La historia es mía pero los personajes pertenecen a ouat.
Bueno lo prometido es deuda y os dejo el primer capitulo de esta historia que ha estado en mi cabeza durante un buen tiempo, conste que seguiré primero con las historias que tengo mas avanzadas como son: el destino de lo innombrable, soy tu salvadora, unidas por la guadaña y Secretos de mujer, me centrare mas en esas, pero eso no quita que os deje mi nueva historia, con la esperanza de que también os llame la atención.
Servilletas anónimas
Capítulo 1
Todo su mundo había caído en un túnel del que en estos cinco años no había logrado salir, ya había recorrido infinidad de psicólogos y realizado otra tanda de terapias para superar su trauma y no había tenido ni una sola relación amorosa desde entonces, a excepción de su caballete.
Pasaba los días pintando y yendo a la escuela de arte, después de acabarla se convirtió en una artista reconocida que evitaba a toda costa ser vista, ir a reuniones sociales no era una opción, había reducido su existencia, a su madre y a su mejor amiga a las únicas personas con las que podía mantener un trato mínimamente normal sin tener ganas de salir huyendo.
No había sentido interés absoluto por nada más allá de sus obras, había renegado de cualquier tipo de contacto físico, sus amistades eran reducidas y a la única que consideraba especial era a Ruby, una joven de la misma edad que ella y con un cabello rojizo, siempre luciendo sus curvas con orgullo y de manera muy coqueta al contrario que Emma que prefería vestir de una manera muy formal y seria, su vestuario se reducía a colores oscuros a pesar de que eran femeninos iban desde el negro hasta el azul marino y camisas de vestir blancas, no había más variedad al contrario que en sus pinturas y por supuesto en el color de su cabello que era rubio como el sol y con ondulaciones como las olas del mar.
La gama de colores usada para su ropa, contrastaba con su interior tan decaído y sin gracia como se sentía. La vida había perdido su color a excepción de su cuarto secreto por así llamarlo, Emma lo mantenía cerrado bajo llave, ocultando su mejor obra para ella misma.
Había comprado hacía ya unos tres años un apartamento de unos 80 metros cuadrados bastante modesto para lo que le aconsejaba su colega de la galería, además le había propuesto más de una vez un trabajo fijo en la misma, sin embargo a pesar de las quejas de su colega de la galería al final se decidió por aquel lugar para vivir, ya que su madre vivía en el mismo edificio y no quería separarse de la única persona que la aceptaba con sus rarezas.
El amigo de la galería, no era otro que un compañero de clase que siempre estuvo loco por Emma Swan más de una vez alago su ojos verdeazulados, quizás si el pasado hubiera sido diferente habría desarrollado afecto por él, ahora darle la mano al hombre de cabello negro, ojos azules y barba muy cuidada, bastante atractivo según la rubia, parecía todo un reto, había desarrollado según varios psicólogos lo que Emma traducía como fobia al contacto con alguien al que consideras una amenaza aunque para la rubia era simplemente "reticencia al contacto íntimo con desconocidos" pensaba ella asintiendo ante la reflexión.
Ruby había ido a visitarla, se encontraba en su estudio que estaba en una de las habitaciones pintando lo que parecía una puesta de sol sobre un restaurante para ser precisos era el restaurante de su familia, el que había llevado su madre desde que su marido David falleció cuando Emma aún era muy pequeña como para guardar recuerdos concretos de él.
Según Mary, la madre de Emma, él había sido el gran amor de su vida y era por esa razón que se negaba a tener una nueva relación. La rubia entendía su postura al fin y al cabo que ella creyera muy poco en las relaciones románticas no quitaba que soñara algún día que su problemas pudieran ser superado, aunque tampoco es que se esforzara demasiado, algo que le habían recomendado algunos especialistas, era saliera y fuera poco a poco.
Sin embargo Emma sabía lo que quería, y por supuesto no era ninguna relación amorosa, sus intentos con hombres habían llegado a mal termino sobre la segunda cita, cuando intentaban despedirse con un abrazo o un beso en la mejilla algo que implicaba alarma de peligro, el sexo para ella se había reducido a un término pantanoso ni si quiera lograba definirlo, la atracción la había olvidado en el camino, a excepción de la pasión que sentía por sus obras, lo demás eran mensajes subliminales de una sociedad corrompida de tanto pensar en sexo, en estos años la pintura era lo único que realmente provocaba sugestión en ella.
-¡Emma!-grito Ruby que se adentraba en los dominios de la rubia que tenía todo desordenado hasta llegar al cuarto donde estaba pintando de memoria el lugar en donde había estado con su madre infinidad de veces.
La pelirroja de ojos azules penetro en aquella habitación regada de pinturas por todos lados, usaba tacones no muy altos pero estuvo a punto de pegarse una buena torta.
-esto es más difícil que patinar sobre hielo ¡joder!-se quejaba Ruby llegando hasta donde estaba su amiga y se ponía a su lado viendo su obra. –Está quedando muy bien señorita artista, esta vez, ¿sí iras a la galería en la que expondrán tu nueva obra?- preguntaba Ruby muy sutilmente.
-por supuesto-decía la rubia causando la sonrisa de alivio de la pelirroja- ¡que no!- declaraba la rubia dándose la vuelta en su taburete.-es evidente, que ni ahora ni nunca iré a esas tonterías-decía con una sonrisita de medio lado que saco un suspiro de queja de su amiga.
-vamos Emma tus pinturas cada vez valen más y estas alcanzando una gran fama por lo menos deja que te vean la cara una vez, muchos creen que estas deforme.-decía su amiga con cara regañada.
-quizás por eso es que suben los precios-dijo la rubia- cuanto más grande el misterio más emocionante intentar descifrarlo-dijo levantándose de allí, dándole la mano a su amiga para que no se cayera.-deberías dejar de usar esos tacones y ¡santo dios Ruby! Esa falda no debería ser una prenda, ¿tienes complejo de stripper? Y no me lo has contado.-decía la rubia riendo mientras esquivaban todo lo que había en medio entre pinturas en el suelo y cajas que contenían las mismas o incluso. la pelirroja logro ver una bolsa de comida rápida.
– ¡tendré complejo de stripper pero tú tienes una tendencia al síndrome de Diógenes que no veas!, eres la persona más cochina que he visto, joder Emma que hay comida ahí-apunto con su mano libre- ¿y esos pinceles? Que hacen ahí-la regañaba mientras llegaban al salón terreno menos minado y más ordenado.
-¡oh vamos soy artista! Incluso tengo a Mickey por ahí suelto-dijo la rubia con una risa burlona.
-¡hay no Em! Vas a matarme joder esa rata negra me dé un asco tremendo-decía su amiga.
-es una monada esta por ahí rondando-decía la rubia de su hámster feo que era blanco con manchas negras- Mickey te quiere mala tía- decía la rubia.
-a esta altura estará muerto, ni de comer le das-afirmaba su amiga sentándose en el sillón del salón que era de un color marrón con beige. –uf esto si es un señor sofá-
-lo sé, tardamos en elegir uno que ¿seis días de búsquedas?-decía la rubia sentándose a su lado.
-ya… Emma quería pedirte un súper favor…-decía Ruby nerviosa.
La rubia la miro con interés, la última vez que le pidió un favor, fue que conociera al novio de Ruby un tal August, por supuesto que tuvo que ir acompañada con su casi novio, su prototipo de intento psicológico de pareja, un hombre llamado Víctor que para colmo era médico y parecía tratar de entender a Emma que en el criterio de la rubia era "demasiado".
-si es una cita doble, no tengo más amigos que intenten ser parejas mías, así que olvídalo-decía la rubia cruzándose de brazos de solo recordar aquel día que Whale después de casi tres meses de ser "amignovio o algo así" trato de besarla.
-ni me lo recuerdes julia Robert debió inspirarse en ti para correr en novia a la fuga-decía Ruby con una sonrisa ganándose una palmada de la rubia en el hombro.
-ya dime que me vas a pedir y ya veremos si acepto.-decía la rubia acomodando el cojín de color marrón con un cisne en el centro.
-que sepas que tu egolatría me sorprende más cada día ¿un cisne en serio?-decía su amiga poniendo los ojos en blanco.
-lo sé, cada día me alago más a mí misma, es lo que tiene no tener pareja a la que adular-decía la rubia riéndose- ya enserio déjate de darle vueltas al tema y dispara loba desgraciada-decía Emma.
-¡o vamos! no me estés torturando con lo de loba solo fue una vez que me disfrace de eso y fue por el capullo de Jefferson estaba loca por el.-decía Ruby que al acomodarse se topó con otro cojín, el cual lanzo a la rubia - otro cisne ¿de verdad? Estas enferma-declaraba la pelirroja.
-¿enferma por ser narcisistas? Que puede haber más sano que amarse a sí mismo-decía la rubia con una sonrisa mientras agarraba su cojín y mostraba el dibujo con una sonrisa en sus labios del todo engreída.
-aj cuando te pones en ese plan me resultas insufrible-decía Ruby que estaba inquieta.
-ve al punto lobita y dejémonos de tonterías, que quieres pedirme… si es dinero aun no me ingresan y por cierto se han tardado-se quejaba la rubia.
Su amiga soltó un quejido ante la idea de su amiga de que fuera dinero y se colocó en su sitio pegándole al sillón, ganándose un cojín en la cara por maltratar el objeto de devoción de la rubia.
-¡no le pegues! no ves que duermo en el cuándo me da por verme los clásicos- agregaba la rubia con una mirada rabiosa.
La pelirroja se cruzó de brazos con una ceja levantada tratando de hacerse la victima de tal ofensa, pero acabo desechando la idea pues el favor que pediría hasta Mary le había dicho que provocaría un ataque de ansiedad de su hija.
-pues veras… es que me tengo que ir por unas dos semanas… y debo dejar tirado el trabajo… ya sabes que aunque tu madre me dé cancha, mi abuela me pone roja a bofetones como deje el trabajo sin suplente… y así de la noche a la mañana… yo quería pedirte que me sustituyeras-vio la expresión de asombro en la rubia y bajo la voz ante que le diera el dizque ataque de ira o peor de ansiedad- hable con tu madre y claro me dijo que sí, mientras consiguiera una suplente pero claro una sustituta por dos semanas, ¿quien querría tan poco tiempo?... no llega ni al mes…. y pues para que si tengo a ti, mi mejor amiga que encima es hija de la dueña y que me quiere más que a su arte-decía Ruby con una sonrisa forzada.
-¡ni pensarlo llevo sin hacer eso desde!…desde…. ¡mierda!-se quejaba la rubia-ni mi madre me lo pide ¿y tú vas y la armas?-decía mientras se levantaba de sopetón.
-¡venga! Ya casi llevas mejor el contacto humano, no habrá faltas de respeto… por favor, ni si quiera contacto físico, tu madre tiene un restaurante no un burdel, ¡un poquito de piedad!-suplicaba la pelirroja que ahora se había adueñado del cojín anteriormente despreciado.
Emma pensó un momento y por desgracia su amiga tenía razón había sobrellevado mejor el tema, sobre la interacción, estos últimos años, así que… realmente debía admitirlo odiaba las multitudes y sus vidas despreocupadas como si nada malos pudiera pasarles.
-odio la gente-confesaba la rubia, ganándose una risa de su amiga.
-yo soy gente-aclaraba su amiga.
-ya me entiendes…-murmuraba Emma.
-vamos Emma sabes bien que ya lo llevas mejor, ya hasta sales de paseo, vestida de negro o azul marino eso sí ¡pero bueno! no todo puede ser perfecto…-meditaba Ruby en alto.
La rubia puso los ojos en blanco.
-¿qué tiene de malo el negro?- preguntaba la rubia.
-que pareces de la funeraria ¿quizás?- se burlaba,-anda dime que si lo harás ¿pliss?-rogaba gateando en el sofá, como si fuera una gatita.
Emma empezaba a dar vueltas por casa como un animal enjaulado repetidas veces antes de ceder al favor de su mejor amiga.
-vale…vale lo hare, pero deja de hacer ese movimiento y ¡ni se te ocurra maullar que te doy!-dijo haciendo amago de golpearla.
Ruby se levantó victoriosa del sofá casi gritando de alegría
-tu madre no lo creerá cuando te vea, ¡es alta, es guapa y a todos les encanta!-se animaba su amiga.
-¿y esa es?-preguntaba Emma con una ceja levantada en incomprensión.
-¡yo por supuesto!-decía haciendo un baile exótico que "a saber dónde lo habría aprendido" se planteaba la rubia, -tu madre y mi abuela se llevaran una sorpresa, desde que eras adolescente no te animas a pasearte por "la princesa encantada" creo que hasta el lugar te absorberá en respuesta a tanto tiempo sin ti-decía la mujer lanzándose de nuevo al sillón, logrando un quejido de la rubia que estaba a punto de asfixiarla.
-¡vuelve a tirarte así en mi pequeñín y te mato salvaje!-decía la rubia caminando de un lugar a otro de solo pensar en tener trato con la gente que venía al local de su madre.
Continuara…
pd: espero nadie quiera matarme por publicar otra historia nueva xD, ojala os guste.
