Pareja: Viktor x Yuuri (Victuuri), leve Yurio x Yuuri.

Resumen: Un bailarín profesional, con una pasión poderosa por lo que hace, toda esa fuerza desbordándose desde su frágil corazón de cristal. Esa será la persona adecuada para cambiar tu perspectiva en cosas que estabas seguro que nunca cambiarían. En este momento Yuuri Katsuki les ha dado vida y amor a más personas de las se imaginaba.

Advertencias:Omegaverse, Yaoi, Lemon, M-preg, Semi-Au.

Disclaimer: Yuri on Ice no me pertenece. Todos los personajes implicados en este fanfic le pertenecen a Mitsuro Kubo.

Muchas gracias a Ukeshi is Paradise por ser mi beta para este capitulo, realmente no puedo hallar una forma para expresar mi gratitud totalmente hacia ella por ayudarme con esto. Se que fue una tortura total para ella ya que no le agrada en lo absoluto YOI, así que por eso fue un gran favor el que me hizo. Nuevamente muchas gracias.


Mi caja musical.

Capítulo 1.

El bailarín hecho de cristal.


—¿Quién mierda es esta vieja? —un joven alfa rebelde y de cabello rubio preguntó mientras observaba a la mujer frente a él. Una omega a quien no podía dejar de mirar por más que lo intentara. Tanto maquillaje encima no le hacía ningún bien a nadie y, a la vista de Yuri Plisetsky, sólo hacía resaltar más las arrugas que su rostro llevaba arrastrando a través de los años—. ¿Y-Yakov, qué rayos significa esto?

El adolescente dijo con dificultad y enojo hacia su entrenador, pues aquella mujer de nombre Lilia le traía como un vil muñeco de trapo únicamente con el poder de sus hábiles manos. Le ponía en posiciones tan incomodas e imposibles de hacer que hasta veía un poco difícil respirar de forma adecuada en este momento. Estaba agradecido que fue capaz de sostenerse de las barras de ballet, si no fuera por ellas, ya se hubiera estampado la cara contra el suelo. Sólo suspiró aliviado cuando la señora Baranovskaya le dejo ir después de unos minutos. Ella había entrado momentos atrás con una presencia fuerte y una actitud descarada, declarando con dureza que se iría si no le gustaba lo que veía; lamentablemente para Yakov y su alumno, esto fue así.

—A pesar de que tiene un buen aspecto, no es digno para ser mi alumno —declaró con una voz poderosa y la expresión de Plisetsky no tenía precio.

Lilia suspiró mientras cerraba los ojos con lentitud por los gritos y reclamos del beta que respondía al nombre Yakov, suplicando que reconsiderara su decisión. Pero el hombre conocía bien a su ex mujer. Cuando ella tomaba una decisión lo hacía de verdad. Ella no tomaba cosas como estas a la ligera, así que su respuesta ante el pedido de Yakov para entrenar al joven rubio con mirada de delincuente no iba como broma. Él simplemente no era apto.

—Espera… ¿Esta es la persona que mencionaste que podía ayudarme con mi patinaje? —el anciano sólo exhaló y asintió con la cabeza en un suave movimiento mientras tenía cruzados los brazos con resignación. Su entrenador le explicó de forma simple al joven alfa las cosas que Plisetsky ya había escuchado: No iba a ayudarlo porque no estaba a la altura para alguien que fue la antigua Prima ballerina del Ballet Bolshoi—. ¡¿Cómo que no soy apto?! —gritó Yuri con confusión y cólera en su rostro—. ¡Necesito que me entrene para así poder mejorar mi patinaje! ¡Soy alguien extremadamente apto! Sólo déjese de tonterías y enséñeme.

Yuri rechinó los dientes con enojo. Era un golpe directo hacia su orgullo las palabras de aquella mujer; el joven ruso nunca había sido juzgado de aquella manera. Siempre había sido el chico prometedor y talentoso que sobrepasaba la habilidad de patinaje de los demás chicos de su edad. A su corta edad pensaba que nadie estaba a su altura y tan solo escuchar la crítica de Lilia había volteado a su ego de cabeza por completo.

—Aun cuando se debe apuntar alto, siempre se debe mantener los pies sobre el suelo. Y es una característica que no tienes jovencito —la vieja omega agachó su altura a la de Yuri con la intención de que éste mostrara su furia, y así lo consiguió. Su cara era todo un poema a los ojos de la bailarina—. Además, tu cuerpo es un desastre; físicamente eres terrible. No aguantarías ni media clase conmigo como maestra, desfallecerías aun cuando empezáramos desde cero con clases de ballet. Simplemente no eres apto para mi tipo de enseñanza.

El de mirada verde no podía creer lo que escuchaba. Cómo era posible que una omega estuviera diciendo esa clase de cosas a un alfa sin ningún tipo de remordimiento, él no lo sabía. Su actitud era completamente inadecuada para alguien de su calaña y eso Yuri no lo podía soportar.

—Sin embargo… —Yakov y Yuri levantaron la cabeza con algo de esperanza. Aunque no lo admitiera en voz alta, Plisetsky de verdad necesitaba esas clases de ballet para poder mejorar sus movimientos en cada paso que diera de sus rutinas para esta temporada. La flexibilidad era algo muy importante en los patinadores artísticos, y en aquello como alfa estaba en desventaja. Tenía muy poco tiempo para que su cuerpo cambiara—. Yo conozco a alguien que podría ayudarte si se lo pido. Probablemente se adapte más a tu estilo, es una persona amable que se compadecerá de ti y tu poco talento. Te ayudara con todo lo que tengas que mejorar si tú se lo pides. Y si estás dispuesto a hacerlo, te digo que es tu mejor opción.

—¿Es tan buena como tú, Lilia? Debes de saber que Yuri es muy exigente y especial con estas cosas. Él sólo es un niño mimado con muchos humos en su cabecita de adolescente.

Viktor Nikiforov, un hombre alfa de cabello color platino que había estado escuchando la conversación desde unos cuantos metros más alejado de su entrenador, pero lo suficientemente cerca como para hacer su presencia visible y que no le hiciera más como un simple chismoso. Se interesó más en la charla porque le divertía ver a su joven compañero molesto por este tipo de cosas; era una crítica de una persona más talentosa, era un campo que Plisetsky desconocía —sin mencionar que a los de su clase no se les daba tan bien esas actividades, a comparación de alguien que pertenecía al tipo omega—, y era obvio que no estaría a la altura de alguien del calibre de la bailarina. ¿Qué esperaba? ¿Que Lilia le recibiera bajo su ala con flores, reverencias y halagos?

Él es muy bueno en lo que hace —la mujer recalcó un poco molesta el sexo de la persona que ayudaría al joven patinador; como si estuviera indignada a que se le confundiera con una mujer—. Es un gran bailarín y a pesar de ser joven puede ser un gran maestro. Tiene paciencia como él solo y su amabilidad sobrepasa los límites. Pero ten cuidado si intentas aprovecharte de esa paciencia que tanto le caracteriza. Él puede ser más duro y cruel que yo si él así se lo propone sin hacer ningún esfuerzo —la mujer tomó su celular de su bolso, cuando Yakov le dio un "si" silencioso y avergonzado con su cabeza; indicándole que estaba de acuerdo con la idea de Lilia de otro maestro. Comenzó a marcar un numero con rapidez y naturalidad. Escuchado el tono de llamada mientras lo colocaba en su oreja para poder hablar—. Te digo esto sólo para que no empieces con tus boberías y esa personalidad tuya tan pueril e insoportable cuando él este aquí presente.

Antes de que el rubio pudiera decir algo para defenderse y que Viktor soltara una risotada por lo dicho a su compañero, Lilia colocó un dedo entre sus labios para que los ocupantes de la habitación entendieran que guardaran silencio. La persona al otro lado de la línea había contestado a la llamada y así Lilia se alejó un poco para ser capaz de hablar mucho mejor sin tanto ruido que ya estaban provocando los tres hombres escandalosos. Ellos sólo se quedaron de pie en medio del cuarto hasta que la ya retirada bailarina finalizara su llamada.

—Él no está en el país en este momento, pero volverá en unos dos días como mínimo; él se encuentra en Japón ahora resolviendo algunas cosas en casa de sus padres y después regresará a Rusia para encargarse de ciertos asuntos en Moscú, para después si ustedes ya tomaron su decisión, poder estar aquí en San Petersburgo —explicó mientras tomaba una pluma de su bolso, sujetando la mano de Viktor por la muñeca de manera sorpresiva escribiendo un número «901 124 1123», y un apellido en ella «Katsuki».

—¿Qué es esto? —preguntó Viktor con curiosidad y emoción mientras veía muy de cerca lo escrito en su mano con un ligero brillo en sus ojos azules, casi dando saltitos con la punta de sus pies tal y como lo haría un niño pequeño. Yuri solo rodó los ojos ante la actitud del alfa de más edad, sin embargo, también se preguntaba lo mismo.

—Es su número de celular y el nombre a quien le pertenece por obviedad. Ya le comenté sobre su situación y dijo que no le importaría ayudar. Le pueden llamar si están interesados en que el Sr. Katsuki sea el maestro de Yuri, pero es su decisión al fin y al cabo —la dama omega de hebras castañas y postura recta se despidió de los tres hombres antes de retirarse por la puerta, pero antes de pasar por el umbral, giró la cabeza para decir sus últimas palabras—. Yuratchka —dijo seria —, quiero que comprendas que Katsuki fue mi alumno en algún momento de su carrera, así que te pido que no lo subestimes por nada del mundo. Él te puede dar una primera impresión sencilla y modesta, pero debajo de todas esas capas suaves se encuentra alguien salvaje y apasionado con lo que hace. Con esto te digo que tengas cuidado y también, con esto podrás saber que él sacará la mejor parte de ti, una que aún no conoces. Confía en él; es un profesional después de todo.

El resonar de los tacones de Lilia en el pasillo aun podían ser escuchados desde la habitación cerrada donde momentos antes ella se encontraba. El silencio se hizo presente, llenando la habitación con una sensación incomoda que fue rota por el anciano de cabello gris al ordenar con voz fuerte, casi gritándole, a Viktor para que éste le proporcionara el número del caballero japonés de nombre desconocido. El de hebras platinas sólo estiró su mano con torpeza hacia su entrenador con una pequeña y boba sonrisa. El hombre suspiró mientras sacaba su celular del bolsillo de su chaqueta para guardar el número, ordenándole al adolescente hacer lo mismo. Y Viktor también lo hizo de la misma manera "por si acaso"; pues le causaba un poco de intriga que alguien como Lilia Baranovskaya halagara a alguien tan puramente como lo hizo con el joven Katsuki.

Hablaron un poco más antes de regresar al entrenamiento, la temporada ya había terminado hace tiempo, pero eso no quería decir que no se estuvieran preparando para la temporada siguiente. Estaba lejos de ser otoño. que significaba el inicio de todo, después de todo apenas era abril, aún tenían unos meses más de camino, pero eso no significaba desperdiciar su tiempo en no hacer nada. Así que Yakov no dudó en conseguirle un poco de ayuda a Plisetsky por parte de su ex esposa. No salió con el resultado que esperaba, pero eso no quería decir que esto era malo, en lo absoluto. De hecho, era todo lo contrario.

Tal vez alguien más joven y de su mismo sexo le causaría más confianza al chico rebelde que tenía por alumno, y aunque puede que su posible futuro maestro tenga una personalidad muy diferente a la del rubio —por lo que Lilia había mencionado sobre su amabilidad y paciencia; ya que después de todo Yuri era exactamente lo contrario—; esto podría ayudar de alguna forma, incluso si eso significaba que sus opiniones chocarían mucho. Esta era la única salida para que el chico mostrara un poco más de interés en practicar y mejorar. Algo en lo que no estaba metido al cien por ciento, sería bueno para sacarlo de su zona de confort. Sus grandes humos y ego de proporciones gigantescas —algo tan típico de un alfa— podrían bajar, aunque sea un poco, si empezaba a practicar ballet después de tantos años de no hacerlo.

Sólo habría que rezar para que el Señor Katsuki fuera el maestro indicado que había dicho Lilia.


Se sentía como un total desastre, y su pelo parecía una maraña bastante difícil de desenredar. Estaba bastante seguro que la señora de al lado lo había estado observando más de lo necesario; casi como si esperara que un nido de pájaros saldría volando desde su cabeza. Ojeras adornaban sus ojos, pronunciando su cansancio aún más, pero por fin ya había abordado el vuelo para volver a Rusia.

—Te ves muy mal, Yuuri. ¿Bajaste de peso este tiempo en Japón? —Pichit preguntó con mucha preocupación. La gabardina que su amigo llevaba puesta se veía demasiado grande en él y la cinta alrededor de su cintura sólo recalcaba lo delgado que estaba, provocando que se viera más pequeño de lo que era. El tailandés podría jurar que el azabache estaba de su altura ahora, pero eso era realmente imposible.

—Para serte sincero… sí —ya había anticipado la mirada dura de su amigo más joven, así que no se sorprendió al ser regañado unos segundos más tarde. Era un poco molesto la verdad; claro, era su amigo, pero estaba exagerando y ni siquiera le había permitido terminar de explicar—. Pichit, no es como si lo hubiera hecho a propósito, ¿sí? —su amigo se relajó visiblemente en su asiento, pero eso no quería decir que Yuuri no se estaba poniendo nervioso por la mirada que le estaba dirigiendo el tailandés—. M-Mira… te prometo que voy a recuperar el peso que perdí. Sólo fue todo el estrés de todos estos días.

—Eso me parece bien, pero deberías dormir, Yuuri; parece que no has dormido nada —el japonés estaba a punto de protestar, pero el beta lo detuvo y colocó una mano sobre su cabeza, revolviendo su cabello todavía más, pero aun así era reconfortante—. No te preocupes, yo cuido a Vicchan mientras duermes, ¿de acuerdo?

El omega se rindió de forma inmediata, no tenía fuerzas para protestar, y le entregó el kennel para perros de color azul donde Vicchan se encontraba. El caniche aún era la suficientemente pequeño para viajar a su lado. Estaba agradecido, no quería que su pequeño viajara en el área de carga y estuviera alejado más tiempo de él. Después de todo habían pasado cinco años desde que se vieron por última vez, antes de que Yuuri se mudara a Rusia, y no fue fácil para ninguno de los dos.

Sólo se le venían a la mente todas las veces que llamaba a casa diariamente para hablar con su adorada mascota. Su hermana le colocaba el teléfono a Vicchan para que fuera capaz de escuchar la voz de su dueño a través del teléfono, sus ladridos de felicidad fueron la fuerza que le hicieron ser capaz de seguir con sus clases de ballet en Moscú y prometerle que regresaría por él algún día. También las video llamadas fueron oro para él, poder verlo era su felicidad sin ninguna duda.

Quería pasar tiempo con su querido Vicchan, le compensaría todo el tiempo que no estuvo con él, y pasarían un tiempo increíble sin lugar a duda; se iba a asegurar de ello. Y ahora que tomaría un descanso del ballet podría hacerlo sin problemas, sin interrupciones. Bueno, por lo menos durante un periodo de tiempo "corto". La causa de ese periodo de tiempo era algo vergonzoso para él a decir verdad y se decepcionaba mucho de sí mismo al recordarlo; un dolor en el tobillo que ignoró durante algún tiempo se convirtió en un esguince y en un dedo fracturado en el mismo pie. Pero ya se estaba recuperando; ahora sólo llevaba una tobillera y ya estaba en la última fase de la fisioterapia, unos días más y estaría en puntas de nuevo.

Estando tan positivo con el tema no significaba que no se había sentido un fiasco cuando el dolor insoportable se hizo presente en una de las partes más importantes de un bailarín de ballet como él. Berreó, pataleó y gritó como nunca antes lo había hecho cuando después de su ida al hospital llegó a su apartamento gracias a varios de sus compañeros que fueron tan amables de llevarlo al hospital y traerlo de vuelta a su hogar después de aquél terrible incidente que sucedió en una de las prácticas para la próxima obra, al caer mal en uno de los saltos. Seis meses sin practicar ballet era un infierno para cualquier persona que se desempeñara en esta maravillosa danza clásica, pero era mucho peor para alguien que era el bailarín omega principal de la compañía Ballet Bolshoi que se encontraba en Moscú. Una de las compañías de ballet más longevas de Rusia, y sin dudas la más distinguida de todo el mundo.

Alguien más tuvo que ocupar su lugar muy a su disgusto, pero tenía que aceptarlo; no podía bailar en esas condiciones. Evitó leer reseñas o críticas por internet sobre la obra para no causarse más dolor del que sufría por parte de su tobillo; no quería encontrarse con notas diciendo que el bailarín que lo había remplazado era muy superior a él, en técnica, en representación, soltura; básicamente en todo. No quería saberlo. Le afectaría si leía algún artículo que como título podría llevar: "Yuuri Katsuki, ¿el fin de su carrera? ¿Bailarín beta supera a uno omega?" —ya estaba entrando en pánico imaginando cosas—. Después de todo él era un perfeccionista con un fuerte afán de superación, así que de algún modo u otro odiaba cuando alguien era mejor que él; porque esto sólo recalcaba su incapacidad de seguir mejorando y de esa forma permitir que la otra persona sea superior a él. Llevaba muchos años mejorando a una velocidad más avanzada que cualquiera, sólo para que nadie sobrepasara su talento.

Puede que esto sonara demasiado ambicioso y asquerosamente egoísta, pero así era el mundo del ballet. Era competitividad pura y nadie recriminaba este comportamiento; todos pensaban de la misma manera que el omega de veintitrés años de edad. Pero no lo malentiendan, la humildad, el compañerismo y el amor estaban ahí, era sólo competencia sana, era una motivación para seguir superándose a uno mismo.

Y fue una gran sorpresa en su lecho depresivo en el que se encontraba, en un espiral sin fin de resignación, donde se tenía claro que la compañía ya no lo necesitaba nunca más, cuando una semana después del estreno de la obra le llegó un enorme ramo de treinta y dos rosas rojas y diecisiete margaritas que hacían una perfecta combinación de colores. Con el ramo venía una caja de té negro y unos cuantos priániki, dulces de jengibre, que de igual manera se encontraban en una caja de color blanco y un hermoso moño dorado adornando por encima, justo en el centro.

Todo esto era parte de la compañía sin lugar a dudas, la pequeña tarjeta que venía entre las rosas lo probaba todo. Le estaban mandando sus buenos deseos y esperaban que se recuperara lo más pronto posible, estaban esperando su regreso con ansias. Por un momento estaba confundido, parpadeando mientras observaba los regalos en su mesa, después de que el mensajero le ayudara a colocarlos ahí —ya que apenas podría mantenerse en pie sin caerse con todo y obsequios en el intento—. Después una repentina oleada de emoción atravesó su pecho, provocando que su corazón latiera con fuerza. La sonrisa de a poco comenzó a adornar su rostro, sus mejillas estaban enrojecidas y sus grandes ojos brillaban hermosamente.

Estaban esperando con desesperación a que volviera, las críticas no eran tan buenas como lo habían esperado después del anuncio que se realizó acerca de su bailarín principal lesionado, pues con esto el omega no estaría en la próxima presentación del Ballet Bolshoi hasta su recuperación.

Aunque por un lado se sentía muy mal por las críticas que estaba recibiendo la obra. No se merecía ni la mitad de lo que hablaban de ella, y tampoco podía evitar lamentarse por el pobre beta que había tomado su lugar. Por lo que estaba leyendo, reemplazar a Yuuri Katsuki —el bailarín de ballet con el corazón de cristal más grande del mundo—, no era cualquier cosa al parecer. La ansiedad y el peso del papel pusieron mucha presión sobre él, provocando que se pusiera nervioso ya estando en el escenario; el pobre se había caído en medio de la presentación. Ese es el peor error que cualquier bailarín pudiera cometer en un estreno, incluso si alguien se caía en los ensayos se le veía con mala cara; eran bailarines profesionales después de todo. La perfección debía ser parte de sus cuerpos en todo momento.

Hizo lo mejor que pudo para solucionar el lio en su mente que aún permanecía en su cabeza por lo de su tobillo, tarde o temprano regresaría para bailar nuevamente y la compañía le estaba dando ánimos en su recuperación para que volviera a su lugar como el bailarín más importante y destacado de los últimos años. Recapitulando, no fue la mejor decisión que había hecho; seguir practicando cuando claramente tenía dolor cada vez que ensayaba, minimizando la molestia ignorando las señales que su cuerpo le mandaba para hacerle saber que debía descansar. Se sintió muy enojado de sí mismo y al mismo tiempo comprendió que lo mejor sería tomar las cosas con calma desde ahora

Desde que se había quedado sin nada que hacer, decidió ir por su adorado perro de una vez por todas. No podía seguir haciéndole eso al pobre Vicchan. Había tardado un tiempo en conseguir los permisos, tratar con el pápelo y vacunar a su perro para que éste pudiera estar en Rusia, pero había valido la pena todo el esfuerzo y estrés, incluso cuando tuvo que lidiar con conflictos que surgieron por otros problemas en el momento en que llegó a Japón. Pero su perro ya estaba con él y se había salvado de la mayor parte de los problemas con los que su familia había estado lidiando. Al parecer sus padres y su hermana mayor no querían involucrar al azabache demasiado en todo esto. Con su frágil corazón de omega y su personalidad emocional sería mucho estrés para él y un ataque directo a su problema de ansiedad. Los omegas buscaban la tranquilidad para sentirse protegidos, no los problemas y la angustia que provocaban que se sintieran sofocados en el miedo.

Sólo esperaba que las cosas fueran a mejor. Mari le había recalcado un montón de veces que no se preocupara —haciendo relucir su actitud de protección que toda alfa haría con un omega cercano a ella— pero no podía evitarlo, estaba en su naturaleza la sensación de sentirse muy incómodo cuando los contratiempos se hacían presentes, aun cuando no se le dijera nada sobre el problema a un omega; su instinto podía percibir los problemas y la gravedad de éstos. Era un arma de doble filo para cualquier omega; esto era útil para cuidar a sus crías y a su pareja o a cualquier persona que apreciara, de este modo saben el sentir exacto de los demás y así podrán saber si pueden ayudar o no, dependiendo del sentimiento; si era negativo o positivo. Era instinto maternal en su máxima potencia, pero esto podía causar daños emocionales al omega en cuestión si no era capaz de manejar esta corazonada que estaba implantada en su naturaleza.

No quería pensar más en eso, sólo quería llegar a su apartamento y disfrutar el tiempo libre que le quedaba con su amado y peludo compañero.


Ya habían llegado a Moscú y habían tomado un taxi hacia el apartamento del japonés. Aun cuando sólo eran cuatro horas de viaje de Japón a Rusia, de verdad que se sentían exhaustos; habían partido de Japón a las 4 de la tarde y aterrizaron a las 10 aproximadamente. Así que en el momento en que llegaron sólo dejaron las maletas de Pichit en la entrada, se dirigieron directamente a la habitación de Yuuri y cayeron rendidos en la suave y mullida cama.

No les importaba dormir juntos en lo absoluto, ya estaban tan acostumbrados el uno al otro; tanto que no sentían vergüenza o incomodidad estar tan cerca el uno del otro. Además, el omega buscaba la tranquilidad después de días de estrés, y a Pichit no le molestaba proporcionársela cada vez que Yuuri la necesitara, después de todo eran mejores amigos, ¿verdad? Así que no dudo en abrazar al japonés cuando vio que éste aún se avergonzaba lo suficiente para no dar el primer paso para iniciar la cercanía. Estaban en un abrazo desordenado y la mitad de las sábanas estaban desparramadas en el suelo ya. Pero su teléfono sonó repentinamente, provocando que abriera sus ojos con una cara somnolienta y desorientada. Tomó sus lentes de su mesita de noche, colocándoselos con languidez. Agarró su celular mientras se sentaba correctamente en la cama y colocó el móvil en su oreja.

—Diga… —habló con una voz suave por el sueño—. ¿Lilia? —cuestionó con una voz sorprendida, para recibir una respuesta corta afirmando la suposición del omega más joven—. ¡Cuánto tiempo! Se te extraña en la compañía desde que te fuiste hace ya algunos meses. Efrem e Iván hechan mucho de menos cuando los regañabas porque no seguían los pasos como los demás y Luka siempre lleva una taza de té de más a la mesa en la que siempre nos sentamos cuando tomamos un descanso. Aun no se acostumbra a tu ausencia.

—Yuuri, podrías dejar de hablar, necesito hablar contigo sobre algo, ¿sí? —el corazón de la mujer se encogió un poco al escuchar un ligero gemido decepcionado y dolido por parte de su ex alumno. Este niño iba ser la perdición de su dureza algún día—. No era mi intención decirlo de esa forma, te prometo que iré a tu apartamento algún día para que me prepares algo de ese Katsudon tuyo, ¿de acuerdo?

La risa cálida del omega era música para sus oídos. No había hablado con él desde antes de su lesión y por lo que había hablado con uno de los directores, lo había pasado un poco mal aceptando que estaría fuera del escenario un buen tiempo hasta su máxima recuperación y no había sido capaz de comunicarse con Katsuki. Alguien de tal magnitud en belleza no debía bajar la cabeza y declarar que todo estaba perdido, los omegas eran más fuertes de lo que se creía y sin duda el japonés había demostrado que esa afirmación era correcta un sin número de veces en ocasiones anteriores.

Pichit se había despertado en algún momento durante la conversación, pegando su oreja en el teléfono para poder escuchar también. Yuuri ya estaba tan acostumbrado a la personalidad del beta, su actitud algo entrometida y chismosa ya era algo con lo que había convivido por años, llegó un punto en que sería algo raro que el tailandés no estuviera a escasos centímetros del azabache cada vez que éste realizaba una llamada. Incluso Yuuri tenía que admitir que en ocasiones él llegaba a hacer lo mismo con el moreno.

Escucharon atentamente las palabras de Lilia y el omega no podía mentir; de verdad estaba un poco esperanzado con la información de que cierto patinador alfa que podría necesitar su ayuda. El joven ruso necesitaba a alguien que le instruyera, que le guiara y sacara lo mejor que tenía para ofrecer, el alfa estaba en la necesidad de un bailarín de ballet para que éste le enseñara a desarrollar flexibilidad, a moverse con aun más gracia y elegancia. Que mejor que un omega para el trabajo, ¿no es así?

El japonés no dudó en aceptar; estaban hablando de un patinador profesional por el amor a Dios. Si estaban dispuestos a elegirlo como maestro para el pequeñín de igual nombre que él, estaría dispuesto a ayudar en todo si se lo pedían. Quizás esto no estaba dentro de sus planes, pero se ajustaba bastante bien dentro de sus más profundos deseos. Esto podría traer buenas cosas para su imagen y su carrera. No era la primera vez que ayudaba a un patinador —puesto que ya lo había hecho con Pichit y otras personas más cuando años atrás estaba en Detroit—, esta sería su primera vez haciéndolo de forma profesional, algo más formal. Y gracias a estas antiguas experiencias, Yuuri podría ser de gran ayuda y eso le emocionaba de sobre manera si tenía que ser honesto.

Hablaron por unos minutos más, sin perder el tiempo y aclarando pequeños detalles del asunto. Lilia y Yuuri acordaron que sería mejor informarles que el omega aun no había llegado al país aun cuando esto era una mentira. Necesitaban que el azabache se recuperase del viaje, también tenía que ir con su fisioterapeuta en la próxima cita para poder verificar si ya era momento de quitarle la tobillera y dar por sentado que la lesión estaba sanada. Realmente se estaba emocionando con todo esto, no podía esperar para empezar a transmitirle sus conocimientos a su futuro discípulo, enseñarle el arte de encontrar un omega o un alfa dentro de sí mismo; ese lado con características y actitudes diferentes a nuestro "yo" original, cambiando la esencia poco a poco para que ésta pudiera mezclarse con cada sentir que se transmitía al interpretar la melodía de una bella pieza musical.

Le enseñaría que hay cosas mucho más difíciles que hacer un cuádruple Axel.


Mi caja musical.

Fin del capítulo 1

Próximo capítulo:

Capítulo 2.

Arma de doble filo.


N/A: Bueno tarde un poco en llegar a la idea de este fic, pero finalmente ya está aquí. Tengo muy poco conocimiento sobre el Ballet, yo practique ballet (fue divertido en su momento, pero también era una verdadera tortura ya que fue que básicamente me obligaron a entrar) pero solo fue durante un año cuando tenía seis, y ya aun pasado 9 años desde entonces así que muy familiarizado con el tema no estoy sinceramente. Así que, si hay un error, no dude en hacérmelo saber.

Curiosidades:

Tuve que investigar mucho sobre Rusia, y todos los datos que encuentres aquí sobre el país estarán investigados por mí y hay unas cuantas curiosidades que me encontré por ahí mientras buscaba datos, como el número de las flores en los ramos es más importante para los rusos de lo que parece y que la bebida tradicional de los Rusos es él té y no el vodka como muchos estarán pensando (él té es una bebida muy popular en Rusia y el té negro es el preferido y más consumido en el país, aunque le té verde no se está quedando atrás). También investigué con que numero empiezan los números telefónicos de Moscú para que esto fuera lo más exacto y verdadero posible.

Los tobillos son lo que más están propensos en sufrir una lesión en los bailarines de ballet y si mal no recuerdo las lesiones en esta parte son causadas principalmente por un mal aterrizaje en un salto. Yuuri tiene una lesión leve de grado 2, así que su curación si se lleva medio año aproximadamente.

Hay tres nombres de bailarines random sin importancia que invente: Efrem, Iván y Luka. Bueno uno de ellos es mi segundo nombre. Tal vez esto no tenga relevancia, pero creí que sería divertido comentarlo.

Nadie ha hecho un salto cuádruple Axel en competición, sin mencionar que de por sí ya es difícil un triple Axel. El Axel es el más difícil, pues incluye media vuelta más que los otros saltos, así que el triple Axel cuenta en realidad con tres revoluciones y media. Es el único salto junto al loop que no tiene una variante cuádruple. Así que un cuádruple Axel es básicamente imposible de hacer o muy, pero muy difícil de realizar.

Por ultimo tendrán algo explicado sobre mi mundo omegaverse dentro del fic en cada capítulo (o al menos eso quiero lograr) como lo que escribí de los omegas y su sentido agudo sobre saber el sentir de los demás a su alrededor y los posibles problemas que estos podrían estar lidiando.

Me extendí demasiado con esto, no sé si a ustedes les guste que comparta con ustedes estas curiosidades, así que háganmelo saber, pero al menos espero que se le haya hecho interesante. Espero que les haya gustado y nos vemos en el próximo capítulo.

Nos vemos en dos semanas.