre un papel que ella le dio. Teddy pensó que sería bueno detenerla si es que no queríamos quedarnos en este lugar.
-Iré por sus cosas, su ropa y eso. No me tardo. Syusuke, sácate ese muñeco de la cara de una vez.
No le hicimos caso. La seguimos hasta la puerta para irnos de una vez, pero la mujer nos detuvo. Me agarró del brazo y me llevó al sillón de nuevo; nos hizo sentarnos a esperar que ella volviera.
Empecé a mirar toda la casa, no quería verla porque ella me estaba mirando mientras esperábamos que traigan mis cosas del carro. Yo no quería quedarme y ellas sabían eso. La mujer me acariciaba la cara pero Teddy de nuevo intervino deteniendo su mano con su garra de peluche.
-Ese muñeco está muy sucio, tendremos que botarlo.-
Quería botar a mi mejor amigo. No la iba a dejar, nos teníamos que ir de ahí. De repente si le decía a ella, iba a escucharme. Ella regresó del auto con una maleta con mi ropa. Cuando estuvo cerca la agarré de la mano para que no se olvidara de mi y de Teddy.
-Entonces eso es todo Me voy retirando, ya se ha hecho tarde. Entonces se quedan ustedes con una copia y yo me llevo el resto.
Era difícil para ella arreglar sus cosas en su cartera sólo con una mano. Yo tenía su otra mano y no la iba a soltar nunca. Hasta que me llevara con ella, no me iba a dejar aquí.
-Gracias por todo Amelia...Gracias por traerlo hasta acá.
-De nada Sue, de nada, más bien disculpa las molestias. Syusuke ya suéltame de una vez... ya me tengo que ir -ella hablaba en serio, me iba a dejar en este sitio.
Sue me agarró del brazo y me jaló, no quería que me toque y traté de soltarme para ir por Amelia, pero no me dejó escapar. Ella se estaba yendo por la puerta rumbo al carro.
-No te vayas -le dijo Teddy, él siempre sabía que hacer y que decir; pero ella no le hizo caso y como es muy mala se fue por la puerta.
-No te vayas -gritó Teddy.
Ella se fue, parece que así tiene que ser. Todos se van de mi lado, menos Teddy, él se quedó conmigo, él se quiere quedar conmigo...
Y nos dejó aquí, y nos quedamos solos con esa mujer que no era mi mamá, en una casa que no era mi casa.
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Me llevó a una habitación y tiró mis cosas sobre la cama. Mi ropa era poquita, muy poquita, la sacó toda y se la llevó. Dijo que estaba muy vieja y se la llevó. Me dijo que me quedara en esa habitación hasta que ella me llamara. Parecía enojada conmigo.
Pasó un rato y ella me dijo que bajara a cenar. No me moví porque no quería ir, pero me jaló de un brazo y me hizo bajar las escaleras a su lado.
-Escúchame bien mocoso, no vas a hacer lo que te da la gana aquí. ¿Queda claro? Cuando te diga algo lo vas a hacer al momento -me miró furiosa y me hizo entrar a la cocina.
-Es hora de cenar, en esta casa se cena a las ocho de la noche siempre. Así que vas a cenar ahora y luego te vas a ir a dormir -me sacudió del brazo, quería que le respondiera algo.
Teddy se había quedado arriba y no le iba a poder responder entonces .
-No te me quedes mirando como un idiota -estaba tan sentó en una silla mirándome.
-Vamos a ver, Syusuke vamos a aclarar las cosas ¿si? Vamos a poner las reglas de la casa claras para no tener problemas luego. Mira... mi nombre es Sue pero me vas a decir de ahora en adelante mamá.
Estaba loca, no le iba a decir mamá nunca.
-En esta casa hay reglas las cuales tienes que seguir. Primera regla, nos vas a obedecer en todo lo que te digamos a mí y a tu papá. Segundo, vas a decirnos papá y mamá y responderás cada vez que te hablemos.
Me miró como si esperara que le dijera algo, pero sin Teddy no iba a poder.
-No estas entendiendo ¿no mocoso? -ella me apretó el brazo con fuerza y me hizo doler -¿Vamos de nuevo entonces?
Me iba a apretar de nuevo si no le respondía seguro.
-No… señora.
Sonrió y me pegó en la cara. Me dolió mucho. No sabía porque me había pegado pero me dolió mucho.
-Voy a hacer que me obedezcas mocoso. Ya vas a ver... ahora es hora de cenar. Tu papá va a llegar un poco tarde.
A su esposo, a quien quería que le dijera papá lo conocí esa misma noche. Yo no podía dormir y la puerta de mi habitación se abrió solita. Me dio miedo así que me escondí entre las sábanas de la cama, lo mismo hizo Teddy.
Él se acercó hacia mi cama y levantó los cobertores, su mano tocó mi frente igual que su esposa y me acarició un rato. Estaba esperando que me despierte seguro, pero no lo hice. Mantuve mis ojos cerrados hasta que él se fue por fin.
Cuando se fue abracé a Teddy muy fuerte. No me gusta este lugar, sólo quiero irme a mi casa, con mi hermano, con mi mamá, mi papá y mi hermana de verdad. No quiero otra familia, no quiero a nadie más, sólo a ellos.
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Se hizo de día bien pronto. Teddy y yo esperamos a ver el sol salir como antes, antes con mi hermano menor, cuando dormíamos en la misma habitación y la ventana daba cerca de la cama.
Mi mamá nos cerraba las cortinas pero siempre quedaba un pedazo abierto y por ahí mirábamos cuando el cielo se ponía de muchos colores y salía el sol grande, como una pelota amarilla en medio del cielo. Me gustaba esperar a ver como sale el sol, pero sin mi hermano ya no es bonito.
La puerta se abrió y entró ella.
-Ya sal de la cama, no está bien que te quedes todo el día en la cama. Vamos, arriba. Tienes que tender tu cama y arreglar tu habitación antes de bajar a tomar tu desayuno -se acercó a nosotros mirándonos fijamente -Ese muñeco asqueroso se quedó acá. Dámelo Syusuke.
-No -Teddy siempre sabía que decir.
No le gustó la respuesta así que me lo quitó de las manos.
-Este juguete está sucio y lleno de gérmenes, además tiene una oreja quemada. Está todo mugroso, voy a botarlo a la basura de una vez, no puedo permitir que...
No escuché lo que ella decía pero tenía que recuperar a Teddy. Salté sobre ella para quitárselo. Sabía que no me lo iba a devolver como hizo con el resto de mi ropa. Le quité a Teddy de sus manos entonces. No se lo iba a dar nunca.
Ella se cayó de espaldas y cuando se levantó estaba muy enojada. Me persiguió fuera de la habitación porque no iba a dejar que me lo quitara. Corrí rumbo al primer piso y ahí me detuvo él.
-No me lo quites, por favor.
-Qué ocurre... tranquilo... shhh... tranquilo.
-Ella me quiere quitar a Teddy... por favor que no me lo quite...lo va a botar y yo... no lo boten por favor -le dije.
Él me apretó en sus brazos y ella llegó entonces pidiendo que le de mi oso.
-No llores... y cálmate.
-No, ella me va a quitar a Teddy, él es el oso de Yuuta, no se lo puedo dar. Por favor...no.
-Ese mocoso me atacó, se lanzó sobre mi... ese mocoso está loco. Por ese juguete asqueroso. Tenemos un psicópata en esta casa, no puede ser que actúe de ese modo. Esto no puede ser... mocoso malcriado.
Ella gritaba más que yo, pero no me iba a quitar a Teddy. Él me lo quitó de las manos y se lo entregó a ella. No tuve fuerza para atacarlo también a él.
-Obedece a tu mamá -dijo y me pegó en la cara.
No iba a llorar, no podía llorar frente a ellos, pero no era justo no tenían porque quitármelo. No quería venir a esta casa de todos modos. Ella se llevó a Teddy de mi lado y no supe que más hacer, no les importaba que fuera el oso de Yuuta.
No les importa nada a ellos. Después de todo no son mis padres, ellos no son mis padres. Nunca lo van a ser.
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Pasaron dos días desde que Amelia atravesó la puerta dejándolo en la casa de sus nuevos padres. Dos días en los que durante las noches se las pasaba pensando en su hermano, en el oso de peluche que había perdido y cuanto extrañaba a ambos. Recordaba el día que llegó Teddy a su vida. Una tarde cuando su mamá los llevó a ambos de compras. Yuuta era su hermano menor y como tal estaba bajo su cuidado. Tenía que ayudar a su mamá con las cosas de la casa, porque ella no podía sola con todo. Su papá trabajaba todo el día para poder cuidarlos y su hermana tenía cosas que hacer.
Ir al supermercado era una oportunidad para ver los juguetes nuevos que habían en las tiendas y de paso una oportunidad para que Yuuta se meta en problemas. Estaban paseando entre las góndolas cuando se dieron cuenta su hermanito no estaba por ningún lado. Bastaba un pestañear de ojos para que desaparezca. Su mamá tomó con fuerza la mano de su otro hijo para que no se le pierda también, pero con la preocupación de encontrar al que le faltaba terminó soltándolo un momento. Sólo eso bastó para que Syusuke desapareciera también.
Ella creía que se iba a morir de angustia debido a que los dos se le habían perdido en fracción de segundos. A punto de romper en llanto emprendió la búsqueda ayudada por una par de vendedoras y el personal de seguridad. Luego de sentir que se iba a morir de los nervios, los encontraron a ambos en el mismo lugar donde ella perdió a Syusuke. Había llevado a su hermanito hasta donde recordaba que había dejado a su mamá, esperando. Como no la veía por los alrededores decidió esperar a que regrese. Yuuta se quejaba de que ya quería irse a la casa porque tenía hambre y sueño.
Su mamá cuando los vio sintió como el alma le regresaba al cuerpo y los abrazó tanto que sintieron que los iba a asfixiar de amor. Ella agradeció a quienes la ayudaron a buscarlos. Syusuke se disculpó con ella por hacer que se preocupe tanto, cuando vio que ella estaba a punto de llorar. Todo porque Yuuta se había quedado mirando unos peluches en un estante del supermercado. No había podido resistir el impulso de jugar con uno de ellos y se quedó en el área de juguetes. Tanto le había gustado el oso que estaba esperando que su mamá regrese a buscarlo para pedirle que se lo compre y aún lo tenía en sus brazos. No pudo negarse en ese momento así que accedió a comprarle el osito de peluche que había hecho que se separe de ella.
Desde ese momento fueron inseparables, a dónde iba llevaba a su amigo de peluche. Dormía con él en su cama y lo acompañaba al pre escolar. Hasta en una oportunidad se metió a la tina con su oso.
Hasta el último día ese juguete estuvo a su lado, por eso tenía la orejita chamuscada. Su hermanito se lo dio en sus manos antes de despedirse de él.
No podía resignarse a perder el recuerdo de los días felices que pasó con su familia. Pero no sabía donde estaba Teddy. De repente ya lo había botado a la basura, pero había estado pendiente de los tachos y no había visto al peluche dentro de los despojos.
Debía estar en algún lugar de la casa. Se aventuró entonces a salir de su habitación, silenciosa como un sepulcro, avanzando lo más calladito que podía a través de los pasadizos oscuros.
De la casa conocía la habitación que le habían dado, la cocina y la entrada; los lugares que solía transitar o había transitado hasta ese momento. Más oscura que nunca a altas horas de la noche mientras el resto de la ciudad dormía y un niño de 7 años no podía conciliar el sueño obsesionado con recuperar lo que le habían arrebatado.
Imaginaba que Yuuta iba a estar contento si es que recuperaba a su juguete más preciado, no podía permitir que el osito que tanto había cuidado su hermanito se fuera a la basura como un vulgar desecho. Iba a recuperarlo aunque le tomara toda la vida lograrlo.
La habitación de sus nuevos padres, con la puerta cerrada. No hubiera querido asomarse si quiera en ese lugar, cuando moría por entrar a la habitación de su mamá y su papá para saltar sobre su cama, pero ahora tenía que hacerlo si quería lograr su objetivo. Giró la manija muy despacito, abriendo solo un pedacito de puerta para poder ver hacia a dentro. Temblando de miedo de ser descubierto. Estaba tan oscuro que casi no podía ver dentro. Finalmente divisó algo que se parecía a su osito, tirado al lado del basurero.
Entonces ahí estaba y tenía que entrar a recuperarlo. Abrió otro pedacito de puerta para poder entrar sin hacer ruido. Pero la puerta sonó escandalosa mientras trataba de entrar furtivamente.
Sobre la cama hubo movimiento.
Asustado trató de alcanzar el peluche pero aún estaba lejos de él. Avanzó despacio, muy despacio mientras que veía que la cama se seguía moviendo.
Finalmente tomó a Teddy entre sus manos y salió lo más rápido que pudo.
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La casa silenciosa y lóbrega, como si no hubiera un niño recién llegado dentro. El silencio era requisito para habitarla, nada de ruido o juegos. Las cosas de la casa se podían romper, por eso no se podía jugar dentro de la casa. Cuando fuera a la escuela podía jugar con el resto de los mocositos, decía ella.
A pesar de todo, el chiquillo era bastante callado y no hablaba más que cuando lo consideraba muy necesario. La asistenta les dijo que seguramente era producto de la impresión y por todo lo que había pasado. Tenían que entenderlo, pobre niño, había pasado por momentos bastante difíciles... a tan corta edad, después del trágico accidente, eso lo podría haber vuelto tan parco. Si parecía un animalito, moviéndose por todos lados sin decir una palabra. En todo caso mejor hubieran recogido un gato, no les daría problemas entonces.
El mocoso seguía sin decir una palabra, sólo la miraba con cara de miedo y esto sacaba de quicio a su nueva mamá.
-Te estoy hablando, mocoso. Si te dignaras a responderme no tendría que gritar -ella siempre estaba enojada. Es que él la hacía enojar.
El chiquillo bajó las escaleras no sin antes esconder a su mejor amigo de peluche. No podía arriesgarse a que lo encontraran. Tenía que cuidarlo mucho, como su hermanito lo hubiera hecho. Sue lo estaba esperando enojada y apenas lo tuvo cerca le plantó una bofetada.
-No te atrevas a llorar que esto es tu culpa. Ahora date prisa que tienes que ir a la escuela.-
Ella se veía furiosa y lo condujo a la cocina donde los esperaba el desayuno en la mesa. Su nuevo papá les sonrió apenas entraron a la habitación y regresó los ojos a su periódico.
Tomó el desayuno que ella le sirvió, en silencio mientras que la escuchaba quejarse del mocoso que nunca contesta cuando se le habla. Su nuevo papá no la miraba cada vez que bajaba su periódico para tomar de a sorbos su taza de café. Lo miraba a él comer las tostadas que ella le puso en frente, jugando a romperlas y remojarlas en el tazoncito de leche con avena. Al parecer el chiquillo no tenía hambre después de todo.
-Deja de jugar con la comida, mocoso. ¿Acaso no te enseñaron nada en tu casa? Tu mamá nunca te enseñó a comportarte bien, por lo que veo.
Syusuke abrió los ojos enormes mientras que se iban llenando de lágrimas amenazando con aguar su avena. Le iba a responder y con ello invitarla a darle otro golpe. Al final desistió.
-Ahora sí tienes que decir ¿no mocoso? Para ponerte malcriado si eres bueno -ella volvía a la carga.
Syuusuke no dijo nada, sus ojos azulesregresaron a su plato de desayuno. Sus manitos apretaron el mantel bajo sus platos.
-Déjalo tranquilo Sue. Acaba tu desayuno Syusuke y ve al auto. Te voy a llevar a la escuela.̶
El chiquillo no probó más alimento. No quiso comer a pesar de las amenazas y tirones de cabello de Sue. Ni un bocado. Así que antes de que ella termine matándolo él se lo llevó de la cocina rumbo al auto. Iba calladito con sus útiles escolares en la misma maleta con la que trajo su ropa.
-No eres muy conversador -comentó mientras que encendía el auto. Y el chiquillo se hundió en el asiento lo más que pudo.
-Me gustó tu visita de anoche -sonrió mientras echaba a andar el motor, pero de reojo pudo ver como el chiquillo se ponía pálido y su boquita se cerraba contrayéndose hasta que su labio inferior despareció debajo del superior.
-Lo siento -murmuró a penas luego de una larga pausa. Estaba realmente asustado el chiquillo.
-Te digo que me agradó tu visita, luego iré yo a visitarte también. Obtuviste lo que buscabas ¿no?
No iba a responder aunque lo mate por eso, se quedó en silencio esperando lo siguiente. Aquel sujeto no le agradaba para nada.
-Tu silencio me lo dice todo. No le diré nada a tu mamá, no te preocupes, será nuestro secreto. ¿Te parece?-
Syusuke ahora trataba de hacerse uno con el asiento, con cada palabra trataba de hundirse más y más. Cerró los ojos pensando en que yo iban a llegar a la escuela y por lo menos no iba a tener que verle la cara hasta la noche.
-Sí que eres bastante callado -murmuró mientras que detenía el auto.
Cerró los ojos para no ver cuando su él bajaba del auto e iba hacia él. Se aferró a su asiento lo más que pudo entonces tratando de mantenerse tranquilo. Hasta que la puerta se abrió a su lado y sintió como lo jalaban hacia fuera. Sin abrir los ojos pasó al asiento delantero mientras que su papá le ajustaba encima el cinturón de seguridad. Pasaba sus manos sobre sus piernitas subiendo hasta su pecho y se detuvo cuando rozó su cuellito.
Sus manos volvieron a subir hasta sus mejillas recorriéndolas con las yemas, acariciándolas.
-Me gustan tus ojos, ábrelos para que pueda verlos bien.-
Más que una petición sonó a una orden así que no le quedó más remedio que abrirlos aunque lentamente. Los ojos de su papá estaban frente a él, mirándolo fijamente. Quería salir corriendo de ese lugar. No volver más a ese auto, no volver a pisar esa casa, no volver a verlo más. Llevó su mirada fuera de ese rostro que empezaba a aterrarlo de pronto. Pero de nuevo los ojos de su papá lo persiguieron cuadrándose frente a los suyos.
-Realmente me gustan mucho esos ojos celestes, no, son azules... son hermosos- murmuró acercándose más a su rostro para verlos mejor.
-Mira que hora es... llegarás tarde a tu primer día de escuela- se levantó de improviso y retornó a su sitio en el volante. Algo que el chiquillo agradeció desde el fondo de su alma.
Pronto llegaron a la escuela y se bajó lo más pronto posible, sin decir una palabra, ni mirar hacia atrás. Por lo menos en la escuela estaría seguro.
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Su hermana mayor los levantaba temprano para que fueran a la escuela. Ella iba a un grado mayor que él y Yuuta iba al pre escolar. Iban de la manito como esos muñequitos de papel que su hermana hacía para que jugaran un rato.
A veces se demoraban en levantarse y ella los hacía correr hacia la escuela. Llegaban a toda prisa y eso era divertido. Verla renegar porque Yuuta se demoraba en tomar el desayuno o Syusuke no estaba listo a la hora. Ella se demoraba también, mientras se arreglaba y peinaba. Luego tenía que ver que los dos pequeñitos estén bien vestiditos, que Syusuke no se hubiera puesto dos medias en el mismo pie.
Cuando llegaban a la escuela se separaban. Ella iba corriendo a su salón y dejaba que Syusuke lleve a Yuuta al pre escolar. Ahí el más pequeño de los hermanos a veces tenía problemas en quedarse solito. Se prendía de la mano de su hermano y le pedía que entre con él.
Como si hubiera sido ayer que iban a la escuela juntos...
Sin darse cuenta cómo había llegado al pre escolar de esa nueva escuela, donde todos eran desconocidos ahora. Extrañaba entonces su antigua escuela, a los amigos que tenía ahí.
Es que las cosas habían cambiado.
De repente estaba de pie frente de la puerta buscando a Yuuta, esperando que entre todos esos niños que entraban con su mamá estuviera su hermanito. Prendiéndose de su mano para que lo acompañe dentro. Entre todos los niñitos chiquitos con mandilitos todos tenían algo de su hermanito, pero ninguno era él. De repente si se fijaba bien estaba por ahí, escondido como cuando pasaba a recogerlo luego de la escuela. Era muy divertido para él que lo busque su hermano mayor.
-Hermano mayor, vamos a jugar.
No estaba ahí dentro, no iba a estar ahí nunca más. Tampoco servía de nada que recorra la escuela entera buscando a su hermana, porque entre todas esas caras nuevas, no estaba la de ella.
Era inútil quedarse en esa escuela, porque ellos no estaban ahí. No habían ido a la escuela con él y no lo iban a hacer. Tenía que ir a buscarlos entonces y sabía donde los podía hallar.
