Fandom: Sherlock BBC | Pairing: John!centric
Disclaimer: nada me pertenece
Words: 417 | Rating: K
Spoilers: del 2x03 *llora en un rincón*
Preguntas. Se había hecho demasiadas preguntas y no había tenido tiempo de conseguir ninguna respuesta. Él no había tenido tiempo. No habían tenido tiempo. Se lo habían robado. Y ya ni siquiera estaba seguro de a quien culpar. ¿A Mycroft o a Moriarty? ¿Al propio Sherlock? ¿Y si tenía él mismo la culpa? Había sido tan tonto, tan ciego... Sherlock siempre cargaba con todo el peso, sus limitaciones se interponían en el trabajo del detective en cada caso... Lo hacían. Y jamás volvería a suceder.
Apenas dormía. Llevaba semanas cobijándose bajo unas mantas que nunca parecían cálidas, que no le hacían sentir a salvo, como si lo rodease el mismo miedo que había sentido entonces. Cada vez que cerraba los ojos veía caer el cuerpo de su amigo, lo veía descender kilómetros y kilómetros, cortando el frío aire de Londres a su paso, congelándole las entrañas con cada segundo que pasaba viéndole caer. "I'm a fake". Sus palabras retumbando en las paredes invisibles de sus pesadillas. "Nobody could be that clever". El sonido de su voz siendo más doloroso que cualquier herida. "It's my note". La despedida que jamás querría haber escuchado, estando tan cerca de él y sin embargo tan lejos.
Sherlock había sido un estúpido. Le había dejado solo ante un mundo que no sería jamás suficiente para él. ¿Dónde estaba su violín a las tres de la mañana? ¿Y los mensajes de texto crípticos, los experimentos, los disparos y el desorden a los que ya se había acostumbrado? No había vuelto al piso desde aquel día. Decenas de veces se había parado frente al 221B de Baker Street, alzado la vista e imaginado a Sherlock asomándose envuelto en una sábana, con su mirada enigmática de los martes y la media sonrisa que le encendía el rostro y a él le hacía sentir seguro. Porque encontrar cualquier resquicio de felicidad en los ojos brillantes de su compañero de piso se había convertido en uno de sus hobbys preferidos y advertir que ya jamás podría volver a referirse a él así le dolía mucho más que la pierna.
Cojear le daba igual. Saber que él mismo producía dicho dolor le importaba mucho menos. Sin Sherlock allí para convencerle de que no necesitaba su bastón no tenía sentido dejar de usarlo.
Si tan sólo pudiera volver a verle con vida una vez más para hacerle todas las preguntas que se había guardado y responder a cualquiera de las que él no necesitaría pronunciar para conocer las respuestas...
