Las gotas de lluvia escurrían por la ventana. La castaña veía el paisaje entristecida mientras acariciaba a su mascota. No era muy común que lloviera, pero siempre es bueno desahogarse al mismo tiempo que las nubes.
Se sentía tonta e ingenua, porque sabía que jamás iba a gustarle a aquel músico, él siempre fue muy "Don Juan" y no creía que le fuera a hacer caso algún día.
Una luz interrumpió sus pensamientos, una luz de un carro estacionándose cerca, como la que hace tantos años vio cuando su madre murió. Le tenía miedo a los carros.
La luz se apagó y el sonido de las gotas continuo, ella siguió observando con los ojos húmedos por el recuerdo.
Alguien llamo a la puerta, ella se secó un poco la cara y abrió encontrándose con dos sorpresas:
Un bajista extremadamente sonrojado y un poco mojado junto con un pequeño ramo de flores.
"Hola, P-paige"
Murmuro tartamudeando el músico. La sorpresa de la chica era bastante notable por su sonrojo y su mirada llorosa.
"Espero no haber llegado en mal momento... Pero necesitaba darte esto y... T-tomalo como lo que parece"
Bob nunca ha sido muy bueno con las palabras, tartamudea al hablar de lo que siente lo cual casi no hace.
Paige se acercó un poco a él aun sin habla. Había estado esperando tanto este momento, pero siempre lo creyó una fantasía.
"¿Es que no son suficientes las chicas que te persiguen? ¿Por qué me quieres a mí?"
Pregunto la entrenadora antes de que el mismo músico la bajara de las nubes, Asegurarse de que no era una broma.
El de ojos rojos la tomo de los hombros y se acercó un poco más a ella.
"Me persiguen las chicas, pero yo solo amo a una... Aquella que no lo hace".
