Ya una semana había pasado desde la muerte de su amado, aquel ruso al cual le había entregado alma y cuerpo, aquel con el que cada noche juraban un amor eterno, aquel… que había amado con todo lo que el tenía, el único que lo había aceptado, el único que no lo había abandonado al igual que sus hermanos.

El asiático, pasó triste por aquella casa que tantos recuerdos dolorosos, pero a la vez, hermosos le traía… vio las viejas fotografías que demostraban lo feliz que eran, lo mucho que se amaban, tomó uno de los retratos y fue hasta su habitación, las imágenes que pasaban hicieron que sus ojos se cristalizaran al momento. Se recostó y se cubrió completamente, dejando escapar sollozos de dolor, abrazando aquel retrato, deseando, que fuese tan solo una pesadilla… de la cual quería despertar, ver a su esposo ahí, tenerlo en sus brazos… sentir su calidez, sus labios… su fija mirada y aquella sonrisa tan tierna que adoraba….

Pero para su desgracia, eso era solo un deseo, un deseo que nunca se cumplirá.

—Los muertos nunca regresarán aru….

El castaño, al despertar y no sentir a su esposo, recordó su muerte, recordó esa última mañana en el hospital… ese último adiós… y ese último beso… comenzó a llorar otra vez y comenzó a cantar, con la voz quebrada debido a sus sollozos.

"Las mañanas demasiado brillantes me tientan a rendirme.

Me descubro por completo y a ello me entrego.

Sujeté tus dedos fríos; tú sonreíste con tristeza.

No encuentro nada que decir y el escenario se vuelve borroso.

Si algo empieza, algún día terminará.

No hay necesidad de excusas.

Al menos quiero mantenerte cálido.

Dios, por favor, dame sólo un poco más de tiempo."

Frunció el ceño ante esa oración, se levantó y limpió sus lágrimas, salió de su casa y fue hasta la florería, compró un bello ramo de girasoles que por suerte había, sabía por demás, que eran las favoritas de su amado. Yendo prontamente hasta su tumba, donde acarició la lápida con una sonrisa triste, depositando las flores en la fría tierra.

-Espero que estés bien aru, te he extrañado mucho Ivan aru… mira… son girasoles aru…- Trató de contenerse, pero las lágrimas caían mostrando su dolor.- Por favor… Ivan…. Regresa… por favor… ¡Regresa! –Gritó viendo al cielo, rogando por ser escuchado, pidiendo que alguien se llevara su dolor… implorando… que le regresaran a su Ivan….

" "Tengo que partir", no hay manera de que el tiempo se detenga.

Mi deseo se lo lleva el viento y mi garganta está seca.

¿Qué hay más allá de esto?

Somos líneas paralelas.

Eres fuerte y no miras hacia atrás, así que nuestros caminos no se volverán a encontrar.

El pueblo quieto se empieza a desmoronar, y sólo la memoria de ti inunda mi corazón, creando un mar profundo, y me ahogo ahí. "

Sintió como alguien tocaba su hombro con suavidad, apenas si alzó su vista llena de lágrimas, borrosa por estas, creyó que era una maldita broma ya que a quien veía era a su amado, quien le sonreía sin soltar su hombro, señalando la carretera donde los coches pasaban sin un alto… a una velocidad que a quien se cruzara, terminaría muerto.

-Ivan…. –susurró apenas levantándose, recibiendo su ya tan común "Da" No daba crédito a lo que veía, quizás y esa era la señal por la cual había esperado tanto. Más aún… porque el menor fue asesinado brutalmente por un automóvil, por un conductor borracho… y por salvar la vida de su amado.

"Un triste despertar, desesperación que no puedes esconder.

Aún así, el mundo es hermoso.

Me causó tristeza.

Quiero verte, recordar de nuevo…."

Una suave brisa vino, sin embargo esta se llevó la imagen del de ojos violeta, las lágrimas que se habían calmado volvieron a salir, con más dolor que antes, dejando que todos y cada uno de los recuerdos de su muerte llegaran.

"Sujeté tus dedos fríos; tú sonreíste con tristeza.

No encuentro nada que decir y el escenario se vuelve borroso.

Si algo empieza, algún día terminará.

No hay necesidad de excusas.

Al menos quiero mantenerte cálido.

Dios, por favor, dame sólo un poco más de tiempo.

Las mañanas demasiado brillantes me tientan a rendirme.

Me descubro por completo y a ello me entrego."

-¡Yao! ¡Yao! Despierta – el nombrado abrió sus ojos llenos de lágrimas, al ver a su euroasiático acarició su mejilla tratando de captar todo.

-¿Qué me pasó aru?

-Te desmayaste da~

- ¿Sólo eso? – una paz interior le llenó, sonrió con alegría y abrazó al menor con fuerza, gracias Dios… fue tan sólo un mal sueño.- Te amo aru…

-Yo también te amo da… por cierto, seremos padres.