Mai Hime no me pertenece, es de sus creadores.
Bueno, aquí estoy participando en el torneo de fanfic. Mi primera estocada puede imaginarse algo escabroso, los advirtió quizás en una parte del fic puede llegar a ser algo descriptivo y tocar un tema de maltrato. (no la estoy vendiendo).
Sí, me agradan y me desean los buenos augurios, regalen un comentario.
" Cachorro mío"
Capítulo 1: Tu destino fue estar en mi cama.
Primera Parte: Ataduras que duelen.
Una chica de largos cabellos color cobalto despertó de manera abrupta, como sí la pesadilla la siguió al mundo real. Lo que fue en parte verdad, ya no tenía ninguna partes contradictorias de su cuerpo, y las que sí, estaban tan adoloridas que por cada minuto movimiento de su respiración le hacían cerrar los ojos con sufrimiento. Pensó, buscando alivio mental, que todo esto era la continuación de su sueño. Como en el capítulo de una serie de terror, por qué optó en mantener los ojos cerrados y contar hasta diez segundos, sí al niño del Resplandor le había surgido el resultado porque no a ella. Seguro cuando alcanzara la década, despertaría en su propia cama, y no en esta absurda situación.
_ "Uno, dos, tres ..." - contó mentalmente hasta llegar al ansiado número- "diez".
Acto seguido las pestañas dejaron de estar pegadas unas con otras, y descubrió con pesar que ese dolor no era parte de su imaginación. Su corazón reacciona inmediatamente, latiendo en un ritmo desenfrenado, aspirando a las neuronas para que haga su trabajo. Su primera era laboral intento de intentar todo lo que estuvo a su alcance y dejar de evadirse de este problema. Estas personas estaban atadas al cabezal de la cama. Por encima de su cabeza, por qué no lo sentía, debido al entumecimiento de la falta de circulación sanguínea. Su pensamiento fue dirigido a remediar lo más inmediato. Se preparó mentalmente para el siguiente movimiento, ordenó las yemas de sus dedos tocando la piel, cerrando las falanges de cada uno de sus dedos. Lo repitió varias veces, hasta que llegó la hora de zarandear sus muñecas en el pequeño espacio que la soga se lo posibilitaba. El ejercicio dio resultado, ya que comenzó a sentir como un millón de agujas limpias en la extensión de su mano, en un efecto doloroso que provocó que se levantara. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior para prevenir una maldición que quería salir de su boca. Luego obligo a su cuerpo a arrastrarse hasta que su trasero pueda descansar sobre la madera y no en el mullido colchón. Con impaciencia espero que los dolores en sus brazos se detuvieran. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior para prevenir una maldición que quería salir de su boca. Luego obligo a su cuerpo a arrastrarse hasta que su trasero pueda descansar sobre la madera y no en el mullido colchón. Con impaciencia espero que los dolores en sus brazos se detuvieran. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior para prevenir una maldición que quería salir de su boca. Luego obligo a su cuerpo a arrastrarse hasta que su trasero pueda descansar sobre la madera y no en el mullido colchón. Con impaciencia espero que los dolores en sus brazos se detuvieran.
Un minuto después las agujas quedaron atrás, y era tiempo de que otro problema tomará su lugar en la lista. Y este era el de estudiar los nudos de las sogas que la ataban, haciendo que sus brazos quedaran uno a cada lado de su cabeza. Advirtió, para su malestar, que esa persona sabía hacerlos para impedir su huida. Sin embargo, en una actitud obtusa intento desanudarse, jalando inicialmente de adelante a atrás, luego de arriba abajo, y finamente golpeando con los nudillos la madera de la cama para intentar romperla en su desesperación. Obteniendo todo lo contrario a su objetivo, ahora el nudo le oprimía con más fuerza alrededor de sus muñecas.
Detuvo su idea de escape, para felicitar a quién había hecho tal tipo de lazo tan perfecto. Se mordió el labio inferior para aplacar su enfado, logrando saborear el gusto metálico de su propia sangre. Dirigió su mirada a la piel que estaba por debajo de la soga, podía saber sin necesidad de echar un vistazo, que esa parte tenía una marca de quemadura que se volvería un gran tema de conversación entre sus amistades. Ya podía imaginar a Nao, la araña maldita, divertirse a su costa. La conocía y hasta se imaginaba sus comentarios, desde: "Quién pudo domesticar al lobito" hasta "No conocía tus gustos en la cama, Nat". Y una diversidad de chistes que iban a poner a prueba su paciencia finita.
Natsuki, soslayo su cabeza hasta que el mentón tanteo la piel de la clavícula, permitiéndose un suspiro lleno de derrota se perdiera en la habitación. El dolor ya era soportable, y comparándolo a sus accidentes en la motocicleta no era nada, aún tenía unas cuantas cicatrices en su dermis, que sólo podían ser localizadas luego de un examen exhaustivo. Volvió a cerrar los ojos por unos segundos, para acomodar un poco sus ideas, y principalmente para escudriñar en sus recuerdos más cercanos lo que había sucedido luego de festejar sus 18 años. Lo único que trajo ese ejercicio mental, fue el que Nao había comprado una gran cantidad de alcohol, gracias a los documentación falsa que un amigo le había proporcionado. Luego, salieron de la habitación de la araña con el plan de continuar con el festejo en otro lugar.
_ "Debí de hacerle caso a Mai"- se culpó a sí recordando el consejo de quién le quedaba mejor la voz de su conciencia- "Debí de cuidarme".
Una instrucción que no pudo seguir al pie de la letra, porque este cuarto no le pertenecía a ninguna de sus conocidas, y no creía que ni Nao o Mai serían capaz de realizar tales ataduras, sí quizás de la primera. Pero, Natsuki reconocía que la historia de ellas dos era parte del pasado, y por supuesto a la araña nunca le gustaron las sábanas de satén rojo.
Prosiguió la búsqueda en su memoria de algo que le facilitara entender el cómo había terminado en esa situación. El sonido del agua correr le alertó, alguien se estaba duchando al otro lado de la segunda puerta que poseía esa habitación. Entonces, la otra debía de ser la salida, terminó de concluir felicitándose por llegar a la solución del enigma. Una sonrisa irónica brotó en su rostro, a la vez que un aroma a lavanda alcanzo a su nariz.
Un aroma particular, uno muy conocido por ella y que sólo una persona podía llegar a poseer. Un perfume que le hizo tragar saliva de inmediato, y como si fuera un animal en peligro empezó a tironear con urgencia y fuerza sus manos, para liberarse de esas sogas. Necesitaba escaparse antes de que la dueña de esa fragancia volviera a la habitación, porque no sólo tenía sus manos atadas, sino que también una serie de pequeños golpes y rasguños laceraron su piel, y sin sospechas eran obra de esa persona.
Durante la batalla con la atadura, un recuerdo lejano que se había olvidado, no de esa noche, sino del pasado regresó a su memoria. Ya que a la chica de cabellos color cobalto ya le habían advertido sobre este presente.
Hace diez años atrás, le vaticinaron que sería encadenada por esa bella criatura que se hacía llamar Shizuru Fujino.
Segunda Parte: Una familia feliz.
En un vehículo cuya marca daba prestigio a su dueño, estaban tres personas que se mantuvieron la mayor parte del viaje en silencio, el conductor se excusaba mentalmente diciendo que toda su concentración debía de estar en la carretera. Una mentira blanca, en realidad a las 15 horas de un domingo, en el día más caluroso de todo ese verano, eran propietarios de toda la vía. El único sonido que rompía el silencio sepulcral era el del motor y el del aire acondicionado que refrescaba la cabina.
Los rayos solares se reflejaron en el capot del Mercedes, cosa que provocó que el hombre entrecerrara los ojos e inmediatamente bajó la visera para prevenir cualquier accidente. Ese pequeño suceso le hizo recordar el verdadero motivo de este viaje. Usando el espejo retrovisor miró hacía la parte posterior, encontrándose con la tierna imagen de una niña pequeña abrazada a un muñeco algo roído. El perrito había tenido mejores tiempos, pero entre las aventuras que seguro tuvieron ese par, junto con los lavados en el electrodoméstico, ya había perdido algo de color, y un poco de felpa. Quiso sonreír, pensando en ese pequeño peluche cocido por todos lados, se imaginó las manos de una mujer dedicada a la ciencia pegar los brazos u partes que se descocían, sus puntadas eran torpes y apresuradas, y más de una vez el hilo usado no era el del color correcto. Ese pequeño objeto inanimado parecía ser el mejor amigo de esa pequeña infanta.
_ Cariño, mantén tu mirada en el camino- una voz hermosa le hizo volver a la realidad y dejar de pensar en ese juguete y su dueña-
En el lado del copiloto estaba su esposa, quién seguía estudiando los documentos que habían sido entregados unas horas antes. Su gesto se mantuvo solemne todo el rato, hasta que ella misma tomo coraje para dialogar con su marido.
El hombre, apretó el manubrio con fuerza, manteniendo sus manos entre las nueve y las tres, tal y como estaba acostumbrado. El tiempo que demoró en desviar su mirada en dirección a la carretera, pudo descubrir que la mujer no estaba leyendo los papeles, sino pensando en el modo de dar inicio a la plática que ambos se debían.
En el otro lado de la senda, les reboso un auto que circulaba a una alta velocidad, con la música golpeando los bafles a toda potencia. Una pareja más joven en vacaciones, concluyo el hombre, que aparto su mano izquierda del manubrio para así rebuscar en la gaveta para obtener un dulce, en vez de ello se encontró con la mano de su esposa. Un pequeño gesto que ambos se permitían cuando estaban en lo privado, desacelero el vehículo, mientras que con un suave apretón buscaba transmitir todos sus sentimientos a su esposa.
Los papeles se arrugaron bajo la presión de la mano, cuando estos se posaron sobre los muslos de ella. Unas lágrimas traicioneras, surgieron sin permiso de sus ojos de un extraño color magenta. Sus dedos se entrelazaron con los otros, sintiendo como su alianza de oro blanco se acomodaba en la mano de su esposo. Sensación que siempre le traía un cierto alivio. El saber que ambos se pertenecían mutuamente.
_ ¿Hemos tomado bien esta decisión?- una pregunta nació en su boca, una que hasta ahora no había expresado, no desde el accidente y por supuesto menos cuando su marido llegó a la mansión con esos mismos papeles expresando su postura-
El hombre no contesto, no hasta cavilar una respuesta que podría abarcar completamente la inseguridad de su esposa. Él la amaba, tanto y más que antes, y reconocía el motivo de sus dudas, más cuando fue quién tomo la decisión que iba a modificar todo en sus vidas. Tanto su esposa como su hija, merecían una mejor contestación, y no una sentimental como la que Violet Fujino estaba concluyendo dentro de su cabeza. Por fortuna, su esposa esperó con paciencia sus palabras, esas acciones en el pasado lo habían enamorado del todo, y ahora en el presente lo encontraba tranquilizador.
_ Ella hubiese apreciado que su hija fuera criada en una buena familia y no en casas de acogida.
Violet al enterarse del motivo oculto de su esposo, pasó a estrechar con más presión la mano que ahora temblaba, ante la mención del lugar que tanto Saeki Kuga como el hombre con el que había contraído nupcias se habían criado.
Daiki Fujino era del tipo de hombre que mantenía muchos secretos, y los sabía mantener bajo muchas llaves en su interior, es decir una persona que enfatizaba su confidencia sobre todo lo demás. Era por eso (y otros motivos), que la familia de su esposa lo había acogido y cedido el apellido, además de aportarle todas las posibilidades para crecer en la empresa. Llego a ser el jefe, no porque se había desposado con la única hija, sino porque él había demostrado ser capaz de llevar a las industrias Fujino al siglo XIX, con un enfoque progresista e innovador. Pero, ahora ante la idea de que una niña transitara por lo mismo, era algo que le producía cierto rechazo; más teniendo todos los recursos y posibilidades de cambiarlo.
Era algo que Saeki hubiese querido que él cumpliera. Ellos dos habían compartido la misma historia de fracasos y familias de tránsito, dejando atrás a muchos niños que no pudieron progresar. Y no como ellos que pudieron escapar de ese mundo de abandono.
Su temblor se manifestó con sólo pensar que Natsuki podría haber terminado viviendo las mismas, o peores, experiencias sí él no se hubiese enterado en el periódico, hace una semana atrás. La hija de su amiga fue la única que sobrevivió en el accidente, una pequeña niña tan fuerte e igual a su madre, lo había confirmado al subirse a un vehículo nuevamente.
_ Cariño, ella desapareció hace ocho años y durante todo ese tiempo nunca supimos nada de su vida. Fue como sí la tierra se la hubiese tragado, y aunque la buscaste por todos los sitios, nunca deseo que tú la encontraras- dijo mientras notaba como el paisaje cambiaba constantemente- ¡Ni siquiera supimos que estuvo embarazada!
El último comentario tuvo un sonido de reproche en los labios finos, y una pequeña dosis de veneno en sus palabras que atacaron a su esposo, pero en realidad, ella quiso regañar a la mujer que había sido la única persona que Daiki aclamaba como "hermana"; y que lo había traicionado el día que huyó sin dejar ningún tipo de rastro para hallarla.
El hombre busco con su mirada el espejo retrovisor, para cerciorarse que las vendas blancas del hospital aún continuaban cubriendo las heridas de esa pequeña niña, que de un día para el otro se había quedado sin nada, ni siquiera un familiar directo para hacerse responsable de ella,
Daiki apartó sus pensamientos del pasado, el enojo que había sentido ante la traición de ser dejado atrás debía de tener conclusión, más ahora con la existencia de ese pequeño clon de Saeki.
_ ¿Has pensado por un momento en Shizuru?-
Ese asunto fue un balde de agua fría para el hombre, su mujer le había atacado en una estocada que le daño de manera prodigiosa y violenta, ahora él estaba sufriendo ante la mirada color syrah, unos ojos que siempre podían llegar a controlarlo sin necesidad de una palabra. Con sólo ese gesto junto con el movimiento torcido de sus labios, le hizo tragar saliva en seco, y ella supo su respuesta.
_ Daeki, nuestra hija ha heredado eso- Violet no quiso continuar, aún no podía enfrentarse ante la idea de que su pequeña Shizuru, también podría tener los problemas de los miembros femeninos de la familia Fujino-
_ Ella no lo tiene- protegió a su pequeña princesa con amor paternal-
_ ¡EL PERRO!- grito la mujer sin conseguir ocultar su turbación- … ella lo mato.
El hombre jalo su mano con premura recuperándola del agarre de su esposa, el cálido contacto de ella continuo sobre su piel por unos segundos, cosa que provocó culpabilidad en su interior. Sin embargo, que Violet trajera al presente el recuerdo de ese can, que sólo vivió unos meses en su familia; le acarreó un deseo de querer estacionar el coche y caminar unos metros de distancia de ese problema, El tomar aire e intentar regresar a esa normalidad, en dónde ambos se habían mentido y olvidado sobre la existencia de ese cachorro.
_ Fue un accidente- respondió reprimiendo sus sentimientos de pavor, se engañó a sí mismo y pretendía convencer a su esposa que fue eso, y no un evento escabroso como en realidad fue- un desconsolado accidente, que Shizuru no volverá a repetir.
Violet no podía deshacerlo como por arte de magia de su mente, no como su esposo que lo evadía, tal y como lo hizo en el pasado cuando Saeko desapareció de su vida, por segunda vez. Se negaba a continuar pretendiendo normalidad, y pensar que en su propia casa, bajo el techo que los amparaba, había sucedido sin ella poder hacer nada para impedirlo. La culpa le carcomía por dentro, más porque fue quién había encontrado a ese pequeño cachorro cuyos saltos enérgicos y ladridos escandalosos, le hicieron ganar un reto horas antes por ensuciarle sus Kimono ceremonial. Sí, le había gritado a ese pequeño animal esponjoso que era semejante a un peluche, antes de hallarlo con el collar tensionando el cuello, ahorcándolo de tal forma que parecía que la cabeza estuviera unida en un fino hilo sobre el cuerpo, y con los ojos parecidos a botones de color negro saliéndose de sus orbitas.
No deseaba preocuparlo a su esposo sobre los últimos sueños que estaba reprimiendo, no cuando él descansaba tranquilamente del otro lado de la cama. No quería interrumpir su estado onírico, para relatarle sus pesadillas, no cuando se trataba de esas imágenes que se repetían constantemente: el pequeño cachorro con su cabeza pendiendo en un hilo de carne, con su lengua fuera del hocico, buscándola para requerir caricias de su parte. Ese mismo sueño se repitió tantas veces, que al otro día debía de maquillarse para ocultar sus ojeras. Durante las mañanas, cuándo abría la puerta de la habitación de su hija, aún podía visualizar la imagen del cuerpo estupefacto y sin vida de ese pequeño animal, la mascota predilecta de su hija Shizuru. Pero, lo que más le aterrorizo no fue el como la correa extensible con dibujos de huesos estaba rodeándole el cuello hasta asfixiarlo, sino la mirada fría y carente de sentimientos de la niña que era parte de su linaje.
_ Sus palabras fueron: "Toto, no quiso quedarse a mi lado"- citó la mujer a la vez que la mano de la sortija era llevada a sus labios, para esconder el gesto de turbación que desfiguro su bello rostro- Es culpa de Kiyo…- sus palabras no pudieron completarse porque fueron interrumpidas por el drástico movimiento del mercedes, que freno de golpe no sin antes tirarse a la banquina-
_ No quiero que menciones ese nombre- ordeno Daeki quitándose el cinto de seguridad para poder abrazar a su esposa con total libertad- no ese nombre…
Lo que ellos no sospechaban era que la pequeña niña, aun abrazada a su perrito de peluche, estuvo aparentando estar dormida. Ella había decidido hacerles creer que era fuerte, que había aceptado subir al auto sin mostrar vulnerabilidad, tal y como Saeko Mamá le había aconsejado, y Natsuki era obediente. Ella era una niña buena y silenciosa, que no debía de interrumpir las conversaciones de los adultos, más sí parecían ser temas que sólo las personas grandes trataban. Presiono más fuerte sus retinas e intentó no interrumpirles, menos para advertir que la gran herida de su cuerpo se había vuelto a abrir, y que su ropa estaba manchándose con su propia sangre. No, no diría nada, Natsuki era una chica buena… tal y como su mamá siempre le había dicho, y debía de ser bien silenciosa, tal y como repetía cuando el casero venía a buscar el dinero del alquiler, mientras su madre estaba en el laboratorio.
_ "Suki chan, es una niña dulce, y sabe que no tiene que hacer ruidos fuertes, sino los hombres malos la vendrán a buscar"- eso siempre le aconsejaba su madre, antes de irse y dejarla en el pequeño cuarto, durante muchas horas con tan sólo unos fideos instantáneos, pero Natsuki ya sabía cómo prepararlos, porque era especial y muy inteligente- "Duran estará contigo"
Y fue así, que su amigo y protector de felpa seguía junto a ella, no le había abandonado como lo hizo su madre. Unas lágrimas de tristeza le empaparon sus mejillas, y al no inducir un sonido fuerte, la pareja Fujino nunca supo de ellas y menos sobre el estado de desasosiego que una pequeña solitaria podía sentir.
Natsuki, busco consuelo de Duran, tal y cómo siempre había hecho en el pasado. Este fue quién le señaló que podía confiar en esa joven pareja, y que ese hombre amable nunca se había separado del lado derecho de su cama en el hospital. Era alguien que conocía muy bien a Saeko mamá y hasta tenía pruebas: fotos de cuando ellos eran más jóvenes y hasta una en dónde la mujer con lentes posaba sacando la lengua mostrando su más grande tesoro. Este era el libro que ahora le pertenecía desde hace unos meses, y que estaban leyendo juntas en las noches. Ahora, ¿quién lo leerá junto con ella? Se abrazó más al cuerpo de su peluche, y este le secó las lágrimas alentándola a seguir adelante.
Sí, Duran es especial tal y como indicó su madre, puesto que siempre sabe que decir y hacer: "Alicia disfrutara del té", fueron las palabras de su único amigo en el mundo. Natsuki, supo que aunque no estuviera Saeko mamá, ese libro podía esperar a que ella creciera un poco más, por ahora lo iba a guardar tal y como el señor Fujino le aconsejo:
_ Natsuki, puede mudar todo lo que quiera, no dejaremos nada atrás. Saeko siempre estará contigo- el hombre dijo a la vez que sonreía de una manera muy cálida, que le hizo recordar a un gesto que su madre tenía con ella- Desde ahora quiero ser tu familia.
La pequeña niña no comprendía por qué su mamá nunca le había mencionado al hombre mayor en ningún momento del pasado. Pero siguiendo el consejo de una de las especialistas en asistencia social, una mujer regordeta que le acordó a la Madrina Mágica de la Cenicienta, durante una de las reuniones en privado entre ellas dos, con hojas de papel blanco y lápices de colores, que utilizaba mientras conversaban sobre diversos temas, y muchas veces la hada Madrina le pedía ciertos dibujos en concreto. Ella no tenía problemas en hacerlos, amaba dibujar porque no requería hacer muchos sonidos, y además eran horas de diversión aseguradas. También se sumaba que algunos de esos eran pegados en la puerta de la nevera, siendo sostenidos por los imanes de los 101 dálmatas.
_ Natsuki Chan- llamo la atención la señora cuyos cabellos eran blanquecinos por el paso del tiempo- tienes una oportunidad de elegir lo que harás en el futuro, puedes ir a un centro de adopciones o con el señor Fujino, este amablemente se ha ofrecido a ser tu tutor legal hasta que seas mayor de edad.
La mujer explicó sin apartar su mirada sincera de los ojos verdes de la desafortunada niña. Sí era por decisión propia, luego de leer el corto e insustancial informe que minoridad le había entregado unas horas antes, sabía que la mejor opción era aceptar la ayuda desinteresada de una de las familias más acomodadas; y no esperar por unos padres como los otros niños en las casas de acogida.
Toda la vida de Natsuki Kuga estaba resumida en una hoja, no tenía registros de haberse escolarizado en ningún momento, pero sin embargo su nivel de conocimientos estaba en el mismo nivel o quizás superaba a los niños de su propia edad. La niña ni siquiera había tenido sus primeras vacunas, era como sí su madre no hubiese querido que haya algún rastro de ella. Sólo un papel sobre su fecha de nacimiento, el tipo de sangre, y algunos datos que no parecían ser del todo verdaderos, ya que el hospital en dónde dio a luz no existía. Y lo que más le produjo contrariedad fue que no existía alguna mención del apellido del progenitor. Un caso que se le iba de sus manos, y para ella solucionarlo lo más pronto posible era la mejor opción.
_ ¿Duran puede ir conmigo? Es un buen perrito.
Esa pregunta infantil le hizo dejar de lado lo que estaba escribiendo sobre la mesa. La lapicera con su nombre grabado rodo en el papel en dónde estaba asentando la situación anímica y psicológica de la niña.
_ Duran podrá corretear por todos lados de la mansión de los Fujino, y no creo que les importe que tú lo lleves. Algo me dice, que su hija Shizuru le encantará conocerlo.
Y con ese discurso, la asistente social, obtuvo un final feliz para una niña que pasó por tan malos momentos. Deseo para ella un buen futuro, y traspaso toda su esperanza a manos del hombre que esperaba con ansiedad su fallo. Concluyó con el papeleo, registrando todo lo trascendente de esas reuniones privadas, sumado a los dibujos y los test que llevó a cabo para documentar el estado psíquico de Natsuki Kuga.
Una copia estaría en las manos de los Fujino y otro quedaría asentado en el archivo.
"Natsuki es una niña inteligente. Con una gran imaginación, y cuyo único contacto humano fue el de su madre, es por ello que ha creado un vínculo con el animal de peluche. Esta conducta puede devenir en trastornos del espectro autista (TEA)".
Esas fueron las palabras finales, además de sugerir algunos cambios positivos en la vida del menor.
Ahora unas horas después y lejos del hospital, Natsuki logró pasar desapercibida nuevamente. Y eso que no necesito esconderse en el ropero, como cuando el Dueño del edificio visitaba a Saeko mamá para exigir el pago del inmueble. Sí, ella volvió a salir invicta en el juego de las "Escondiditas".
El movimiento del auto, ahora a una velocidad constante sin más conflictos ni intercambios de palabras, hizo que ella pudiera dormir. Cuando despertó le esperaba una sonrisa aún más amable que la de los adultos, traída por una pequeña niña de cabellos largos y ondulados, muy parecida a la mujer que había llorado en el auto, pero, con una diferencia el color de ojos que eran de rojo más fuerte. Sin embargo, la mueca era un calco perfecto de la del señor Fujino. Se notaba a simple vista que ella era la descendencia de ambos y su futura "hermana mayor" como había dicho su tutor, el día que converso sobre su esposa y la luz de sus ojos: su hermosa hija Shizuru Fujino.
En la mente de Natsuki sólo existían unas palabras para describirle: Una princesa de cuentos de hadas. Que le extendió su mano para darle la bienvenida a la familia, tal y como lo hacían los personajes de sus películas animadas. Una invitación que aceptó logrando captar las sonrisas resplandecientes de todos los pertenecientes de la Familia Fujino, ahora estaba en su nuevo hogar y Duran estaba también con ella.
La presión de la mano de Shizuru fue más animosa y firme como sí no la quisiera soltar, sin embargo, para la chica de cabellos color cobalto ese gesto fue interpretado como una muestra exagerada de felicidad por parte de la otra niña. "Nada que temer" recomendó su peluche, y Natsuki ahora sin Saeko mamá tendría que obedecerlo más que antes.
Porqué Natsuki debe ser una niña buena ... y ahora tiene una amiga más, aparte de su guardián feroz.
