Advertencia: Obviamente en este fic encontrarán spoilers de todos los libros, lo digo porque a mi me molestó bastante que me revelaran las cosas más interesantes del último libro ¬¬ Así que si no quieres conocer los más oscuros secretos de la historia, no sigas leyendo.

Disclaimer: Ninguno de estos personajes, ni lugares, ni asignaturas,... me pertenecen, le pertenecen a J.K. Rowling. Este relato está hecho sin fines lucrativos; de fan a fans. Tampoco me pertenece la imagen usada para el fic (creo que eso también era bastante obvio), pertenece a AviraTheStrange (en devianart).

Lo escrito en negrita - Mis comentarios del principio y final de los capis, títulos y Flash Backs

(Entre paréntesis)- Pensamientos

Superíndice¹- Debajo del relato aparecerá un comentario sobre esta palabra/frase (No sé si utilizaré esto, pero como lo usé en alguna otra historia lo dejo por si acaso =3)

¡Y ahora, señoras y señores, el espectáculo debe continuar... es decir, dentro capi!

.:San Mungo:.

Esta es una historia como otra cualquiera, las palabras se escriben una detrás de otra y tejen entre si numerosas ideas, que nos conducen a un mundo totalmente distinto: los libros pueden morderte si no les acaricias el lomo; el deporte preferido es uno en el que debes montarte sobre escobas, estar pendiente de tres tipos de pelotas diferentes; estudias durante siete años en una escuela, viajas por chimeneas, haces volar objetos... pero ninguna de estas las puedes hacer sin un palito de madera relleno de un pelo, pluma o nervio de algún extraño animal. Pero lo más importante de este mundo, es que existe la tan sorprendente magia.

Y en uno de esos lugares mágicos, empieza esta historia. En un edificio que a los muggles les parecería totalmente normal si no fuese porque las camillas vuelan de un sitio para otro, porque la cuarta planta se llama " Daños provocados por hechizos", porque hay especialistas en curar la viruela de dragón y muchas cosas más. Porque al fin y al cabo, San Mungo es un hospital mágico.

Esta historia empieza en uno de esos lugares mágicos, con la aparición de un fantasma. Pero ¿qué es un fantasma en un lugar como este? Nada raro, la verdad. Nada raro, si no fuera este fantasma. Quizás, y solo por esta vez, debamos retroceder en el tiempo, y empezar a contar la historia antes incluso del propio inicio. Así pues, retrasaremos el reloj un par de horas, pero no nos alejaremos mucho...

Flash Back

Todo era paz en la vacía calle de Godric´s Hollow. La brisa acariciaba suavemente el asfalto y las fachadas de las casa. En una de ellas, nadie notaba el frío del exterior, ni apreciaban la oscuridad que se había apoderado del cielo. Allí dentro todos eran felices pero se encontraban tristes al mismo tiempo, cosa que no quitaba la calidez del ambiente y el buen humor a la hora de cenar.

Aquella noche él cenaba alegremente con su familia, era 31 de agosto, el último día de vacaciones, y aquella la última cena hasta Navidades juntos, así que la aprovechaban al máximo. Se pasó un mano por su oscuro cabella mientras reía una de las últimas ocurrencias de su primogénito. Con un leve movimiento de cabeza, dirigió la mirada hacia su plato, reflejado en la sopa se encontró con un par de ojos de color azul intenso. Él conocía esa mirada, sin lugar a dudas...

-Cariño – la voz de una mujer le distrajo

Levantó la vista, abandonando aquellos azules ojos para sumergirse en aquellos marrones.

-¿Te pasa algo, Harry? Pensaba que te gustaba mi sopa, intenté hacerla al estilo muggle como a ti te gusta, pero creo que no me salió muy bien; supongo que si quien la hubiese hecho fuese mi madre estaría mejor, pero yo la hice con la mejor intención... – la pelirroja comenzó a embalarse, mientras removían el contenido de su plato con la cuchara.

-Ginny – la interrumpió Harry - ¿De que me estas hablando?

-¿Eh? – la mujer miró detenidamente el rostro de su esposo, como si tratase de encontrar algún indicio de que se estaba burlando de ella, pero solo encontró sinceridad – bueno, mirabas muy seriamente al plato, así que pensé que no te había gustado...

-No, no, solo estaba pensando. Esta muy buena – el moreno se apresuró a coger una cucharada y meterla en la boca – ¿Ves? – pero no tuvo en cuenta que no había tragado y todos los fideos salieron rápidamente de su boca, provocando las risas de sus hijos.

-Que patoso eres papá – el mayor de los tres hermanos comenzó a reír a carcajadas, seguido pronto por sus hermanos.

-¡James, no te rías de tu padre! – le regaño Ginny

-Mamá... –intentó decir de la forma más suave el segundo de los hermanos – mírale, esta demasiado gracioso

-Bueno, es cierto – la pelirroja miró a su esposo, verdaderamente que se veía un poco ridículo

Todos siguieron riendo, aquella noche prometía. Harry sonrió mirando a algún punto del techo con cierta melancolía, al día siguiente tenía que despedir a sus hijos, James iniciaría el séptimo curso, Albus sexto y Lily cuarto. Se hacían mayores muy rápido. De pronto, el color del techo empezó a oscurecerse.

-¿Y a que hora quedaremos mañana con los tíos? – preguntó alegre Lily.

-Un cuarto de hora antes de que salga el expreso – respondió su madre.

Harry miró extrañado a las lámparas, buscando el origen de la falta de luz, pero cada vez veía más borroso.

-Hablando de quedar mañana ¿Ya volvió Scorpius de sus vacaciones, Al?

-Sí, ayer. Me dijo que me trajo un par de recuerdos – respondió este alegre - ¿Podré ir al final a su casa en Navidad?

-De acuerdo – accedió su madre al ver aquella carita de ángel – pero por lo menos pasaros un par de días los dos por aquí.

-¡Genial!

La cabeza cada vez le dolía más, ya ni siquiera tenía fuerzas para agarrar la cuchara...

-Papá, ¿Teddy tiene tiempo libre mañana por la mañana? Así puede venir a... – empezó a decir el primogénito.

...que cayó estrepitosamente en el suelo, seguida por el propio Harry.

-...despedirnos – acabó James la frase, pero solo por inercia. Sus ojos se abrieron como platos y se apresuró a acercarse a su padre - ¡Papá! ¡Papá! ¿Estas bien?

Fin del Flash Back

-… y entonces se desmayó. No hemos conseguido que se despierte, por eso lo trajimos – relataba un poco alterada Ginny al medimago.

-Comprendo – dijo el hombre – pero es bastante extraño – eso no hizo sino alterar más a la pelirroja – No, no me malinterprete. Quiero decir, no es el único al que le ha pasado esto; hemos recibido a varios magos y brujas de su edad con los mismo síntomas.

-¿Qué? Eso es demasiado raro...

-Puede ser una epidemia – razonó el médico – así que por ahora esperen en la sala, por favor.

Los Potter asintieron y se alejaron de allí. La verdad es que lo que les había dicho el hombre explicaba por qué había tanta gente por los pasillos. Aunque era uno de los hospitales más importantes del mundo, no solían estar tan llenos. En esto pensaba Ginny cuando llegaron a la sala de espera donde les esperaba una pequeña sorpresa. La familia Weasly también estaba allí, no menos preocupados que los recién llegados.

-¡Ron! – corrió a saludarlo la pelirroja algo sorprendida por el encuentro.

-¿Ginny?¿Qué haces aquí? – preguntó mientras abrazaba a su hermana. El rostro de Ron se oscureció - ¿Harry se ha desmayado?

La pelirroja miró asombrada a su hermano, que había sido capaz de entender lo que había pasado sin decirle.

-¿Cómo lo supiste? – preguntó mientras miraba hacia los lados en busca de la castaña - ¿Y Hermione...? – de pronto comprendió - ¿¡Hermione también!?

Ron asintió, a continuación le explicó lo que había ocurrido. Al parecer la familia Weasley al completo se había reunido para cenar, cuando Hermione empezó a sentirse mal. Se mareaba, la vista se le nublaba, todo daba vueltas y al final perdió el conocimiento. Como no despertaba decidieron llevarla al hospital.

Los pequeños escuchaban en silencio, comprendiendo la situación. Poco a poco todos se reunieron para charlar, de forma que la sala quedó sumida en un mar de susurros. Los mayores discutían intentando encontrar la razón por la que aquello acababa de pasar. Los pequeños preferían hablar de otra cosa, como Quidditch o el regreso a Hogwarts, lo mínimo que querían en aquel momento era ponerse nerviosos y tampoco sabían que decir que no hubiesen dicho ya sus padres.

-Te digo que ganaría el equipo de Roderick Plumpton¹ – insistía James.

-Estas mal – le recriminó Rose – todos saben lo buena capitana que es Gwenog Jones², su equipo ganaría.

-Lamento decirlo Rose – dijo Albus – pero James tiene razón.

-Pues estáis los dos equivocados – sentenció Fred II, apoyando a su prima – esta claro que Jones es la mejor. Por mucho que me cueste admitirlo, su teoría de que las chicas son mejores es verdad: son más ágiles.

-Por muy ágiles que sean, Plumpton sería demasiado rápido para ellas atrapando la snich – aseguró el mayor de los hijos de los Potter – y nosotros somos más fuertes y tenemos mejor puntería – sonrió como solo sabía su tocayo, Sirius – naturalmente nosotros mejores.

-Que haya conseguido ese estúpido record no significa que siempre vaya a atrapar la snich – Rose frunció el ceño, pero rápidamente sonrió – Y si tan seguros estáis de que los chicos sois mejores jugando al Quidditch, decídselo a la tía.

Tras este comentario, Albus y James se pusieron pálidos de solo imaginar enfrentarse a su madre y la miraron disimuladamente. Mientras todos los pelirrojos intentaban disimular su risa.

-T-tú estas loca – le susurró Albus – mamá ha heredado el carácter de la abuela, es de idiotas enfrentarse a ella.

-¡Albus! – gritó alguien a sus espaldas, lo que provocó un estremecimiento en el aludido.

-¡No lo decía en serio, lo juro!

Se dio la vuelta para enfrentar cara a cara a quien lo había llamado, pero se encontró con un rostro a la misma altura que el suyo, perteneciente a un extrañado rubio de ojos grises que fruncía el ceño y levantaba una ceja en señal de confusión.

-¿De que me hablas, Al? – cada día entendía menos a su amigo.

-¡Scorpius! Me asustaste

-Ah... ¿Y por qué? – el rubio lo miró mejor – Oye, estás muy pálido ¿Has venido a una revisión?

Este comentario provocó que los familiares del moreno no aguantasen más la risa, incluso James recuperó el color y empezó a doblarse por la risa. Scorpius a cada segundo estaba más confuso y Albus más rojo de la vergüenza. Con esta escena, los mayores dejaron de hablar y se dieron cuenta de la llegada del rubio.

-Ya te lo explicaré luego – susurró, dando por acabada la conversación.

-Pero Scorpius, cielo – dijo acercándose Ginny - ¿Qué haces tú aquí?

-Estábamos en una reunión familiar y una... prima segunda creo que era... se mareo y se cayó al suelo – dijo, mirando hacia el techo, recordando – al principio fue muy divertido, pero papá no era capaz de despertarla, así que decidimos traerla aquí.

-¿Pero que le pasa a todo el mundo hoy? – se exasperó Rose, mientras los mayores se habían dado la vuelta para recibir a los Malfoy.

Pasaron un par de horas, y la situación en vez de mejorar, empeoró. Las salas y los pasillos se empezaron a llenar cada vez más. Los comentarios cada vez eran más pesimistas, ya que las teorías optimistas desaparecían en proporción al tiempo que pasaba y la cantidad de gente que parecía afectada.

James habría optado por hacer salir a toda su familia a jugar un rato al Quidditch, ya que el hospital contaba con un pequeño descampado en uno de sus laterales que nadie nunca utilizaba. Pero la sola mención a los mayores le habría asegurado una buena bronca al no ser más delicado; además de que ya era noche cerrada.

Aburrido decidió ir a buscar alguna bebida caliente a la cafetería del hospital, y así de paso dar un paseo, se sentía intranquilo sin poder hacer nada (su madre siempre decía que había heredado la hiperactividad de los Potter).

-¿Me traes algo a mi también? – preguntó Albus, deteniendo por un momento su charla con Scorpius.

-¿Por qué no vas tú? – murmuró su hermano fastidiado.

-Porque Lily se ha dormido – contestó señalando a su hermana, apoyada en el hombro del mediano.

James suspiró resignado y salió de la sala de espera; tuvo que pasar por delante de muchas de ellas antes de llegar hasta las escaleras. Por él se hubiese desvanecido y habría llegado antes, pero a pesar de que era mayor de edad y de haber aprobado el examen a su madre no le hacía mucha gracia que lo hiciese. Siempre alegaba que con lo impulsivo que era James, no se concentraría a tiempo y aparecería con un brazo de menos,... o de más, con aquel chico todo era posible.

-Pero si no practico, a saber como lo haré el día que lo necesite – masculló el chico, mientras saltaba los tres últimos escalones.

Tenía que bajar varios pisos para llegar hasta la cafetería, pero eso tenía un lado negativo: luego tendría que subirlos. Después de aquello ya no tendría que volver a estirar las piernas en varias horas, pensaba el chico mientras intentaba calcular cuantos cientos de escalones había bajado.

Diez minutos después James volvía a estar delante de las salas de espera, la cantidad de gente que se iba empezando a marchar subía, aunque siempre quedaba el familiar más cercano que prefería permanecer junto al enfermo para ser el primero en verlo despertar. Cuando el mayor de los Potter entró en la suya los adultos ya se había resignado a sentarse, pero no por eso estaban menos preocupados. En cuanto miró a su izquierda, donde estaba toda la nueva generación se dio cuenta de que el único que no dormía era Scorpius.

-Oh, vamos ¿Para esto le traigo yo el chocolate? – preguntó al aire mientras miraba uno de los dos vasos que llevaba en las manos y a Albus sucesivamente.

Antes de que el rubio pudiese decirle nada, el mayor apoyó el recipiente contra la mejilla de su hermano, haciendo que se despertase súbitamente, soltando un grito. Iba a reprocharle varias cosas, mientras su hermano reía a carcajadas, cuando un sanador llegó corriendo.

-¿La familia del Sr. Potter y de la Sra. Weasley? – todos asintieron, así que el hombre, algo pálido y nervioso les dijo – síganme por favor... esperen ¿Son los Malfoy? – dijo señalando a la familia de Draco, que asintieron extrañados – a ustedes también los citaron.

-Esperen ¿A todos nosotros? – pregunto algo incrédulo Ron, viendo que ya solo ellos ocupaban casi toda la sala.

-Si, no se preocupen.

Las familias se apuraron a seguir al sanador, que andaba a pasos rápidos, fruto de su nerviosismo; el cual por cierto nadie entendía. Deseaban que los llamasen para darles buenas noticias, pero una corazonada les decía que no iba a ser precisamente eso.

Al final, no entraron siquiera en una de las habitaciones de los enfermos, sino que los llevaron directamente a una sala de juntas bastante espaciosa.

Se trataba de un lugar iluminado y de paredes blancas; en medio, como cualquier sala de juntas, había una gran mesa de madera oscura, con varias sillas arrimadas a ella. En el resto de la sala tenían colocados cuadros, fotos y plantas; pero lo que más atención llamaba a todos era un extraño objeto situado en uno de los extremos de la mesa. Se trataba de tres aros concéntricos de metal con una pequeña tuerca y situados sobre un soporte del mismo material. Podía ser perfectamente un elemento decorativo más, o podía no serlo.

-¿Y por qué nos habrán llamado? – cuestionó Ginny en alto.

-A lo mejor ya tienen noticias sobre lo que ocurrió – se esperanzó Ron.

-Pero entonces habrían estado llamando también a las otras familias – objetó George, mirando curioso el objeto.

-¡George! No toques eso – le riñó la señora Weasley – además, no tienes porqué ser tan negativo.

Mientras la riña entre madre e hijo empezaba, el sanador hablaba con otra persona. No se podía ver quién era porque el propio sanador tenía medio cuerpo fuera de la sala y mantenía la puerta muy cerca suyo. En unos segundos pareció acabar y se dio la vuelta.

-Disculpen – interrumpió con el ceño fruncido, pues no se había dado cuenta de que habían empezado a discutir – la persona que los llamó ya está aquí.

-¿Eh, quién? – preguntó Ron dudoso - ¿Acaso el mismo médico atendió a nuestros familiares?

-Mucha casualidad... – le apoyó Ginny.

-No, no es un médico – contestó el sanador, acostumbrado a que mezclasen términos muggles con mágicos – ni siquiera es exactamente una persona, más bien un fantasma.

-¿Desde cuando hay fantasmas en San Mungo? – cuestionó Draco dudoso.

-Desde nunca – pronunció una voz tras la puerta, justo antes de atravesarla.

El sanador aprovechó ese momento para marcharse, sin lugar a duda querrían tener una conversación privada. Todos miraban al fantasma boquiabiertos y callados por un rato, sin saber que decir exactamente. Ante ellos estaba de nuevo aquel hombre. El director que algunos de ellos habían visto por última vez en una tumba, o como mucho, en el cuadro que tenían de él en la sala del director, en Hogwarts. Y sin embargo, después de tantos años parecía seguir igual: la barba larga, enganchada en el cinturón; unos ojos azules destellantes (a pesar de que se camuflaban un poco por el tono azulado que adquirían todos los espectros) y un brazo totalmente negro y quemado hasta el codo. Parecía que se hubiese muerto el día anterior.

El corazón se les había parado durante unos segundos a los más mayores y su piel hasta se había teñido un poco de un tono pálido. La repentina aparición les había tomado por sorpresa y no sabían que decir. Bueno, más bien, las preguntas no se decidían a salir de su garganta.

-¿Pro-profesor?¿Cómo es que esta aquí? – se decidió finalmente Ginny, acostumbrada a verlo como mucho en el cuadro de la sala del director.

-Por la misma razón que toda esta gente esta en el hospital hoy – respondió el anciano con su típica voz serena.

Todos adquirieron una mueca de sorpresa, si él decía aquello significaba que sabía que era lo que estaba pasando. Aquello por lo que llevaban esperando toda la noche. Sin embargo, llegaba a ser hasta perturbador, si Albus Dumbledore estaba mezclado en aquel asunto, cualquier cosa podía pasar. No tardaron en preguntarle, ansiosos de saber que eran lo que tenían los demás y si despertarían pronto. Dumbledore se quedó un rato en silencio, buscando la mejor forma de explicarlo todo; finalmente levantó la vista y preguntó:

-¿Saben por qué un giratiempo tiene un alcance tan limitado?

Era una respuesta extraña. Más buen una pregunta desconcertante de un hombre desconcertante. Sin embargo, aquello les provocó un estremecimiento, en otra ocasión Hermione habría saltado enseguida, recitando como solo ella sabía la causa, como si estuviese leyendo el libro en aquel mismo instante. Además era la que mejor dominaba aquello, puesto que durante un año entero había tenido uno de esos instrumentos bajo su poder. Pero ella no estaba, y no podría responder. Mientras, Dumbledore seguía esperando.

-Un giratiempo solo puede retroceder como mucho un día o dos porque esto implica que el cambio que se realice será menor, o por lo menos no provoque un "Efecto Mariposa" – una voz femenina empezó a explicar – Además, para que un cambio se mantenga, la persona que viaja debe volver hasta el momento en el que viajó, retroceder demasiado podría implicar que esta condición no se cumpla – definitivamente, Rose Weasley cada día se parecía más a su madre.

-Excelente explicación Srta. Weasley – la felicitó Dumbledore, mientras Rose sonreía orgullosa.

-Perdone que interrumpa – dijo Draco – pero no veo la conexión entre usted, los enfermos y unos instrumentos que fueron destruidos hace años.

-Ahí es a donde quiero llegar, Señor Malfoy – el anciano lo miró por encima de las gafas - ¿Por qué cree usted que se destruyeron los giratiempos?

-Pues... – dudó el rubio – o porque fue un accidente o porque la existencia de algo como eso podría provocar que mortífagos cambiasen ciertos sucesos a su favor.

-Exacto.

Durante unos segundos todos pensaron en ello, una suposición se abría paso en su mente, pero no estaban convencidos de que fuese eso lo que su ex-director quisiese decirles.

-¿Qué es exactamente lo que trata de decirnos? – Ginny no se hizo esperar, y atajó por el camino más directo.

-Trato de decirles, Sra. Potter, que existe algo más poderoso todavía que un giratiempo y que no fue destruido porque pocos sabían de su existencia.

-¿No estará tratando de decir alguien a viajado varios años en el tiempo, verdad? – preguntó Bill.

-Exactamente eso estoy tratando de decir.

-¿Y esa persona no será un...?

-Un mortífago, mucho me temo – el anciano parecía muy calmado, teniendo en cuenta la gravedad del asunto.

-Pero ¿Cómo sabe usted todo esto? – preguntó Ginny - ¿Viene del momento en el que el mortífago llegó?

Dumbledore suspiró, lo peor estaba a punto de comenzar.

-No, yo pertenezco a este tiempo al igual que ustedes. Desafortunadamente, para los fantasmas no es tan fácil viajar en el tiempo – y antes de que nadie pudiese decir nada, se adelanto a aclarar – una de las razones por las que sé esto es precisamente la enfermedad que están sufriendo tantos magos hoy,... y también que yo esté aquí.

-¿Sabe usted que tienen? – preguntó Ron con un hilo de voz – Los sanadores no supieron...

-Están desapareciendo.

La respuesta fue concisa, clara y rápida. El anciano no se había tomado la molestia de dar demasiados rodeos, sin embrago, ninguno podía contradecir el hecho de que seguramente eso fuese lo mejor; cuanto antes tuviesen a respuesta, mejor. Además, si el mayor hubiese estado mareando la perdiz durante demasiado tiempo, podrían jurar que sus nervios se hubiesen crispado llegado cierto momento. A pesar de eso, todos se quedaron sin palabras; un nudo se estableció en su garganta y les impidió pedir más explicaciones. Podrían haber esperado algo como que jamás despertarían, que un mortífago los había hechizado para que no lo siguiesen al pasado o que hubiese una nueva epidemia de viruela de dragón; pero ¿desapareciendo? De nuevo, las posibilidades que el mundo mágico parecía tener les sorprendían.

-¿Y por qué desaparecen? – preguntó James, mientras los adultos salían del trance.

-Por las acciones que esta realizando ese mortífago en el pasado – explicó el antiguo director – un mortífago que seguía a Voldemort no puede estar de acuerdo con el rumbo que tomó la historia, es muy probable que haya vuelto a algún momento que le permita cambiarlo todo. La mayoría de la gente que está hoy aquí son hijos de muggles y algunos mestizos, además de Harry, que seguramente haya sido uno de los objetivos principales en el ataque – Dumbledore paró un momento y sentenció con voz serena – Es más, lo más seguro es que ya haya matado a aquellos que quería matar.

-¡¿Qué?! – saltó Ginny histérica - ¿Y que haremos entonces?

-Muy sencillo Sra. Potter – respondió – mandar a alguien a un momento más pasado todavía para que detenga a ese mortífago.

:.:.:.:.:

Y hasta aquí el capítulo, tenía pensado poner más, pero entonces no sabía si el segundo me quedaría demasiado corto.

Es extraño, empecé este capítulo hace mucho tiempo, no sé como no lo di terminado. Bueno, a lo que vamos, espero que les haya gustado. Todavía no he perfeccionado mi forma de escribir, así que espero que esto me ayude.

En realidad no debería haber subido esto, porque me hice la promesa de que no subiría historias sin terminar; pero estoy muy emocionada con ella y creo que si alguien en alguna parte del mundo esta dispuesto a seguir leyendo, me servirá para seguir adelante (Eso sonó muy Dumbledore...).

Lo prometido es deuda, aquí un poco de información de conocimiento general del mundo de Harry Potter (recogida directamente de wikipedia xD) :

1.- Roderick Plumpton: Conserva el record británico de la captura más rápida de una snitch (3´5 segundos) en un partido de 1921 contra los Caerphilly Catapults. Plumpton se consagró con esa jugada, que llamada desde entonces "Pase de Plumpton" en su honor. También fue Capitán y Buscador del equipo de Quiddictch Tutshill Tornados. Suya es la carta nº 83 en la colección que viene en las ranas de chocolate.

2.- Gwenog Jones: Fue alumna de Hogwarts, precisamente es la alumna que le pasa entradas para los partidos a Horace Slughorn, puesto que perteneció al club de las Eminencias. Capitana del equipo favorito de Ginny, al que pertenece al acabar Hogwarts: Las Arpías de Holyhead. Como se cita en la historia, muchas veces afirmó que las brujas son mejores en este deporte que los magos. Suya es la carta nº 39 en la colección que viene en las ranas de chocolate.