AVISO: "Los personajes pertenecen exclusivamente a S. MEYER. La historia es de mi autoría"
Escucha a tu corazón
SINOPSIS
Bella se enamoró irremediablemente del dueño del imperio Cullen. Edward Cullen. Lo conoció siendo joven e ingenua, escuchando a su corazón acepto ser su amante con tal de estar cerca de él y demostrarle que su amor lo puede todo, con la esperanza de que algún día ese amor sea correspondido.
Sin embargo Edward tenía otros planes. Quería a Bella, por supuesto, pero solo como amante.
¿Qué pasa cuando no escuchas tu corazón? Sino que al contrario, escuchas a la razón. Sí. Una razón que te llevará a infringir una dolorosa y terrible herida que tal vez sea difícil de perdonar.
Capítulo 1
Bella Swan se miraba frente al espejo, esperando encontrar un defecto... que nunca apareció. Se sentía nerviosa, cosa rara porque ya había acompañado a Edward a reuniones formales, pero había algo que la tenía con una necesidad de salir corriendo. Cerró sus ojos, tal vez se siente de esa forma porque hoy conocería en persona a Tanya Denali, la ex prometida de Edward. Si, seguramente era eso lo que la tenía tan nerviosa y temerosa de su propia reacción cuando Tanya la viera con Edward, aunque él le había prometido siempre estar a su lado durante toda la noche... suspiró recordando su conversación de hace un momento.
flashback
–Edward no me siento a gusto con la fiesta de hoy– susurró mordiéndose los labios, nunca se negaba a lo que le pedía Edward pero esa vez era diferente.
Edward la miro intensamente y ella capto un brillo de irritación en su mirada.
–Isabella, es una cena importante y si tú no quieres ir de todas formas iré yo– sentenció fríamente.
Odiaba que le hablará de esa forma, pues era entonces que se daba cuenta que tal vez él no sentía lo mismo... Tenía tantas ganas de revelarse y decirle que se fuera, pero no lo hacía porque desde que se entero que Tanya también estaría allí, información cortesía de Rosalie la hermana de Edward, no le gustaba la idea de verlos juntos.
–¿Harías eso? –pregunto susurrando tratando de no sonar dolida.
Falló.
–Sabes perfectamente que lo haría, pero después me sentiría mal porque te extrañaría durante toda la noche– murmuro está vez con un tono más amable.
–Yo...
–Bella estas siendo infantil con tú actitud, ¿acaso ya te enteraste de que irá Tanya– preguntó alzando las cejas. Bella se sonrojo ante la facilidad que él tenía para descubrir sus sentimientos. –Por tu sonrojo me doy cuenta que si es por eso. Tanya es del pasado ... – dijo mientras se acercaba y la tomaba de la cintura para sentir su cuerpo. Se estremeció, ese era el poder de Edward sobre ella, siempre le hacía estragos a su cuerpo con solo acercarse. –Tú Bella eres mi presente– dijo y después la besó hambriento y voraz, tal y como siempre lo hacía.
Por un momento la descolocó pero una parte de su cerebro o más bien su corazón noto el significado de las palabras de él, "ella era su presente" pero ¿y su futuro? Le dolió que no lo mencionara pero no podía dejarse vencer, aunque él no dijera abiertamente que la amaba, ella sentía que entre los dos había una conexión más allá de lo físico...
Edward siguió un recorrido desde sus hombros hasta la cintura. Ella no desaprovechó la oportunidad y como siempre se pegó más a su cuerpo y colocó sus manos en su pecho, entrando dentro del saco...
–Debemos parar o nunca saldremos de esta habitación– su tono era agitado, tanto como ella lo estaba. –Termina de arreglarte para irnos a la cena. No te sientas angustiada, durante toda la noche estaré a tu lado– su mirada y tono no aceptaba una negativa, Bella asintió y vio la sonrisa de triunfo en su rostro.
Después salió de la habitación dejándola con una sensación de vacío.
FIN flashback
Abrió los ojos con renovada fuerza. Edward estaría a su lado y no temería un enfrentamiento con esa Tanya. De todas formas volvió a verse al espejo, casi no se reconocía, vestido negro con un escote rodeado de piedras preciosas, con espalda baja eso sí era largo y muy elegante. Su largo cabello castaño le caía en ondas perfectas, el maquillaje aunque sencillo era hermoso, le remarcaba la belleza de su rostro.
Sonrió orgullosa.
Estaba lista para enfrentarse a todo y a todos.
.
-.-.-.-
.
Una vez que habían llegado a la fiesta a Bella le hubiera gustado tener suficiente seguridad en sí misma, todas las personas que se encontraban allí la miraban de forma especulativa, los hombres la miraban con deseo, ocasionando en varias ocasiones que Edward la tomara de la cintura de forma posesiva, dejándoles claro con quién estaba, mientras que las mujeres la miraban con una envidia palpable al darse cuenta que era la amante del tan deseado Edward Cullen.
Solo una vez bastó para que las víboras se acercarán y lanzaran su veneno, Edward se había ido porque había recibido una llamada importante, dejándola sola en medio de ese nido...
–¿Quién eres tú? –pregunto una pelirroja alta que la miraba con odio contrastando su sonrisa... una sonrisa falsa.
–¡Que pregunta Victoria! Es Isabella Swan la nueva compañera de nuestro querido Eddie– contesto otra mujer, esta era más baja que Victoria, aunque rubia pero rubia artificial. Bella odio la forma en cómo dijo "compañera" pero sobre todo la manera tan familiar de nombrar a Edward de esa forma. Apretó sus puños conteniéndose en darle un puñetazo a esa maldita zorra.
–Ah es verdad Jessica, ahora es ella quien disfruta de las exquisitas y placenteras atenciones de Eddie– murmuro con descaro Victoria. Bella no aguanto más su veneno... solo había una forma de callarlas.
Y no precisamente de forma física...
–En efecto, ahora soy yo la que disfruta de él... – suspiro con deleite, sorprendiendo a las víboras –...y de qué forma– murmuro mordiéndose el labio sensualmente. –Si me disculpan. Esto de hablar este tipo de temas hace que me acalore– dijo mientras movía sus manos fingiendo darse aire.
Victoria y Jessica estaban con la boca abierta por tan descarada contestación. Bella se dirigió hacia el baño tratando de aguantar la risa que estaba a punto de salir y arruinar la escena. Llegó al baño y empezó a reír en voz baja.
Se lo merecían ese par de arpías por tan asquerosas insinuaciones que hicieron. Sabía que... como podían ser ciertas esas palabras, también podía ser lo contrario. Edward estaba rodeado de riqueza, lo cual era el equivalente a estar rodeado de mujeres hermosas dispuestas a todo... De repente ya se habían ido las ganas de reírse. Se lavo las manos y decidió ir a buscar a Edward. Tenía tantas ganas de irse.
Iba tan distraída pensando que no se fijó que se dirigía hacia el lado contrario del salón hasta que escucho una voz familiar.
–¿Te sientes mejor? – preguntó Edward. Bella se detuvo y cuando empezaba a dar la vuelta para regresar y no molestarlo escucho una voz femenina.
–Algo así. – Contesto la voz –Pero me sentiría mejor si... – Bella se puso rígida por el tono de lascivia que había en esa voz. Decidió acercarse a la terraza que era dónde estaban. Cuando estuvo más cerca y vio más clara la escena, su corazón se detuvo.
Edward estaba de espaldas a ella y frente a él había una hermosa rubia que en ese momento se acercaba para besarlo. No la beses, no la beses... decía mentalmente pero nadie escucho sus ruegos, Edward le respondió el beso. Paralizada sintió que pasaron siglos para cuando terminaron el beso.
–Esto no debió suceder– dijo Edward alejándose de la rubia.
–Edward me deseas yo te deseo, claro que puede suceder– dijo la rubia sonriendo.
Bella solo escuchaba pues no se podía mover, deseaba salir a la terraza y gritarles pero no podía. Seguía inmóvil.
–No te deseo a ti. Deseo a Isabella– dijo fríamente.
Su corazón latió de nuevo.
–¡Esa niña! ¡Por Dios! No es de nuestra clase Edward. Ya llevas con ella seis meses, se supone que tú te aburres de tus amantes a los tres– dijo molesta. Esas palabras por un lado la hirieron profundamente al escuchar que Edward tenía muy seguido amantes, pero por el otro... sonrió al darse que ella era diferente a las demás, o al menos eso esperaba.
–No quiero hablar de eso Tanya.
Su autoestima cayó en picado.
Entonces esa mujer increíblemente hermosa era Tanya.
–Edward tu madre ya quiere nietos, ¡Elizabeth está desesperada porque ya te cases y tengas hijos! – dijo sonando desesperada.
–¡Y eso a ti que te importa! – contesto enojado dando la vuelta para entrar a la casa. Bella reaccionó y decidió alejarse lo más rápido posible.
–¡Me importa porque ella quiere que nos casemos! – escucho el grito exasperado de Tanya.
Salió corriendo dirigiéndose al baño. Se sentía tan mal. Eso último fue el tiro de gracia, no soportaba la idea de ver a Edward con Tanya, ni mucho menos con… ¡hijos! Pero la madre de Edward así lo quería.
Y luego estaba ese beso. Fue horrible ¿Por qué Edward lo aceptó? ¿Por qué le correspondió? ¿Por qué? si decía que solo la deseaba a ella. Ese era el problema, pensó sombríamente, tal vez él solo la desea. Con esos pensamientos tan deprimentes salió del baño con un propósito. Ya era hora de hablar con Edward Cullen. Ya era hora de hacerlo escuchar a su corazón.
.
-.-.-.-
.
Durante todo el trayecto de regreso a casa de Edward, Bella estuvo muy seria. Ya tenía pensado lo que haría, sería directa para conocer de una vez por todas lo que Edward sentía.
–Bella estas muy callada ¿Sucede algo? –pregunto Edward mientras entraban a la casa.
–Nada, es solo que estoy cansada– mintió sonriendo.
–No sabes mentir querida– susurro acercándose. Se sintió mortificada, ¿Tan transparente era?
–¿Por-por qué dices eso? – tartamudeo al sentirlo acechándola.
–Bella toda la noche he estado deseando llegar a casa para sentirte...– murmuró tomando sus caderas y pegándola a su cuerpo.
Su cuerpo la traicionó, reaccionó ante las caricias de Edward y se dejó llevar. Se entregaría nuevamente a él pero esta vez lo haría todavía más especial. Esta vez le entregaría no solo su cuerpo y alma como siempre, sino que entregaría todo, hasta le demostraría cuanto amor sentía por él. Todo. Mañana tendría que hablar con él pero mientras tanto disfrutaría llena de amor y lujuria.
Lo beso de forma sensual. Mordió sus labios recibiendo gemidos de su parte. Las manos de él fueron posadas en su espalda, bajo el cierre del vestido y este cayó. Bella se estremeció al sentir su cuerpo casi desnudo frente a la mirada ardiente y llena de deseo que transmitía Edward.
–Eres hermosa Bella– murmuro Edward mientras comenzaba a desnudarse, al ver como su esculpido y musculoso cuerpo quedaba desnudo, ella no soporto más y se acercó para besarlo ansiosa.
–Tranquila–dijo Edward riendo. –No seas desesperada, tenemos toda la noche y los días siguientes... – tomo su mano y la llevó a la recamara.
Esperaba que sus palabras fueran ciertas y que los días siguientes fueran los de siempre. Pero no podía negar que había una herida en su corazón con el vivo recuerdo de aquella escena, las palabras dichas y el horrible beso...
.
-.-.-.-
.
A la mañana siguiente, Bella despertó y desconcertada no encontró a su lado a Edward, al parecer ya había salido hacía su oficina.
Durante todo el tiempo que había estado con Edward nunca la había dejado sola, por las mañanas siempre lo encontraba dormido a su lado y luego hacían el amor... Tal vez tuvo que hacer algo importante, siendo el dueño de todo el imperio Cullen, no podía reclamárselo. Suspiró.
Durante toda la noche hicieron el amor, primero de forma salvaje y ansiosa, luego ella le hizo el amor a él, si. Ella le demostró con cada roce el derroche de amor que mantenía oculto, pero que anoche lo descubrió ante él.
Se levanto de la cama, ya había decidió lo que haría. Después de aquel encuentro con Tanya, era hora de conocer las intenciones de Edward Cullen.
Una hora después llegó a la empresa Cullen, se adentró ante aquel enorme edificio.
Estaba nerviosa, jamás había ido sola, técnicamente no estás solas se dijo al recordar que Edward le había puesto un guardaespaldas con la excusa que él al ser un importante y reconocido empresario podía haber personas que quisieran hacerle daño a ella, solo porque se conocían y obviamente porque era la actual amante.
El guardaespaldas siempre estaba cerca pero le daba su espacio. Su nombre era Demetri, era muy callado y serio, nunca hablaba con ella... Extrañaba a su amigo Alec, él fue su anterior guardaespaldas pero al parecer a Edward no le gustó la amistad que surgió entre ellos ya que Alec solo duró un mes trabajando para él.
Por un lado se había sentido triste al perder a su amigo pero por otro, se sintió feliz al saber que Edward estaba celoso o al menos era muy posesivo. Basta de divagar se dijo.
Siguió caminando en dirección a la oficina principal.
–Buenos días– saludo Bella cuando estaba frente al escritorio de la secretaria de Edward.
–¿Qué se le ofrece? – preguntó bruscamente Kate, la secretaria de Edward. Bella sabia que ella estaba enamorada de Edward, se le notaba cada vez que lo veía. Era muy hermosa, alta, delgada y rubia… pero por alguna extraña razón Edward nunca la vio con otros ojos más allá de la relación jefe/empleado.
Sonrió de forma amable, no tenía ganas de discutir ni mucho menos hacer una escena en la empresa de Edward.
–Necesito hablar con Edward. ¿Podrías decirle que estoy aquí? – dijo Bella con voz relajada y tranquila. La mirada de Kate lanzaba dagas, sin mencionar el brillo de envida y odio que le tenía.
–No estoy segura que la reciba porque está muy ocupado hoy– contestó apretando los dientes.
Sorprendida porque la actitud de Kate no cambiaba, aun y cuando ella se había mostrado amable...
Bella no iba a soportar más su actitud.
–Puedo esperarlo, pero primero dile a Edward que estoy aquí y ya veremos si está muy ocupado para recibirme– dijo Bella fríamente.
Kate nunca dejo de mirarla con odio y levanto la bocina. Minutos después, Kate le dijo que pasara. Bella le sonrió triunfante y se encamino a la puerta.
Cuando estuvo ante la puerta su sonrisa se esfumó, regresando la tensión y el nerviosismo. Odiaba sentirse tan insegura pero sobre todo odiaba el temor que sentía.
–¿Qué haces aquí Bella? – pregunto Edward sin siquiera mirarla, al parecer estaba muy ocupado con unos papeles. Se acercó y luego se sentó frente a él.
–Necesito hablar contigo...
–¿Sobre qué? – preguntó levantando su mirada. Le sonrió aunque no se le pasó desapercibido la tensión que había en su rostro.
Respiró profundamente. Ahora o nunca.
–¿Algún día te casarías conmigo? – dijo Bella sin medir sus palabras. Sorprendida por lo directa que sonó.
–¿Casarme contigo? – repitió Edward mirándola con incredulidad mientras hacia un lado los papeles que traía en sus manos. –¿Por qué querría casarme contigo? –
Las manos de Bella temblaban pero reunió el valor que se le escapaba de las manos a pasos gigantescos.
–Solo me preguntaba si alguna vez lo habías pensado– sus dedos ahora limpiaban nerviosamente su falda. –Se me ocurrió esa idea...
–Ajena, sin duda– le indicó, sin levantar la voz. –Tú vives muy feliz así como estás.
¡Odiaba que le recordara eso!
Eso en lo que Edward la había convertido, su amante. Pero solo había aceptado por el hecho de que lo amaba y tenía esperanzas de que alguna día él sintiera lo mismo por ella y formaran una familia.
Durante todo el tiempo que estuvo a su lado, se balanceó entre el éxtasis y la desesperación más veces de las que se hubiera creído capaz. Esa hermosa casa lujosa era su prisión. Edward la trataba como un bonito pájaro cantor, que mantenía prisionero para su deleite. Vivía en una jaula de oro. Pero Bella jamás se quedó allí por dinero, sino por el inmenso amor que le tenía.
Le lanzó una mirada nerviosa. El tono tranquilo de Edward encerraba una trampa. Él hervía de rabia. Pero no contra ella. Su indignación la dirigía a un chivo expiatorio imaginario, que se atrevió a sugerirle ideas contaminadas, peligrosas a su condición de amante.
-Bella – la urgió, impaciente.
Debajo de la mesa, Bella enterró las uñas en sus palmas húmedas. No estaba acostumbrada a retar a Edward.
–Fue idea mía y... apreciaría que me contestaras – osó mentir, pues realmente no quería escuchar una respuesta.
–No posees ni la educación ni las relaciones sociales que yo requiero en una esposa – ya estaba; lo dijo con la rapidez y la agresión que volvía temible su nombre en el mundo de los negocios –Ahora ya no tienes que seguir cavilando.
Hasta el último rastro de color desapareció de las mejillas de Bella. Retrocedió ante el candor brutal que provocó, avergonzada al descubrir que había, después de todo, alimentado una pequeña y frágil esperanza de que él sintiera algo diferente. Sus dulces ojos achocolatados se clavaron en el suelo mientras agachaba la cabeza.
–No, ya no tengo que seguir cavilando – musitó, sin aliento.
-No catalogo esto como una charla importante en tu primera visita sola a mi oficina– murmuró él con una dureza bromista que ella tradujo en un rechazo total por haberse atrevido a traer ese tema a colación –¿Por qué aspiras a una relación en la que no te sentirías a gusto...? Como amante, me imagino que soy mucho menos exigente que como esposo. –
En medio de lo que le parecía el desenlace agónico de su vida, una risita histérica cosquilleó la garganta de Bella. Un dedo jugueteó, lánguido, sobre los nudillos del puño que ella cerraba con fuerza. Y sin darse cuenta, no noto en qué momento Edward había tomado su mano.
Aun consciente de que Edward usaba sus métodos acostumbrados de distracción, la poderosa química sexual envió una descarga eléctrica a través de su piel, destruyendo el deseo de reír y convirtiéndolo en las cenizas de una dolorosa desilusión.
Con un leve suspiro, Edward dejó de tocarla y tiró de la manga de su camisa blanca para consultar su reloj, antes de fruncir el ceño.
–Tienes asuntos que atender – lo dijo por él antes de ponerse de pie, ya había tomado una decisión después de tan crueles y dolorosas palabras que la desgarraron por dentro. Trato de sonreír.
–Estás muy nerviosa esta mañana – comentó Edward observándola con atención –¿Te sucede algo malo? –
Incrédula lo observó ante el rotundo cambio que él dió pues ya había olvidado todo lo que le preguntó, seguramente catalogándolo como una muestra de superficialidad femenina.
–No... ¿Qué podía sucederme? – volviéndose, se sonrojó.
Pero fue Edward el que le enseñó el arte de mentir y evadirse... y tendría que culparse a él mismo cuando se diera cuenta del monstruo que creó.
–Estás actuando muy extraña – Bella se quedó helada ante ese dictamen. Edward caminó hasta ella para rodear su frágil figura con sus brazos y obligarla a verlo –Quizá te preocupa tu seguridad. –
La dura musculatura de ese cuerpo soberbio la derritió, inyectándole una languidez contra la que no podía luchar. Y, conociendo esos temblores incontrolables, el arrogante Edward se sintió satisfecho. Con un largo dedo recorrió el trémulo labio inferior de la joven.
–Algún día nuestros caminos se separarán – pronosticó él –Pero ese día todavía está muy lejos de mi mente–
¡Dios bendito! ¿Sabía cuánto la hería al decirle cosas como esa? Aunque no parecía importarle. ¿Acaso de la misma manera restallaba al látigo para mantener alerta a sus ejecutivos? Ahora murmuraba algo sobre acciones de la bolsa que Bella se negó a escuchar.
No puedes comprar amor, Edward. Tampoco puedes pagarlo. ¿Cuándo vas a entenderlo?
Mientras su hambre por ella continuara latente, comprendía que estaba a salvo. Pero no la halagaba ese deseo que un día mal interpretó como cariño o al menos deseó que se convirtiera en eso. Al parecer no fue así. No la amaba. Y por más doloroso que sonará nunca lo haría.
–Me tengo que ir, supongo que tienes que hacer algo importante – susurró tensa, desconcertada por el escrutinio del que era objeto por parte de Edward.
–Tienes razón, tengo que viajar en un par de horas hacía Londres. Te veré en casa más tardar pasado mañana... –
–¿Ya te irás? – preguntó sin poderse contener, su voz fue tan vulnerable que Edward se detuvo.
–Me encantaría que me acompañaras Bella pero es un viaje de negocios y no tendré tiempo para ti. – susurró, cuando estuvo cerca de su rostro la besó y sin decir nada más, salió de la oficina, ignoró a Kate y se dirigió al pasillo que daba al baño.
Bella cerró los ojos para apartar un súbito espasmo de angustia. Todo había terminado. Nunca más vería a Edward. Ningún milagro pasó y su hermosa fantasía de tener una familia a lado de él desapareció bruscamente. Había tenido la esperanza que él le declarara su amor, esa declaración jamás saldría de los labios del imponente Edward Cullen.
Un sollozo angustiado salió de ella sin poder contenerlo. Miro alrededor y encontró la puerta posterior. Agradecía profundamente que hubiera entablado una amistad con Alec ya que él le había mostrado cómo trabaja el sistema de alarma y de esa manera evitaría a Demetri.
¿La extrañaría Edward? Se le escapo un sollozo ahogado de dolor. Se pondría furioso por su abandono pues no había previsto ese acontecimiento. Ella no era una mujer especial, ni siquiera muy hermosa pero había algo que desconocía que atrajo la atención de Edward, Tal vez me vio como una presa fácil se dijo cerrando fuertemente sus ojos.
¿Cómo podía a ella importarle dejar atrás esa clase de vida? Carecía de amigos, hasta se tuvo que alejar de su única y mejor amiga Alice. Cuando se exigía discreción, se descartaba a los amigos. Edward la aisló con lentitud, pero sin cejar, hasta que su existencia giró alrededor de él.
Algunas veces se sentía tan sola, que hablaba en voz alta consigo misma. El amor era una emoción tenebrosa, pensó estremeciéndose. A los dieciocho años se portaba como una niña con ilusiones... No se consideraba mucho más sofisticada, pero estaba segura que a partir de eso, ya no construiría castillos en el aire. Después de todo, se puede desplomar cuando menos lo esperas.
Cuando llegó a casa, se acercó al escritorio, encontró una hoja y escribió:
"Adiós, gracias por todo. Isabella"
palabras huecas y vacías pero eso le ahorraría el orgullo de que él leyera hojas de paginas escritas con lágrimas, informándole que nadie lo amaría como ella lo hacía.
Edward lo aprendió por grados destructivos, no evaluaba al amor muy alto. Pero se dignó a usar el amor que ella le profesaba como un arma para doblegarla, torciendo sus sentimientos con cruel maestría hasta convertirlos en los barrotes de su jaula de oro.
Nunca más Edward Cullen. De tu prisión hoy ya soy libre.
.
Hola! Regresando a este hermoso espacio :)
espero puedan acompañarme en esta historia. Espero sus opiniones :3 para saber si la continuó o no... Un consejo escuchen la canción "Oye" "Listen" de Beyonce ;) fue a partir de ahí que me inspire.
GRACIAS POR SU ATENCIÓN :)
.
