HOLA. Soy Anonimato y vengo a publicar un drabble en honor al cumpleaños de Hunk.

En realidad tenía planeado publicar ésto el día de ayer (13 de Ene) pero por algunas cosillas no pudo ser posible. De todas formas, lo pongo aquí porque mi bebé merece todo el amor del mundo. El título del drabble es de la canción 'Loimata E Maligi' de Te Vaka, una versión -extendida, creo- de un track en el soundtrack de la película Moana; también está a la interpretación de cualquiera.

Me despido. Gracias por pasarse a leer.


Loimata E Maligi
por anoniblast25

Sangre. Sin duda habría de ser sangre lo que le recorría por la frente, bajando por el puente de la nariz y llegando hasta la barbilla. Golpes en la totalidad del cuerpo y moretones también se lustraban cómo manchas de pinturas; si hubiera sido más observador, Hunk pensaría que se trataba de galaxias diminutas.

Pese al dolor con el que se retorcía junto a las cicatrices que tal vez tardarían en sanar, Hunk se sentía de maravilla. Respiraba, su corazón seguía latiendo, su sangre fluía, sus ojos veían con claridad absoluta todo a su alrededor, sentía los dedos de sus manos tocar el suelo y los espasmos en su inmenso cuerpo. Se sentía bien, se sentía lleno de energía y adrenalina, se sentía vivo.

Analizando el cuerpo frente a él antes de levantarlo, fijándose en como los orbes de Lance yacían cerrados y el mismo líquido carmesí se escurría por sus fosas nasales, habría de escuchar los sollozos de cansancio ante los intercomunicadores. Sentado en el piso mantuvo a Lance a su lado, tomándole entre sus grandes brazos para protegerlo durante su estado inmune, y tan pronto como giró su cabeza para buscar a los integrantes restantes, se encontró con la mirada de Pidge a pocos metros de ellos, quien se arrastraba con dolor. Más adelante estaba Shiro caminando a dificultad en dirección a los tres con Keith en sus brazos, cuyo traje estaba a medio destruir; ante la llegada del líder a la pequeña formación, postrándose ante él para permanecer unidos, Hunk sintió en su garganta algo. Las ganas de llorar se presentaron, y las lágrimas bajaron aún con él sintiendo el pulso de cada uno, porque a todos los veía respirando, los sentía con la estamina visible, los miraba como sobrevivientes.

—Hunk… Deja caer las lágrimas —escuchó la ronca voz de Pidge—. Está bien. Estamos bien.

Una queja de ésta fue suficiente para que Hunk la alcanzara a ella también y la rodeara en sus fuertes brazos. Shiro suspiró y una sonrisa permaneció en su semblante al ver la escena. Pudo jurar entonces, y allí frente al resto del equipo, que tras Hunk se encontraba la luz del horizonte, iluminándolo.

—¿Sabes algo? —comenzó Shiro sin pensar, sin dejar de sonreír— En este momento, en esta posición, pareces un rayo de sol.