"Mentiras"
A base de la actividad del grupo de whatsapp: FF BL!
Disclaimer: Los personajes de Haikyuu! no me pertenecen, sólo los utilizo para plasmar las ideas homosexuales que habitan en mi mente.
Pareja: OiSuga – Oikawa x Suga
Mención al IwaOi – Iwaizumi x Oikawa
Mentiras.
Claro que las digo. Todos las hemos utilizado al menos una vez en la vida y estoy seguro que las mías son más inofensivas que las del resto de la población de Japón.
Son inocentes, piadosas, incluso les he salvado el pellejo a varios amigos. Como la vez que dije que Mattsun pasó la noche en mi apartamento, cuando en realidad, asistió a una fiesta organizada por sus compañeros de universidad. Ni siquiera recibí un gracias. Cruel. Hanamaki hubiese dado por finalizada la relación si conocía la verdad. Si llegan a casarse espero me arrojen el ramo directo a la mano, aunque viniendo de ellos, estaré conforme si adoptan un gato y lo llaman Alf.
O cuando Iwa-chan terminó con su prometida, esa fue la oportunidad de sacar a flote mis dotes actorales y colocar la mejor expresión de compasión que tenía. Por dentro saltaba de alegría y lanzaba confeti al aire, pero, mi felicidad no duró mucho, ellos regresaron a dos semanas.
Sigo manteniéndolo, Iwa-chan es demasiado hombre para ella. No conoce su historia; tampoco sus gustos, no sabe leer entre líneas esas pequeñas expresiones que delatan las cosas que le desagradan.
Es injusto vivir fingiendo que solo hay una amistad cuando el "te amo" se te quiere escapar en todo momento. Sólo queda resignarme, callar y soportar ver a la persona que siempre quise con alguien más.
Cumplir con el deber de amigo, así lo llamo.
Esa es mi mentira más grande, ocultar que estoy enamorado de Iwa-chan, pero debo ser fuere para acompañarlo en un día tan especial, el día de su boda.
*...*
Un nudo se había formado en mi garganta, no podía pronunciar palabra y, aunque para el resto de los invitados reflejaba emoción, sólo Hanamaki y Matsukawa comprendían la amargura que sentía en esos momentos.
―Realmente lo amas muchísimo.
―¿Se nota? ―respondí con resignación―. Por lo visto él jamás lo notó.
Ambos me dieron una palmada en cada hombro, luego llevaron la vista al frente. Yo no quería hacerlo, no quería observar aquella imagen, pero era inevitable. Hay situaciones que logran superarte, que te llevan al límite de lo que puedes resistir. Creo que llegué a ese punto y, aunque en cierto modo soy el perdedor, en otro aspecto de la vida me considero un vencedor.
¿Quién sería capaz de asistir a la boda del amor de su vida y no gritar " me opongo"?
Una persona madura, o quizás, un idiota. Al final de cuentas me da congoja pensar en las distintas variables, las miles de posibilidades que tuve a lo largo de tantos años pero no supe aprovechar.
Hace poco, Hanamaki compartió conmigo un video donde un joven irrumpe en un casamiento. Todos y cada uno imaginaban que aquella persona iba en busca de la novia, pero culmina cuando llega al altar, besa al hermoso hombre de traje perfecto y deja al público impactado.
"Deberías de hacerlo tú también"
Escribió Makki minutos después, no lo niego, lo pensé, pero simplemente no hubiese sido recíproco. Lo único reciproco hubiese sido el puño de Iwa-chan contra mi nariz.
Oír su voz me trae nuevamente a la realidad, allí está, la pregunta crucial, la respuesta prevista.
"Si, acepto".
Dos palabras, su sonrisa, el sonido de mi corazón haciéndose añicos opacado por los aplausos. Inconsciente, mis manos también se sumaron a aquel acto y acabo agachando la cabeza cuando los labios de los recién casados se unen con pasión. La envidia se caló profundo por mis huesos, desee ser ella, desee su lugar en el mundo sólo por haberse llevado lo que consideraba el premio mayor.
*...*
Cuando la ceremonia acabó fui directamente a la mesa y desquité la totalidad de los sentimientos acumulados con comida. Los espacios vacíos debían ser llenados, el dolor de estómago al día siguiente me haría pensar en temas más productivos como, si ir a la farmacia o preparar el remedio casero de algún tutorial en internet. Seguro acabaré optando por la segunda.
Huí tan rápido como pude en el momento que escuché el sonido del cristal siendo golpeado para llamar la atención de los invitados. El amigo de la infancia es el que siempre da los discursos, menciona una anécdota graciosa, recuerda sus virtudes e incluso le hace quedar en ridículo de forma graciosa. No estaba en condiciones. Yo hubiese sido el ridículo intentado hablar, además, los recuerdos que atesoro con él son sólo nuestros, creados con el paso del tiempo, con cariño. Preferí recluirme en el baño y soportar que Mattsun le comentara a la madre de Iwa-chan, que tuve diarrea a causa de los nervios. Honestamente no sé si odiarlo o agradecerle.
Regresé una vez que la música estaba al volumen máximo. Los invitados bailaban, caminé directo a la mesa, allí tomé asiento mientras las luces de colores mutaban de un rojo a amarillo, de amarillo a azul. Serví un poco de alcohol en mi copa. Recordaba de manera diferente aquel sabor, el líquido que me recorrió la garganta provocó que frunciera el ceño. Tal vez fue la situación y el contexto, el entorno con foquillos titilante no pertenecían a una fiesta en la que me estuviese divirtiendo. Cuatro botellas se vaciaron rápidamente.
―¿Ahogando penas?
―No se ahogan, flotan. Todas flotan…―mencioné con una expresión bastante peculiar.
No sé porque, el anterior setter de Karasuno, fue invitado. Puede que Iwa-chan y él mantuviesen contacto, pero, honestamente nunca me enteré de nada, jamás lo nombró en alguna de nuestras conversaciones.
―Puedo verlo en tu mirada, estamos en la misma situación.
En ese instante recordé que hace un año atrás, Daichi Sawamura se había comprometido con una ex compañera del colegio. La fecha de matrimonio de ellos también estaba cerca, no fui invitado, mas en las redes sociales de Tobio circulaba la fotografía de la tarjeta con día y horario. Sugawara tomó asiento y sin pedir permiso sirvió licor en una de las copas vacías.
―A veces siento envidia ―admití―. Míralos, allí, bailando cómo si estuvieran unicamente ellos en la pista.
―Son los protagonistas de la noche, deben hacerlo.
―¡No te hablo de los novios! ―solté mientras le daba un pequeño golpe en el antebrazo―, justo en el medio, Mattsun y Makki. Ellos son todo lo que quisiera ser ―mascullé―. No les importa la mirada ajena realmente, es admirable.
Él sonrió, sus ojos denotaban tristeza, podía reflejarme en ellos y no solo por las emociones que transmitía, también por el brillo de las lágrimas que estaban a punto de caer. Quería ofrecerle palabras de aliento, pero jamás fui bueno haciéndolo. Puedo exteriorizar los sentimientos en acciones con más facilidad que en frases motivacionales, únicamente cerré los ojos e inhalé suficiente aire como para expulsar un enorme suspiro.
―Toda mi galaxia se está desmoronando ―dije―. No hay nada que hacer, hay personas que son unas para otras…
―No somos los afortunados.
―No es necesario que lo menciones Mr. Refreshing.
―Ya encontrarás a alguien que quiera contar cada estrella de tu galaxia ―me dijo ―, por ahora, ¿puedes alcanzarme a mi apartamento?
Creí que era broma, después de todo, ambos estábamos bajo los leves efectos del alcohol, conducir sería imprudente. No es como si me beneficiara provocar un accidente y que las personas que sabían de mis sentimientos creyesen que fue en parte un melodrama, un intento de suicidio porque las cosas no salieron tal cual anhelaba. Nunca me suicidaría. Eso lo tengo claro. Valgo demasiado como para que este mundo se pierda de mi potencial, aún tengo mucho que dar, debo ganar la titularidad en la Selección Nacional de Volley antes que Ushiwaka. Existen metas y "metas" en la vida.
Nos fuimos en taxi. Los dos. Solos. Estoy seguro que nadie se percató de nuestra ausencia.
Iba a pedirle al chofer que me llevara luego de dejar a Sugawara, pero los planes siempre cambian. Una cosa derivó en otra; acabé sentado en el sillón de su living, con un pote de helado entre manos, el chocolate estaba tan congelado que eché a perder dos cucharitas de metal.
―Prometo que te compraré otras ―mi pulgar se deslizó por la parte cóncava del utensilio―, pero de marca buena.
No tuve respuesta. Creí que estaría enojado y por eso se limitaba al silencio, cuando al levanté la vista me percaté de que estaba plácidamente dormido entre los almohadones de cuero negro. Su piel era blanca; demasiado de todo, demasiado pulcra, demasiado suave, aunque aquello sólo supe de ello cuando me digné a acariciarle la mejilla. Lo cargué en brazos hasta la habitación, lo arropé, no le quité ninguna prenda.
Una hora más tarde, la calidez del tacto ajeno me hizo abrir los ojos. Los labios de Sugawara se encontraron bruscamente con los míos, su aliento emanaba alcohol, sabía extraño, amargo. Tanto así que me obligué a continuar la acción, intentando hallar la dulzura que me trasmitió cuando lo conocí en preparatoria.
Nos despojamos de todo.
Cada prenda que caía al suelo parecía ser un peso menos sobre nuestra alma. Ambos queríamos olvidar por un momento, aunque fuese breve, la necesidad de esconder la tristeza nos llevó a lo que no debimos. "Un clavo quita otro clavo."
Colmé de besos cada centímetro de él, agradeció pronunciando mi nombre entre gemidos, cuando fuimos consientes de lo ocurrido, no hubo lugar a la culpa. Estábamos envueltos entre sábanas, agotados, cubiertos por una fina capa de sudor que nos perlaba el rostro. Quise romper el silencio que invadió la habitación, le pregunté algo que me consumía de intriga.
―¿Qué te impidió confesarte?
―Su felicidad ―respondió lleno de seguridad, pero con la mirada apagada―. Preferí continuar siendo su amigo, fue lo mejor.
Comprendí mucho, me sentí identificado. Descubrí que además de compartir angustia, compartíamos un título, el de mentirosos, ambos mentimos a las personas que decíamos amar. Porque querer a veces simplemente es dejar en libertad, observar la sonrisa en el rostro ajeno, aunque, tú no seas el motivo de ello.
*...*
Nota de la autora
Siento que le fallé a mi OTP, pero no importa, dentro de lo raro que fue escribir esto me gustó el resultado.
