Finalmente, después de mucho tiempo, he aquí el inicio de esta historia que pretende ser una comedia romántica, la cual estuve anunciando años atrás. No me gusta mucho escribir romance, pero deseo variar un poco, a ver qué tal. #YOLO.
Supuestamente está ambientada por ahí de MK1, aunque he transformado mucho la historia original, así que no hay que fiarse mucho.
Pongo aquí la descripción completa de la historia, ya que por límite de caracteres no pude continuar:
La fortaleza de Shao Kahn ha sido blanco de atentados por parte de los ciudadanos inconformes por su tiranía. Él y Shang Tsung temen por la seguridad de la obstinada Kitana, por lo que deciden buscar un guardaespaldas que la proteja. Eventualmente, el hechicero encuentra a tres hábiles monjes Shaolin, Liu kang, Kung Lao y Kai, quienes tienen las aptitudes necesarias para proteger a la princesa. Aunque ella odia profundamente a sus centinelas, comenzará a sentirse inevitablemente atraída por uno de ellos.
Espero que los seguidores de Kitana y Liu Kang disfruten ver los enredos protagonizados por ellos, ft. Kung Lao y Kai.
Esta es la historia de una princesa; pero no de una princesa como las de los cuentos de hadas, con manzanas envenenadas o que esperan ser despertadas de un largo sueño con el beso de su príncipe azul.
Ella era princesa del Outworld, con un pasado falso, cuya realidad sería descubierta a la posteridad. Se le enseño que el fin de su vida era luchar, defenderse y obedecer sin vacilaciones a su padre Shao Kahn, emperador del Outworld, temido por su crueldad y sangre fría.
Ella era leal a su padre; aunque no estaba de acuerdo con la crueldad con la que los ciudadanos eran castigados, torturados o asesinados por sus crímenes o de forma injusta. Sin embargo, debía callar y guardar su compasión dentro de sí y aparentar su aprobación, para no despertar la ira de su padre.
Su nombre era Kitana, una mujer de apariencia joven y bella, a pesar de tener 10, 000 años. Su carácter era diferente al de su padre. Ella era gentil, pero de carácter fuerte cuando la provocaban. Tendía ser sarcástica de vez en cuando y eso irritaba bastante al emperador y a su fiel súbdito, el brujo Shang Tsung, quien a menudo era víctima de las "travesuras" de Kitana, la cual disfrutaba sacarlo de quicio.
Aunque amaba luchar y servir al imperio de su padre, a veces emergían instintos indescifrables, que la hacían desear más que galardones por su labor. Era como si deseara que, en vez de sus letales abanicos, sus manos sostuvieran las de un galante caballero que la hiciera sentir querida.
A pesar de ser soñadora, odiaba las cursilerías y prefería enfocarse en su sangriento deber.
Aunque, sin imaginarlo, su vida daría un giro inesperado...
El imperio de Shao Kahn estaba pasando un tiempos de tensión. La fortaleza del tirano era blanco de atentados por parte de rebeldes que deseaban cesar con su crueldad de una vez por todas.
Para su fortuna, todos los atentados resultaban ser fallidos o frustrados antes de ejecutarse, causando la inevitable pena de muerte de los conspiradores. A pesar de ello, Shang Tsung temía que, al ver que los planes de destruir la fortaleza no funcionaban, podrían atentar en contra de Kitana, secuestrándola para negociar con él o incluso acabando con su vida, con tal de provocar alguna reacción de Shao Kahn que constituyera el fin de su tiranía.
Ella tenía plena confianza en sí misma, en su fuerza y sus habilidades, así que no le atemorizaban los posibles planes de los aldeanos e su contra. Junto a su fiel guardaespaldas, amiga y confidente Jade, se sentía invencible.
Pese a que Jade siempre estaba alerta, lista para apoyar a Kitana ante cualquier situación de peligro, Shang Tsung consideró pertinente reforzar su seguridad con un centinela que garantizara su protección al 100%.
Así comenzó un proceso de selección para encontrar al luchador más eficiente, que cumpliera con los estándares de valor, fuerza y confianza necesarios para proteger a la joya más preciada del emperador.
Se abrió la convocatoria para que aquellos que se sintieran lo suficientemente capaces de asumir semejante responsabilidad se pusieran a prueba.
Las filas de luchadores eran interminables; no obstante, la gallardía de muchos sólo era una ilusión, pues su cobardía los delataba en el primer desafío de prueba, situación que comenzó a impacientar a Kitana, quien odiaba más que a nada la idea de reclutar aspirantes a guardaespaldas y aún más al notar que la razón de su presencia, más que por velar por su seguridad, era su atracción por su belleza y sus deseos de estar a su lado día y noche.
En un elegante diván, acostada boca abajo, con la cabeza erguida y abanicándose con tedio, se encontraba Kitana, escuchando una absurda verborrea de un recluta que aparentaba tener complejo de superioridad, sacando el pecho de forma exagerada para pavonearse frente a la bella princesa, mirándola de reojo con lujuria.
—Venerable Shang Tsung —el individuo se inclinó ante él con hipócrita cortesía —permítame decirle que no tendrá que buscar más. Yo soy todo lo que necesita la princesa para andar tranquilamente, sin miedo a los peligros que las calles podrían rodearla.
"Es un grandísimo idiota", pensó ella, riéndose en su interior por su exceso de confianza.
El brujo lo inspeccionó de arriba a abajo, no muy convencido, aunque su pinta lo hizo darle una oportunidad de probarse.
—El emperador ha sido muy insistente al pedir un hombre digno de su alteza —señaló a Kitana sutilmente—. Veamos que puedes hacer ante...
—¡Espera! —gritó Kitana y se levantó del diván, caminando seductoramente, pero con maliciosas intenciones, hacia ellos, mientras se abanicaba con delicadeza—. Yo quiero tener el honor de poner a prueba al caballero.
El tipo sonrío, mirando con enfermiza lujuria a la princesa, causándole inmensos deseos de darle una fuerte patada en el estómago. No obstante, le siguió el juego y le sonrió, fingiendo coquetearle, ansiosa por ver su reacción al declarar su desafío.
—¡Goro! —gritó Kitana, invocando al luchador de cuatro brazos.
De repente, unos pasos bestiales hicieron retumbar todo, borrando la sonrisa del arrogante sujeto. Buscó con la mirada el origen de los pasos y vio unas rejas abrirse de par en par, para dar paso al shokan. A penas vio al guerrero de cuatro brazos, el recluta palideció.
—Por todos los... —susurró el individuo, visualizando su cráneo triturado en manos del colosal shokan.
Goro se detuvo justo frente a él. le quitó la espada que tenía sujeta en una mano y la dobló sin dificultad, partiéndola en dos y dejando caer las mitades ante la aterrorizada vista del recluta. Emitió un fuerte rugido que hizo revolotear sus cabellos y se alistó para enfrentarlo.
El tipo se quedó petrificado y después de un grito de terror, emprendió la huida. Esto ocasionó la hilaridad de Kitana.
—¡Buen trabajo, Goro! —no paraba de reír, y ello ocasionó que Shang Tsung la viera con molestia.
—Princesa, con esa actitud nunca encontraremos a un guardaespaldas —estaba harto de que ella hacía de todo para ahuyentar a los reclutas.
—Es verdad —contestó cínicamente—. Y eso es lo que quiero.
Caminó hacia el interior del palacio, anhelando encerrarse en su habitación por un largo rato.
Shang Tsung la siguió con la mirada, desaprobando su rebeldía. En ese momento, Reptile apareció con un mensaje del emperador.
—No falta mucho para que el torneo de inicio. El emperador dice que lleves esto al Earthrealm cuanto antes —le dio un rollo, el cual contenía un aviso que debía ser entregado a los representantes de la Tierra, para convocarlos al próximo torneo de Mortal Kombat.
—Informa al emperador que así será —el hechicero tomó el rollo con una maliciosa sonrisa, deleitado de que tal evento estaba por celebrarse.
