Hola, estoy tratando de mojorar mi escritura, y espero que esto este bien, sino busco beta XD jajaja... bueno lean, haber si les gusta n.n


Desde pequeña la joven princesa del palacio vive encerrada en él, podría salir, pero debería ir acompañada y es lo que menos desea, ella quiere ser libre y no lo tiene permitido, su padre el general del palacio y patriarca la vive atormentando con que fuera del castillo hay demonios peligrosos. Ella siempre aparto ese atormento de encima de ella y sueña que un día sale y le demuestra a su padre que esos demonios no existen, pero al despertar esa en su habitación.

Todos los días desde hace 10 años los intentos de escapar de la princesa eran inútiles, ya que siempre la atrapaban antes de llegar a la puerta y era regresada con la anciana que cuidaba de ella, su padre no tardaba en enterarse de sus intentos de escape, ya que enseguida volvía al palacio y la castigaba. Con el tiempo se fue volviendo más astuta y planea mejor sus escapes. Hace dos noche lo había logrado, pero luego de salir fue encontrada enseguida por los guardias del palacio. Al menos ella tenía la esperanza de que en algún momento escapara y no la traerían de regreso.

La joven de cabellos azabaches y ojos chocolates, con alguno rulos rebeldes, estaba siendo vestida por una anciana, tenía ya puesto un bello kimono que la parte de arriba era rosado y la parte de abajo era blanco, además de ser floreado, por completo. Ya desde que se había levantado temprano a la mañana se quejaba de todo, era normal que lo hiciera, pero esa mañana era peor que cualquier otra. A veces se comportaba como toda una adulta, pero en fondo era una niña que pataleaba siempre que podía.

— ¡Hace falta tanto arreglo!—Se quejó la azabache— ¡Ouch!—Se quejó, ya que por moverse mucho la anciana le había tirado del cabello.

—Quédate quieta niña—Le reto suave la anciana. —Y si hace falta, hoy vienen de lejos tus pretendientes—Le dijo la anciana mientras terminaba con su cabello.

— ¡No quiero pretendientes!—Protesto la azabache, levantándose de los almohadones donde estaba sentada y desatándose el cabello, que esa mañana había sido lavado y recién acabado de peinar por la anciana.

—Pero Kagome, ya estás en edad de contraer matrimonio—Le dijo la anciana.

— ¡No Urasue, solo acabo de cumplir 15 años y no creo que sea la edad correcta!—volvió a quejarse la azabache.

—Pues la edad correcta y así se hará—Le dijo la anciana, queriendo atar de nuevo su cabello.

—Deseo mi cabello suelto, si no puedo salir del palacio sola, al manos quiero que mi cabello sea libre. —Dijo la azabache, abriendo la puerta corrediza que daba a un bello jardín. —Solo saldré a recoger flores—Aseguro la azabache, ante la mirada de desaprobación de la anciana.

Casi todo la mañana la Kagome estuvo recogiendo flores y luego las adorno en un hermoso florero en su cuarto. Siempre estuvo vigilada por la anciana Urasue, verdaderamente le molestaba que esa anciana la vigile, extrañaba tanto a la otra, Kaede la que la había cuidado siempre y a pesar de también vigilar que no escape, le daba libertades y eso le gustaba, pero Kaede era la sacerdotisa de una aldea y por qué la bruja de Urasue enfermo un tiempo había sido contratada y ahora se había marchado.

Estaba tan nerviosa en su habitación, hoy tenía que ser el día de escapar al fin, si no tarde o temprano terminaría casada con uno de los pretendientes que venían esta misma tarde a pedir su mano a su padre. Yendo de acá para allá estuvo parte de la mañana y parte del medio día, ni siquiera quiso de almorzar, solo estaba pensando entre las cuatro paredes de su habitación como escaparía, sin que la atrapasen y la traigan de vuelta el palacio.

De golpe y porrazo literalmente, ya que de tanto ir y venir en esa habitación se calló y una idea se le ocurrió al caer el líquido que siempre usaba la anciana Urasue y Kaede para prender luz en su habitación al caer la noche. De niña hubo un incendio, podía recordar que ese día estaba toda la gente del palacio y las aldeas a su alrededor alborotadas. Si causaba un incendio todo estarían igual que hace años y podría escapar, por todo el escandalo tardarían en saber que huyo y para entonces, estaría lejos. —Lo siento padre, pero esta noche me voy—Pensó, luego Urasue entro avisándole que sus pretendientes estaban listos para verla.

Ahí estaban varios hombres importantes, el mejor postor se casaría con ella y no deseaba tal barbaridad. Se sentó con una gran sonrisa a lado de su padre y los hombres que ella en ese momento los miraba con asco por dentro se sorprendieron al ver tan hermosa joven. Finalmente sucedió y ya tenía un prometido y ella y su padre tendrían que asistir al banquete que su prometido no deseado prepararía. —Adiós joven princesa—Dijo su prometido al darle un beso en la mano y luego marcharse en su caballo, custodiado de varios hombres.

Su padre parecía contento, pero ella no lo estaba, luego de entrar a su habitación se acostó en el futon, tapándose de pies a cabeza, luego llego la anciana Urasue que traía un nuevo liquido ya prendido, el cual alumbraba la habitación. —Vamos niña, es hora de que te prepare para que duermas. —Le dijo la anciana tratando de destaparla, cuando por accidente.

Por el destino Kagome se destapo rudamente y ese líquido prendido cayó en su futon, logrando que arda enseguida. El fuego era incontrolable y su padre y varios de sus hombres llegaron a rescatarla a ella y la anciana Urasue. Entre el escándalo por apagar el fuego, se logró separar de su padre, salió del palacio. —Más suerte no puedo tener—Dijo corriendo contenta, para perderse en el bosque oscuro que de repente se vio iluminado por las estrellas y no, nadie la regreso al palacio.

Todo no se veían tan aterrador como contaban algunos de los hombres de su padre y no parecían a ver bestias a su alrededor queriendo asesinarla. En medio de su felicidad por al fin escapar escucho un ruido, pero vio que eran las ramas que se mecían con el viento, pero otro ruido la alerto y enfrente de ella vio una figura que la hacía verse demasiado pequeña. — ¿Quién eres?-pregunto retrocediendo, pero esa figura se la acerco intimidantemente.

— ¡Lárgate o te mato!—Dijo la vos que salió de esa figura, pero por alguna razón no vio las razones para tener miedo.

— ¡Tú y quien más!—Le desafío ella, acercándose a esa figura que retrocedió.

—Solo lárgate niña—le dijo la figura que se dejó ver y Kagome quedo sorprendida, por unas orejas que le causaron ternura y se acercó atrevidamente a tocarlas, lo que causo sorpresa en esa figura que tenía cara.

Unas voces y luces se fueron acercando al lugar lo cual alerto al extraño que estaba a lado de Kagome, ella también se alertó sabiendo perfectamente de quienes se trataban y antes de que su extraño acompañanta se marchara ella lo sostuvo por sus ropas, casi rogándole con la mirada, algo que el extraño no entendía. —Llévame con tigo—Le dijo ella despacio haciendo puchero, pensando que él no la escucharía pero si lo hizo.

— ¡Ha! ¡Solo déjame ir niña tonta!—Le dijo casi gritando el, algo brusco o demasiado.

—Por favor—Le suplico ella, mientras las voces y las luces se acercaban más.

— ¡Sabes que puedo matarte aquí mismo, si no quieres morir déjame tranquilo!—Le dijo el sujetando la mano de ella, lo que hizo que ambos sintieran algo especial, algo que les acelero el corazón y los hizo mirarse un momento, perdiéndose el uno con el otro. Kagome dejo de mirarlo haciendo la vista a un lado y lo soltó.

—Eres un tonto, que te cuesta llevarme—Le dijo Kagome llorando, pero no estaba fingiendo era verdadero y el extraño la escucho y paro su paso.

—Espera no llores—Le dijo el extraño acercándose a ella no tan cerca.

— ¿¡Que quieres que ría!?—Le pregunto ella llorando más y escuchado que las voces estaban a punto de encontrarla.

La voces y luces llegaron al lugar donde el extraño dudaba en sin irse o no irse y empezaron a disparar flechas, mas al ver a ese extraño, para luego gritar— ¡Es un demonio! ¡Ataquen!—Dio la orden uno y otro diviso a Kagome.

— ¡No dejes que me atrapen!—Grito ella y el extraño sin saber que hacer la cubrió y se la llevo lejos es su espalda, corriendo a toda velocidad.

—Gracias Inu…—Le dijo ella dulce, pero confundiéndolo ¿Por qué le diría Inu? ¿Cómo sabia de su nombre?

Mientras Kagome se quedó pensando en los ojos del extraño que acababa de cambiarle la vida, todavía tenía grabado el brillo de esos ojos en la noche y ella juraría que el extraño tenia ojos color ámbar.


Nos leemos en el siguiente capitulo, si quieren obviamente n.n

Sayonara.

16/08/13