Aaaaaa: Diálogos en élfico.

Aaaaa: Diálogos en lengua negra.

''Aaaaa'': Pensamientos.


Una elfa distinta

Era raro… Siempre se pasaba el día tocando el arpa para su rey, según muchos era lo único que se le daba bien… Claro que eso no era lo raro en ése momento, lo raro era que casi nunca el rey Thranduil le pedía retirarse a una hora distinta a la de la comida, siempre decía disfrutar de su música con el arpa y aún en los momentos en que estaba solo con alguno de sus consejeros o incluso con el príncipe le ordenaba que continuara tocando… Pero esta vez fue diferente, uno de los sirvientes se acercó a decirle que la guardia había llegado y le dijo algo más de forma tan baja que desde su posición ella no pudo escuchar… Simplemente, el Rey le pidió que se retirara y así lo hizo, no era como si pudiera negarse a una orden del rey, además su mejor amiga Tauriel llegaba con la guardia y tenía pocas oportunidades de ir a recibirla, no debía perder ninguna…

Se aproximó corriendo a la puerta principal del palacio justo para ver que la estaban abriendo… Su sorpresa fue enorme al ver que la guardia no venía sola, traían prisioneros… Generalmente solo se encargaban de las arañas y regresaban pero ahora traían a trece enanos con ellos.

Tauriel, qué es lo que pasa? –preguntó ella en un susurro mientras se acercaba a su amiga que llevaba a uno de los enanos inmovilizado.

Te lo diré luego, este asunto presume ser más grave de lo que parece –contestó Tauriel llevando al enano a las celdas.

Ithladin era una elfa de dos mil treinta y dos años de edad, sus padres murieron en la batalla del norte y ella fue acogida por el rey Thranduil, claro que en algún momento de su vida debía trabajar para él, tenía que pagarle de alguna forma el que la hubiera alimentado y haberle dado un techo… Pero si solo se hubiera limitado a tocar el arpa pero su corazón era rebelde ante su mente… Cuando tocaba el arpa no podía evitar que su mente divagara hasta donde fuera que estuviese el príncipe Legolas y cuando él estaba presente en la sala su mirada se dirigía hacia él sin que ella misma se diera cuenta… Se había enamorado de alguien que estaba completamente fuera de su alcance y que ni siquiera la miraba a ella, siempre que tenía la oportunidad de hablar con él se daba cuenta que la elegida de su amado era Tauriel, siempre la miraba a ella y cada vez habían menos esperanzas en el corazón de Ithladin… ¿Pero que se podía esperar? Tauriel era hermosa, fuerte y había visto cosas que ella nunca tendría la oportunidad; en cambio ella, si bien era hermosa como cualquier otra elfa, no era para nada como Tauriel, sus cabellos eran extrañamente negros y sus ojos de un verde cualquiera, lo poco que sabía de pelea lo había aprendido con Tauriel y nunca en su vida había dejado el palacio… La elección era bastante clara…

Aunque, tal vez por el hecho de no haber salido nunca que sorprendió sobremanera al ver a los enanos… En especial a uno… De cabellos negros con algunas canas y ojos azulados… La curiosidad la llevó a mirarlo fijamente mientras lo llevaban frente al rey… Parecía estar luchando y en medio de su lucha sus ojos se encontraron con los de ella; la miraba con extrañez ante la mirada curiosa de la elfa pero el contacto visual solo duró unos segundos antes de que él fuera introducido a la sala y ella sintiera los ojos de Legolas en su espalda. Lo volteó a ver al mismo tiempo que intentaba sostenerle la mirada pero sabía que no podría, simplemente volvió a mirar por un segundo la puerta por la que se había ido el enano, hizo una acostumbrada reverencia a su príncipe y se fue con paso seguros pero suaves hacia los jardines del palacio.

–Ithladin–llamó el rubio antes de que ella pudiera irse –Podrías tocar para mí? –preguntó esperando la sonrisa que antes solía adornar con frecuencia el rostro de la chica pero de nuevo solo se encontró con ese verde frío y distante de sus ojos que había aparecido hace ya cuatrocientos años y que solo desaparecía cuando estaba con Tauriel o cuando tocaba el arpa.

Con gusto, mi señor Legolas, sería todo un honor. Pero ahora mismo me requieren en las cocinas –mintió –¿Le molestaría que fuese más tarde? –preguntó intentando sonar convincente sin mirarlo a la cara.

–Está bien… Avísame cuando no tengas ningún impedimento –respondió el elfo mientras ella hacía una reverencia y se retiraba.

Sabía que Ithladin estaba mintiendo, ella nunca trabajaba en las cocinas, solo se limitaba a tocar el arpa y algunas veces ayudaba en los jardines. La conocía desde que era pequeña, cuando apenas tenía setecientos años y él novecientos, siempre fue una chica alegre a pesar de la muerte de sus padres y nunca se interesó por ser una guerrera, mientras pudiera servir a su reino se sentiría bien… Fue por eso que se distanciaron, cuando él entró a la guardia ella comenzó a trabajar en el palacio limpiando las habitaciones vacías hasta que descubrió que adoraba tocar el arpa. Cuando ella tenía mil cuatrocientos años, había conocido a Tauriel y se habían vuelto muy unidas, casi como hermanas ya que ninguna de las dos tenía padres. Doscientos años después, Tauriel y Legolas se unieron a la guardia dejando a Ithladin varias horas sola y trabajando en el palacio.

No pasó mucho tiempo de eso cuando Ithladin cambió su forma de ser por completo… Ya habían pasado cuatrocientos años de eso y trecientos desde que comenzó a evadirlo… Ya no era como antes, la amistad que habían mantenido por siglos se había acabado de la nada y lo peor era que no sabía por qué. A él le interesaba Ithladin, tal vez como más que una amiga pero aún no veía con claridad si en realidad sentía algo así por ella. Por otro lado, se había encariñado mucho con Tauriel desde que llegó, sus sentimientos por ninguna de las dos estaban claros pero aun así no quería perderlas como amigas y eso era lo que estaba pasando en ese momento con Ithladin…

Pero a pesar de todo eso, no la perseguiría y no insistiría… Si bien era cierto que ella no podía negarse a sus órdenes, no quería forzarla a nada… Quería que ella buscara su amistad por voluntad propia y no porque él se lo ordenara… Prefirió no pensar más en eso, no podía distraerse en ese momento, por lo que simplemente se dirigió a las celdas.

Con Kiraya:

Había logrado esquivar a Legolas por un tiempo… Él le gustaba, sí, pero no quería lastimarse más a sí misma al ver que él no la quería a ella… Había decidido rendirse aunque Tauriel había insistido en que siguiera intentándolo. Tauriel solo veía a Legolas como un amigo, un compañero y como su príncipe, nada más que eso, pero de todas formas ella había cautivado al príncipe y lo demás quedaba en segundo plano.

Había decidido tomar el "camino largo" hasta su habitación, lo cual consistía en deambular por los pasillos del palacio hasta que se aburriera y fuera a parar a su cuarto. Pasó algún tiempo así, hasta que se decidió a ir a su cuarto… Abrió la puerta y pudo ver a una pequeña figura de espaldas… Extrañada y asustada, cerró la puerta sin hacer ruido y levantó la falda de su vestido a su muslo en donde llevaba una pequeña daga. Antes de que alguno de los dos se diera cuenta, Ithladin ya tenía a la criatura acorralada contra el tocador y su daga.

–¿Quién eres? –preguntó entre dientes acercando la daga a su cuello, aun estando agachada.

–B-bilbo Bolsón –tartamudeó el pequeño hombre sintiendo el frío de la daga en su cuello. Se sorprendió cuando la mirada de la elfa cambió ligeramente.

–¿Qué eres? –preguntó ahora ladeando la cabeza –¿Y qué es lo que buscas aquí? –terminó alejando la daga del cuello de Bilbo al tiempo que esperaba una respuesta.

–S-soy… Un hobbit, de la Comarca –contestó sonando respetuoso para no alterar a la elfa, nunca era buena idea alterar a alguien que tiene una daga en la mano –Y estoy aquí para ayudar a mí amigos a viajar a la montaña.

–¿Te refieres a los enanos?

–Sí, ellos quieren recuperar su reino –agregó Bilbo caminando hacia ella sintiéndose extrañamente confiado –¿Y tú eres?

–Me llamo Ithladin, trabajo para el rey Thranduil…

–Solo Ithladin? –preguntó sorprendido a lo que ella asintió.

–El apellido de mis padres se perdió con su muerte… Ahora solo me queda mi nombre –dijo volteando su mirada a la ventana.

–Cuanto lo siento… –Bilbo dirigió su mirada al suelo mientras decía esto –No era mi intención traerte malos recuerdos…

–No es nada… Mis padres siempre van a estar conmigo mientras yo sea capaz de recordarlos… Mi nombre significa luna estrellada… La noche que llegué al mundo hubo luna llena y no había ni una sola nube en el cielo… Mi padre decidió mi nombre al mirar al cielo… Es una buena forma para recordarlos… –dijo sentándose en la cama y poniendo una mano en su pecho –¿Sabes? He leído libros en donde hablan de los enanos, los elfos y los orcos, incluso de los hombres, pero nunca he visto la palabra hobbit en ninguno de ellos… ¿Qué es la Comarca? ¿Qué hacen allá? ¿Han luchado alguna vez en una guerra o en una batalla? ¿Por qué no aparecen en los libros o en las historias?

–Escucha… te responderé a todas tus preguntas si me ayudas a liberar a mis compañeros…

–No soy tonta, señor Bolsón… Sé que no me contestará si lo hago… –contestó Ithladin poniéndose de pie y caminando hacia la ventana –Además, son prisioneros del rey, del elfo que me acogió aun cuando no tenía que hacerlo… No tengo ningún deseo de traicionarlo y aun si lo tuviera no sé dónde están las llaves de las celdas… No le diré a nadie que estás aquí porque puedo ver que tus intenciones no son malvadas, pero no puedo ayudarte de ninguna forma… Ahora, si me disculpas, creo que lo mejor será que vuelva a mi trabajo –terminó indicándole al hobbit que saliera de su habitación para luego salir ella tras él y dirigirse a la sala del trono.

Al llegar se encontró con Tauriel reportándose ante el rey Thranduil quien la escuchó llegar y volteó a verla.

–Ah, Ithladin… Estaba a punto de enviar a alguien a buscarte –dijo el imponente elfo señalando con su mano el arpa indicándole que entrara y comenzara a tocar, indicación que ella no tardó en acatar.

Ella se dedicó a tocar dirigiendo toda su atención a lo que hacía con sus dedos, incluso había cerrado los ojos, cuando tocaba se sentía en una completa paz… Pero ésta vez la paz no duró… Con una simple frase de su rey hacia su mejor amiga, todo se vino abajo.

–Legolas dijo que peleaste bien hoy –había dicho e Ithladin abrió sus ojos intentando no voltear a ver –Se ha encariñado mucho contigo… –sin dejar de tocar, la elfa mordió su labio al escuchar estas palabras.

–Le aseguró, mi señor, Legolas solo me ve como una capitana de la guardia… –contestó Tauriel mirando de reojo a su amiga que mordió su labio cada vez más fuerte.

–Pues talvez antes… Ahora no puedo asegurarlo –dijo Thranduil acercándose al vino para servir un poco en su copa.

–No creo que usted deje que su hijo se comprometa con una elfo Sinda vulgar…

–No, tienes razón, no lo haré… –contestó Thranduil con tranquilidad –Aun así se interesa por ti… No le des esperanza donde no la hay…

Pasaron dos horas e Ithladin seguía tocando para su rey mientras continuaba pensando en lo que él había dicho hacía poco… Al parecer ella no era la única que notaba la atracción de Legolas hacia Tauriel, al menos ya sabía que eso no era una mala jugada de su mente si no que era real…

–Puedes retirarte por hoy, Ithladin. Debo supervisar todo y prepararme para la celebración de hoy –dijo el rey a lo que la elfa se levantó, lo reverenció y salió de la sala sin decir ninguna palabra…

Decidió caminar un poco y sin darse cuenta sus pies la habían llevado a las celdas… Curiosa, pasó su mirada por todas ellas y pudo ver en una a un enano que parecía estar esperando algo, como si supiera que algo iba a pasar y lo esperaba con ansías… Era el mismo enano que le había llamado la atención hace algunas horas… Se acercó lentamente a la celda bajando varias escaleras. Al ver que lo observaba, el enano la miró con cierto desprecio.

–¿Quién eres? –preguntó con voz enojada, pero ella no se asustó, simplemente ladeó la cabeza y se acercó más a la celda.

–Yo iba a preguntar algo parecido… –dijo ella sin darle ninguna importancia al tono que el enano había utilizado –Pero ya que usted preguntó primero, mi nombre es Ithladin y soy sirvienta en el castillo –terminó ofreciendo una reverencia sorprendiendo más al enano, los demás elfos lo habían mirado con desprecio pero ella incluso se había inclinado y le hablaba con formalidad –Y podría saber, ¿quién es usted? –preguntó manteniéndose seria pero con respeto y a la vez curiosidad.

–Thorin… –se limitó a contestar el enano aún algo confundido por la actitud de la elfa… Ella le llamó la atención cuando la vio antes de ser introducido a la fuerza a la sala del trono pues sus ojos no estaban llenos de desprecio, parecían distantes como si estuviera pensando en algo que estaba a mil kilómetros de distancia pero en ellos también había curiosidad y ahora podía ver que estaba buscando satisfacer esa curiosidad.

–¿Usted es Thorin Escudo de Roble? –preguntó mostrando asombro –El legítimo Rey Bajo la Montaña? –siguió preguntando perdiendo todo rastro de frialdad en su mirada de un momento a otro sorprendiendo más a Thorin, aunque no lo demostró. Parecía que esa frialdad y esa distancia en su mirada no eran más que un escudo.

–Así es… –respondió –¿No deberías estar en la celebración? –preguntó al escuchar algunas risas proviniendo del piso de arriba.

–No es estrictamente necesario que yo esté presente… Después de todo, no soy más que una sirvienta que toca el arpa todo el día sin nada interesante que contar puesto que nunca ha salido del palacio… –terminó de decir ella en un suspiro, su reclusión del mundo le afectaba mucho más de lo que parecía –Daría lo que fuera por viajar algún día, irme lejos y luego volver con miles de cosas que contar y conocer los lugares de los que tanto he leído.

–Cuando recupere mi reino, dejaré que vayas a tocar el arpa para mí y mis compañeros… –dijo sin pensar sacando una dulce sonrisa del rostro de la chica –Pero claro que necesito salir de aquí antes de mañana o no podré hacer nada… –la sonrisa en el rostro de Ithladin se borró, nunca creyó que los enanos fueran tan malos como muchos elfos los pintaban, le hubiera gustado ayudarlos pero corría el riesgo de perder su único hogar. Al ver esto, Thorin prefirió cambiar de tema, aunque ni el mismo sabía por qué –¿Qué están celebrando hoy?

–El Mereth en Gillith… O la fiesta de la Luz de Estrella… La luz de las estrellas es preciada para nuestro pueblo desde tiempos muy antiguos… Lo seguirá siendo hasta al fin de los tiempos, por ser una luz tan bella y tan pura… –contestó ella expresando las actitudes que había heredado de su pueblo pero luego se dio cuenta de que el enano estaba cambiando el tema y ella quería continuar con el tema anterior–Espero que logre su propósito, mi señor enano… Si pudiera ayudarle lo haría, pero sería tomado como traición y este lugar es lo más parecido a un hogar que me queda… –terminó Ithladin con tristeza mientras dirigía su mirada hacia el piso. Se sentía impotente ante la situación, aquel enano no era malo, era una buena persona y a pesar de eso estaba encerrado y ella no podía hacer nada.

–Qué clase de monstruo expulsaría a una persona de su único hogar? –preguntó recordando lo que Smaug había hecho con su pueblo y a la vez sintiendo lástima por la joven elfa –Si logro mis objetivos, podrás quedarte en la montaña el tiempo que quieras, un año, cien años o toda la eternidad… Si te quedas sin hogar, te daré uno… –se sorprendió a sí mismo al ser tan amable con la elfa, después de todo ellos los habían abandonado… Al parecer no era un conflicto entre razas, Thranduil simplemente despreciaba a aquel que se atreviera a llevarle la contraria…

–No creo que usted quiera a una elfa en su reino… Después de todo la codicia separó a nuestras razas hace años… –dijo ella con una ligera sonrisa.

–Yo tampoco creí que algún elfo se acercara a conversar como si nada con uno de nosotros –comentó Thorin –Pero henos aquí… –agregó sacando una ligera risa por parte de la chica.

–Se lo agradezco mi señor enano… Si supiera como ayudarlo lo haría pero… –volteó hacia otro lado repentinamente –Alguien viene… –susurró –Lo siento, si me ven aquí estaré en problemas…–hizo una reverencia alejándose de la celda para luego correr con pasos ligeros hacia su habitación.

Decidió bajar su ritmo cuando sintió los pasos de alguien cerca de ella. Se sorprendió al ver de frente a su mejor amiga.

–Ithladin, ¿te diriges a tu cuarto? –preguntó señalando el camino que había dejado atrás.

–Sí, acabo de terminar por hoy y quiero descansar un poco –dijo con una ligera sonrisa –Supongo que vas a revisar las celdas…

–Así es… Por cierto, Legolas quería verte… –recordó de nada y al ver el rostro que puso su amiga se preocupó –No irás, ¿cierto? –Ithladin volteó a ver a otro lado –Ithladin, deberías dejar de evadirlo, así no arreglarás nada, las cosas se pondrán peor si continúas con este juego, porque te estás aprovechando de que Legolas no te ordenaría que la explicaras la situación, de hecho nunca te ha ordenado nada y estás usando eso como ventaja para evadirlo, no es para nada justo para él…

–¿Quieres que le diga que quiero evitar mi primer corazón roto? –preguntó alzando una ceja –A mí no me parece una buena idea… Además, yo no soy la única que ha notado que Legolas se ha encariñado contigo y que de verdad pareces interesarle… Y sinceramente creo que es mejor dejar las cosas como están… Seguiré trabajando en el palacio toda la eternidad y se me desgastarán las manos por tocar el arpa todos los días y a todas horas… –cuando terminó de decir esto su amiga no hizo nada más que suspirar con cansancio.

–Bien… Mira, talvez Legolas no es el indicado… Estoy segura de que alguien sabrá valorarte… Después de todo, tienes toda la eternidad para encontrarlo… –la animó –Hasta mañana asegúrate de descansar.

POV Legolas:

Estaba harto de que Ithladin me evitara, ella y yo habíamos crecido juntos y de la nada ella se había distanciado por completo… Hablé con mi padre de ello pero a él no le importaba en lo más mínimo, después de todo ella siempre estaría destinada a ser sirvienta. Después de que ella me evadiera por millonésima vez, decidí esperar a que terminara su trabajo, la seguí esperando el momento indicado para poder hablar y lo que pude ver no me gustó para nada.

Ella se había acercado con curiosidad y asombro a la celda de Thorin Escudo de Roble y le había dicho al enano muchas cosas que nunca se atrevió a decirme. Con el enano se había comportado con un respeto increíble, no es que conmigo fuera irrespetuosa, pero que lo fuera con una criatura que no se lo merecía... Son celos, eso es lo que tengo… Además del miedo de perderla que había nacido cuando el enano le ofreció un hogar y ella le dedicó la sonrisa que yo llevo buscando durante siglos. Ithladin era simplemente encantadora… Nunca había salido del palacio por lo que sus ansias por conocimiento la hacían ver muy infantil y tierna, no era para nada difícil creer que el enano había quedado hipnotizado con ella. Pero no me agrada la idea de que se acerque más a ese enano, después de todo podía estar usándola para salir de las celdas y yo solo quiero proteger a mi amiga de la infancia, ¿cierto?

Y luego Tauriel, completamente enganchada con otro de los enanos… ¿Qué ya no saben calcular riesgos?

Fin del POV Legolas:

Ithladin decidió llegar rápidamente a su habitación, no quería encontrarse con alguien más en el camino, estaba cansada y necesitaba dormir… Abrió su puerta y sintió que alguien tocaba su espalda llamando su atención. Volteó y se sorprendió a ver al mismo hobbit que se había encontrado hace horas en el mismo lugar.

–¡Bilbo! –exclamó ella recordando su nombre –¿Qué haces aquí? No, no importa, de todas formas quería hablar contigo –habló apresuradamente, el hobbit iba a comenzar a hablar pero ella lo detuvo –No hables, solo escucha… Se supone que no debería hacer esto así que solo lo diré una vez. Como ya habrás notado, hay una enorme celebración arriba y lo más probable es que los guardas de las celdas también quieran celebrar… Probablemente tomaran unas botellas de vino o algo así, lo que significa que las llaves de las celdas estarán sin protección… Hay un lugar donde usualmente se cuelgan las llaves, está en el sótano, deben estar ahí...

–Ya lo sé… –interrumpió Bilbo –También vi un lugar por el que puedo sacarlos sin usar la puerta principal –continuó sorprendiendo gratamente a la elfa.

–Vaya… Nunca he escuchado hablar o leído de ustedes los hobbits pero por lo que puedo presenciar son criaturas increíbles a pesar de su pequeño tamaño –dijo la oji-verde mirando con asombro al mediano.

–¿Y por qué ahora deseas ayudar? –preguntó el hobbit con curiosidad.

–Me he convencido de que su propósito es puro, no hay nada de malo en querer volver al hogar… –contestó Ithladin cerrando sus ojos por un momento –Vagar, buscando un lugar en donde puedas quedarte a vivir debe ser horrible… Ya pasaron por eso una vez, nadie debería pasar por esa clase de sufrimiento, por eso los quiero ayudar.

–Qué te hizo pensar así? –preguntó Bilbo ladeando la cabeza con curiosidad, hace unas horas solo parecía una elfa común y corriente pero ahora se daba cuenta de que ella se atrevía a ir en contra de su rey con tal de seguir sus creencias y lo que ella creía correcto, a diferencia de otras personas que no pueden hacer más que pensar.

–Hablé con Escudo de Roble… –esto sorprendió a Bilbo, nunca lo imaginó hablando con una elfa –No esperé que mantuviera una conversación conmigo pero tenía curiosidad… Quería preguntarle algunas cosas… Hablé con él y me di cuenta de que los enanos no son como muchos elfos dicen, son seres con una voluntad muy grande a pesar de su pequeña estatura y con una bondad aún más grande que eso… Aman el oro, talvez en exceso, pero al menos sé que el Thorin con el que hablé hoy no se dejaría llevar por el tesoro, él parece ser completamente opuesto a lo que todos esperaban, estoy dispuesta a ayudar a alguien como él… –de repente sintió como Bilbo la miraba con asombro –¿Pasa algo?

–¡No! –se apresuró a contestar –Es solo que, no eres lo que esperaba de los elfos… Digo, no es que pensara que eran crueles pero después de haber estado en Rivendel los elfos parecen ser criaturas llenas de sabiduría y fuertes pero también calmadas…

–Eso depende de cómo hayan crecido… –respondió ella con tranquilidad y con una ligera sonrisa, ese hobbit le agradaba bastante –Yo crecí con miedo a salir para no sufrir el mismo destino que mis padres… A ojos de los demás yo era como un raro espécimen ya que nosotros poseemos una conexión con la naturaleza… Pero, cuando me arrepentí de no haber salido nunca y mi subconsciente comenzó a manifestar mis deseos por salir ya era tarde; debía comenzar a trabajar y casi no tenía tiempo para encargarme de mis cosas personales, menos para salir del palacio… Luego las arañas llegaron y era muy arriesgado salir para alguien que solo sabe lo básico de combate… Por eso mi curiosidad es tan grande, quiero saber sobre todo lo que he leído y por eso no soy tan tranquila, mi espíritu y yo hemos estado confinados aquí desde hace más de mil años…

–Creo que nos parecemos más de lo que creí al principio –Ithladin lo volteó a ver con curiosidad –la razón por la que me uní a la compañía, era porque quería una aventura… La vida de un hobbit es muy tranquila y la verdad, me alegra haber venido en vez de estar en mi casa sin hacer nada –dijo con una sonrisa recibiendo otra por parte de la elfa.

–En ese caso, me sentiré honrada de ayudar a trece enanos y a un valiente hobbit en su cruzada –terminó sonriendo.


Este es tan solo el comienzo de una historia que llevo planeando desde hace mucho tiempo y que espero poder continuar pronto ya que ya tengo borradores de todos los capítulos así que solo queda revisarlos y editar lo que se deba editar por lo que supongo que no tardaré más de dos semanas en subir cada capítulo pero no puedo estar cien por ciento segura así que les pido que me tengan paciencia…. En fin, espero que les llame la atención y nos leemos después (espero).