"Este fic participa en el reto anual "Long Story 2.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black"

Soy un gato que escribe fanfiction, no una mujer rubia que vive en U.K. Y tampoco obtengo dinero por esto, sería absurdo. Imaginen la escena: Un gato recibiendo dinero y planteándose en qué gastarlo... ¿lo ven?

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Los estados de la materia son cuatro:
líquido, sólido, gaseoso y gato.
El gato es un estado especial de la materia,
si bien caben las dudas:
¿es materia esta voluptuosa contorsión?
¿no viene del cielo esta manera de dormir?
Y este silencio, ¿acaso no procede de un lugar sin tiempo?
Cuando el espíritu juega a ser materia
entonces se convierte en gato.

Darío Jaramillo


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Soy Crookshanks y me alegro de ser tu nuevo compañero.

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Por favor, sé reflexivo y abre tu mente a las posibilidades. Hay formas de magia que no se han explorado por la sencilla razón que para llegar allí se deben atravesar fronteras que nadie jamás se ha atrevido a cruzar, cuyos muros enormes e intimidantes se pierden en las brumas del miedo a lo desconocido.

Pero en ocasiones alguien sí que se atreve; o sencillamente carece de sentido común suficiente y decide cruzar esos muros; o simple y llanamente no repara en las consecuencias de sus actos y cuando quiere echar un vistazo se da cuenta de que se encuentra del otro lado del muro.

Del lado incorrecto.

Lord Voldemort y Harry Potter nos son los únicos en la historia de la magia cuyo destino se ha visto tan irremediablemente unido. Por eso les digo que no es la única unión que surge de accidentes fatales, sacrificios, magia antigua y como es nuestro caso, uso indebido de las pociones.

No.

También tenemos vínculos mágicos que nadie ha mencionado, pero ahí están, gritando a oídos sordos su existencia. Son ignorados hasta que finalmente hay quienes los escuchan y al hacerlo juran haber perdido el uso de la razón; sin embargo eso no es, ni mucho menos lo peor que puede suceder.

Después de todo ¿Quién no querría poder hablar con su mascota? Aunque a veces provoque dolores de cabeza. Lo admito, puedo ser una molestia cuando me lo propongo.

Esta es, señores, esa historia.

Porque antes de que le abrieran los ojos a un mundo nuevo y completamente desconocido, Hermione Granger era una niña normal, con una vida normal. Solo salpicada por eventos extraños de poca trascendencia que quedaron como anécdotas familiares y secretitos anotados en un diario que nunca vio la luz del día fuera de su habitación.

¿Qué cómo me enteré de todo esto? Simple. Soy el otro implicado en esta historia y aunque ustedes sientan por mí una especie de amor reverencial, estoy seguro de que han olvidado cómo se escribe mi nombre. En realidad yo no sé escribir, así que no tengo idea de cómo es que se escribe mi nombre.

De todos modos es irrelevante. Pueden llamarme "Ese gato de cara plana que casi se come a Pettigrew" o "El primer amigo que hizo Black fuera de la cárcel" o mejor aún el apodo por el que quizás, más me adoran –y si no lo hacen, nunca es tarde para empezar-: "el que unió a Hermione Granger con Ronald Weasley".

Sí, eso hice. Ámenme.

Pero volvamos a lo que nos atañe: La niña normalonga de dientes largos y pelo alborotado.

En realidad solo sé que nos conocimos poco antes de "conocernos oficialmente" y ni siquiera ella lo recuerda. Lamentable, y eso que me salvó la vida. Me alimentó y cuidó de mi hasta que estuve en condiciones de seguir haciendo, lo que los gatos hacemos.

Comernos al mundo que se halla bajo nuestras suaves patas.

Pero me salvo la vida, y todo el mundo sabe que eso crea lazos irrompibles. Sinceramente en ese entonces yo no lo sabía, ella tampoco, y las cosas quedaron en un: "Gracias, niña. Que te vaya bonito".

Nunca la volví a ver, hasta ese día. El día del reencuentro como lo llamo yo.

—Hola, guapa —ronroneo con una voz seductora. Hermione se gira bruscamente en busca del origen de aquel sonido que, por alguna extraña razón, le resulta muy familiar.

Obviamente porque no es la primera vez que escucha gatos hablar. ¿Qué cómo lo hace? Si se preguntan eso es que no tienen memoria. Bien, ¿Recuerdan un accidente que involucraba una tal Poción Multijugos y pelos de gato? Sí, ese accidente dejó secuelas de esas que no se ven y no se pueden señalar con el dedo para reírse; pero el hecho de que nadie lo haya notado no quiere decir que no estuviera, solo que la chica es más lista que ustedes y supo disimular.

Volvamos a Hermione que pasa sus ojos por todo el local en busca del origen de la voz. Soy yo pero shh. No se lo digan.

Por supuesto no ve a nadie, solo lechuzas de diferentes tamaños y colores en el interior de sus jaulas; sapos, otros gatos, serpientes, frascos conteniendo cosas extrañas que en mi opinión lucen –y huelen- como excremento, allí también hay cajas de madera apiladas sin un orden aparente, suciedad por doquier –en serio, al menos los muggles saben de higiene y esas cosas-, con el aroma de heces de diferentes especies de animales.

En resumen el infierno de la mierda animal. O paraíso según se mire.

Pero no había habido ningún mago que me sacara de ahí y los humanos que se turnaban en atender me daban comida. Razón suficiente para haberme quedado por un largo tiempo pese a todo.

—Mhhh —ronroneo— ¿Acaso me has olvidado? —Esta vez Hermione gira sobre sí para encontrarse con un gato de nariz aplastada.

Yo.

Ella mira a todos lados, como esperando a que alguien salga de algún lugar y aclare el malentendido, o que quizá Ron y Harry –supongo saben de quienes hablo- salgan de su escondite y le digan que ha sido una broma. La pobre tiene esperanzas de que suceda algo, cualquier cosa para que deje de pensar que ha perdido el uso de la razón. Porque eso de escuchar voces que vienen de ninguna parte –según ella- es algo que solo le sucede a Harry, por lo general.

Siente el peso de mi cuerpo en sus piernas y da un respingo, se muerde la lengua para no chillar y llamar la atención de alguien. Creo que la asusté, no era mi intención pero ¿Qué esperaba en una tienda de animales? Además solo estoy ahí ronroneándole mientras me restriego contra ella.

No de esa forma, malpensados.

No grita porque sencillamente como me explicó en una ocasión con ese tono cargante que maneja tan bien: "Ya es lo suficientemente malo sentirme una loca como para que alguien más me lo confirme".

Ella se agacha para pasar su mano sobre el tupido pelaje de mi lomo, pero antes de alcanzarlo decido saltar fuera de su alcance con movimientos gráciles. Aclaremos algo: No soy un gato fácil.

Me subo a la primera superficie que encuentro capaz de ponerme a su altura y la miro con mis profundos ojos amarillos.

—En verdad no me recuerdas —vuelvo a hablar, con un matiz de decepción. La verdad yo la reconocí a la primera, y eso que mi olfato deja mucho que desear.

Casi puedo escuchar a su conciencia gritar "¡Eso es imposible! Ni siquiera en el mundo mágico los gatos hablan".

Mal. Que ustedes no sepan escuchar es muy distinto.

—Eras mucho más pequeña en ese entonces. Lo recuerdo —continuo con la voz pausada y profunda. Porque soy así. Muy profundo—, eras tú. Nunca olvido un aroma—. Dicho esto acerco mi nariz a ella y la olfateo un poco.

Su reacción es la de alejarse de mí.

—¿Por qué estás asustada? No planeo arañarte.

—¿Eres… tú quien me habla? —Pregunta dubitativa y tan bajo como puede, con la esperanza de que no haya alguien cerca y pueda malinterpretar la situación. Siento el impulso de empujar uno de los frascos solo para hacer ruido y que venga la bruja de la tienda.

Sin embargo contengo mis impulsos de joder. Solo de momento.

Me siento en mis cuartos traseros y decido lamerme una pata, lamo entre los dedos concienzudamente para quitarme la suciedad de ese sitio. Lo hago con tanta parsimonia que Hermione seguramente pensaría que lo hago deliberadamente para molestarla. Y no se equivocaría.

—Genial, le estoy hablando a un gato —murmura tras unos segundos de silencio.

—Lo dices como si fuera algo malo —canturreo y Hermione vuelve a posar su mirada en la mía. Puedo ver en sus pupilas el reflejo de las mías que están bastante dilatadas, y la observo como si fuera a saltarle encima.

—¿Cómo es eso posible? —Susurra visiblemente asustada.

—Es lo mismo que yo me pregunto —digo con fingido dramatismo. En realidad el "Cómo" me importa una mierda.

Después ella se volcará en averiguar cómo le hace para escucharme y me lo explicara, pero eso es muy aburrido, tan aburrido que no les contaré como sucede. Confórmense con que lo averigua y punto. Es Hermione Granger después de todo.

—Señorita. ¿Necesita algo más? –Irrumpe la voz de la bruja encargada.

—¿Cuánto cuesta este gato?

—¿Vas a comprarme? Me alagas, niña —Hermione se tensa esperando que la tendera reaccione, pero la mujer sigue como si no hubiera escuchado lo mismo que ella escuchó: Mi sexy voz.

—5 galeones.

—Me lo llevo.

—¿Y ya? ¿Ni siquiera me consultarás si quiero ir contigo?

—También me llevo algo de esas galletas de pescado.

— Soy Crookshanks y me alegro de ser tu nuevo compañero.

Deja las monedas sobre el mostrador, me sostiene con más cuidado del que esperaba dado que parece al borde de un ataque, y agarra una bolsita que le tiende la humana antes de salir de ahí.

Y así es como nuestras aventuras comienzan.

...


APARTADO DE LOS DESCUIDOS: asjdjkdngjkfnb ¡Quiero un Crookshanks! *babea*

1. Este fic no tiene sentido (por si no lo dedujeron con semejante título XD), pero me da igual, lo tenía escrito para otro reto pero no lo presente porque decidí publicarlo en forma de long-fic, lo del reto es una excusa para obligarme a terminarlo en un plazo decente (solo produzco con látigo de por medio).

2. Soy una freak de los gatos y este Crookshanks es como mi amor platónico o algo así XD