Esta es una primera historia, casi un boceto, del mundo de Thedas tras el triunfo de la Inquisición. Se agradecen las críticas constructivas. Disfrutenlo.
DISCLAIMER: Dragon Age, sus personajes, mundo y criaturas pertenecen a Bioware y EA con sus respectivos derechos de autor.
Cuando llegan a su puerta un mago bigotudo y el Heraldo de Andraste, era de noche, llovía copiosamente ¿Qué debía hacer?
- ¿Vas a mirarnos toda la noche o nos vas a dejar pasar? Mira que mis dotes de belleza no pueden hermosear el cielo.
Les hizo pasar crujiendo la madera del suelo, adentro se sentía tibio el ambiente, les hizo estremecer el cuerpo. Encendió la chimenea y desapareció tras una puerta de roble.
- ¿En serio crees que servirá de algo? Ni un solo modal ha mostrado… se supone que es una noble, deb…
- Basta, Dorian, tenemos suerte de haber llegado a Ferelden tan rápido.- Lady Travelyan se quitó la empapada capa dejándola secar cerca del fuego mientras calentaba sus manos. – Ojala pare de llover pronto…
La puerta crujió y apareció nuevamente la heroína de Ferelden con unas mantas para los recién llegados.
- No tenemos de otras… si están muy entumecidos puedo conseguirles algo de ropa de cambio. - Dejó las mantas sobre la mesa, mientras observaba la jarra vacía de Dorian. – Alistair viene en un momento – Los invitó a tomar asiento mientras servía dos jarras de hidromiel. - ¿Qué hacen tan lejos de Feudo Celestial?
- Todo es un caos, los delitos, el comercio, ni las montañas logran remontar a la tranquilidad de antaño, los niños enferman y mueren, no hay nada… - soltó atropellando sus palabras Travelyan cubriendo su húmedo cuerpo.
- ¿Cómo ha llegado a salirse tanto de control?
- Pues, verás, cuando algo es tan próspero y tan amable, las alimañas salen de todas partes. – El mago se cruzaba de piernas mientras miraba con recelo la bebida de la pelirroja, ya había acabado con la suya.
- ¿Cómo es que la Inquisidora ha perdido su puesto? Quiero decir… se supone que es Inquisidora – Habló Alistair al llegar a la mesa con unos bollos tibios que dejó sobre la mesa. – Además llegaron sin escolta, sin caballos, sin un solo estandarte.
La lluvia parecía amainar, las tejas del establo comenzaban a dejar de escucharse.
Pasado un poco más de un año, Feudo Celestial estaba completamente cambiado. Luego del triunfo de la Inquisición, los peregrinos llegaron por decenas, se instalaron comerciantes por todos los alrededores, todas las habitaciones fueron ocupadas por familias completas, todos ellos hacinados, se construyeron más habitaciones, todos los nobles y el círculo interno de la inquisidora fueron movidos a la fortaleza.
Hubo una temporada de fuertes nevadas, se perdieron gran parte del sustento agrícola propio del castillo. Las celdas se llenaron de ladrones y peleadores borrachos. Eso ya no era un solo refugio para la inquisición, no, eso era ya una ciudad, Feudo Celestial era una ciudad con vida propia. Tal fue el cambio que los habitantes hacían demasiadas exigencias a la inquisidora Travelyan, quien, sumados los nobles fereldenos, la corte orlesiana, maeses teviteranos y otros, no daba abasto. Lady Montylet no estuvo en mejor posición, logró ejecutar con avidez al inicio, mas la fuerza y desesperación de la población fue creciendo cada vez más. Inició una especie de política a los interiores de Feudo Celestial, muchos, humanos y elfos por igual, se alzaban ante las multitudes para avivar su enojo y furia ante una inquisidora que "ya alcanzado su punto máximo" no le interesaba más protegerlos.
- Un noble orlesiano, Jadeu, se ha autoproclamado "Alcalde de Feudo Celestial", algunos incluso le llaman El Celestial. – Sarah Travelyan hablaba con voz queda y sin despegar los ojos del fuego que ardía a su lado.- Tiene todo en la palma de su mano…
El problema no era "perder" el poder en Feudo Celestial, si no la sed de poder que se podía ver en los ojos de El Celestial, su fin máximo era comandar las tropas de la Inquisición. Cullen solo podía mantener a raya a sus soldados, pero no sería para siempre, necesitaban hacer algo de forma urgente, de lo contrario, se libraría una guerra por todo Thedas.
- ¿Dónde está Leliana? – Preguntó Dahlya frunciendo el gesto. – Ella no es de la clase que permitiría que alguien se inmiscuyera tanto sin tenerlo completamente estudiado.
- No es la misma.
Reinó un perturbador silencio en la sala. Crujió la leña ardiente.
- Leliana maneja red para ella misma. Se han perdido muchas vidas. Casi no tiene agentes en Feudo – Sarah tragó saliva antes de continuar.- Los ha asesinado ella misma…
Alistair y Dahlya se miraron incrédulos, Hace mucho tiempo que no recibían ninguna noticia de Leliana, no se habían preocupado, desde que había empezado como la mano izquierda de Justinia sus misivas eran cada vez más escasas. Solo un par de visitas al año desde que iniciaron caminos diferentes después de la Ruina.
La noche pasó lenta, agonizante. Dorian fue el único que pudo conciliar el sueño (tras 5 jarras de hidromiel y 10 bollos).
No es precisamente una Ruina. No eran engendros tenebrosos. Habían llegado a pedir ayuda a los guardas grises de Ferelden. La comandante Dahlya y Alistair eran veteranos de la quinta Ruina, habían comandado incluso políticamente la mantención del trono a la Reina Anora… algo debían poder hacer para ayudarle.
Leliana había cerrado el paso superior de la biblioteca. Un día se prendió fuego y se perdieron todos los documentos de investigaciones.
- Una vela. – dijo la maestra espía.- No hay problema, el causante ya pago su falta.- sonreía con blanca dentadura y sangre en su mano izquierda, en el suelo, corriendo por los cristales, haciendo llorar los ojos de Jadeu. Parecían lanzar chispas tras la máscara de porcelana moviendo los labios donde brotaba sangre cada vez más oscura. La máscara era su rostro. Un niño en sus brazos.
- Han entrado a los aposentos de la Inquisidora.- Cullen quedó sin alma por un segundo, luego le inundó la cólera.
Despertó agitada. Tras las cortinas se podía apreciar el cielo nublado, había parado de llover. Se incorporó en la cama. Dorian se encontraba vestido a la usanza fereldena, nada demostrativo de su glamour mientras leía en una pequeña mesita frente a la ventana.
-No quise despertarte. – Se encontraba perfectamente peinado.- Fue un largo camino. - Sin quitar la vista del libro sorbía de la taza, el ambiente olía a café.
- Entonces todo olía también a café – pensó Sarah al salir de la cama. - ¿Han dicho algo? – preguntó.
- Algo del entrenamiento matutino. ¿Sabías que lady Cousland escribe poemas? – Continuó cerrando el libro para agitarlo en el aire.- No tienen lo mordaz de un bardo, pero son aceptables. –agregó- te han dejado esas ropas.
Vistió ropas humildes, de colores deteriorados, peinó una coleta y salió por un poco de agua con que lavarse. Al llegar en la noche no se había percatado del estado del lugar, ni había pensado con claridad donde se encontraban. Estaban a unos cuantos kilómetros de Ostagar, incluso se podía visualizar las edificaciones derrumbadas a lo lejos. Muy pocos lugares del mundo habían visto pasar tanta destrucción durante eras completas, apenas crecía hierba verde.
Luego de la tragedia de Diamantina, al salir del velo, Alistair se reencontró con la Heroína de Ferelden y juntos se encaminaron al sur para retomar la verdadera senda de los guardas grises. Un grifo se alzaba orgulloso en el centro del patio, se había juntado agua que discurría hasta el suelo.
A lo lejos se escuchaban gritos y alaridos.
- ¡Si no dan los tres kilómetros no hay postre!
A pesar del desastre de Diamantina, aún había gente en la región que veían con admiración a los guardas grises.
- ¡Capitán! ¡Por favor! – gritaba un recluta con desesperación.
- ¡Menos quejas y más avance!
Cuatro jóvenes llevaban un saco cada uno sobre la espalda, avanzaban en cuclillas bajo la estricta mirada del guarda gris. Un chico de cabello ondulado y castaño tenía toda la pinta de vomitar en cualquier segundo. Cuando llegaron hasta el grifo un silbido de Alistair los hizo detenerse y dejar caer los sacos.
- ¿Piedras?
- Ven que no fue imposible – Sonrió.- Ahora a cambiarse antes de seguir con sus deberes.
Un gimoteo exhausto fue la respuesta de los reclutas en el suelo.
- ¿Todos son guardas?
- No, solo Franz y Bricks. Erica y Chris llegaron hace unos cuantos meses, son hermanos, perdieron a sus padres en la guerra, entonces llegaron hasta aquí buscando un mejor lugar - El guarda contemplaba como los reclutas caminaban arrastrando las botas por el barro.
- Pero no hay ninguna Ruina ¿para qué reclutar ahora?
- "En la Guerra, Victoria. En la Paz, Vigilancia. En la Muerte, Sacrificio." - recitó el credo que figuraba a los pies de la estatua. - Jamás olvidamos nuestro deber. No hay engendros tenebrosos solo por las Ruinas...
En ese momento Sarah sintió la verguenza sobre el rostro. Definitivamente ellos SÍ eran guardas. Dada su experiencia con los guardas, habían traicionado a la Divina, hicieron pactos de sangre asesinando a sus compañeros.
Al parecer su rostro habló solo, porque Alistair empezó a hablar.
- Clarel cometió errores, todos lo hicieron, casi le causa la perdición al mundo entero. - hizo una pausa - Pero si no estuvieramos nosotros, ¿dónde habrías ido a buscar ayuda?
- Creo que tienes razón en eso. Ojalá que logren recuperar la entereza de su Orden.
- No somos una "Orden" - sonrió ampliamente- somos una hermandad.
¿Cómo se puede matar a un nug?: Torcer el cuello es muchas veces como lo hacen los enanos al preparar la cena.
Así es Jadeu, a la fecha se han degollado ciento cincuenta elfos y treinta y ocho enanos por atreverse a desobedecer sus órdenes.
Ahora ¿ qué hacer con un ex-templario muy testarudo?
Cullen suspiró. Quizás alcanzaba la espada, tenía unos hombres aún fieles a la Inquisidora.
Siempre escuché que ese lirio rojo era eficaz.
