Una mujer castaña bajó del taxi, apurada, enfrente de un edificio gigante. Mientras subía en el ascensor, dejó la maleta en el suelo de éste y comenzó a atarse el cabello en un gran rodete. Miró su reloj de plata. Estaba dos minutos tarde. Típico de ella.
Lucía un traje entallado, que consistía en una camisa blanca y un saco con un pantalón color beige. Sus ojos estaban apenas delineados y sus labios tenían una tenue sombra de brillo.
"- Buenos días." – dijo al entrar en la sala de juntas. Miró a todos a su alrededor y prosiguió. "- Sé que todos están aquí para que podamos terminar el negocio entre las empresas Kinomoto y Wimberdon. Empecemos."
Un joven se paró de su asiento y se dirigió la recién llegada.
"- Señorita Kinomoto, sólo precisamos su firma en el contrato. No va a tomar demasiado."
"- Disculpa, ¿tú eres...?" – dijo ella, con una expresión muy dura en su rostro.
"- Markus Wimberdon. Vengo en lugar de mi padre."
"- En ese caso, señor Wimberdon, hablemos de negocios." – dijo la castaña, sentándose en la cabecera de la mesa y abriendo una carpeta que alguien había dispuesto para ella. "- Este contrato luce extenso. Supongo que tendremos para un rato hasta que mis colaboradores y yo terminemos de leerlo."
"- Por favor, señorita Kinomoto. Ud. conoce perfectamente el contenido del contrato, ¿por qué habría de leerlo?"
"- Lo que imaginé." - dijo ella, parándose. "- Usted no es un hombre de negocios. De serlo, sabría perfectamente los motivos por los cuales se lee un contrato. A Usted sólo lo mandaron como una figura, pero no tiene ni la más mínima idea de que se trata este negocio. Me temo que deberá esperar un momento tal vez algo extenso hasta que termine de leer el contrato. Y le aviso desde ahora que si llego a encontrarme con alguna sorpresa, se encargará Usted mismo de volver a redactarlo sin errores."
Ninguno de sus colaboradores se sorprendió de sus palabras. Sabían muy bien que ella aberraba las sorpresas, y también a los hombres jóvenes e inexpertos con los que algunas veces debía hablar de negocios.
"- Lars, ¿puedo pedirte un café? Me temo que no descansé muy bien."- susurró la castaña a uno de sus colaboradores.
"- ¿Por qué, Sakura?"- preguntó una de sus mejores colaboradoras y amiga, Tomoyo Daidouji. Tenía dos hermosas amatistas por ojos y su cabello azul llegaba a su cintura.
"- Porque me quedé leyendo este contrato hasta tarde." – susurró la castaña de modo que solo ellas dos pudieron escuchar el comentario. Tomoyo junto fuerzas y suspendió la carcajada que estaba a punto de surgir. Sakura siguió leyendo hasta que lo terminó (nuevamente) y dijo:
"- Muy bien. Lamento haberles hecho perder tanto de su tan preciado tiempo, pero ahora que terminé, puedo transmitirles una decisión. Señor Wimberdon, quisiera decirle que a menos que su padre se presente aquí en el próximo mes, no firmaré absolutamente nada. No tengo nada que objetar al contrato, pero me gustaría explicarle un término a su padre que quisiera agregar al acuerdo."
"- Discútalo conmigo, entonces." – le dijo el joven ahí presente. Tenía los ojos azules y el cabello negro, y lucía un traje muy caro.
"- Lo siento, pero me gustaría discutirlo con alguien que sepa de negocios, con permiso." – dijo Sakura, y se dispuso a salir.
"- ¡Usted no tiene derecho!" – gritó el chico en medio de la sala. Ella, aún dándole la espalda, se detuvo. "- Ahora que tengo su atención, déjeme decirle que en cuanto mi padre se entere de esto no habrá ningún contrato que firmar, Kinomoto. ¡Se terminarán todas las transacciones!"
Sakura mantuvo la compostura divinamente. Se giró despacio y miró al hombre, que estaba enrojecido de la furia. Una mínima sonrisa de satisfacción apareció en su rostro, y en un tono de voz normal, dijo:
"- Es posible que no tenga derecho a decirle todo lo que le dije, pero creo que este es un detalle que desconoce. A mí y a mi empresa no nos favorece el contrato más de lo que nos favorecería firmarlo con otra empresa, y de hecho, es la suya la que necesita vendernos esto para no caer en la bancarrota. Ahora, si Usted gusta decirle a su padre que se terminen las transacciones, hágalo, a mi no me beneficia ni me perjudica. Lo único que pierdo es mi tiempo, hablando y arreglando. Con su permiso, señor Wimberdon."
Nuevamente, ninguno de sus colaboradores estaba asombrado. Todos ellos sabían que Sakura Kinomoto era una fuerte, fría y calculadora mujer de negocios, aunque claro, Tomoyo podía jurar que no todo había sido siempre así.
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Mientras tanto, en otra empresa, un castaño descansaba la cabeza en el sillón de su oficina. Tenía una pequeña copa en la mano y lucía unas ojeras muy pronunciadas. Todo el asunto de la división de bienes de su prima le estaba complicando la existencia. Ya no sabía como hacer para salvar la mayor parte del capital. Aunque el matrimonio había sido muy corto (dos años), tenían un hijo en común y habían accedido a muchos lujos que Mei Ling había pagado de su herencia y de la que Soujiro solo se había aprovechado. La familia estaba dándole la espalda, excepto por su madre y él, quienes habían desafiado a todo el Clan solo por el bienestar de Mei y su pequeño sobrino.
A él le dolía mucho más por su pequeño sobrino, quien ahora debería enfrentar la separación de sus padres. Sabía que Mei podía ser irascible y que ese tal Soujiro no iba a aceptar haber robado dinero de la cuenta de Mei, falsificando su firma, y no todas las pruebas iban en su contra. En fin, Soujiro no tendría problemas para convencer al jurado de que él es un hombre legítimo, pero que, por razones personales, prefiere que Mei se haga cargo del bebé.
Al menos, por unos segundos, podía gozar de un poco de tranquilidad. El vodka se paseaba por sus venas tratando de darle un poco de confort. Suspiró levemente.
"- Señor Li, el señor Samatame quiere verle." – dijo una tímida voz que entraba por la puerta.
"- Está bien, Megumi, deje que Soujiro pase."
"- Enseguida, señor."
El joven se levantó pesadamente, se sentó en su butaca y trató de preparar su mente para hacer el gran esfuerzo que significaba hablarle a ese idiota sin golpearlo.
"- Shaoran, gusto en verte."
"- No puedo decir lo mismo, Samatame. Nunca confié en ti, sinceramente. Ahora estás empecinado en sacarle todo a Mei." – el chico que respondía al nombre de Shaoran lo miraba furiosa y pesadamente, tratando de demostrarle lo difícil que era para él escuchar cada una de sus hipócritas palabras.
"- Shaoran, ella lo quiso así. Fue su decisión."
"- Deja de llamarme por mi nombre, Samatame, eso es para la familia y tu no formas parte de ella. Es cierto, fue su decisión casarse contigo, pero no derrochar el dinero como lo hizo ni tampoco para quedar embarazada. ¿La vas a abandonar sin antes conocer a tu hijo, al menos?"
"- Yo no voy a hacerme cargo de su irresponsabilidad, lo que ella haga o deje de hacer ya no me incumbe. ¿Cómo estás tan seguro de que me fue fiel y que ese bebé es mío y no de otro?"
"- ¡Por Dios, te casaste con la chica! ¡Solo por dinero, por su posición y su belleza! ¡Ella jamás te sería infiel, infeliz!"
"- Siempre fui sincero contigo, Shaoran, y eso es algo que no imité nunca de ti. Yo le advertí a tu querida primita que yo no era un hombre fácil, que no me gustaba dejarme dominar. Ella aceptó el reto, es su problema."
"- Por favor, Samatame, me enfermas. Ella te fue fiel casi desde antes de salir contigo. Yo solo quiero verla feliz, no me interesa nada más. ¿Tú que crees? ¿Qué estoy sentado frente a ti solo por diversión?"
"- Li, vamos. Eres humano y sabes que aburrido es hombre de una sola mujer. Tal vez tengas razón, no la amé como correspondía, pero, ¿a quién le importa? A mi no. Ahora quiero hacer mi división de bienes con mi mujer. Shaoran, no te metas más en mi vida, te lo advierto."
"- Para tu pesar, y el mío, estoy muy metido en tu vida ahora."
"- Mira, me voy. Tengo la noche ocupada, y pierdo mi tiempo hablando contigo. La próxima, quiero que Mei esté aquí, ¿si? ¿No tiene Mei Ling el contrato pre-nupcial de su lado?"
"- No, no cuando le robas toda su cuenta."
"- Si ella la quiso compartir conmigo, no es mi problema. Quería satisfacer un par de lujos que creo me tenía merecidos."
"- Vete, Soujiro. No quiero verte más aquí, me queda mucho trabajo por hoy."
"- Está bien. Nos veremos en la corte mañana, supongo."
"- Supongo."
Samatame se retiró por donde había entrado, y Shaoran volvió a lo que hacía cuando el desagradable ex de su prima hizo su aparición: Tirarse en el sillón con un buen vodka. Respiró profundo y se masajeó las sienes.
"- Señor, la reunión con INTA empieza en 15 minutos." – anunció la voz de Megumi.
"- Si, gracias, enseguida voy."
El día para él recién empezaba.
Y, en otro lugar, muy alejado, también empezaba para una mujer.
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Y así son sus vidas. Lidiar con gente que detestan, con gente que no sabe en qué se mete, con gente que empieza a hacer de su vida un caos.
Ellos dos no se conocen. Tienen vidas distintas, en lugares distintos. Son así por distintos motivos, por las distintas decisiones que fueron tomando, por los distintos caminos que la vida los llevó.
Pero, algunas veces, la vida cruza caminos que nadie jamás adivinaría que se iban a cruzar.
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HOLITAS! Jajajajaja, por fin puedo poner esto!
Es un nuevo fic... nada más quería ver si les gustaba, no creo que le agregue más nada hasta que no termine con todo lo que tengo parado (no sería justo), pero mientras esperan (alta 'amansadora' la mía...), bueno, les doy una nueva propuesta.
Hay algo más en puerta. Dejen reviews! Muchos reviews! Todos ustedes! Rápido, vamos!
Bechitos a todos!
Pily
