Antes que nada: Yu-Gi-Oh! No me pertenece, es propiedad exclusiva de Kazuki Takahashi hasta el fin de los tiempos.
Ahora sí: ¿Qué puedo decir en mi defensa? Ya saben, lo mismo de siempre: toy' loca y cada vez que me bloqueo con una historia, me desbloqueo escribiendo otra. xD No voy a decir mucho sobre esta historia, salvo que la portada es un reflejo de los posibles disparates que aparecerán, no se la vayan a tomar muy en serio, por favor. (?) ¡Los amo, muchísimas gracias de antemano por leer, votar y comentar! 3
I. "Cuidado con lo que deseas, Mokuba. Marik puede estar allí para cumplirlo".
—Pero si consideras los análisis de Costo-Beneficio verás que…
—Ese análisis está basado en supuestos a largo plazo, Ishtar. No es que tu propuesta de negocios sea mediocre, más bien, sucede que la inversión se recupera a cuentagotas y dichos proyectos no son de mi interés.
Marik frunció el entrecejo y, en absoluta paridad, una pequeña gota de sudor frío se deslizó por la sien. Tenía por bien sabido que los años a la cabeza de la Corporación habían pulido casi hasta la perfección las habilidades de Kaiba para negociar, y aunque su hermana Ishizu conocía— quizás hasta mejor que él— ese cariz del empresario, se las arregló para convencerlo de plantarse en su oficina e incitarlo a invertir en la mesa arqueológica mientras ella resolvía otras diligencias con los demás integrantes de la organización.
"¡Condenada Ishizu, debió venir ella!"
—La mayoría de los arqueólogos están empezando a dedicarse al oficio con fines de lucro, debido a la práctica generalizada de esta filosofía, aspiran a recibir de los museos cuantiosas cantidades por las reliquias, vendiéndolas a precios muy por encima de su valor real. —Siguió Kaiba ante su silencio, terciando una lógica tan puntual que reducía los posibles argumentos de Marik a mera palabrería—. La única ganancia provendría de los periódicos dispuestos a pagar un dineral por publicar el hallazgo, y es por eso que la inversión tarda en redituar: si seis meses dura la expedición y la posterior exhibición de la antigüedad, seis meses durará el museo con los mismos gastos, los mismos costos, pero sin recibir aún los beneficios.
"Mierda, ¿existe algo en lo que Kaiba no sea jodidamente bueno? Ah sí, en ganarle a Yugi. Pero si bromeo con eso se molestará y me echará de la oficina. Aunque, bueno, no creo que pueda hacerle cambiar de opinión, pero ya que hice el esfuerzo de venir no estaría de más hacer un último intento".
—Tienes razón, Kaiba. Sin embargo, para un multimillonario como tú, durar seis meses— siguiendo tu ejemplo— para recibir el beneficio de tu inversión no le hace ronchas a tus ingresos mensuales. Es decir, con lo que ganas al mes esperar a ese lapso de tiempo es un juego de niños. Además, si bien las ganancias en efectivo pueden demorar, la que vas a obtener por ser partícipe de la expedición si se descubre alguna antigüedad de inmenso valor, será equivalente a su valor en yenes. Piensa en lo mucho que podría mejorar tu reputación y en los posibles inversionistas extranjeros que podrías atraer.
—Bien has dicho que con mi capital me vasta y sobra para asegurar mi posición en el mercado, así que no has hecho más que reforzar mi decisión. —El CEO se puso de pie con un evidente gesto de molestia imperando en su rostro—. Dile a Ishizu que nade en otras aguas.
—Vale, vale, me rindo. —Imitó la acción, añadiendo un alzamiento de palmas para expresar que su intención no era causar molestias, lo menos que quería era recibir uno de los insultos cortopunzantes del castaño cuando, para él, ya había sido suficiente humillación con viajar desde Egipto a Domino para nada. Recogió todos los documentos correspondientes a la mesa arqueológica y esparcidos en el escritorio—. Gracias por perder tu valioso tiempo escuchándome.
Sin mirarse y sin recibir respuesta por parte del presidente, Marik abandonó la estancia. En su trayecto a la salida se encontró con Mokuba un tanto alterado.
"Vaya, vaya, el mal humor para los Kaiba es como un virus muy contagioso."
—Oh, Marik, eres tú— saludó el menor. Pese a que su expresión semi airada se había suavizado, él aun percibía los restos del mal humor en su tono de voz—. Veo que has terminado la reunión con mi hermano, ¿Cómo te fue con él? ¿Se comportó muy grosero para contigo?
A Marik le llamó a la atención su gesto, se parecía al de una madre preguntando por el comportamiento de su hijo al director de la escuela.
—Comparado con los comentarios de los chicos, se podría decir que fue "amable". ¿Por qué lo preguntas?
Mokuba hizo un mohín que incluso a Marik le inspiró mucha ternura.
—Es que hace unos minutos atrás tuvo una discusión con Jōnouchi en nuestra cafetería y adivina por qué fue…— No esperó a que Marik lo adivinara por su cuenta—. ¡Por un calcetín!
"Ahora parece una madre hablando de las travesuras de su hijo con la vecina, que dado el caso viene siendo yo".
—Tiendo a pensar que mi hermano se divierte haciendo enojar a Jōnouchi. Siempre estoy del lado de mi hermano, pero otras veces reconozco que Jōnouchi tiene la razón. Mi hermano se queja de que se comporta como un niño, pero, siguiéndole el juego, él parece otro. Cómo desearía que ambos cambiaran de roles al menos por un día, a ver si así llegan a entenderse y dejar de discutir de una vez por todas.
Al principio, Marik escuchó la anécdota sumido en el papel de la vecina que tendía la ropa, no obstante, luego de dedicar un pequeño, pero a la vez, conciso análisis a la declaración, un minúsculo destello de maldad cruzó por su mirada.
—Bien, supongo que he hablado de más, ¿no? —Comentó el chico, con una risilla avergonzada—. Hablamos luego, Marik.
—Bye, bye, Mokuba.
Mientras la figura del menor de los Kaiba se perdía en los pasillos, Marik se permitió sonreír con peligrosa diversión.
—Cuidado con lo que deseas, Mokuba. Marik puede estar allí para cumplirlo.
