¡Hola de nuevo! Aquí vengo con otra de mis locas ideas :) Es un Shot cortito, un regalo de cumpleaños que dedico con toooodo mi cariño a mi querida Grillo. Te quiero (L)

Advertencias: Nah

Disclaimer: Todos los personajes, lugares blablabla pertenecen a Jotaká.

Gracias a Ana por betear.

Dama negra, peón blanco

El alfil cae ante el ataque implacable de un peón. Él gruñe molesto, porque ha perdido ya dos partidas consecutivas y ésta tiene pinta de ser la tercera. Qué ridículo; un poderoso alfil cayendo ante un mísero peón. La pieza más pequeña del tablero. La más insignificante.

La que más fácilmente puede pasar desapercibida y que, precisamente por eso, puede resultar tan peligrosa.

-Draco, haz el favor de espabilarte. Me aburre jugar contra un contrincante tan incompetente.

-Cállate, Pansy, me distraes.

Él va con negras, ella con blancas. Otro movimiento en falso y el peón de Pansy acaba con uno de los caballos de Draco. Patético. Estúpido peón blanco, ojalá se pudriera y no hubiese salido nunca de su fila. Ojalá siguiese rodeado del resto de ridículos peones, todos amontonados los unos junto a los otros. Todos iguales, todos del mismo color, la misma forma. Ninguno se diferencia del de al lado. Exceptuando ese aventurero que se ha atrevido a atacar sus filas.

Sus defensas. Las defensas de Draco Malfoy. Joder.

-Draco, ¿estás prestando atención?

No, no está prestando atención. Su mente está muy lejos de allí, haciendo estúpidas comparaciones entre un tablero de ajedrez y la vida real. No puede evitar mirar a su dama negra, la poderosa reina, y compararla con la mujer que está sentada frente a él. Dama negra. Pansy Parkinson. Altiva, libre, fuerte, capaz de abarcar todo el tablero. Ninguna de las demás piezas se le compara, todas son inferiores, ninguna es capaz de igualar su poder. Lo demás son simples súbditos que se organizan para honrar y defender a su reina, a quien sobresale sobre ellos.

Echa un vistazo al peón blanco que ha acabado ya con dos de sus piezas y le viene un único nombre a la mente.

Hermione Granger.

Está cabreado, sí, muy cabreado consigo mismo. Se levanta con brusquedad y de un manotazo desparrama todas las piezas por la sala común, dándole la espalda a su contrincante. Pansy ni siquiera se inmuta, está más que acostumbrada a los constantes cambios de humor de Draco.

Rey negro.

Está apretando los puños con tanta fuerza que se le clavan las uñas en la palma de la mano. Coge aire y trata de calmarse, ordenar sus ideas.

No entiende cómo ha podido ocurrir. Simplemente no lo entiende. Hermione se introdujo en su vida de manera tan impredecible como el peón blanco. Exactamente igual. Pasó de ser una pieza débil, el perfecto objetivo de los ataques enemigos, a ser algo poderoso capaz de destrozar su coraza exterior con sólo dar un paso, con sólo mirarle. Había sido tan repentino que le duele por dentro cada vez que lo recuerda. Y no es una exageración, no, es capaz de sentir cómo se le encogen las entrañas al pensar en ella. Porque sabe que al rey negro no le corresponde un peón, y mucho menos si es blanco. Al rey negro le corresponde la dama negra.

Punto.

Draco sabe que no tiene ninguna oportunidad, ninguna posibilidad de salir adelante. Y aunque es consciente de ello, sólo desea una cosa, con todas sus fuerzas.

Que la partida acabe cuanto antes.