Disclaimer: Los personajes pertenecen a J. K. Rowling.
La canción que da título a la historia pertenece a The Rolling Stone
Disclaimer que exige fanfiction así como el siguiente aviso: Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
Recuerdos olvidados.
Quince de agosto de mil novecientos ochenta y seis.
Justin Tremlett acaba de abrir la puerta del garaje tras las insistencias de su hijo, Donaghan. Al parecer sus amigos van ir a ir a su casa como llevan haciendo casi todas las tardes desde que empezara el verano y el chaval cree que es mejor mantener el garaje abierto para evitar que mueran asfixiados en medio de una canción, aunque en el fondo le parecería una buena forma de morir para un grupo de música del estilo rock, que es lo que buscan tocar… si el grupo fuera conocido por más personas que sus dos vecinos que se suelen asomar por la ventana cuando empiezan con los verdaderos ensayos y aplauden en contadas ocasiones o pagan sus actuaciones con jarras de limonadas. Al menos la limonada estaba buena.
El chaval tiene catorce años, pelusilla en el rostro a causa de una pubertad algo atrasada, en comparación con sus amigos, y curiosidad por saber cómo acabó metido en un lío como aquel. Una banda de música, ni más ni menos. Tiene una vaga idea, viéndose a si mismo hace un año, volviendo de Hogwarts con Kirley Duke, su vecino, y Myron Wagtail, un extraño chico. Los dos están hablando sobre cosas que a Donaghan no le interesa, porque no sabe lo que es el Garaje de Hogwarts, por lo que el chico, año menor que los otros dos, se entretiene leyendo los dorsos de su colección de cromos. Sabe que en medio de eso, Myron, ¿o fue Kirley?, le preguntaron si le gustaría unirse a una banda de música y él acabó asistiendo, por que no escuchó bien la pregunta hasta instantes después.
Lo intentó negar al momento, él no quería unirse a ninguna banda, pero entonces Wagtail le convención con una frase que le desarmó, principalmente por que no estaba del todo acostumbrado a aquellas conversaciones.
—Pero si el bajista es el que más liga de todo el grupo.
Por aquel entonces Donaghan Temlett tenía trece años cumplidos haría muy poco y lo que menos le interesaba en el mundo eran las chicas, que sí, podía decir que Laura Hoffman era muy bonita, pero ya está, por lo que con un violento sonrojo, Donaghan intentó concentrarse en el cromo que en aquel momento tenía en la mano, mientras escuchaba la escandalosa risa que tenía Myron.
El simple recuerdo de aquella escena le hace suspirar mientras pasea por el lugar preparando su bajo. Nunca imaginó que al entrar a Hogwarts volvería a desempolvar aquel instrumento que aprendió por vocación de su padre cuando era un enano. Pero allí estaba. Se sentó en el bordillo de la acera y ajustó las clavijas, antes de tocar la escala y algunos trozos de canciones que solían tocar en grupo, emulando a otras bandas.
Una chica pasea por la acera de enfrente, y aunque Donaghan sólo tiene catorce, intenta hacerse el importante intentando que le salga aquel solo que nunca consigue por el simple placer de lucirse, entiende a Myron cuando se pone a cantar por los pasillos de Hogwarts por el simple placer de que le miren. La joven se detiene y se sienta en el bordillo de enfrente. Se ha ganado toda su atención. Tremlett no la mira, tiene los ojos concentrados en sus dedos que se mueven por el mástil, antes de terminar la canción y mirarla a ella. Su cabello es de un castaño claro y los ojos color caramelo. Algunas pecas adornan su cara y tiene las gafas pegadas con celo. No puede evitar sonrojarse. No la ha visto nunca, pero la idea de que viva por allí le gusta.
—No tocas nada mal—Le escucha decir, y la rojez tiñe más la cara del chico.
—Gracias. No es muy complicado—Se encoge de hombros quitándose merito.
—¿Sabes tocar algo más?—Le pregunta apoyando las manos en el suelo, tras haberlo limpiado un poco, acomodándose, esperando un concierto privado en manos de aquel desconocido que parece demasiado simpático como para ser peligroso.
Y Donaghan la complace. Utiliza todos sus conocimientos y cada vez que la escucha, en su cabeza resuena la voz de Wagtail "el bajista es el que más liga". El concierto dura hasta que llega el resto del grupo, y la chica anuncia que se va. Él no quiere que se vaya. ¡Ni siquiera sabe su nombre! No se le ocurre nada con qué retenerla, y ella camina tranquilamente por la misma acera que nunca ha abandonado, tras volver a felicitarle, le da la espalda y Donaghan siente que le abandonan.
Realmente nunca lo sabrá, al menos en aquel verano, puesto que la chica fue como si se volatilizara del mapa. Siendo aquella la primera vez que Donaghan maldijera al grupo. ¡Si sólo hubieran tardado un poco más! Él hubiera cogido el valor para sentarse junto a ella y preguntarle cómo se llamaba mientras los dedos improvisaban algo en honor a la joven, no demasiado, unos acordes de una dulce melodía, mientras maldecía que aquello no fuera una guitarra, que tenía un sonido más reconocible. Pero nada de eso ocurrió y para cuando se quiso dar cuenta, ella ya se había fundido con el horizonte.
Un suspiro se le escapa por los labios, y nota la mano de Heathcote Barbary en su espalda. Es una mano grande y cálida que pertenece a la otra persona que toca la guitarra también en aquella extraña agrupación
—¿Qué haces con cara de pasmarote?—En cambio, quién le habla no es Heathcote, sino Myron que se coloca a su lado, mirando hacia el mismo punto que el castaño, pero sin ver nada.
—Nada—Murmura apartando la mano del guitarrista y entrando al garaje, dentro ya está Kirley que se le queda mirando extrañado, mientras le da unos ajustes a la guitarra.
Donaghan no le dirá nada a nadie de la chica que, se puede decir, ha conocido a ninguno de sus amigos, por temor. Aquel recuerdo permanecería olvidado en su mente hasta después de su salida de Hogwarts, varios años después.
