- ¿Por que a mi me pasan estas cosas?
Amanecía en Londres, la ciudad estaba soleada como siempre durante esas fechas, el Big Ben tocaba las seis de la mañana. Muchos de los habitantes de la ciudad empezaban sus recorridos hacia los trabajos, algunos usaban el Subterráneo, otros las lineas de bus, muchos conducían sus propios vehículos. Era un día normal para la mayoría de las personas. Llevaban bastante tiempo de relativa paz, nada fuera de lo común perturbaba la tranquilidad de la capital y del resto del país.
Lo que muchos ignoraban era que casi un año atrás, el mago más tenebroso de los últimos cien años había regresado para atormentar la tranquilidad de los magos y muggles del mundo. Por supuesto los muggles o personas sin magia ignoraban por completo esta situación y sus vidas seguían tranquilamente.
El Callejón Diagon también empezaba a tener movimiento. Al igual que el Londres muggle, el Londres mágico empezaba muy temprano sus actividades, Madame Malkim la propietaria de la tienda de túnicas del mismo nombre empezaba a preparar todo para recibir a los estudiantes de Hogwarts que desde la siguiente semana empezarían a llegar a comprar túnicas para el colegio. En la esquina del Callejón se terminaba la construcción y remodelación de un local que prometía ser la más grande innovación de los últimos años, la expectativa era grande, Sortilegios Weasley prometía hacer reír y divertir a los magos en los tiempos mas sombríos. Pero como era normal, el establecimiento con más movimiento desde tempranas horas del día, era el edifico mas grande de la calle, de una fachada de impecable mármol blanco, justo en la intersección entre el Callejón Diagon y el Callejón , el majestuoso banco de los magos abría sus puertas a los empleados, la mayoría de ellos eran duendes, aunque también un gran numero de magos llegaban para iniciar sus labores.
Bill Weasley, el hijo mayor del humilde pero honesto matrimonio Weasley llegaba al banco de la misma forma en que lo hacia desde hacia un año que había decidido pedir su traslado a la sede de su país. El regreso del señor tenebroso y el asesinato de Cedric Diggory le había llevado a decidir pedir el traslado a la sede del banco de Londres para poder vivir con sus padres, como muchos pensaban, se avecinaba una guerra y ahora las familias necesitaban estar unidas.
Bill tenia a su cargo una pequeña división que se encargaba de levantar o colocar hechizos y maldiciones en las bóvedas del banco. Muchas de las bóvedas mas antiguas tenían encantamientos que sus propios dueños le habían puesto y Bill junto a dos magos más a su cargo colocaban y quitaban dichas trampas.
Aquella mañana, Bill había recibido una noticia que lo había dejado fuera de si. Después de aparecerse en el Caldero Chorreante y como era su costumbre, tomar un segundo desayuno, se había encontrado con el director del banco. Le había comunicado que a las ocho de la mañana llegaría una practicante que estaría a su disposición, la chica no sabia hablar muy bien el ingles y por eso en un principio debía usarla como una asistente de papeleo – Créeme Bill que la chica tiene madera, pruebala, serán solo seis meses, si le vez aptitudes pues la dejamos en el puesto o le buscamos algún sitio, espera a conocerla. - El director del banco aunque era un goblin no sentía el mismo desprecio hacia los seres con varitas que el resto de su especie.
- ¿Por que a mi me pasan estas cosas? - Se repetía el pelirrojo cuando caminaba hacia su escritorio en el interior del banco. - Ahora me toca hacer de niñera, justo lo que necesito en estos días.
Durante los últimos meses, el trabajo de Bill se había triplicado debido a que muchos de los usuarios del banco habían decidido reforzar la seguridad en sus bóvedas por miedo a un eventual resurgimiento del señor tenebroso. Todos sabían que el banco sería lo primero en caer y que muchas bóvedas serian saqueadas. Otros por el contrario, estaban haciendo retirar todos los encantamientos protectores para asi poder desocupar sus bóvedas pensando en una posible huida del país. Lo que menos necesitaba Bill Weasley era tener que estar a cargo de una recién graduada que hacia practicas y que ademas no hablaba bien su idioma. La molestia era evidente en el pelirrojo.
- Buenos diás, Je suis Fleur. Eoh Lo siento mucho, mi nombge es Fleur. Me dijegon que te buscaga a esta hoga paga mis instugciones. - Bill se había quedado frio. Durante el verano pasado había visitado Hogwarts junto a su madre con ocasión del torneo de los tres magos que se realizaba y en el que una amigo personal de la familia, el famoso Harry Potter participada de una forma inesperada, una de las participantes del torneo era justamente la chica que tenia enfrente suyo, una hermosa rubia con cuerpo perfecto y que según los rumores era mitad Veela lo que la hacia irresistible para la mayoría de los hombres.
Para Bill, Fleur era una chica más, durante sus largos viajes por el mundo trabajando para Gringotts había tenido la oportunidad de salir con muchas chicas hermosas, había aprendido a seleccionar a quien le habría su corazón y a quien no después de varias desilusiones, Fleur no era para el más que una chica atractiva hija de padres con dinero, a la que nunca le había faltado nada. Definitivamente no era de su tipo, incluso detestaba ese tipo de chicas materialistas que solo pensaban en vestirse y verse bien.
Fleur por su parte estaba demasiado nerviosa. Ella era hija de una reconocido e influyente mago de Francia, su padre le había rogado que se quedara en su país estudiando en la escuela de leyes mágicas, era la mejor de Europa y el dadas sus influencias podía conseguirle un cupo, ella por su parte quería aventuras pero sobre todo, quería hacer su vida lejos del reflejo de su acaudalado apellido, lejos de su país natal en donde por ser Delacour se le abrían puertas.
El torneo de los tres magos había sido el detonante para que la hermosa rubia decidiera dejar el nido e intentar empezar una nueva vida lejos de su familia. Aun tenia las secuelas de ver a uno de sus contrincantes muerto, aun veía como su hermana Gabrielle salia del lago junto a Harry Potter y el joven Weasley. Todas estas nuevas experiencias le había hecho desear vivir algo diferente a lo que estaba acostumbrada pero como era de esperarse no sabia como. Había salido de París usando el transporte muggle, como se las arregló llegó hasta el caldero chorreante y había tomado una habitación que gustosamente Tom el cantinero le había ofrecido. Antes de partir había logrado reunir un poco de dinero mágico que le alcanzaría para establecerse unos días, después de unos días de conocer el lugar había decidido buscar un empleo, había optado por el banco de los magos, de todas las opciones era la que menos le pagaban pero le permitían estudiar un curso avanzado de encantamientos en la academia de aurores y practicar en un área del banco, ademas era idóneo para aprender mas ingles que era justo lo que necesitaba para poder mezclarse con los demás.
Lo que nunca esperaba Fleur era que el único hombre que la lograba poner nerviosa y le intimidaba ahora iba a ser su jefe. La rubia había conocido al pelirrojo durante una de las fechas del torneo de los tres magos, este se encontraba en el salón como familiar de Harry Potter, Fleur estaba acostumbrada a que los hombres se sintieran atraídos o intimidades por ella, por eso, se sentía siempre cómoda y superior junto a los demás, con aquel pelirroja era diferente, cuando Harry se lo presentó este no mostró el menos signo de atracción o intimidación hacia ella, por el contrario, se había comportado tosco y dominante dejándola incomoda y asiéndola sentir insegura. - Tu eges Bill ¿vegdad? Haggy Potteg nos pregsento dugante el togneo de los tregs magos. - ho si, ahora lo recuerdo, eres la chica que compitió por la academia francesa. - La misma sensación de la ultima vez, Fleur no sentía el mas mínimo signo de atracción o de intimidación de parte del chico con quien hablaba y eso la hacia sentir insegura y le ponía mas nerviosa de lo que ya estaba.
Durante un par de horas más, Bill se encargó de mostrarle las instalaciones a la recién llegada, la presentó con sus dos compañeros y le encargo sus funciones. Era notable la irritación en el tono del mayor de los Weasley por tener que estar haciendo eso y más, por que estaba completamente seguro de que aquella rubia era una cabeza hueca más.
