Saludos a todas(os).

Este es mi primer fic, lo escribí por petición (presión) de mí pareja y de una amiga.

En estos momentos estoy escribiendo mi segundo fic SwanQueen. Deseo disfruten de esta historia, y que comenten si les gusta o si no les gusta también :).

Capítulo 1

Se encontraban todos en la mina, Regina sostenía el cristal entre sus manos totalmente concentrada en revertir sus efectos mientras los demás la miraban expectantes y nerviosos. Emma la observaba en silencio viendo el esfuerzo que la mujer estaba haciendo, unas pequeñas gotas de sudor comenzaban a formarse en su frente cuando Regina levantó un segundo sus ojos para pasar su mirada por todos, deteniéndola en Henry un momento para luego mirar a Emma directamente a los ojos.

–Sácales a todos de aquí. Llévatelos del pueblo, perderán la memoria pero si os quedáis moriremos todos, no puedo detenerlo, solo por un tiempo; mi magia no es suficiente para revertir sus efectos.

Emma sintió un escalofrío al escuchar estas palabras y con gran esfuerzo despegó sus ojos de los de Regina para posarlos en Henry, que sacudía la cabeza negando.

–No…no…no podemos dejarte aquí –susurraba el niño sin apartar los ojos de su madre, aquella mujer que durante tanto tiempo pensó que no lo amaba, y que estaba poniendo en peligro su vida para salvar al resto. Desesperado miró alrededor intentando encontrar una mirada entre los que lo rodeaban de esperanza, pero todos bajaron sus ojos al suelo, evitando enfrentarse al dolor que se desprendía de los ojos del niño. Cuando Emma se encontró con aquellos ojos y vio el profundo dolor y arrepentimiento que estos expresaban se decidió, y dando un paso adelante se acercó a Regina.

–¿Y si lo intentamos juntas? –Preguntó la rubia mientras acercaba sus manos a las de Regina–.Sé que no controlo mi magia pero tú puedes ayudarme y entre las dos quizás reunamos la suficiente para detenerlo.

Regina la contempló, negando con la cabeza.

–No sé si podremos, y nos estamos arriesgando a morir todos aquí, por favor llévate a Henry, cuídalo –suplicó la morena hipnotizando a Emma con la profundidad de su mirada.

Henry había avanzado esperanzado al escuchar las palabras de Emma.

–Sí, estoy seguro de que juntas podréis –susurró, agarrando la mano de Emma y apretándola, ignorando las palabras de Regina–. No podemos irnos y dejarla aquí. Tú y yo sí recordaremos este momento siempre –dijo, agarrando las dos manos de Emma y mirándola suplicante a los ojos–. Por favor mamá os necesito a ambas.

Emma se desprendió de las manos de Henry para abrazarlo un momento y sin pensarlo más, se puso junto a la morena acercando sus manos al cristal.

–No dejaré que seas la única heroína a los ojos de nuestro hijo. –Guiñó un ojo a la morena, rompiendo la tensión del momento–. Así que más te vale ayudarme a controlar mi magia porque o salimos todos juntos de aquí, o no sale nadie.

Regina miró fijamente a los ojos de Emma y al comprobar la determinación que estos tenían suspiró, cubriendo las manos de la rubia con las suyas dejando el cristal encerrado entre aquel par de manos.

–Cierra los ojos y no pienses en nada–. Le pidió mientras a su vez cerraba los ojos volviendo a concentrarse con mayor fuerza, unos minutos después una intensa luz comenzó a desprenderse de sus manos y con un fuerte estallido ambas fueron lanzadas contra la pared desde donde resbalaron lentamente al suelo sin soltar sus manos. La luz se extendió por la mina, bañando a todos los presentes para más tarde recogerse sobre el cristal desapareciendo.

–Lo hemos conseguido –susurró incrédula mientras miraba las caras de todos que poco a poco comenzaron a reaccionar y a cantar vítores al ver que el peligro había pasado

Henry, radiante de felicidad se dirigió hacia donde ambas mujeres habían caído y se lanzó sobre ellas abrazándolas emocionado haciendo que las dos mujeres quedaran tan cerca que los ojos de una, se fundieron en los de la otra, mientras apretaban el cuerpo de su hijo entre ambas.

–Salgamos de aquí –dijo una sonriente Mary Margaret, acercándose al trío y rompiendo el hechizo del momento. Regina la miró aturdida y Emma le dirigió una mirada tan fría, que la mujer sintió un escalofrío por todo su cuerpo

–¿Estás bien, Emma? –preguntó preocupada, acercándose a su hija quien sacudía la cabeza intentando sacar unos pensamientos que no sabía de dónde procedían.

–Sí, sí, tranquila estoy bien –susurró separándose de Henry y Regina, para sacudir su ropa dándose unos segundos para recuperarse de aquella sensación tan extraña que acababa de tener.

Habían pasado dos días del incidente de la mina, todos en Storybrooke estaban felices y celebraban el paso del peligro, todos menos Emma, que intentaba pasar el mayor tiempo posible lejos de todos, a excepción de Henry con el que pasaba largos ratos de charla. El resto del tiempo se perdía en el puerto del pueblo dando largos y solitarios paseos, se encontraba en uno de aquellos paseos, cuando un perro llegó hasta ella ladrando feliz. Y levantándose sobre sus patas traseras apoyó las delanteras en el pecho de la rubia, haciéndola caer al suelo de culo.

–Pongo... Pongo –llegó Archie gritándole al animal y agarrándolo de la correa extendió su mano hacia Emma ayudándola a levantarse–. Perdona, anda muy excitado con tanta felicidad a su alrededor. –Miró a la chica con una sonrisa que quedó congelada en sus labios al observar los ojos torturados de Emma– ¿Eyy, qué te pasa? –preguntó preocupado sin apartar su mirada de la rubia.

–Nada, estoy bien –susurró la mujer intentando continuar con su paseo.

–Espera, espera –dijo el hombre comenzando a caminar junto a ella, mientras lanzaba un palo al perro para que se alejara a buscarlo–. Sé que no nos conocemos mucho pero soy muy bueno escuchando a la gente y creo que te vendría bien charlar sobre lo que sea que te está torturando.

Emma negaba con la cabeza pero Archie no se dio por vencido y le agarró la mano haciendo que dejara de caminar y se volviera hacia él, mirándola profundamente a los ojos.

–Si no quieres contármelo no hay problemas pero no me mientas, sé que no estás bien, hasta un ciego podría verlo y yo no soy ciego precisamente. –Intentó sonreír para infundir confianza en la joven que lo miró a los ojos.

Emma viendo la sincera preocupación que el hombre sentía y entendiendo que sus ganas de ayudarla eran verdaderas decidió hablar con él.

–Es que no sé ni qué me pasa –dijo Emma con un hilo de voz, mientras volvía a retomar su paseo.

Archie comenzó a caminar junto a ella sin presionarla.

–No entiendo estos sentimientos y pensamientos que tengo, ni sé cómo manejarlos. –Siguió diciendo la chica en voz baja como si hablara con ella misma. –Todo comenzó en la mina –declaró levantando sus ojos hacia el hombre que sin pronunciar una palabra le sonrió animándola a seguir–.Cuando detuvimos el cristal pasó algo raro –añadió la rubia quedando en silencio.

Siguieron caminando el uno junto al otro en silencio hasta que Emma decidió continuar.

–Mientras teníamos el cristal entre nuestras manos vi pasar la vida de Regina ante mis ojos.– Quedó un momento pensativa, negando con su cabeza–. No, no la vi pasar, la sentí. ¿Entiendes lo que digo? –miró al hombre nerviosa para ver si la tomaba por una loca.

Archie volvió a sonreír, agarrando la mano de la chica y apretándola un segundo mientras asentía con la cabeza.

–Esto es Storybrooke, aquí nada es una locura y las cosas extrañas son normales–. le dijo animándola a seguir.

–Lo sentí todo –continuó la chica–, el odio, la rabia, el dolor y el gran amor que Regina es capaz de sentir y no solo es que lo sintiera en aquel momento, sino que es como si ahora lo siguiera sintiendo.

–Pude sentir la felicidad de Regina cuando era más joven y el amor que sentía por Daniel , la emoción que le producía verlo y abrazarlo, la gran felicidad que sentía al pensar en él como el amor de su vida –los ojos de Emma se empañaron de lágrimas al continuar. –También pude sentir el dolor, el gran dolor que sintió con su muerte, creo que ella misma murió aquel día, todo cambió en ella, su corazón se oscureció, a partir de ese momento solo había rabia, dolor, deseos de venganza contra mi madre que la había traicionado. –En ese momento Emma se detuvo, volviéndose hacia Archie para mirarlo a los ojos–. ¿Y sabes lo peor? Que la entiendo, entiendo ese deseo de venganza y lo siento como propio y es mi madre –exclamó desesperada–. ¿Cómo puedo tener estos pensamientos y sentimientos hacia mi propia madre? –susurró con lágrimas en los ojos sin dejar de mirar al hombre, esperando una respuesta que la librara de aquella carga que soportaba.

Archie comenzó a caminar sin soltar la mano de la mujer, haciendo que caminara junto a él

–¿Y en esos sentimientos acabó todo? ¿Esos son los sentimientos que siguen presente en Regina? –preguntó, apretando la mano de la chica un segundo antes de soltarla

–No. –Suspiró Emma retomando el paseo como si de esa forma sus pensamientos pudieran seguir avanzando–. ¡Después pude sentir la satisfacción al lanzar la maldición pero esa duró poco; pronto fue sustituida por el deseo de tener un hijo y cuando tuvo a Henry, dios! Sinceramente no creo que ninguna mujer pueda amar más a su hijo de lo que Regina ama a Henry, él es todo su mundo, llena cada espacio de su mente y de su corazón, por último pude sentir el miedo, el miedo que yo le provoco ante la posibilidad de que le quite a Henry. – Suspiró, bajando la cabeza, dejando que por fin las lágrimas resbalaran por su rostro –¿Cómo he podido ser tan insensible? ¿Cómo he podido llegar después de tantos años reclamando a mi hijo? Un hijo que yo misma abandoné y que ella ha criado con todo el amor del mundo. Sé que Regina ha hecho mucho daño pero ahora entiendo que es mi familia la que provoca que ella actué así, primero mi madre y ahora yo.

Archie volvió a detenerse para una vez más hacer girar a la chica para mirarlo y con cariño le limpió las lágrimas del rostro.

–Y lo hacéis con maldad? ¿Por hacerle daño a Regina?

–No, claro que no, mi madre era solo una niña a la que engañaron y yo nunca tuve intención de quitarle a Henry, él vino a buscarme y bueno, no sé, sentí una gran conexión con él, como si ese amor hubiera estado siempre dentro de mí pero dormido y él lo despertó. Ahora no sé qué pensar, siento rabia hacia Margaret cuando me habla y siento rabia hacia mí misma cuando Henry me mira, no quiero encontrarme con Regina porque creo que si la veo...

La voz de Emma se perdió mientras las lágrimas volvían a bajar por su rostro.

–¿Qué crees que pasará si ves a Regina? –la instó a continuar Archie.

Emma dudó unos segundos antes de contestar, pero suspirando sorbió las lágrimas y levantó sus ojos para mirar fijamente a los de aquel hombre, que le había hecho darle forma a sus pensamientos y sentimientos.

–Creo que la abrazaría –dijo con voz firme–, y eso sí que sería raro... raro. –Rió la joven intentando quitarle importancia al momento–. Por eso estoy pensando que lo mejor es irme de Storybrooke.

–Uumm entiendo –dijo Archie mientras su mente trabajaba a mil por hora–. Piénsalo bien porque tu marcha causaría mucho dolor a varias personas. Y quiero que me prometas algo. –Sonrió haciendo que de nuevo la chica dejara de caminar para mirarlo directamente–. Prométeme que me avisaras antes de irte.

–Lo sé y por eso es por lo que aún continúo aquí. –Suspiró–. Te lo prometo y gracias por escucharme.

Continuaron paseando en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos hasta que el perro volvió con el palo atrayendo la atención de su dueño.

–Tengo que irme. –Se apresuró a decir Archie, poniéndole la correa al perro y caminando con rapidez hacia el pueblo– No olvides tu promesa –gritó desde lejos, agitando su mano, despidiéndose de la chica que continuó con su solitario paseo.

Regina estaba en su despacho, con la mesa llena de papeles pero sin hacer nada, perdida en sus pensamientos. De la calle de vez en cuando llegaban gritos de júbilo, la gente seguía celebrando el estar vivos, entre los gritos que proclamaban de vez en cuando, decían su nombre junto al de la salvadora, esto la llenaba de un sinfín de sensaciones. Por un lado se alegraba por Henry porque sabía que el muchacho estaba feliz al ver que el odio que la gente del pueblo sentía por su madre adoptiva, esos días parecía desaparecido. Aunque ella no se engañaba, una vez que pasara la euforia, volverían a recordar que ella era la reina malvada que los había sacado de su bosque encantado, pero lo que realmente la hacía perderse en sus pensamientos eran los gritos que la nombraban junto a la salvadora…Emma… ¿Cómo había podido ser tan ciega? El miedo de perder a Henry la había hecho no mirar más allá de sus temores, a no entender quién era Emma, o por qué había acudido al pueblo o lo que era peor... por qué se había quedado. Unos golpes en la puerta la devolvieron al presente y con un suspiro se enderezó, seria en su silla, antes de preguntar quién era.

–¿Puedo pasar? –preguntó Archie, entreabriendo la puerta, asomando la cabeza.

–Pasa, pero se breve, tengo muchísimo trabajo– dijo la alcaldesa, removiendo los papeles que tenía sobre la mesa

Archie pasó tranquilamente y se sentó en una de las sillas que estaban frente al escritorio.

–¿Qué haces aquí encerrada en vez de estar celebrando que por fin la gente no te ve como la Reina Malvada? –preguntó con una sonrisita, esperando la agria respuesta que sabía obtendría.

–No seas idiota, tú mejor que nadie sabes que nadie lo ha olvidado, además no tardarán mucho en volver a recordarlo con más fuerza, y su odio hacia mí será más grande que nunca –soltó la alcaldesa con amargura.

Archie se sobresaltó al escuchar ese pronóstico.

–¿Qué ocurre Regina? Sé que en unos días la euforia pasará pero... ¿Qué quieres decir con eso de que lo recordaran con más fuerza? ¿Ocurre algo?

Regina se levantó de su silla y se acercó al ventanal para contemplar las calles del pueblo, durante unos minutos el silencio reinó en la habitación, hasta que la mujer dando un suspiro se volvió hacia el hombre mirándolo fijamente, analizando la situación, se acercó sentándose en una de las sillas, próximas al psicólogo, volvió a suspirar y escogió cuidadosamente sus siguientes palabras.

–Archie, lo que te voy a contar es totalmente confidencial y si lo hago es porque quiero que me prometas que me ayudarás a sacar a Emma y Henry del pueblo y los pondrás a salvo.

El hombre la miró aturdido, había decidido visitar a Regina después de su conversación con Emma, porque pensó que si la rubia había tenido aquella experiencia, a Regina le debía haber pasado algo similar, pero las palabras de la reina le decían que allí estaba ocurriendo algo más, algo más, que parecía no ser bueno

– No entiendo Regina.

– Entenderás en cuanto te ponga al día –dijo la morena suspirando de nuevo antes de comenzar su relato.

–Sabes que el uso de la magia tiene un precio y en la mina hace dos días usamos mucha magia, por lo que el precio a pagar será muy elevado.

Regina suspiró una vez más, uniendo sus manos para intentar separar sus sentimientos de sus pensamientos, para poder exponerlos con orden.

–Mi magia es muy poderosa, pero como ya sabes no fue suficiente para detener el cristal, y fue necesario que Emma uniera su magia a la mía para lograrlo.

El hombre sacudía la cabeza asintiendo a lo que la mujer relataba.

–La magia de Emma es increíble. –Regina sonrió con dulzura, recordándola–. Es una magia totalmente distinta a la mía, pero se activa con los mismos medios, los sentimientos. Cuando Emma unió sus manos a las mías sus sentimientos se unieron a mí, los sentimientos que ha tenido durante toda su vida formaron parte de los míos, pude sentir todo lo que ella ha sentido en esta vida, y el sentimiento más fuerte en su vida, los que la dominan por completo, es el del abandono, la soledad, la desesperanza. Primero fue abandonada por sus padres, pasó su infancia de casa de acogida en casa de acogida, siendo abandonada por padres que no lograban entender lo especial que era. Eso la hizo endurecerse, dejó de confiar en la gente y así fue pasando su juventud hasta que conoció a Neal, él consiguió enamorarla, que volviera a creer en la bondad, en el amor, pero ya sabes que más tarde también la abandonó; lo que provocó un gran dolor en su corazón y que este volviera a cerrarse, incluso cuando tuvo a Henry se negó a verlo para evitar volver a sentir y lo abandonó, pero lo más curioso es que lo hizo para protegerlo, porque se sentía incapaz de ser madre, de darle a su hijo ese gran amor que pensaba que no tenía. Emma se niega a sentir, tiene tanto miedo a volver a ser abandonada que se aleja antes de necesitar a las personas, tiene una coraza de protección tan fuerte y tan dura que ni sus padres han logrado traspasar, el único que ha conseguido abrir una pequeña brecha ha sido Henry, por eso quiero que te los lleves a los dos de Storybrooke, para que estén juntos y Henry disponga del tiempo suficiente para romper esa coraza.

Archie escuchaba atento, sin interrumpir, pero al llegar a este punto levantó la cabeza rápido

– Pero ¿Por qué llevármelos? Aquí pueden estar juntos también, y Henry podrá romper esa coraza con el tiempo, como bien dices.

–Porque no tenemos tiempo, Storybrooke no tiene tiempo. –Suspiró una vez más Regina, incorporándose para ir hacia la ventana a contemplar el pueblo–. En un mes a lo más tardar todos habremos desaparecido –dijo, volviéndose para mirar fijamente a ArchieYo no fui la única que sintió la magia de Emma, alguien más la sintió y la desea más que nada en el mundo, justo ahora está de camino a Storybrooke para arrebatársela, y por eso Emma no debe estar aquí cuando llegue. Este es el precio que debemos pagar por usar la magia.

Archie se levantó nervioso de la silla, caminando hacia Regina.

–Pero tú eres poderosa, podrás detener a esa persona.

–No, no puedo hacerlo, es mucho más poderosa que yo. –Susurró la mujer, acercándose al psicólogo para mirarlo de frente–. Prométeme que los pondrás a salvo.

Archie negaba con la cabeza mientras pensaba con rapidez.

–Tiene que haber otra solución. –Miró a Regina esperanzado– ¿Y si unes tu magia a la de Emma, no podéis vencerla?

Regina se sobresaltó al escuchar eso y alejándose ocultó su mirada del hombre.

–No, no puedo volver a unir mi magia con Emma, en realidad no puedo estar ni cerca de Emma, eso me haría más débil aún.

Archie se volvió a acercar a la mujer, insistente.

–¿Pero vuestras magias unidas si pueden vencer no? –preguntó esperanzado.

Regina se apretaba las manos nerviosa.

– No lo sé, quizás, pero no podemos unirlas.

– ¿Pero por qué? ¿Por qué no podéis? –Preguntaba insistentemente el psicólogo–, ya lo habéis hecho y ha funcionado.

–Es imposible –gritó la reina perdiendo los nervios ante la insistencia del hombre–. Emma no controla su magia y al unirla a la mía la cambia, me cambia a mí, me hace sentir que…que…es imposible. –Terminó susurrando.

Archie comprendió que Regina se sentía al borde de un precipicio y se acercó a ella poniendo las manos sobre sus hombros, obligándola a mirarlo.

–¿Qué te hace sentir la magia de Emma? –le preguntó con dulzura, sabiendo de antemano la respuesta.

–Me hace sentir deseos...deseos...de abrazarla –claudicó por fin Regina, mirando fijamente a los ojos del hombre–. Deseos de confortarla, de consolarla, de hacerle sentir que no la abandonaré, que siempre estaré junto a ella y eso lo estropea todo ¿comprendes? –Suspiró, alejándose de él–. Eso me debilita, me hace perder mi magia, y si yo no tengo magia y ella no sabe usar la suya seremos un blanco demasiado fácil. Tienes que sacarla del pueblo, a ella y a Henry, prométemelo. Encantaré un objeto que siempre tendrás que llevar contigo para que no pierdas la memoria –dijo dando por cerrado el tema.

Esta vez fue Archie el que suspiró asintiendo con la cabeza, se dirigió hacia la puerta y a punto de salir se volvió para mirar una vez más a Regina que había vuelto a sentarse pensativa en su silla

–Te lo prometo, pero antes contéstame a la última pregunta– siguió al ver que Regina le prestaba atención–. Creo saber la respuesta pero quiero que me la confirmes. ¿Por qué esos sentimientos debilitan tu magia, y por qué Emma no puede controlar la suya?

–Porque la magia de Emma se activa con el amor, ya que le fue dada por el amor que sus padres sentían por ella, y Emma rechaza el amor en su vida y la mía se basa en el odio –miró al hombre fijamente antes de seguir–. Y Emma provoca que sienta amor.

N.A: Comentar embellece ;)