Título: Aléjate de mí

Autor: acm2099
Pareja o personajes: Neville Longbottom/Severus Snape Harry Potter/Draco Malfoy
Género: Slash
Advertencias: Violencia, Incesto, Mpreg, Muerte de un personaje, Non-Con

Clasificación: NC-17 o M

Resumen: Una reunión de la Orden da pie a cierta conversación sobre Severus Snape. Viejos rencores y algunas frases mal dichas, serán la causa de que los Gryffindors le den una lección al ex Profesor de Pociones. Un secreto, una violación y un futuro incierto

Notas: Escribí este fic el año pasado, ya está terminado y fue inspirado en un Desafío de Amaltea http:/ .com /modules/ challenges/ challenges. php?chalid=4

Ya está terminado, en Slasheaven tuvo mucho éxito, aquí la verdad es que no sé como vaya a ser recibido. Mi beta fue una persona hermosa, Bruixa, a quien agradezco mucho todo lo que enseño. Donde sea que este mil gracias.


Draco siempre fue un tipo inteligente a pesar de lo que la gente pensara de él. Siempre fue inteligente. Supo que Potter vencería a Voldemort desde que había destruído el diario. Supo que pasara lo que pasara, Potter le patearía el trasero a Voldy y no porque el maguito fuera muy bueno. No, para nada, más bien era la suerte. No había duda, Potter había nacido con estrella.

Y por aquellos años Draco decidió que tenía que poner manos a lo obra. No podía evitar unirse a los Mortífagos; pero sí podía hacer algo para no caer con sus padres. Fue justo después de que Voldemort le quitara la varita a su padre que puso su plan en marcha. Un año antes había conocido a Anna, una bruja francesa que había perdido a sus padres en un ataque oscuro y con la cual tenía planeado construir un futuro lejos de Londres.

Sería duro; pero lo lograría, dejaría todo. Olvidaría todo lo que Potter le hizo y de ese secreto que compartían. Ese secreto que moriría con ellos.

Draco tenía la fortaleza para soportar vivir en ese diminuto departamento, malcomiendo y soportando las humillaciones del Ministerio. Lo había perdido todo, sí; pero nunca su inteligencia. Y tenía un plan; pero no para recuperar lo que tuvo, no, para hacerse una vida lejos de toda aquella mierda. Lo que echaría de menos era a su padrino. Severus no estaba de acuerdo con que se fuera, por lo tanto tampoco lo seguiría.

Severus Snape había sido todo su apoyo, su mentor. Lo amaba más de lo que nunca hizo con su padre y le dolía saber que tendría que dejarlo.

La luna se traslucía por la única ventana de aquel minúsculo lugar. Era una luna llena, tan brillante como aquella que había el día que Albus Dumbledore murió. Otra cosa que le debía a su padrino: El no tenía las manos manchadas de sangre. Severus lo había salvado de nuevo. Aún recordaba la primera vez que Severus lo había salvado:

Tenía diez años y su padre lo había obligado a subir en la escoba. Quería que fuera el mejor volando; pero Draco le tenía un pavor inhumano a las alturas, cosa que no le importó a Lucius. Quiso que volara sobre la mansión; pero Draco no pudo elevarse. Ni siquiera pudo hacer que la escoba terminara en su mano. Su mente estaba ocupada en el terror que sentía por las alturas.

Entonces su padre decidió hechizar la escoba, lo forzó a subir y lo hizo elevarse. Draco sudaba frío, suplicaba por bajar. Su cuerpo instintivamente reaccionó y cayó de la escoba estando a unos 50 metros de altura. Pensó que sería su fin; pero de pronto algo de magia lo envolvió. En seguida supo quién era.

Severus, varita en mano, atraía a Draco. Fue entonces cuando vió a Snape más que como hermano, casi como un padre.

Ahora los años habían pasado y tenía que dejarlo; pero una parte de su corazón se quedaría para siempre con su padrino. Esa ternura y amor que los Slytherins no expresaban pero que si sentían, todo eso era para Severus.

Pero su padrino debía entender. No podía vivir en aquel lugar, pudriéndose por los errores de sus padres. Verse así, era deprimente; estando en un departamento, que mas bien era una simple habitación de 4x4, con una pequeña cama y viviendo casi de la beneficencia del Ministerio.

Sintió la magia que destilaba una aparición muy cercana a su puerta. Abrió de inmediato y sin saber muy bien cómo tuvo a Severus Snape entre sus brazos, con las ropas hecha trizas, algunos golpes y casi inconsciente. Su corazón se estrujó al verlo así. De inmediato pensó en llevarlo al Hospital; pero algo dentro de su corazón le dijo que su padrino estaba quebrado, molido y por ahora no era tan importante un Sanador; pero sí un amigo.

Sólo atinó en depositarlo en la cama individual. Severus tenía los ojos cerrados y estaba llorando. Llorar. Draco jamás había visto llorar a su padrino, nunca. Su corazón casi se paralizó. Lo que sea que le ocurrió, fue terrible.

—Padrino ¿Qué fue lo que…

Severus sollozó y sus lágrimas fueron más gruesas. Draco sólo podía ver aquello y apretar su mandíbula. Su padrino le tomó de la mano con fuerza, tanta que creyó que se la fracturaría; pero sólo hubo un sollozo más fuerte.

—Llévame a mi casa. Yo no tengo la fuerza para llegar –la voz le salió forzada y Draco no pudo más que asentir.

En un parpadeo estaban en la estancia de la modesta casa de su padrino. Nada cambiaba nunca en aquel lugar. El mismo sofá negro en el que ahora descansaba Severus y un montón de libros y pergaminos regados por todo aquel lugar. Vio a su padrino depositar un recuerdo en un pequeño vial. Severus se lo tendió y cayó rendido de nuevo en aquel sofá. No lloraba más; pero parecía como si hubiera perdido algo, tal vez lo último que le quedaba de fe.

Draco sabía lo que tenía que hacer. Caminó a paso decidido hasta llegar al despacho de su padrino. Ahí, justo detrás de una de las paredes laterales, estaba un pensadero. Vació el recuerdo temeroso y antes de adentrarse, respiró. Tenía los vellos del cuerpo erizados y una sensación de frío cubría su nuca. Respiró de nuevo y se sumergió en el recuerdo.


Abrió los ojos para encontrarse con un lugar conocido: La torre de Astronomía. Una figura se distinguía gracias a la luz de la luna. Su padrino estaba de pie contemplando la luna, suspirando, seguro ensoñando algo. De pronto Draco recordó que aquel día se festejaba en Hogwarts una pequeña reunión de la Orden; pero sabía bien que su padrino no era bienvenido en aquel festejo. Aún había heridas abiertas y la muerte del viejo pesaba en su conciencia.

De pronto la puerta de la torre se abrió, dando paso a un cuerpo que Draco reconoció por el pelo rojo. George Weasley entró tambaleándose y la sonrisa que pintaba sus labios se deshizo. Fijando la vista en Severus.

—Mira que tenemos aquí. La serpiente mayor. Es curioso, justo estamos teniendo una reunión y hablábamos de ti.

Su padrino le dio una mirada de desprecio, uno porque le hablaba de tu, seguramente y dos porque lo que menos debió querer su padrino era encontrarse con alguno de los distinguidos miembros de la Orden.

—Lárgate por donde viniste Weasley. No tengo deseos de ver a ninguno de ustedes, los grandes héroes.

El Weasley volvió a poner esa risilla burlona que tanto les conocía a los gemelos. Caminó hasta su padrino y lo encaró.

—Dejé de ser tu alumno Snape. Sabes que tus amigos me dejaron sin una oreja, mataron a mi hermano Fred y desfiguraron a mi hermano Billy.

—Era una guerra, Gryffindor estúpido. En las guerras se tienen que hacer sacrificios y no tener tanta nobleza como ustedes.

— ¿Sacrificio? ¿Mi hermano fue un sacrificio?

Draco pudo ver perfectamente el semblante del gemelo Weasley. Estaba oscurecido, en sus ojos se asomaba un sentimiento: Odio. Un odio que parecía ser dirigía a su padrino. De nuevo el sonido de la puerta llamó la atención de los que estaban ahí. Esta vez fueron Longbottom, Black, Ron Weasley y por su puesto Potter. La guerra había pasado hace poco más de un año y Potter se seguía viendo cansado.

—Hermano, subimos porque estabas tardando mucho en llegar con las siguientes botellas.

La voz de Ron Weasley era rara, un poco entorpecida y fue cuando Draco cayó en cuenta de que estaban borrachos. Casi se caían y tenían claros signos de haber estado bebiendo.

Después de hablar Ron Weasley, posó su vista en Severus y guardó silencio, al igual que los otros tres. Seguramente habían estado hablando de su padrino y lo que menos pensaron fue verlo ahí.

—Oh, disculpa Ronnie; pero vine aquí y me encontré con nuestro tema de conversación. ¿Sabes? Snape me estaba diciendo que nuestro hermano Fred fue una sacrifico de guerra.

La Comadreja puso esa mueca tan conocida y que tampoco pronosticaba nada bueno. Los ojos de Black brillaban reflejando la luna. Potter tenía firmemente cerrados los puños y Longbottom tenía la misma mirada que le dedicaba a su tía Bella.

—Vamos, déjense de tonterías. Todos perdimos algo en esa guerra. Ahora sean lindos gatitos y déjenme tranquilo, sigan con su reunión de machos cabríos.

— ¿Te molesta la intimidad entre hombres, Severus? –preguntó George Weasley con tono de burla, acercándose a Severus, casi quedando a centímetros.

Su padrino sólo bufó y se apartó, caminando hasta casi llegar a la puerta de la torre que aún seguía bloqueada por Potter y Longbottom, mientras Black seguía los movimientos atento de su ex compañero. La Comadreja se acercó a su hermano y sonrió.

—Snape, siempre me pregunté por qué nunca te casaste. ¿Acaso te gustan más las varitas? –Draco no podía salir de su asombro. La comadreja hablándole así a su padrino.

—Justamente hace un momento hablábamos de ti –Black caminaba alrededor de su padrino, con una mirada turbia, tanto por el alcohol como por el odio -¿Puedes creer que todos los que estamos aquí tenemos cuentas pendientes contigo?

Severus tenía el mismo semblante duro y sin sentimientos que mostraba ante todos; pero Draco podía ver claramente que su padrino empezaba a sentir un poco de miedo. Nunca superó la aberración que sentía por Sirius Black y tenerlo tan cerca seguro le provocaba miedo.

— ¿Y? Tú tampoco eres una de mis personas favoritas Black, así que procuro no toparme contigo. Por lo tanto, si me disculpan.

—Quejicus, no le respondiste a George. ¿Te molesta la cercanía entre hombres? ¿Por qué no te has casado? Yo personalmente creo que todo ese odio hacia James era porque en realidad lo deseabas y querías que te follara tan duro que te quitara toda la grasa del pelo con las embestidas.

Draco vio como Potter, Longbottom y los Weasley reían a carcajadas y el semblante de su padrino se endureció más.

—Te recuerdo Black, que quien me molestaba era tu adorado James –puso énfasis en la palabra adorado –Me perseguía, hasta creo que estaba de obsesionado conmigo. Tal vez, el ilustre Auror Potter era en el fondo un maricón sádico que buscaba llamar mi atención.

Hasta Draco supo que esas palabras de su padrino estaban poniéndolo en un peligro inminente. Potter saltó como un verdadero león, traspasando a Draco en el camino, para sostener a Severus de la túnica con fuerza.

—Retira lo que dijiste Snape. No quieres meterte en problemas.

—Suéltame Potter. Ustedes no son más que unos borrachos ridículos. Maduren. Pasó una guerra y ustedes siguen siendo los mismos altaneros de siempre.

—Creo que mi padrino tiene razón Snape y no eres más que un maricón. Seguro deseabas en secreto que papá te tocara, aunque sea para tocarte. ¿Dime, no te gusta que yo te toque?

Potter apretaba con fuerza los brazos de su padrino y de la nada estaban rodeados por los leones. Cada uno riendo, Severus se separó con brusquedad de Potter y lo empujó. A pesar de que Potter no era más que un chico, había desarrollado sus músculos y era fuerte. Draco lo sabía. Potter sonrío y tomó el lugar de Longbottom en el círculo que formaban los leones alrededor de su padrino.

— Profesor ¿Disfrutabas haciéndome sufrir en tus clases? Fui una buena burla para ti ¿Verdad? ¿Se te ponía dura al humillarme?

Longbottom era un chico alto y lo que antes había sido grasa, ahora era puro músculo. El cabello castaño oscuro brillaba con la luz de la luna y Draco no pudo dejar de notar que de aquellos, Neville Longbottom era el más cambiado. Incluso sus ojos, que por primera vez Draco los notó, eran verdes. No un verde esmeralda como los de Potter, no. Era un verde más oscuro, casi imperceptible; pero que justo en ese momento se notaba brillar.

Vio como Longbottom caminó hasta abrazar a su padrino por la espalada y dejarle un beso forzado en el cuello. Severus se apartó de inmediato pero chocó con el pecho de Black.

—Puedes correr pero no esconderte, serpiente.

Black sonrió y empujó a Severus en dirección a la Comadreja y luego éste lo empujó hasta a su hermano. Instintivamente, Draco apretó su varita, esperando que Severus sacara la suya, así lo hizo; pero los reflejos de George Weasley fueron mejores y la varita de su padrino terminó en su mano.

—El Mortífago se quedó si su varita –la voz socarrona de la Comadreja hizo que Draco tuviera ganas de golpearlo.

Draco sentía la impotencia de sólo estar viendo un recuerdo. Quería poder Cruciar a esos hijos de perra. No tenían derecho, su padrino había luchado a su lado. Había matado a Dumbledore por sus órdenes. Severus también había perdido en esa guerra.

— ¡Ya basta! Los entrenaste bien Black, son un buen reflejo de lo que tú eres. Un arrogante de mierda ¿Ya les dijiste que por hacerte el héroe Greyback le partió el culo a tu amante Lupin?

Fue el fin. Draco lo vio en los ojos de Black. Draco conocía la historia. Sirius Black en la primera guerra era pareja de Lupin. Algunos decían que no sólo en las misiones. Fue en una de ellas en las que Black abandonó su puesto al lado del licántropo por perseguir a Voldemort, haciendo alarde de su heroísmo mal empleado. Lupin fue acorralado por algunos hombres del Lord, entre ellos Greyback. Ese ser depreciable sentía una extraña inclinación hacia Lupin. Fue tanto su deseo que se lo llevó y abusó de él durante dos días. Pocos sabían la historia. La voz de Black resonó en el recuerdo.

—Firmaste tu sentencia, Quejicus. Remus es el hombre más bueno del mundo, él te defendió y ahora vienes a decir eso delante de mí. Creo firmemente que tú necesitas una lección y quién sabe, tal vez lo disfrutes. Vamos a hacerte el favor justo ahora que estamos tan borrachos que cualquier culo es apetecible para follar.

El escalofrío que rodeaba a Draco desde que entró en el recuerdo se agudizó. Definitivamente aquello no era lo que imaginaba, quizá una tortura, quizá una buena golpiza, pero jamás aquello. No de los buenos Gryffindors. George Weasley atravesó su espectro y lo vio tomar a su padrino, aprisionando sus brazos.

—Suéltenme, están locos y son unos borrachos. Esto es una locura. ¡Suéltenme!

El grito de su padrino fue callado por un golpe certero que le asestó Black justo en el pómulo derecho. George Weasley golpeó las rodillas dejando a su padrino hincado justo al nivel del pubis de Black, quien de inmediato bajó sus pantalones junto con la ropa interior, dejando ver su miembro aún flácido.

—Chúpalo.

Severus lo vio con desprecio. Y un nuevo golpe fue lo que recibió, esta vez un cachetada que le lastimó aún más el pómulo y una más en el otro; pero Severus no se inmutó, a pesar de que empezaban a caer gotas de sangre de su labio inferior roto. Draco no podía ni sostenerse en pie.

—En tu puta vida, Black.

Sirius Black sonrío. Empezó a masajear su miembro frente a Severus, hasta dejarlo semi erecto. Lo tomó y pasó su glande por el labio roto de Severus, por su mandíbula, por las mejillas, mientras seguía bombeándolo.

—Vas a abrir tu maldita boca, Quejicus.

La Comadreja de la nada caminó tambaleándose hasta Severus y con sus manos firmes presionó la nariz de su padrino, haciendo que de inmediato abriera la boca, cosa que aprovechó Black para meter su polla hasta la garganta, follándose la cavidad con fuerza, jadeando y gimiendo sonoramente.

—Eso es, tan fácil que era abrir la boca. Cuidado con los dientes Snape si no los quieres perder.

Draco se hincó llorando, viendo a su padrino humillado, siendo sometido por los tres Gryffindors, mientras que Potter y Longbottom sólo observaban indolentes, como si su padrino no fuera un ser humano digno para no ser tratado como una puta. Segundos después, aunque parecieron horas, el miembro de Black abandonó la boca de su padrino. Ahora estaba completamente erecto y lleno de la salivada. Severus jadeaba y tosía.

—Tírenlo –les ordenó Black y George Weasley lo tumbo con el pecho chocando al suelo. El pobretón lo sujetó con fuerza de las muñecas mientras que Black bajaba los pantalones de su padrino.

—Te va a gustar, Snape. Por fin probaras un hombre, seguro que era tu deseo.

Black separó con fuerza las piernas de su padrino y se posicionó empujando su miembro entre las nalgas de Severus, quien se retorcía y los insultaba. No se había dado tan fácilmente; pero era imposible, era sometido por Ron Weasley y por George Weasley, mientras Sirius Black estaba desgarrándolo poco a poco. El grito de su padrino hizo que Draco caminara hasta Black para intentar sujetarlo; pero no podía, no era más que un reflejo.

— ¡Suéltalo, maldito perro sarnoso de mierda. Suelta a mi padrino!

Draco sabía que no lo podían escuchar; pero no tenía idea de qué hacer. Sólo podía ver como Black gemía y su padrino sollozaba de dolor. Las embestidas eran rápidas, fuertes, sin ninguna contemplación. George Weasley también sacó su miembro y empezó a masturbarse ante la visión. Un par de pasadas con su mano bastaron para que se derramara justo en la cara de Severus.

—Tómalo tú –dijo la Comadreja a su hermano, quien se movió lánguidamente después del orgasmo. Sostuvo con fuerza a su padrino que tenia la boca abierta debido a las estocadas de Black. Ronald aprovechó esto para follarse la cavidad sin contemplaciones, jadeando.

—Siempre quise tenerte así Snape, chupándomela. Sí, eres una gran perra –la voz de la comadreja era entrecortada.

Minutos después Ron Weasley se corría en la boca de su padrino; pero Severus no aguanto más y vomitó, manchando a la comadreja. Sirius Black al ver eso salió de su padrino y gateó hasta que su miembro choco con la mejilla izquierda de Severus.

—Así que no te gusta el semen, perra. Pues hoy te bañaremos de él.

Black se masturbó con fuerza cerca del rostro de su padrino, haciendo que su puño golpeara una y otra vez el pómulo, hasta que se corrió directamente en la cara y cabello de Severus.

En ese momento Draco estaba en el suelo tan asqueado que no sabía qué hacer, sólo llorar. Lloraba por su padrino, por la humillación a su hermano, casi su padre. De inmediato dirigió su mirada a los únicos dos leones que no habían participado en aquello. Tenía la secreta esperanza de que Harry no participara en aquello. Si por lo menos no lo detuvo, que le quedara el consuelo de que no lo vio participar. Draco sabía que Longbottom era una gay declarado y Potter, bueno, Potter siempre tuvo sus secretos.

— ¿No se unen a la fiesta chicos? –La voz satisfecha de Sirius Black hizo que Draco sintiera odio por él, aún más del que ya sentía –Vamos vengan, les aseguro que es un culo de primera.

Para sorpresa de Draco, Potter fue el primero en responder. Lentamente y con paso perdido llegó hasta el lastimado cuerpo de su padrino. Se notaba un gran bulto en los pantalones del héroe, seguramente estimulado por toda la visión anterior. Lo vio bajarse los pantalones liberando su miembro, grande e hinchado, palpitante. De una dolorosa y sanguinaria estocada se hundió en Severus.

Lo follaba con una fuerza casi animal, estrujando los hombros de Severus, jadeando, diciéndole guarradas, mientras rasgaba la ropa que aun cubría el torso de su víctima.

—Quítale la ropa, Sirius.

La voz de Potter fue un jadeo y el miserable de Black despojo a su padrino de toda su ropa, que ya estaba desgarrada. El niño de oro marcaba la piel cetrina de su padrino, arañaba su espalda y gemía mientras lo follaba rudo, crudo, martirizando al pobre Severus. Con un ronco sonido Harry Potter se corrió en el interior de su padrino.

Draco tenía la vista nublada, tanto que no pudo ver cuando Neville Longbottom llegó hasta el cuerpo de su padrino, quien a pesar de todo aún luchaba, serpenteaba, lloraba; pero jamás pedía clemencia. Longbottom, con ayuda de los demás, volteo a su padrino. Ya traía la camisa desabrochada y delicadamente se dejó caer sobre el cuerpo de Severus.

Era obvio que Longbottom era el más ebrio de todos y tal vez por eso se animó a besarle primero el cuello y luego la desnuda clavícula. Succionó los pezones de su padrino y con cuidado lo penetró, o por lo menos a Draco le pareció más delicado que los otros brutos. Los roncos gemido de Longbottom era lo único que resonaba en aquella habitación junto con las guarradas de los demás.

Cada uno sosteniendo una parte de Severus. Los Weasley lo sometían por los brazos, Black cuidaba que no cerrara las piernas y Potter, él, sólo observaba como antes, mientras que Neville Longbottom seguía penetrando a su padrino, una y otra vez. Fue el único que se preocupó por sostener el miembro de Severus. Lo masturbó al mismo ritmo que las frenéticas embestidas y casi sin querer, la excitación de su padrino aumentó, tanto que se corrió en la mano de Longbottom y segundos después éste se vino en su interior. Luego hizo algo que Draco jamás imaginó que vería.

Neville Longbottom besó a su padrino con algo así que aprecia ternura. Casi pudo escuchar un jadeo por parte de su padrino diciendo el nombre del Gryffindor. Eso fue algo que hizo reaccionar a Longbottom. De inmediato se separó del cuerpo casi inerte de Snape y vio el destrozo.

Severus Snape tenía la cara roja y ensangrentada, junto con la mezcla de las corridas de los demás. Un chupetón en el cuello, seguramente ocasionado por él y las marcas de la cadera. Longbottom se tambaleó y trastabilló hasta caer al suelo, muy cerca del reflejo de Draco. Los demás Gryffindor soltaron el cuerpo de Severus, se reacomodaron sus ropas y se fueron desapareciendo uno a uno.

Al final sólo quedó Longbottom que aún se veía afectado por el alcohol. Draco sentía unas enormes ganas de vomitar y su cara empapada de llanto. Pudo ver al Gryffindor caminar hasta su padrino. Por un segundo se temió algo peor; pero Longbottom sólo paso su varita para vestir a su padrino. Tomó la olvidada varita del ex profesor y la puso entre sus manos.


Temblorosamente se reajusto la ropa. Seguro que seguía tomado, pues era más fácil hacerlo con magia. Cuando se recompuso, tomó el cuerpo fatigado de Severus y se desapareció.

El recuerdo cambió de escenario y de repente se encontró frente a la puerta de su departamento, con un tambaleante Longbottom sosteniendo a su padrino. Luego salió del recuerdo.

Draco caminó para atrás, sintiendo de nuevo esas inmensas ganas de vomitar todo lo que tenía en el estómago. Recordaba los sollozos de su padrino, el odio de los leones, porque si de algo estaba seguro es que todo aquello había sido odio, una muchedumbre enardecida por el alcohol. No aguantó más y devolvió todo el contenido de su estomago en el suelo del despacho de su padrino.

Aún no daba crédito a lo que había visto. Los valerosos Leones, la famosa Orden, eran todos unos violadores de mierda.


Es un capítulo muy fuerte el primero. El fic no es tan oscuro, aunque tiene sus momentos.

Espero publicarlo dos veces por semana, domingo y miercoles. Son veintiseis capítulos incluyendo el epilogo.