Un nuevo comienzo

Por Lilith

Yue observaba como caían uno a uno los pétalos de sakura que adornaban el cerezo en flor.

Su mente se perdió en recuerdos que creía olvidados, cerró los ojos y visualizó el rostro de su antigua dueña.

Hacía ya muchos años que ella se había marchado de este mundo, de la misma manera que una vez lo había hecho el mago Clow.

Las cartas nuevamente estaban guardadas, esperando un nuevo dueño o dueña que las despertara de su sueño.

Kerberos dormía nuevamente junto a ellas. ¿Y él?

El nuevamente estaba solo.

Solo y esperando.

Esperando que apareciera aquella persona que las reclamara y así él poder juzgarla.

El juez Yue, la luna. Y como representante de este astro, tenía su lado oscuro. Aquel lado que Clow intuyó y Sakura dominó casi sin querer. ¿Reaparecería?

Sakura. Al recordar a su antigua dueña no pudo evitar pensar en que había llegado a quererla tanto o más de lo que había querido a su creador, pero al igual que él, ella lo había abandonado. Pero era inevitable, los humanos, por más magia que corriera en sus venas, eran mortales, él en cambio viviría para siempre.

Sería juez una y otra vez, vagaría por el mundo una y otra vez, hasta el fin de los tiempos. Conociendo personas que se involucrarían en su existencia para luego verlas desaparecer.

¿Cómo podía soportarlo Kerberos? ¿Sería siempre así su existencia? Conocer personas, quererlas ¿Para luego perderlas? ¿Era justo?

Claro que no lo era. Pero así estaba escrito.

Pudo sentirlo, ya estaba cercano el momento en que las cartas serían liberadas otra vez. Una nueva persona sería quien las capturara y él debía juzgar si era digno.

El trabajo de Kerberos solo sería buscar un candidato que él considerara indicado, pero en él, y solo en él estaba la última decisión.

Yue adoptó su forma humana, sus alas se recogieron, empequeñecieron, hasta desaparecer, su largo cabello también se recogió, y sus ojos casi plateados dieron paso a otros, mucho mas humanos y cálidos, siempre amables, siempre sonrientes.

Ahora su verdadera imagen y personalidad solo aparecería cuando todas las cartas estuvieran reunidas por su pretendido nuevo dueño. La inconsciencia que le otorgaba su forma humana le permitiría descansar y no sentirse tan solo y abandonado como últimamente se sentía. Debía reconocer que esta habilidad que tenía, a veces era considerada como un regalo.

Una nueva casa para Yukito, una nueva historia que crear para si mismo, y definitivamente mucha comida. Todo eso le esperaba.

Quizás, si tenía suerte, aparecería un amigo en su vida, aunque no estaba tan seguro que eso fuera bueno. Formar lazos con alguien para que luego se lo llevara el curso natural de la vida.

Aunque en el fondo Yue no quería que le doliera la soledad que significaba tener esa responsabilidad.

Si al menos fuera un humano de verdad. Humano y por lo tanto mortal, con un ciclo de vida normal en que no tuviera que ver morir a todos aquellos a quienes conocía y con los que formaba lazos de afecto y amor.

Pero era su destino. El que en ocasiones consideraba maldito. Su existencia era comenzar una y otra vez, aunque siempre con la secreta esperanza que esta fuera la última.

Fin