¡Hola! Éste es un final alternativo al fic "Se Mía" que escribí hace tiempo, después de platicar con una amiga y una que otra amenaza recibida debido a que "Rukia no era Rukia" decidí escribirlo. Si, el final de esa historia puede que estuvo de "dah" pero bueno XD en mi defensa diré que así eran ellos, fue muy complicado crear la mitología tras ellos jeje también fue el primer fic largo que escribí, tiendo a mejorar con el tiempo.

Les recuerdo que esto tiene incesto, aunque lo dice en el resumen, se los vuelvo a aclarar, por si son sensibles a esto, luego no quiero que digan que los estafé o algo así. También es tragedia y algo de horror, con Bleach siempre llego a esto y no sé por qué.


Disclaimer: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen, pertenecen a Tite Kubo. Yo solo los uso para satisfacer mi imaginación. Disfruten.

Final alternativo (Se Mía): Nunca seré tuya…


"Una abominación que merece ser erradicada" – Kuchiki Rukia.

Rukia dejó de contemplar el elegante vestido blanco que colgaba de un maniquí en su habitación de la mansión Shiba y se metió a su cama, se iba a casar en menos de doce horas y tenía que ser honesta con ella misma, no quería hacerlo, no así, no tan rápido y no siendo lo que se había convertido.

Siempre había pensado que se casaría cuando cumpliera veinticinco años y no con diecisiete, que el hombre que la acompañaría al altar seria su padre y no la frialdad de la noche, que su hermano hubiese movido cielo, mar y tierra con tal de demostrar que el hombre que ella eligió no era el indicado y que al final, se demostraba que el hombre era simplemente perfecto para hacerla la mujer más feliz del mundo y sin embargo, cuando Ichigo le propuso matrimonio no se negó a ese hecho, lo haría, estaba enamorada como una estúpida de ese hombre pero en el fondo de su corazón sabía que era una ilusión, nadie se enamoraba del hombre que la tomó a la fuerza en la noche que se conocieron, del hombre que masacró dos pueblos por encontrarla, del hombre por la cual la habían "secuestrado" y del hombre que parecía tener más secretos que el cielo mismo.

Pero también tenía que admitir algo, la muerte de esas personas no le importaba y se odiaba por eso, por sentirse insensible al sufrimiento humano, pero ese era el punto, ella ya no era humana, ella era una sangrepura, una creación para un hombre que necesitaba una compañera para no morir, en su sangre siempre hubo algo de ellos aunque ella no se diera cuenta, incluso esa extraña ambición que sentía, esa posesión a lo que era suyo que ella llegaba a catalogar como algo enfermo, tanto como desear a su hermano como hombre cuando desconocía esa parte de su vida, esa fue la razón por la que se había ido con ellos la noche en que se encontró con Ulquiorra, porque en el fondo, muy en el fondo, llegó a pensar que ellos le darían algo de tranquilidad a su atormentada mente.

Había sido educada con todas las tradiciones posibles y bajo una estricta instrucción religiosa por su madre, jamás se habría imaginado entregarse a un hombre desconocido, por eso se resistía al hecho esa noche, su mente lo hacía y su cuerpo hacia lo que quería, en esos momentos entendía que era por la sangre que siempre había corrido por sus venas, aquella sangre maldita que corría por sus venas y que la hizo enredar las piernas a las caderas del hombre que la tomaba esa noche, la misma que la llevaba a abrirle las piernas todas las noches que él entraba en su habitación y le decía "querida".

No se retractaría de haber aceptado casarse con él, quería cumplir con lo que le habían enseñado, para ella era una falta no llegar virgen al matrimonio, la repararía cansándose con el hombre que su mente y su sangre le decían que se había enamorado. Se convencería a ella misma que eso era real, que él la amaba y que no solo era una "medida desesperada" como él le había dicho la noche que le contó sobre su primera esposa, aquella mujer a la que odiaba por culpa se esos celos que corrían por sus venas, por culpa se esa posesión sobre lo que era suyo y por demostrarle a Orihime que ella se había quedado con el premio mayor sin mover ni un dedo. Entendía lo que eran y en lo que ella se había convertido, en lo que tendría que hacer para vivir y en que su hermano había dejado de ser su hermano, él era la pareja de la hija de Ichigo y eso la enojaba pero no podía hacer nada, solo podía verlo seguirla como si fuera un perro faldero, moverse cuando ella se movía y hablar cuando ella hablaba, entonces se preguntó si ella se veía de esa misma manera cuando estaba con Ichigo.

Se preguntaba que sentía realmente Ichigo por ella, se preguntaba si en todo el tiempo que ella había permanecido como humana le había leído la mente como lo hacen ellos con los humanos, en esos momentos le hubiese gustado el poder de Tatsuki para leer la mente entre ellos, también se preguntaba a donde salía Ichigo todas las noches, al principio le decía que a arreglar los asuntos que había dejado inconclusos pero luego ya no le decía nada, simplemente salía y regresaba cargado con un aroma extraño, era humano pero era dulce, también le ocultó el lugar a donde había ido esos dos días antes de la boda, simplemente le dijo que era algo con otra familia, que era su deber como el rey de todos y que ella pronto podría acompañarlo, pero ese extraño aroma humano se había intensificado y también se había impregnado un sutil aroma que no podía identificar. Le preocupaba que Ichigo tuviera demasiados secretos y que posiblemente él supiera todo de ella.

No se negaría a la boda, no se retractaría, y aunque posiblemente todo sea tan falso y formal como una mentira bien implementada, se casaría para poder reparar esa falta que su cerebro le decía que había cometido la noche en que conoció a Ichigo, también para poder estar con su hermano aunque ya no estuvieran tan cerca como lo habían estado. Tenían la inmortalidad por delante.

Unos brazos la despertaron en la noche, se levantó desconcertada, estaba ansiosa y sabía que era porque Ichigo no había ido a dormir con ella, no prestó atención a lo que le decían las mujeres que la arreglaban, solo sentía como le cortaban el cabello, la bañaban y la perfumaban con una fuerte esencia a rosas, como la encaminaban hacia las escaleras que daban al solárium y la abandonaban en estas.

No era como ella había soñado, no era ese vestido suntuoso lleno de encajes finos, ni ese velo que la ocultaría del hombre que la amaría por el resto de su vida y representaba su virginidad e inocencia, no eran esos zapatos blancos que la harían ver más alta ni ese ramo de rosas rojas que contrastaría con lo pálido de su piel, era un vestido blanco que caía en un corte holgado parecido a una bata griega en terminación desigual en la parte trasera, estaba descalza y solo una pulsera de plata adornaba su tobillo izquierdo, el anillo que Ichigo le había dado descansaba en su dedo corazón en su mano izquierda y sintió unas profundas ganas de llorar después de que Karin y Byakuya pasaron tomados del brazo, ella solo asintió a lo que le decían mientras portaba una sonrisa falsa que cubría lo que sentía en esos momentos. Los minutos que esperó fuera del solárium, que estaba lleno de los sangrepura que habían ido a ver la coronación de ella, los utilizó para serenarse y utilizar sus dotes de actriz que Ichigo siempre le halagaba, agradecía que entre ellos no se pudieran leer la mente.

El convivio que hubo después de la boda fue tan formal como lo sería una reunión de personas de negocios, todos parecían que se conocían desde siempre y supuso que así tenía que ser, ni siquiera sabía cuántos años tenía Ichigo en realidad, él le dijo que había perdido la cuenta después de que lo pusieron a dormir por segunda vez. Ella era el centro de atracción esa noche, todos la reverenciaban y le hablaban con el respeto que se merecía al ser la nueva reina, le hacían preguntas que ella contestaba como podía, algunos hablaban en un extraño idioma que ella comprendía de manera confusa y contestaba de manera extraña.

Algunos la miraban de soslayo y murmuraban cosas como "la antigua reina era más hermosa que esta niña", "el porte de la antigua reina daba presencia", "su sola presencia podía enmudecer la sala que ella pisaba", comentarios que la hacían agradecer el hecho de que esa mujer estuviera muerta pero también la hacían sentir inferior a ella, inferior a todos ellos y eso le molestaba, odiaba eso y se propuso que ella sería una mejor reina, superaría a Kuukaku, eso lo podía jurar sobre la tumba de esa muerta.

Con la mirada dio una barrida a la sala en donde estaban y no encontró ni a su hermano ni a la hija de Ichigo, se preguntaba en donde podrían estar cuando la sala calló de repente, todos se habían sumido en silencio mientras miraban a alguien que bajaba por las escaleras, Rukia siguió la dirección de la mirada de todos y encontró a Karin bajando del brazo con Byakuya, ella estaba vestida muy similar a como vestía la mujer del retrato que había en una habitación que nadie ocupaba, recordó haber burlado el seguro de la puerta y entrar a esa habitación cuando todavía era humana y no conocía a Ichigo, le había parecido increíble que hubiese una habitación así, también había un cuadro con una mujer posando de medio cuerpo de cabellos negros y ojos verdes ensartada en un elegante vestido rojo de la época, tenía una sonrisa cálida, recordó que con curiosidad había investigado en ese cuarto, tenía un elegante tocador hecho en madera oscura que estaba lleno con lo que parecían ser frascos de perfumes, peines, maquillaje y un enorme alhajero lleno de joyas y piedras preciosas. La cama estaba hecha con la misma madera del tocador y estaba custodiada por doseles con encaje negro y blanco, como el piso del salón en donde se encontraban en ese momento, le pareció que era el cuarto de una reina.

Solo al momento de ver bajar a Karin vestida de manera similar y los comentarios que escucho antes de verla bajar le dio a entender que había estado en el cuarto que había sido de Kuukaku esa vez y que la mujer del cuadro era Kuukaku, sintió a Ichigo tensarse a sus espaldas y podría jurar que escuchó un gruñido morir en la garganta apretada del pelinaranja, cuando volteó a verlo lo encontró sonriente, con esa expresión de padre orgulloso mientras otros hombres le decían que su "prima" era muy hermosa, ¿en qué momento habían dicho eso? Rukia solo torció el gesto de manera rápida y captó la mentira para seguirla.

Rukia había ido con los padres de Ichigo a cazar la noche en que Ichigo le dijo que se irían por tres días de luna de miel, le pareció oler un poco de su sangre mezclada con la de su hermano en la habitación, también notó a su hermano esquivo y distante, tanto con Ichigo como con ella y se preguntaba qué era lo que había pasado entre ellos, ella sabía que Ichigo lo veía mal por ser el padre de Karin pero nunca se imaginó que llegarían a los golpes por algo tan trivial como celos paternos.

Cuando intentó preguntarle a su hermano la razón de su extraña actitud él simplemente le dedicó una mirada que iba cargada con algo de pena y dolor y luego se retiró del lugar. No entendía lo que pasaba y quería respuestas, pero no pudo obtenerlas, Ichigo se la llevó al castillo y cuando regresaron a la mansión su hermano se veía diferente, más relajado y sonriente que nunca, pero ese deje de pena en su mirada cuando la veía a ella no había desaparecido.

Ese mismo día llegó un hombre que se hizo llamar Aizen Sousuke a la mansión acompañado de otro hombre, la tensión en la mansión era palpable y cortable con un cuchillo si se pudiera, ella sabía que era peligroso y que estaba tras los secretos de los sangrepura, la ponía tensa el hecho de que ese hombre estuviera ahí y se alió con Orihime para investigarlo pero no obtuvo más que lo que había dicho la vez que habían usado a la ojigris como carnada y eso le frustraba. Cuando el hombre se fue del lugar fue un alivio para ella, no contaba que el hombre regresaría para secuestrarla la noche de luna nueva.

Rukia despertó después de un rato de estar sumida en la inconsciencia por culpa de Aizen, estaba recostada en el piso de lo que parecían ser las ruinas de una iglesia abandonada, le dolía la cabeza, el cuerpo, se sentía mareada y le costaba enfocar la vista.

- Veo que la reina ha despertado – habló Aizen sentado en una imponente silla al fondo del lugar, en sus manos tenía el libro de los sangre pura.

La voz del hombre llamó su atención y se centró en atacarlo, pero no terminó su misión, el hombre empezó a hablar como si ella no fuera realmente una amenaza, le pidió que le revelara el secreto de ellos de una forma tan tranquila que le erizaba los vellos de la nuca, ella se negó a hacerlo y él utilizó el chantaje para que ella hablara, diciéndole que si ella se negaba Ichigo sufriría lo que sufrió cuando él había matado a la antigua reina.

Rukia no decía nada, simplemente se dedicaba a mirarlo con odio mientras sus ojos se mantenían amarillos y pensaba como podía matar a los tres hombres y salir de ahí, entonces Aizen empezó a contarle la historia de Ichigo y la antigua reina, la forma en que ellos se amaban y la forma en que él la mató, la forma en que Ichigo lloró por eso y todo lo concerniente. Rukia se sintió traicionada de alguna extraña manera, Ichigo le había contado esa historia y le había dicho que se había casado por obligación, para no morir y no ser dormidos, que no querían hacerlo y que los obligaron, que también los habían obligado a consumar el matrimonio y a dar un heredero a la corona, que los matrimonios entre la misma familia se daban siempre pero uno podía elegir si hacerlo o no y que con ellos no se dio esa opción. Apretaba los puños con furia hasta que sus nudillos se pusieron blancos y tensó la mandíbula mientras el hombre la miraba con triunfo en sus ojos.

- El hombre que se casa por segunda vez, es porque amaba con locura a su primera esposa – fue la frase que la hizo voltear a verlo, le pidió que le dijera otra vez los secretos y ella solo negó con la mandíbula apretada, esa negación no era para el hombre, era para ella misma, porque en el fondo sabía que todo era una mentira y ella era una medida desesperada para la vida de un demonio. El hombre mandó a traer a dos jóvenes que ella jamás había visto, pero el aroma en su sangre les decía claramente que tenían que ver con Ichigo y con Karin y eso solo la descolocó al momento en que su cerebro hizo los enlaces suficientes para dar con la respuesta que el aroma le estaba dando.

- Tu sola existencia es una burla para nosotros – le habló a sus espaldas mientras ella miraba con estupefacción a los jóvenes - ¿realmente conoces al hombre con el que te casaste? – le preguntó con burla mientras ella giraba violentamente el rostro para encararlo, iba a decir "Si" pero era mentira, ella no conocía a Ichigo, no conocía más que lo que él le había dicho, que lo que había vivido con ellos y que lo que en su sangre corría, la respuesta era "no, no lo conozco" pero no la pronunció, solo lo miró con odio y el hombre descubrió la respuesta en sus ojos - ¿puedes confiar en un hombre del que no sabes nada? – se burló, busco entre sus ropas y sacó unas fotografías que le tendió a Rukia – son recientes, las tomaron hace dos días – en las fotografías se podía apreciar a Ichigo abrazando a una mujer pelirrosa con un enorme y abultado vientre, prueba inequívoca de un embarazo que estaba a poco tiempo de llegar a término, luego otras fotos de Orihime y Ulquiorra con esa misma mujer y de una mujer peliverde con facciones infantiles que acompañaba a la pelirrosa y a Ichigo. Rukia dejó caer las fotos con estupefacción al terminar de verlas – es una humana, entiendes, es la madre de un noble, la madre de un hijo de Ichigo – Rukia sabía que en el fondo todo era una mentira pero se estaba empezando a acostumbrar a ella. Volteó a ver a los jóvenes para encontrarse con Aizen acariciándole la cara a la pequeña niña castaña, a la copia viviente de Masaki – La hija de Ichigo y Karin, la última de ellos – fue lo que dijo el hombre y Rukia sintió tanto asco ante lo dicho por el hombre que corrió a la primera pared para vaciar el contenido de su estómago, imaginarlo era una cosa pero escucharlo de viva voz y de una manera tan tranquila, como si hablaran del clima, fue lo último que pudo soportar su cerebro, entendía lo que eran ellos pero la simple asociación de saber que Ichigo se había acostado con su hija incontables veces hasta dejarla embarazada era simplemente una abominación, algo que debería de ser eliminado de la faz de la tierra.

Cuando recuperó la compostura y se limpió la sangre que escurría por la comisura de sus labios, lo encaró - ¿quieres saber lo que es ser un sangrepura? – Pronunció en un tono de absoluta decisión – necesitas la sangre de un sangrepura y la lagrima de luna, mézclalas y bébelas, así te volverás uno de nosotros – extendió su brazo y deformó uno de sus dedos en clara señal de que se cortaría las venas para que él tomara la sangre – te daría de mi sangre pero resulta que no te serviría – sonrió con malicia – tiene que ser la sangre de un sangrepura legitimo – señaló a la niña – ella te servirá para tus propósitos – el hombre sonrió por eso mientras los niños amordazados miraban con pánico la mirada asesina de Rukia, ellos sabían quién era ella pero no pensaron que los vendería así, tan fácil, si ellos se hubiesen podido liberar de ese agarre lo hubiesen hecho pero no podían, eran demasiado jóvenes para canalizar todo su poder por sus venas.

Aizen hizo lo que Rukia le dijo pero no contaba con el dolor que le corría por el cuerpo, la maldijo mientras ella lo miraba con burla retorcerse en el piso e hizo que Stark lanzara a su lobo de los ojos rojos para atacarla, Rukia empezó a correr para escapar de ahí, no le interesaba salvar la vida de esos dos niños, en especial la vida de esa abominación producto del incesto entre padre e hija, no contaba con que el lobo que la empezó a atacar pudiera introducir un tipo de paralizante al morderla, maldijo por eso y por los restos del veneno de Gin en su cuerpo y se desmayó.

No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero empezaba a sentir como el paralizante empezaba a desaparecer de su cuerpo, sintió como alguien la cargaba y reconoció por la voz que se trataba de Aizen, solo necesitaba un poco más y el paralizante habría salido de su sistema, entonces se iría de ese lugar tan rápido como pudiera y jamás regresaría con ellos, era la decisión a la que había llegado mientras veía como Aizen obtenía la sangre de esa niña, no quería estar con creaturas como ellos, no después de comprobar que todo era una mentira, algo que sabía pero que su sangre le hacía creer lo contrario, con Ichigo, que solo la veía como una cosa que necesitaba y sentía asco de solo pensar que él la había tocado después de que se había acostado con su propia hija por el obvio parecido con su madre, todos ahí estaban enfermos y ella era como ellos, si en ese momento hubiese podido vaciar sus venas y deshacerse de esa sangre lo hubiese hecho, en ese momento entendió porque su hermano la miraba con pena, él sabía ese secreto y él lo había aceptado como la cosa más habitual del mundo, no le importaba mientras estuviese con la mujer y también lo odió por eso, él ya no era su hermano, si lo hubiese sido le habría dicho la verdad, la habría sacado de ahí y jamás hubiesen regresado, habrían aprendido a vivir con lo que eran o encontrarían que hacer para hacer más llevadera esa vida.

Escuchó la voz de Ichigo al entrar en la sala y sintió como le hacían un corte para hacerla sangrar, gruñó por eso y escuchó lo que decía Aizen, lentamente sentía como se empezaba a cerrar el corte pero era profundo, le tomaría tiempo y sangre, también escuchó lo que le decía Ichigo y podría jurar que se lo imaginó lanzándose contra Aizen cuando le dijo que había matado a su primera esposa. No se dignó a abrir los ojos, lo último que quería era ver a Ichigo, también escuchó a su hermano y a Karin en el lugar, solo pudo hacer una mueca de desprecio, sintió como fue levantada del piso y llevada a otro lugar, ser recostada en el piso y escuchar los pasos alejarse, fue en ese momento que abrió los ojos y se revisó la herida, se sentía extraña, diferente y podría jurar que no tenía nada que ver con el veneno de Gin, ni con el paralizante del lobo ni con el hecho de saber que el hombre que habría creído amar y que le habían dicho que la amaba estaba en otra habitación vengando la muerte de su primera esposa y el rapto se sus hijos.

Sintió una arcada iniciar y morir en su garganta para segundos después escuchar los pasos acercarse, se volvió a acostar reprimiendo el impulso de vomitar al sentir el aroma de la sangre de la hija de Ichigo y Karin inundar la habitación, escuchó los pasos alejarse y de nuevo esa arcada que precede al vómito, abrió los ojos y encontró a la niña acostada junto a ella, instintivamente se alejó de esa abominación, su cerebro y las costumbres le decían que su sola existencia debería de ser erradicada y su sangre le decía que su existencia era completamente natural, también recordaba la foto que le enseñó Aizen donde salía Ichigo con esa mujer pelirrosa que estaba esperando un hijo de él y sintió odio hacia el pelinaranja.

Aizen tenía razón, su inclusión en ese mundo no estaba justificada de ninguna manera, Ichigo podría seguir revolcándose con su hija o con esa mujer pelirrosa y solo el pensarlo sintió asco y una nueva arcada. Lo odiaba por haberla arrancado de su vida que ella tanto amaba, por cambiarla a una vida que ella no conocía y que jamás pidió, por tratarla como un objeto porque al final, eso era lo que ella era a los ojos de él, un objeto para poder seguir con vida y no estar con su hija, que le dijera que la amaba era solo para simular ante todos que había olvidado a su mujer y que ahora él pertenecía a ella, era bajo, era vil y lo odiaba, se odió a ella misma por haber visto esa maldita luna roja esa noche, por dejarse guiar por ella y por conocer a Ulquiorra y dejarse llevar a esa mansión.

Aprovechando que estaba con ella, cambió el color de sus ojos y deformó sus manos en una fina garra blanca, afiló los dedos y los apuntó al corazón de la niña, era una abominación que debía ser erradicada así como todos ellos, todos malditos por Dios por haberlo desafiado y que debían morir, sin piedad lanzó su mano al pecho de la niña con intención de arrancarle el corazón, solo se escuchó el crujir de los huesos y la carne al ser atravesada, los ojos de la niña se abrieron en sorpresa y quedaron así, abiertos mientras se les escapaba la vida, la blanca mano de Rukia salió de su pecho justo en el momento en que se acercaban los pasos apresurados de varias personas, estaba manchada de sangre, extendió las alas blancas que las mujeres de sangrepura habían heredado de los ángeles de los cuales descendían y se elevó sobre los cielos alejándose de todo eso, sabía que la iban a rastrear por hacer eso y que la matarían, a lo lejos escuchó el grito dolor, de la que dedujo, era Karin. Se metió en el bosque que había en ese lugar y encontró un lago en el cual se metió tan rápido como pudo y se lavó la sangre que la manchaba, salió y volvió a extender sus alas.

Solo logró avanzar unos metros más antes de dejarse caer a la tierra, se sentía débil, cansada y sentía que algo le escurría entre las piernas, guardó sus alas y se acomodó en el tronco de un árbol, fijó su mirada al piso y encontró un charco hecho con su propia sangre mientras un agudo dolor se instalaba en su vientre.

- No puede ser cierto – susurró al llegar a la conclusión de lo que le estaba pasando – tiene que ser una mentira – susurró para después sentir como la sangre le escurría sin piedad por las piernas, se dejó resbalar por el tronco con la cara enterrada entre las manos, pensando en tantas cosas a la vez. Estaba embarazada de un demonio, no había que sacar más conclusiones, y lo había perdido debido al veneno en su sangre cortesía de Gin, sintió el aroma a sangre fresca y el batir de unas alas a su espalda, sonrió con amargura al saber de quien se trataba, no había que ser un genio para saber que era Ichigo el que la había encontrado, sabía que estaba parado ahí, sin decir nada, solo observándola. Recogió sus piernas haciéndose un ovillo y dejando ver la sangre que se había escurrido por sus piernas y que la tierra absorbía sin piedad y hambrienta, retiró sus manos de su rostro y con una mueca vacía que simulaba una sonrisa le habló:

- Te estaba esperando – soltó como lo había hecho ese estúpido ángel del cuento que ellos mismos habían inventado, como había dicho él al momento de casarse con ella – bienvenido a la entrada de mi casa – lo volteó a ver, ella sabía que iba a morir y eso esperaba ella, no tenía nada, su hermano prefería a una mujer que a ella, el hombre que supuestamente la amaba le era infiel y se había acostado con su propia hija por ser el retrato viviente de su madre, habían destruido su pueblo solo por buscarla a ella, sabia como eran ellos, lo sabía porque ella era como ellos aunque no lo hubiese pedido, sabía que cuando la encontraran la matarían por matar a la princesa de la familia, solo esperaba que no fuese tan rápido y ahora, había perdido a su hijo aunque no lo hubiese deseado o conocido y sentía pena por eso, porque ese niño era producto de la sangre que la hacía abrir las piernas y del amor que se imaginó tener.

Ichigo solo la miraba con la mirada ensombrecida - ¿Por qué? – Preguntó con la voz dura - ¿Por qué la mataste?

- Porque su sola existencia es una abominación, todos son una abominación que disfrazan todo llamándolo amor, amor a sí mismos y a su manía de sobrevivir, de desafiar a Dios y no tener el valor de matarse para dejar de vagar en una tierra que no les pertenece.

- Era mi hija.

- Hija de tu hija y tuya – se paró sintiendo el dolor en su vientre y llevándose las manos instintivamente a éste, su sangre escurría por sus piernas marcando sus pasos en la tierra – eso – señaló el charco de sangre donde había estado sentada, toda su ropa estaba manchada con esa misma sangre – también era tu hijo y jamás se le permitió vivir – los ojos de Ichigo se abrieron con sorpresa al notar la sangre que emanaba de ella, intentó acercarse a ella y Rukia retrocedió – no me toques – sus ojos se llenaban de lágrimas – no quiero que me toques a menos que sea para matarme – Ichigo se quedó quieto – no tengo nada, no tengo a mi hermano, él prefiere estar con tu hija y ahora que sabía que estaba embarazada, tampoco lo tengo a él, siempre había querido ser madre, llevar el hijo del hombre que amaba y me alegro que no haya nacido – Ichigo se alejó un paso y Rukia avanzo ese paso – porque… ¿Cómo podría amarte? ¡Dime! ¡¿Cómo?! No te conozco, me tomaste sin preguntar, te aprovechaste de algo que yo desconocía, usaste la sangre que corría por mis venas a tu favor y me retuviste diciéndome que me amabas y haciéndome tu esposa, haciéndome una reina que todo mundo miraba de menos por ser una humana, por no estar a la expectativa de la antigua reina, ¿creíste que no lo notaba? Además, vas a tener otro hijo, con una humana, se suponía que me amabas y te ibas todas las noches con ella, por eso ese extraño aroma en ti. ¿Dime qué me queda a mí? El lugar donde nací y crecí ya no existe, mi hermano pertenece a ustedes y yo… ¿pensaste en mí? ¿Alguna vez pensaste en si me quería ir o solo veías tu lado, tu necesidad y tus problemas? Me dijiste que era una actriz consumada muchas veces, ¿quieres que finja que nada pasó? – Se acercó otro paso – mátame – tomó la garra de Ichigo y la colocó en su pecho - ¡MÁTAME DE UNA MALDITA VEZ! – Ichigo solo la miraba con dolor – porque si me perdonas la vida, te juro que los voy a matar a todos, los erradicaré de la faz de la tierra, haré lo que Dios no hizo cuando la abuela de tu madre se enamoró de un demonio. ¡Mátame ahora! ¡Hazlo! ¡Termina con mi vida! ya la arruinaste una vez, podrías terminar de arruinarla ahora. – Ichigo quitó su mano del pecho de Rukia.

- Sabes – se le quedó viendo – tienes razón, todo lo llamamos amor, pero que tu hayas quedado embarazada en tan poco tiempo es la prueba inequívoca de que yo te amaba y que tú me amabas, al menos, la noche en que nuestro hijo fue concebido – miró con dolor la mancha de sangre y extendió sus alas negras heredadas de los demonios que se enamoraron de los ángeles – Yo te amaba – se levantó del suelo mientras batía sus alas – aun después de lo que le hiciste a mi hija, yo aún… -

- ¡CÁLLATE! – Impidió que terminara de hablar, no quería escuchar esa palabra, no de él - ¡MÁTAME! – Ichigo se alejó de ella - ¡TE JURO QUE TE VAS A ARREPENTIR! – Le gritó, Ichigo se alejó de ella batiendo sus alas negras y Rukia solo se dejó caer en el piso con la cara enterrada entre las manos – te juro que… yo te juro que… ¡MALDITO!