Regalo para mi querida Marina, mi tróspida. Siento hacerle daño a tu Remus.

Gracias por leer y doble gracias si dejas comentario (:


Claro de luna

-Remus.

La voz llegaba muy lejana, como si estuviese en otro mundo.

-Remus.

Un momentito más, sólo quedan tres páginas para acabar el capítulo...

-Remus, ¿me estás escuchando?

El niño deja escapar un suspiro resignado, coloca un marca-páginas para recordar dónde continuar más adelante, deja el libro sobre la cama y va a la cocina. Su madre lo mira con cara de cierto reproche, pero sabe que es fingido.

-Ya estabas perdido entre páginas de pergamino una vez más, ¿cierto?-intenta parecer mosqueada, pero el orgullo trasluce entre cada sílaba. Remus, con sus escasos siete años, baja la mirada, sonrojándose. -Sal al patio a por un poco de leña. Y nada de distracciones, sabes que no me gusta que te quedes por ahí cuando ya ha oscurecido. ¿Entendido?

El chico asiente muy convencido y sale corriendo de la cocina hacia el patio. Hace tiempo que ha oscurecido, pero la luna llena brilla con especial intensidad esa noche, así que no tiene problemas para orientarse. Sin que se de cuenta, sus pasos le llevan hacia la colina que hay en la parte trasera de su pequeña casa de campo. Le suele gustar ir allí, no tiene miedo (su padre dice que será todo un Gryffindor cuando pueda ir al colegio), y hay unas vistas preciosas del cielo estrellado.

Siempre le ha gustado el cielo, desde que tiene uso de razón. Se queda observando al infinito, pensando en lo maravilloso que sería poder rozar las estrellas con las manos y jugar con la luna. Y esta noche es especialmente mágica, nunca había visto tanta luminosidad en cada pequeño astro.

Se sienta en un pequeño saliente rocoso y eleva la vista. Pierde la noción del tiempo. Su madre estará preocupada, lo sabe, pero no puede evitarlo. Oh, ahí está la Osa Mayor. Puede ver también a Casiopea, con su forma de W. Está Corvus, el Cuervo, aunque a él le gusta más pensar que es una lechuza. Las lechuzas son más bonitas que los cuervos. Y ahí está Lupus, el lobo...

Se oye un aullido. En realidad Remus no sabe si lo ha oído o si se lo ha imaginado al ver a Lupus. Le pasa muchas veces, ve una constelación, ve la imagen en su cabeza, les cuenta sus secretos, incluso a veces llega a oír sus respuestas... Los arbustos se mueven. Eso seguro que no ha sido imaginación suya, no hay constelaciones de arbustos, al menos que él sepa.

En los siguientes segundos no entiende nada de lo que pasa. El negro azulado del cielo se transforma en rojo, rojo sangre. Y le duele. Le duele tanto que ni siquiera es capaz de gritar, porque no tiene fuerzas. Se queda tendido boca arriba, observando la luna llena, que cada vez brilla más intensa. La observa en el cielo por última vez.

Porque a partir de esa noche, la luna ya no significa el cielo. Significa el infierno.