Del abc y otros demonios.


Alianza:

Asuna observó el anillo en su dedo y no pudo evitar sonreír. Una sonrisa grande, feliz. Falta poco —se dijo, el tiempo a esa promesa que esperaba con su alma pendiendo de un hilo a que su caballero de armadura negra llegara y la hiciera suya.

Falta poco, se repitió, y eso le dio ánimos para seguir. Observar aquella alianza cargaba sus fuerzas, llenaba su espíritu, y liberaba su mente de las presiones que su madre ponía sobre ella.


Beso:

El sabor de sus labios inexpertos, el roce tímido de su lengua, su voz amortiguada contra su garganta a emitir sonidos de conformidad a medida que la caricia se extendía. El tacto de sus dedos al tocar sus mejillas trémulas, su perfume con aroma a libertad, a desenfreno…

Nunca olvidaría su primer beso con ella. Este quedaría marcado en sus recuerdos… porque fue el predecesor a muchos momentos similares en el futuro. Pero el primer beso tenía un bonus, ambos eran inexpertos y juntos habían aprendido todo lo que necesitaban para que esas sesiones fueran apasionadas e intensas.


Confianza:

Kazuto no entiende como Asuna puede confiar en él, pero así lo hace. Pese al desfile de mujeres guapas a su alrededor, pese a que su lista de amigas aumenta casi sin darse cuenta, ella no le reclama nada. Acepta con una sonrisa tranquila cada nuevo nombre femenino que se agrega a su grupo.

—No tienes que preocuparte —le dice con voz suave y calma —Yo confío en ti Kazuto.

Él suspira de tranquilidad, lo último que desea es que esa confianza elástica que hay entre ambos se corte por una tontería.


Deseo:

A veces Shino desearía que los ojos de Kirito la miraran con la misma adoración como cuando mira a Asuna. Pero aunque adopte su misma expresión, disfrace su tono de voz, aprenda a cocinar, o deje crecer su cabello la verdad es que ese espadachín solo tiene ojos para esa princesa. Todo esfuerzo es infructuoso y vacío, aunque la copie en todo lo que Asuna hiciera nunca lograría ser ella.

Sabe que el deseo de ocupar su lugar le hace daño, prefiere soñar despierta y que por una vez el príncipe le regale un poco de atención.


Estrella:

¿Cómo no perderse en ese cabello de fuego que destella semejante a un cometa? Porque esa fue la primera impresión que tuvo cuando la vio por primera vez iluminando la negrura de lo que en ese entonces era su existencia. Ella lo salvó con su luz incandescente, con sus luceros de miel, y con la belleza aterradora de su espada. Toda ella ardiendo como una estrella fugaz.

Nunca se lo dijo, pero Kazuto sabe que cuando la vio en ese dungeon, el deseo que pidió fue que ella le perteneciera.


Final:

La ve y siente que su corazón se rasga en dos. Entonces la evita, y huye. No puede estar ante su presencia porque esa mujer le hace daño. Pese a que él fue quien acabó la relación por una confusión, Asuna ha rehecho su vida y es feliz. Lo atestigua y sufre como si alguien le echara sal a sus heridas. ¿Habría pensado que una historia de amor tan bonita podía acabar con ambos separados? La encontró varias veces a lo largo de su vida y aunque él envejeciera, Asuna se ve hermosa y rejuvenece. Ella lo ha soltado, mientras Kazuto se amarra vuelta tras vuelta a esos sentimientos que ya no existen.

Es el final que se niega a aceptar.


Gula:

Asuna no podía saciarse de él, de su piel morena, de sus besos, de sus mordidas, y de la forma apasionada con la que le hacía el amor, dejando todo raciocinio al viento… se perdía a si misma en sus brazos, convirtiéndose en sensaciones, gemidos…

Él embotaba su mente, alteraba su sangre y sentidos. La gula por devorarlo era tan profunda que apenas lo veía y no podía evitar lanzarse a sus brazos desesperada por completo.


Honor:

Liz supo que había hecho lo correcto cuando dio un paso al costado aquella tarde en su herrería. No hizo más que observar la expresión de ambos jóvenes para comprender que allí se gestaba una historia en la que ni siquiera tenía un papel estelar.

Y aunque había actuado con honor, de cuando en cuando su corazón a veces dolía. Pero nunca se arrepintió. Si lo amas déjalo ir…


Ingenuo:

Si bien era apodado el espadachín negro, y era conocido como el jugador mas fuerte de SAO, también era ingenuo, y eso quedaba demostrado cuando no sabía como actuar con cierta comandante y terminaba diciendo u haciendo lo contrario a lo que quería. Ella lo mareaba, lo engatusaba, lo enojaba.

Klein se burlaba de él, Liz también, y Kirito no comprendía el porqué.

—¿De veras puedes ser tan ingenuo Kiritard?

El joven no entendía a qué se refería su pelirrojo amigo.


Jamás.

—Dijiste que jamás dejarías de amarme.

—No puedo mandar en mis sentimientos. Simplemente se terminó.

—¿Así de fácil?

—No eres lo que necesito, ni yo lo que tú necesitas. Estamos haciéndonos un favor a la larga, Kazuto. Jamás debí decir que… pero éramos unos niños y a esa edad todo parece eterno y alcanzable.

—Yo si te amo Asuna, en ese entonces y ahora. Jamás dejaré de hacerlo.


Kimono:

La prenda abraza su cuerpo de un modo seductor, poniendo en relieve esas curvas que los años finalmente despertaron en ella. Sonríe feliz frente al espejo y se acomoda el cabello en un chongo elegante. Se calza las sandalias de madera y tras aplicarse unas gotas de su perfume favorito, desciende las escaleras con sus mejillas rojas, su corazón galopante de anticipación.

Y allí abajo está él que la mira esbozando una sonrisa, su respiración se entrecorta y espera, ansiosa el cumplido. Se ha arreglado con toda coquetería para que Kazuto lo note.

Éste lo hace, se acerca a ella y pone la mano en su cabeza sin dejar de sonreír —Silica luces realmente adorable, como una niña.

La jovencita hace una mueca. Parece que por mas esfuerzo que le ponga Kazuto jamás logrará verla como una mujer.


Lágrimas:

Nunca se perdonó aquellas lágrimas que derramó en aquella maldita realidad aumentada. Aunque ya paso algún tiempo de eso, la sensación de ver llorar a Asuna por culpa de ese sujeto cobarde prevalecía en su sistema. La impotencia, la humillación que experimentó al saberse inepto para protegerla le duró por varias semanas, meses.

¿De que le servía ser reconocido como el héroe de SAO cuando no fue capaz de proteger a su damisela en peligro? Se dio cuenta de cuan grande, cuan ajeno era aquel titulo para él.


Mentira:

—¿Te gusta Kirito? —le preguntó Liz luego de darle el mantenimiento especial a su rapier.

—No.

—¿En serio?

—E-Es un niño engreido, alguien que no acepta estar bajo las órdenes de nadie, un rebelde… un odioso… y-y ¡un maleducado!

—¿No te cae bien? ¿No te gusta?

— Ya te dije que no, Liz.

—Entonces explícame porque estás tan ruborizada y porqué cruzas tus dedos de esa manera.

—…


continuará.

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Algunos deben estar preguntándose ¿que diablos es esto? Este es el reto del 'abc challenge' muy usado en los fandoms donde antes leía, ¿en que consiste? Pues en hacer una pequeña historia de extensión libre eligiendo una palabra de cada letra del abecedario.

Siempre quise intentar hacerlo, así que aquí estoy.

Si alguien más desea hacerlo es bienvenido. Además de esforzar a la musa sirve para destrabar las ideas. Ojalá se animen!

Como mencioné en mi long fic estoy de vacaciones y con muchas ganas de seguir escribiendo. Esperen más noticias mías.

Luz.