Her eyes

Sin decir ni una palabra la muchacha se acercó al frente cuando la mujer le detectó y se le quedó mirando firmemente. Aplaudiendo y dictando órdenes con su voz respetuosa y autoritaria la profesora de danza, una mujer de algunas arrugas ya pronunciadas, logró hacer que él grupo se hiciese a los costados.

De ese modo sólo quedo una estudiante de cabello recogido. Nadie pudo ver bien sus rasgos, porque mecánicamente todo el camino miró al suelo. Cuando llego al centro del salón se sentó con los ojos cerrados y con su tutu color carne formando una especie de circulo alrededor, que le daba un efecto de vestido.

Con sus uñas largas la profesora oprimió el botón del reproductor, y el intro suave de violines comenzó.

Al son de la dulce introducción la chica lentamente comenzó a estirarse y de ese modo logro ponerse de pie. Sus movimientos fueron claros y finos mientras la melodía claramente era una canción de amor. Sin embargo entre los violines aparecieron tonos más graves de violas, chelos y hasta un piano que hacía a la canción más profunda y compleja. La chica bailaba en un acting donde tenía que seguir el sonido de todos los instrumentos con coordinación. Era un baile profundo, apasionado, y que claramente tomó mucho esfuerzo por parte de la intérprete.

Pasado unos tres minutos el cuento narrado por el baile de la muchacha y por los instrumentos fue llegando a su tramo final. La viola, el chelo y el piano fueron cayendo en la profundidad de la pieza hasta que quedaron como simples acompañantes del violín y de la bailarina, que volvían a tener el protagonismo.

Al ritmo de las notas de la introducción, pero tocadas con más lentitud, la muchacha fue cayendo en cámara lenta hasta terminar en la misma pose con la que comenzó. Sólo allí levantó la mirada, y dejo que su público viese sus enormes y profundos ojos

…..

Entre un montón de gente se mezclaron las personas que salían del instituto junto con las que ingresaban. Parte del enfoque de la mayoría sigilosamente se figaba en esa muchacha de pelo marrón y ojos claros. La misma al salir de la puerta estaba prolijamente peinada, pero antes de terminar de bajar la pequeña escalinata deshizo la cinta y movió el rostro a ambos lados, logrando de este modo que su cabello se acomodase por sí mismo.

Era una muchacha de mediana altura, con figura agradable y una singular cara de victoria. Esa tarde por fin tuvo una pequeña oportunidad de práctica frente a lo que sería bailar en escenarios reales con centenares de personas.

A pesar que para sus compañeras eso no era la gran cosa, para ella era el comienzo del camino, una pequeña victoria a favor de su sueño.

Y aunque su corazón explotaba de emociones teniendo almacenada esa adrenalina, su cara sólo reflejaba una sonrisa leve, que casi pícaramente guardaba para sus adentros. Esa era su mejor faceta, era su sitio, y su lugar.

Sabiendo volver por si misma a la realidad, miró hacia la derecha para ver que efectivamente el semáforo estaba en verde.

No recordaba la última vez de que de hecho sintió tanta emoción porque alguien la viese bailar….

¿O sí?

Su conciencia la traicionó a traer de nuevo ese peculiar recuerdo que llenó su cara de rubor. Ya se había prometido no volver a cometer estupideces por esa persona que ni siquiera estaba segura de quien era… Y que para colmo de males hacía ya una semana que no se aparecía por el pequeño estudio de baile que tomaba prestado en el colegio para practicar en sus ratos libres.

Paulatinamente mordió su labio inferior, los recuerdos de tenerlo sentado observándola mientras bailaba eran una especie de estigma… Él no era la misma persona que su amigo, él era diferente, tanto que no podía huir de sus ojos cuando aparecían, o de su voz cuando le hablaba. Probablemente ella era la única que se había dado cuenta que él y su otro yo no eran el mismo ser, pero por otra parte el tampoco parecía tener intenciones de demostrarle lo contrario y proteger su identidad verdadera.

Junto las manos contra su pecho, y deseo poder recordar el suceso que también tuvo lugar hace siete días… Sólo para poder entender porque había vuelto a observarla desde la sombras como si se tratase del enemigo.

Sobre todo sabiendo que ella sabía que estaba allí, aunque era incapaz de verlo…