Cosas Terribles
Era el 5° aniversario, el quinto año en el que ella ya no está más con él. Como todos los años Adrien llevo a su pequeño, su hijo Hugo, no porque el rubio quiera, sino porque Hugo quería visitar e intentar recordar un poco de cuando él era aún más pequeño junto a su madre. Ambos limpiaron su tumba y le llevaron nuevas rosas rojas, las flores que más le gustaban a su esposa.
-Papá… ¿Qué fue lo que le paso a mamá? – la pregunta que escucho salir de la boca de su hijo lo congelo por completo - ¿Por qué ella no está con nosotros?
Él lo sabía, sabía que ese momento tenía que llegar, solo que trató de postergarlo el mayor tiempo posible.
- No creo que quieras saberlo Hugo – hizo una pausa sintiendo como un nudo se instalaba en su garganta mientras sentía sus ojos aguarse lentamente.
- ¿Por qué no papá?, nadie más quiere hablarme sobre ello, todos insisten en que tú me lo tienes que decir, ¿Fue algo muy malo? – su hijo lo miraba con una pizca de preocupación al verlo en un estado tan deprimente.
- Demasiado, no quiero que tú sufras lo mismo que yo al escucharlo – quería encontrar una salida, algo que impidiera esto.
- Soy un chico fuerte, estoy seguro de que poder soportarlo, tengo 8 años y creo que tengo el derecho de saberlo.
Y ya no había nada que pudiera liberarlo de esta platica, él, su hijo tenía el derecho de saber lo que había pasado, tiene el derecho de conocer aquella historia que fue la más hermosa de su vida, pero al mismo tiempo la más dolorosa. Aquella experiencia que le arranco su corazón.
- Está bien, tienes razón – dio un largo suspiro mientras sus recuerdos invadían su mente - pero antes de comenzar tienes que prometerme que pase lo que pase, nunca harás lo mismo que yo en ese tiempo… no soportaría que a ti te pase lo mismo.
Su pequeño hijo asintió convencido de obedecer a su padre, tiene total razón en lo que dice, no hay absolutamente nada que le quite el derecho de saber lo que paso en aquel tiempo. Adrien hizo que ambos se sentaran en el pasto frente a aquella tumba. Sintió que su corazón aún no estaba listo, pero tenía que comenzar.
-Escucha. Todo comenzó hace más de 10 años, tu madre y yo estábamos estudiando en la universidad…
Todos los días hacia lo mismo, desde que la conoció, él se enamoró completamente de ella, siempre la observaba desde lejos, miraba sus ligeros momentos vergonzosos, sus caídas y torpezas, pero él no podía encontrarla más que adorable, aunque fuera a lo lejos, y prefería que fuera así a que se enterara de sus infantiles sentimientos.
- Vamos viejo, ya dile de una buena vez lo que sientes, estoy casi seguro de que ella no te rechazará – se quejaba Nino, su mejor amigo que de nuevo era arrastrado al jardín en donde el rubio tenía mejor visión del salón de clases de la chica de su interés. Marinette Dupoin-Cheng
- Estás loco Nino, nunca he hablado con una chica como ella, siento que me vería como un estúpido, vamos, ni siquiera sabe que existo, para ella no soy más que… un desconocido.
Y esa era la verdad, para ella el joven rubio no existía, y él nunca se había atrevido a acercarse a ella, ¿Por qué?, por tonto e inmaduro niño tímido, y Nino se esforzaba en recordárselo cada día desde que él se enteró.
La mayor parte de los días la veía y ella nunca se daba cuenta de la mirada esmeralda clavada en ella, era tan despistada como él mismo, y en todo el tiempo que se tomó para conocerla descubrió que tenían tantas cosas en común, y deseaba con todo su corazón que por lo menos una vez fuera ella la que lo mirara a él.
Pasaban las semanas y nunca se había atrevido a hablar con ella, o así era hasta que Nino se cansó de lidiar con su timidez y arreglo un encuentro entre ellos, en complicidad con Alya, la mejor amiga de Marinette. Aquel día Adrien quiso matar a Nino por la situación en la que lo había puesto. Marinette y él estábamos solos en uno de los tantos jardines de la universidad.
El silencio los invadía, pero después se dio cuenta, en el fondo sabía que las intenciones de Nino no eran malas, de hecho, eran todo lo contrario, pero aún no estaba lo suficientemente listo para esta clase de plática con ella. Después de un rato finalmente se decidió, tomo todo el valor que tenía dentro de sí mismo para hablar, iba a hacerlo.
Pero ella se adelantó y hablo primero.
- Estas muy nervioso… ¿verdad? – escuchar su voz tan cerca de él lo dejo mudo por un par de segundos.
- Yo… bueno, si… un poco – prácticamente obligo a sus palabras salir de su boca.
- Vaya – soltó una linda risa que lo cautivo por completo - conmigo no tienes que ser así – le dedico una sonrisa y ahora ella tomo el valor de mirarlo de frente – tu nombre es Adrien Agreste, ¿cierto?
- Si – asintió con los nervios hasta el cielo - yo soy Adrien, ¿y tú? – la chica volvió a reír haciendo que sus inseguridades aumentaran, ¿acaso ella lo estaba tomando como un chiste?
- Vamos, no me puedes decir eso, tú sabes perfectamente quien soy yo.
- ¿Qué?, pero yo… - no sabia que decir, no tenia ni idea de que ella supiera quien era el y ahora resulta que no solo sabia eso, sino que también sabia que el la observaba como un loco acosador.
- He notado la forma en la que me miras todos los días.
- ¿Te dabas cuenta? – cubrió su rostro totalmente avergonzado de sus actos.
- Por supuesto que sí, al principio me daba miedo tu insistencia, pero con el pasar de los días supe que tus intenciones no eran malas – sus mejillas se tiñeron con un ligero sonrojo - de hecho, me di cuenta de lo que en verdad escondía tu mirada.
- ¿De qué hablas?, ¿Qué es lo que…?
En su rostro apareció una amplia sonrisa, esa sonrisa de la cual él se había enamorado varios meses atrás.
- Estás enamorado de mi… ¿no es cierto? – su boca cayó.
Inmediatamente el nerviosismo lo invadió con tan solo escuchar esa palabra, si era verdad, pero, no sabía si debía decir que si estaba enamorado de ella como un loco o si debía negar todo aquello solo para proteger a su torpe corazón. En cambio, solo se quedo callado, estaba como una estatua y no podía ni siquiera mirarla a los ojos.
- Bueno, era una pregunta tonta – su risa también sonaba un tanto nerviosa - yo solo lo decía porque… bueno, creí que te pasaba lo que a mí – sus mejillas se volvieron a teñir, pero ahora de un rojo aún más intenso.
- ¿Q-Que?
- Creí que estabas enamorado de mí, es que yo – hizo una pausa tomando el valor que necesitaba - yo si estoy enamorada de ti, me gustas mucho, Adrien.
Fue ese momento en el que su mundo se mantuvo en completo silencio solo para poder escuchar perfectamente sus palabras, ella lo dijo, dijo lo que Adrien no había sido capaz de decir. Pero lo que en verdad lo sorprendió fue saber que ella si siente lo que él.
- Tú estás…
- Si – evitaba mirarlo a los ojos - es algo vergonzoso, pero, es la verdad, aunque ahora me siento como una tonta – puso su mano sobre su frente como regañándose a si misma - tu no sientes lo mismo, ¿no es cierto?
- No, no es eso, yo de hecho si… si estoy enamorado de ti – ella se giro para verlo con sus ojos muy abiertos por la sorpresa después de escucharlo decir aquello – vaya, creí que… no lo sé, creí que me ibas a rechazar, lo digo por ser un acosador que te seguía a todas partes.
- De hecho sigo pensando que lo eres pero, me enamore de ti por eso, por demostrar tanto interés en mí, así que no hay problema, pero solo puedes ser mi acosador.
La sonrisa no podía borrarse de su rostro y la felicidad que sentía dentro de él era tan grande que la desbordaba hasta por las orejas, pero esto aún no terminaba.
- Bueno… ya que declaramos lo que sentimos creo que, bueno… Marinette, ¿Q- Quisieras ser mi novia? para hacer esto oficial, el hecho de que tú y yo… nos queremos – ella lo miraba divertida poniéndolo aún más nervioso de lo que ya estaba - bueno, claro, si tú quieres…
Una sonrisa burlona salió de su boca haciéndolo reír también, comprendo porque lo hacía, el seguía actuando como un chico tímido incluso después de todo esto que acaba de pasar.
- Claro que si Adrien, quiero ser tu novia.
Estaba totalmente feliz por toda esta situación, era como un sueño hecho realidad, el hecho de que estuvieran juntos de esta manera.
- Cierra los ojos un momento por favor Marinette.
- ¿Por qué? – sus ojos se estrecharon con duda.
- Solo hazlo, por favor.
Y lo obedeció, esta vez era momento de que el dejara de actuar como el pequeño adolescente que definitivamente no era y tuviera la iniciativa de hacer algo. Así que tomando esto en cuenta tomó todo el valor que tenía en su cuerpo y la besó rápidamente. Al separarse ella tenía un hermoso brillo en sus ojos que lo cautivo por completo.
- Bien Marinette, esto si lo hace oficial, eres mi novia.
Ella soltó una risita tierna y el sonrojo en sus mejillas no podía ser más hermoso, pero mejor se sentía saber que era él el causante de eso.
Ahora fue ella la que se acercó y lo abrazo, por primera vez pudo sentir los rápidos latidos de su corazón.
- Eso fue injusto, aunque bueno, me desquitare siendo la primera en decir que te quiero.
su corazón latía como loco después de escucharla decir esa frase por primera vez. Correspondió a su abrazo, se sentía tan feliz.
- También te quiero Marinette.
Este momento fue de los más hermosos de su vida, esta fue la prueba de que en esta vida las cosas hermosas en verdad existen y llegan de la forma más inesperada. Tan inesperados como el amor que resulto entre ellos dos.
Por suerte el tiempo pasó lento para ellos, haciendo que cada vez disfrutaran más de su amor. A pesar del extraño comienzo pudieron mantener esta relación, entre ambos todo era tan maravilloso y 4 años ya habían pasado.
Sus papás lo aceptaban, su padre la aceptaba a ella, incluso hacían entre ellos planes de boda que en realidad no lo molestarían en absoluto.
La graduación fue el mejor día de sus vidas, todos pensaban que Adrien y Marinette éran la pareja perfecta, y bueno, eso era lo que ellos mismos creían, pocas veces discutían, y cuando lo hacían casi inmediatamente se disculpaban, ella y él, definitivamente debían estar juntos.
Por suerte para el joven, pudo conseguir un muy buen empleo, Marinette decidió seguir estudiando, especializándose en diseño de modas. Ella aún vivía en casa de sus padres y cada día Adrien iba a visitarla. Y este sería un día que ella no olvidaría por un buen tiempo. Se preparo completamente, un ramo de rosas y la sorpresa en su bolsillo lo garantizan.
- Oh, hola Adrien – dijo Sabine, la madre de Marinette con una voz y una expresión no muy agradables, parecía que estaba a punto de llorar.
- Hola, ¿está todo bien? ¿algo le paso a Marinette?
Ella se quedó en silencio observándolo y le dio el paso, corrió inmediatamente hacia la habitación de Marinette, sabía que tiene algo que ver con ella, ese dolor en su pecho se lo decía. Abrió la puerta y se encontro con Marinette acostada en su cama que lo miro con sorpresa, mientras él se acercaba hasta sentarse en su cama, ella lo miro con suavidad.
- ¿Qué te paso Marinette?, ¿Qué tienes? – no podía ocultar su preocupación.
- No es nada, no te preocupes – le sonrió con dulzura que por un momento le pareció falsa.
- Pero tu mamá estaba llorando, ella no hace eso por cualquier cosa.
- Adrien, ya sabes, ella exagera mucho – bufo restándole importancia
- Lo lamento, es que… me asuste demasiado pensando que te pudo haber pasado algo grave.
Marinette había tomado el rostro de su amado entre sus manos y comenzó a acariciar su mejilla reconfortándolo.
- ¿Esas flores son para mí? – desvió el tema.
- Sí, era una sorpresa, pero…
- No importa Adrien, todo lo que venga de tu parte es hermoso.
- ¿En serio lo crees Marinette?
- ¿Por qué lo dudas? – su confusión era notoria.
- No es que lo dude, es solo que…
Estaba totalmente nervioso, se suponía que todo eso ya lo había planeado desde hace un buen tiempo, ¿Por qué no podía decirlo ahora?
Tomo un gran suspiro antes de continuar, debía estar totalmente decidido.
- Marinette, tengo algo muy importante que decirte.
Ella solo lo observaba curiosa, lo cual lo ponía aún más nervioso, debía admitir que me le provoco aún más miedo, pero después paso por su mente aquellas preguntas
¿Tiene razones para rechazarlo?
¿Por qué el miedo?
Miedo.
¿A qué exactamente…?
No tenía nada que perder porque confiaba en que ella le daría la mejor respuesta de todas.
Busco en su bolsillo y saco aquel objeto.
- ¿Quisieras casarte conmigo?, sé que tal vez estoy siendo bastante rápido, pero, si no estuviera totalmente convencido no te estaría dando el anillo en este momento, ¿Qué dices?... ¿A-Aceptas?
Su mirada estaba fija en aquel anillo que le había comprado, y de un momento a otro sus ojos se fijaron en Adrien. El silencio solo lograba que sus nervios crecieran cada vez más. Y finalmente una sonrisa de dibujo en sus labios.
- ¿Qué? Adrien, esto… ¿Es en serio?
- Si, estoy hablando totalmente en serio…
Estaba totalmente incrédula ante lo que decía, ante la situación.
En lugar de contestarle se lanzó hacia el joven y lo abrazo con todas sus fuerzas.
- Si – La escucho y supo por el tono de su voz que ella estaba llorando de felicidad - si quiero casarme contigo Adrien, no importa si aún es muy pronto, quiero estar contigo lo que resta de mi vida – Hizo una pausa mientras se separaba de el para obsequiarle la más sincera de las sonrisas – te amo, obviamente es un sí, definitivamente.
- Marinette, yo también te amo, por todos los cielos… te amo tanto.
La beso en ese momento, era completamente feliz, el miedo se había ido completamente, lo único que inundaba sus vidas era la felicidad.
Sin embargo, él no sabía que sus palabras tuvieran tanto sentido al pasar algunos años.
Los meses pasaron, todos estaban felices, los preparativos estaban listos y finalmente el día había llegado. Adrien se preparaba en su habitación, lo único que faltaba era ajustar el moño negro de su cuello.
- Te sientes realmente feliz, ¿no es cierto? – aquella voz lo saco de sus pensamientos por un momento.
- Nino, ¿Qué haces aquí?
- ¿Qué acaso no puedo venir a felicitar a mi amigo por su boda?
- Claro que sí, lo lamento, es que… estoy nervioso.
- Supongo que sí, estas a punto de casarte, ¿Quién lo diría?, sí que estabas bastante enamorado de Marinette.
- Si, pero nada de esto estaría pasando de no ser por ti, tú y tus tontas ideas impulsivas hicieron que Marinette y yo nos conociéramos y nos enamoráramos – Tenia que reconocerlo, si no fuera por su amigo Nino, él jamás se habría atrevido a hablarle - te lo agradezco.
- No hay nada que agradecer, tu hubieras hecho lo mismo, solo espero que nunca arruines tu relación con ella.
- Claro que no, nunca lo haría, a Marinette nunca le haría daño y lo sabes – lo miro mal pues se sintió ofendido de que tan siquiera se le hubiera pasado esa idea por su mente.
- Está bien, no te alteres, tienes que estar totalmente fresco para la ceremonia.
- Si, en serio lo digo, muchas gracias amigo.
Salió de la habitación dándole una última sonrisa, realmente sin el nada hubiera pasado entre Marinette y Adrien, él siempre había sido un gran amigo.
Cuando estuvo listo tomo su auto y manejo solo hasta la iglesia, respiro profundamente antes de salir para darse valor de hacer esto.
Pasaban los minutos, estaba el solo frente al altar esperando que Marinette llegara, y de repente todos se pusieron de pie y la armonía comenzaba a sonar, miro hacia sus espaldas y ahí estaba Marinette, caminando de la mano de su padre hasta llegar a él, estaba tan hermosa que hasta se le fue el aire por unos cuantos segundos, por algo se enamoró de ella.
La ceremonia continuó y Adrien no podía creer que todo esto estuviera pasando, parecía un hermoso sueño del que no quería despertar, pero era la realidad. Dijeron sus votos y al terminar la ceremonia pudo besarla, dando por hecho su tan deseado matrimonio.
Finalmente estaban unidos, al fin… estaba totalmente comprobado el gran amor que sentían el uno por el otro.
Aun no llevaban ni un año desde que se habían casado, pero en ese tiempo él se dio cuenta de muchas cosas, cosas que Marinette le oculto por un buen tiempo.
Estaba comenzando el día, eran las 7 a.m. y despertó no gracias al reloj que estaba a su lado, sino porque sintió que Marinette se levantaba rápidamente de la cama para correr al baño y vomitar.
Fue detrás de ella, esta no era la primera vez que pasaba eso y le preocupaba que tuviera una enfermedad grave.
- Toma Marinette, límpiate con esto – le ofreció una toalla que estaba cerca.
- Gracias.
- Marinette, dime la verdad, ¿Qué es lo que te pasa?, siempre que intento ayudarte cuando te enfermas haces lo posible por alejarme.
- No es nada importante, te lo juro.
- No Marinette, discúlpame, hemos estado bastante tiempo juntos, te he dejado hacer lo que quieras pero esta vez no, y no me odies por esto, ya que lo hago por tu bien, así que sin importar lo que digas hoy iremos al médico, vístete e iremos ahora.
En esa ocasión ella lo miro con cierto enojo en sus ojos, pero ya había sido suficiente, necesitaba saber que era lo que pasaba con ella.
El camino hacia el hospital fue bastante silencioso e incómodo, ella estaba enojada con el rubio, pero vamos, todo lo que él hacía era por su bien. Al llegar allá el doctor le hizo una revisión general en privado, al final ella salió del consultorio en lo que nos daban los resultados, Marinette tomo asiento a 3 lugares del de su esposo.
- ¿Hasta qué hora planeas seguir enojada?
- No estoy enojada – contesto sin siquiera voltear a verlo.
- Entonces, ¿Por qué te mantienes alejada de mí?
- No estoy tan lejos – seguía evitando su mirar deliberadamente haciéndolo sentir mal.
- Marinette, perdón si te obligue a hacer esto, pero, yo solo quiero ayudarte o, ¿tiene algo de malo que me preocupe por ti?
- No – suspiro y al fin lo miro por un segundo - es solo que no quiero que te pongas triste por mi culpa.
Fui el quien al final decidió acercarse a ella, tomo sus manos y estaban cálidas, Marinette lo miro y tenía un brillo especial en sus ojos, en el fondo sabe que ella se sentía culpable por haber creado este problema tan innecesario. Iba a hablar, pero la voz del doctor no permitió que lo hiciera, los resultados estaban listos.
- Bueno, ustedes vinieron aquí porque dijeron que ella estaba enferma, pero en mi opinión ella está perfectamente de salud, los vómitos son algo normal.
- ¿Algo normal?, ¿Cómo puede ser normal?
- Si, son algo normal considerando el tiempo que lleva en este estado.
- ¿De qué habla? – la voz de Marinette se escuchaba tan confundida como su marido.
- ¿Acaso no saben que está embarazada?
Adrien se quedo congelado ante la noticia, igual que ella, simplemente se miraron nerviosos el uno al otro y sin poder hablar.
- No sé cómo no se dieron cuenta, ella está a punto de cumplir 2 meses, aunque bueno, para una pareja primeriza como ustedes es normal que no se den cuenta de los principales síntomas, y en este caso entonces no me queda más que felicitarlos, sigan viniendo a un chequeo cada mes, son necesarios.
Marinette agradeció la atención del doctor ya que su esposo seguía sin reaccionar, el seguía simplemente sin habla, prácticamente Marinette tuvo que tomarlo de la mano para salir de ahí.
Ya estando en casa Adrien seguía sin poder creerlo.
- Adrien, di algo por favor, me estas preocupando – con su mano hizo que volteara a verla.
- Yo, no… no sé qué decir.
- ¿E-Estas feliz? – el se quedo en silencio por un largo rato, preocupando a la chica frente a él.
- Vamos… vamos a ser padres, ¿Cómo?
- ¿En serio quieres que te lo diga? – soltó una risita divertida para aligerar el ambiente.
- No, olvídalo, es que aun no me lo puedo creer… tu y yo vamos a tener un hijo…
- Si Adrien, un hijo – ella parecía estar feliz, pero al notar la falta de reacción su expresión poco a poco fue cayendo - ¿No quieres…?
Podía escuchar el pesar de su voz, ella pensaba que posiblemente él no quería tener ese hijo… pero era todo lo contrario. No se resistió y rápidamente la abrazo.
- ¿Cómo puedes pensar eso Marinette?, estoy… estoy realmente feliz, lo único que pasa es que me tomo por sorpresa, pero estoy feliz, realmente feliz, tenemos que decírselo a nuestros padres, estoy seguro de que estarán tan felices como nosotros.
Fue a tomar el teléfono, tenía que avisarles a todos, quisiera que todo el mundo se enterara de la enorme felicidad que estaba sintiendo. Un hijo, no sabía si estaba listo para esto, pero de lo que si estaba seguro era de que haría lo mejor para que todo esto salga bien, se esforzaría lo más que pudiera para ser un buen padre.
Desde aquel día en el medico los días y los meses pasaron volando, todos estaban felices, pero no más que Adrien. Tanta felicidad no cabía en su cuerpo hasta ese día, en el que toda esa felicidad fue reemplazada por los nervios y el miedo, ese día en el que su hijo estaba por nacer
Ese día en la sala de partos, ahí estaban la madre de Marinette y el, apoyándola sin soltar su mano, hasta que todo terminara.
Y así fue, pudo resistir aquello, y el llanto de su hijo inundo aquella habitación, las enfermeras se lo llevaron para limpiarlo.
- Lo hiciste Marinette, lo lograste… nuestro hijo nació.
- Eso es bueno… ¿no?
No se pude resistir en ese momento y la abrazo, toda la felicidad que tenía al principio volvió a él, no había nada que pudiera borrar esa sonrisa de su rostro. O al menos eso era lo que creía en ese entonces.
Toda esta historia comenzó con las cosas más hermosas que alguna vez podía imaginar, aquella extraña declaración en el jardín de la universidad. Aquel primer beso. Su boda. El nacimiento de su hijo.
Todas esas situaciones tan felices simplemente se borraron de su mente cuando escucho las palabras que salieron de la boca de su amada.
- Adrien, yo, ¿Puedo decirte una cosa terrible? – ella sollozaba por lo bajo - estoy muy enferma y… el doctor me dijo que lo único que me queda son… tan solo unas semanas.
No escuchaba nada.
Había sido como si el mundo a su alrededor se quedara mudo. Como si todo alrededor se hubiera detenido.
En ese momento su mundo se vino abajo.
- Puedes odiarme si quieres Adrien… lamento realmente no habértelo dicho antes, pero es que… tú eras tan feliz y no quería que pasáramos los últimos años de mi vida preocupados por mí, quería disfrutarlos plenamente contigo y con nuestro hijo, así que perdóname – tomo una gran bocanada de aire - perdóname por no haber sido sincera contigo desde que todo esto comenzó.
-No… Marinette – se obligó a sí mismo a hablar a pesar del maldito nudo en su garganta – no, no puedo odiarte, es solo que… estoy muy sorprendido… no... No sé qué…
Sus piernas fallaron en ese momento, cayo de rodillas y al instante sintió como sus mejillas comenzaban a humedecerse y su garganta dolía como nunca. Pareciera que el doloroso nudo en su garganta fuera a perforarlo y dejarlo sin habla.
Sintió como ella se acercó a abrazarlo con fuerza y Adrien solamente se aferraba a ella. No quería que se fuera… no quería que muriera… ¿Por qué ella?... ¿Por qué?... ¿Por qué a ellos?
- Adrien, a pesar de todo solo quiero que sepas que tú eres la cosa más maravillosa que me pudo haber sucedido en la vida y te amo por eso… siempre lo hare.
Esas palabras fueron las que se quedaron más gravadas dentro de s corazón y siempre estarán muy presentes en su vida.
Y tal como ella lo dijo. Pasaron semanas y finalmente llego aquel día donde se dieron un último beso. Un último "te amo".
Aquel día en el que se dieron el último adiós…
Desde ese día, lo único que él había hecho era hundirse en su depresión, cada día un poco más, lo único que lo sacaba adelante era el hecho de que prometió cuidar a su hijo contra todo, y frente a él siempre intentaba fingir una sonrisa a pesar de que en el fondo el solamente lloraba.
Sintio como las lágrimas volvían a salir de sus ojos tal y como ese día, el viento era fuerte y deprimente. Igual que aquel día.
- Papá…
Miro a su hijo y sus ojos también estaban repletos de lágrimas.
- No lo hagas hijo, no cometas las mismas cosas que yo, no te enamores como yo lo hice. Solo aléjate, no soportaría verte pasar por la misma situación, espero que la vida te demuestre de otra manera. Solo te estoy diciendo esto porque en el mundo también pueden pasar cosas terribles…
Bien, bien, se que no he actualizado mucho y lo poco que hago es tan deprimente como esto XD pero tenia la espinita de hacerlo, es algo que escribi hace años y ahora solo lo adapte al Adrinette uwu
Espero que les guste UwU
Los personajes le pertenecen a Thomas
