Zootopia es una propiedad de nuestros amos y señores, Disney Incorporados. No clamo ninguna ganancia monetaria con la creación o publicación de esta historia.

Zootopia is a property of our overlords and masters, Disney Incorporated. I don't claim any monetary gain with the creation or publication of this story.

ADVERTENCIA:

La historia que van a leer a continuación tratará temas adultos, por lo que ha sido publicada bajo la categoría M. (Aunque en realidad es MA), no implica que habrá pornografía explícita, pero se hablará de sexo, muerte, violencia y temas varios que usualmente no son apropiados para menores de edad.

Sin más que decir:

Prólogo.

Judy observó fija la pared, sus parpados más pesados de lo que jamás pudo sentirlos, agotamiento tanto físico como emocional rápidamente carcomiendo las pocas reservas de energía que restaban en ella. Más sin embargo, perduró, no tenía otra opción de a momento, el miedo al igual que la renuencia evitando que cerrase sus ojos, temerosa de lo que pudiese pasar si no llegase a estar consciente para cuando la puerta se abriese.

Habían pasado días, o al menos, así se sentía desde que fue encerrada aquí, excomulgada de la comunidad y de cualquier posible ayuda que un alma afín pudiese otorgarle.

Suspiró, su mano masajeando su pecho y otras partes de su cuerpo que aún ardían como el demonio, consecuencia de sus acciones que claramente iban más allá de lo que pudo haber sospechado. Dolía, en muchas más formas que sólo físicamente, sus acciones le habían alejado de aquellos que en algún momento llegó a pensar como sus pares, sus amigos, su familia. Tanto su cuerpo como su alma se sentían vilipendiados, tal cual como sus hermanas advirtieron, nadó contra la corriente y salió vapuleada por las rocas.

—La cámara de soledad—, agregó una voz que emergió de improvisto de las sombras, una figura encapuchada irrumpiendo de pronto, avivando de súbito a la captiva, que volteó en dirección de la intrusa, ojos abiertos por completo, su corazón latiendo a mil por segundo ante el nuevo desenlace—. Un castigo a menudo reservado para la peor clase de criminales que la comunidad pudiese producir. Es curioso cómo tu pequeño acto de rebeldía contra un sistema injusto y represivo, terminó siendo penado con igual intensidad que el mayor de sus criminales. ¿No lo crees?

Judy observó estupefacta al intruso, incapaz de discernir su sexo o especie, su figura oculta detrás de una sobria capucha que oscurecía sus facciones, el único rasgo discernible siendo sus brillantes ojos azules, iluminados por el maná que parecía destilar de ellos cual humo siendo arrastrado por el viento.

— ¿Quién eres?—esgrimió Judy, de pronto sorprendida de cuan rasposa se sentía y escuchaba su voz, su garganta de súbito seca, su aliento sintiéndose pesado con cada respiro.

—Quien soy es de poca importancia en este momento, jovencita. Vengo aquí por petición de tu madre—. Respondió la presencia con clara soberbia, ojos fijos en Judy, fríos como el hielo y carentes de empatía alguna—, mientras hablamos, el consejo delibera en tu contra, tu pequeño acto de rebeldía no ha sido bien recibido, planean emplearte como un ejemplo con tal de disuadir que tal ocurrencia se repita, tu familia está muy al tanto de ello, es por eso que han buscado a por mí, a pesar del riesgo.

Moviéndose de un lado al otro, la figura analizó a Judy, sus ojos examinando su cuerpo tal como si fuese un trozo de carne, sus manierismos y conducta revelando ciertas tendencias predatorias que no hacían más que enervar el cabello de la captiva, que se sentía en extremo indefensa en sus condiciones actuales.

— ¿Qué quieres de mí?

—Respuestas, quiero la verdad, o todo trato posible entre nosotras quedará anulado. ¿Entendido?

La revelación del género del intruso hizo poco para aliviar la tensión creciente en Judy, que asintió con algo de renuencia, su lengua pasando por encima de sus labios en un vano intento por humedecerlos, una acción que no pasó desapercibida por la extraña, cuyas manos parecían buscar algo dentro de su capa, el familiar sonido de un corcho siendo separado de la boca de una botella inundando sus sentidos por completo, su atención ahora fija en el objeto que rápidamente se acercaba a sus labios, todo su cuerpo, su alma necesitando un trago de agua para calmar la sed que súbitamente parecía intentar consumir sus adentros.

—Despacio, despacio, si tomas demasiado rápido terminarás vomitando, y en tu condición eso sería malo—. Advirtió la desconocida, que separó la botella de los labios de Judy, que no pudo más que gemir con decepción al ser apartada de la misma, sus ojos de súbito contando con una desesperación que no podía controlar, necesitaba el agua, por suerte la intrusa no parecía intentar torturarla, la botella descendiendo de nuevo, liberando su increíble contenido.

Al final, tras un par de minutos de angustiosa tensión, Judy pudo sentir que su garganta ahora poseía suficiente lubricación como para poder hablar sin sentir que desgarraba sus cuerdas vocales en el proceso.

— ¿Qué quieres saber?

—Directo al punto, me agrada. Así que responderé de igual forma. Estoy aquí para sacarte de este lugar, llevarte lo más lejos posible del consejo y la comunidad—, alzando una mano, la intrusa acalló la respuesta inmediata, era obvio que la situación era mucho más complicada de lo que Judy llegó a pensar—. Quiero que entiendas, que si aceptas, las posibilidades de que vuelvas a ver a tu familia son nulas, es más, probablemente no estarás al lado de otro conejo en mucho tiempo, la vida a mi lado carecerá de todo lo que conoces, familia, seguridad, comodidades…

Judy frunció el ceño, ponderando lo dicho, no necesitaba pensar demasiado para comprender lo que estaba ocurriendo, una carcajada desdeñosa emergiendo de sus labios.

—Si me quedo, es más que claro que mis posibilidades de supervivencia son inexistentes. Una vida de inseguridad es infinitamente superior a no tener vida alguna que disfrutar—, espetó Judy, obviamente enojada por la situación en la que se había inmiscuido—. Me rehúso a ser usada como ejemplo disuasivo para aquellos inconformes con el sistema actual, a donde fuere que me lleves es una mejor opción que lo que me aguarda en este lugar.

Asintiendo, la intrusa abrió la capa que cubría su cuerpo, su mano izquierda tomando un par de sacos que habían estado firmemente sujetos a un cinto, el indistinguible olor a cobre de la sangre asaltando de súbito el olfato de Judy, que abrió sus ojos de par en par.

—Una donación de tus hermanas, tu madre fue muy específica con que debías desaparecer del sistema, Judy. Si llegases a desaparecer mientras estabas captiva, tu familia pagaría un alto precio—, con un súbito movimiento de su mano libre, un haz de energía apareció de la nada, cortando el metal que mantenía inmóvil a Judy como un cuchillo caliente sobre mantequilla, marcas de garras apareciendo rápidamente sobre la superficie de la roca, lo suficientemente profundas como para que no quedase lugar a dudas de la letalidad del supuesto ataque—. Levántate, necesito hacer que esto concuerde con el ataque de un depredador.

Judy asintió, alejándose lo más posible del lugar donde reposaba no hacía unos segundos, su nariz a punto de batir records en velocidad tras el sorpresivo ataque, su estómago remeciéndose ligeramente ante el olor de la sangre que estaba siendo esparcida meticulosamente en la celda, la facilidad con la cual ésta desconocida se movilizaba dándole a entender que no era la primera vez que construía una escena tan lúgubre como esta.

—¿Es esto realmente necesario?

—Los centinelas investigarán esta escena con minuciosidad, pero no la suficiente como para discernir la verdad de la ficción, no bajo la presión que tu familia ejercerá en el momento en que se sepa que has perdido la vida. De esta forma, tu familia estará a salvo, y tu sacrificio les procurará más poder y seguridad que cualquier otra opción posible. La persecución que ocurriría contra tus familiares si llegases a huir llevaría a los Hopps a la ruina, y por más que tus padres te amen, es obvio que no sacrificarán a todos sus hijos para salvarte.

Judy cerró los ojos, la verdad era agónica, pero no podía negarlo. La vida de uno contra casi trescientos, era una respuesta sencilla, más sin embargo, no aminoraba el dolor que la consumía al ver que incluso cuando habían hecho lo posible para salvarla, le era más útil a su familia estando muerta que con vida.

—No lo tomes a pecho, jovencita. El mundo real está lleno de decisiones que conllevan consecuencias inesperadas o indeseables, la decisión que has tomado te ha llevado a luchar contra las tradiciones de tu especie, de tu sociedad… debiste suponer que las consecuencias de semejantes acciones ocasionarían un severo resultado—. Agregó la desconocida una última vez, antes de vaciar lo que restaba de la sangre en el suelo, un sutil movimiento de sus manos creando manchas y patrones que parecían haber sido producidos por las almohadillas de las patas de un felino de gran envergadura, la facilidad con la cual esta desconocida blandía su magia sorprendiendo a Judy en formas que no podía asimilar—, ¡Rápido, entra en las sombras! los centinelas están viniendo a escoltarte ante el consejo, debemos irnos de aquí cuanto antes, sujeta mi mano y si aprecias tu vida, no la sueltes. ¡Rápido!

Judy no dudó en sujetarse, temerosa de cómo las sombras parecían haber cobrado vida de la nada, engulléndolas de súbito justo antes de que la puerta de su celda se abriese, el sonido de quien en algún momento fue su mejor amiga desvaneciéndose de sus oídos rápidamente, reemplazado por un silencio lúgubre, y la sensación de que nadaba en melaza, su cuerpo siendo impulsado a una velocidad vertiginosa dentro de una sustancia que parecía insistente en detenerla al igual que separarla de su salvadora, su mano a punto de soltarse por algunos segundos al incrementarse la fricción que le envolvía en conjunto con la opresión, sólo para que todo desapareciera, y la luz que de súbito apareció ante sus parpados le encegueciera temporalmente, el sonido, los olores, todos aquellos sentidos que le habían sido suprimidos mientras nadaba en las sombras, reapareciendo de súbito, estremeciéndola por completo hasta casi sobrecogerla, bilis alzándose por su garganta, el líquido estomacal quemando todo a su paso mientras se derramaba desde sus adentros por sobre el piso de madera en el que ahora se encontraba recostada.

—Oh… rayos, no, no… acabo de limpiar.

Judy débilmente alzó la cabeza, al escuchar una nueva voz, masculina y claramente contrariado de lo que acababa de suceder, de inmediato vislumbrando a alguien de pelaje rojo y mucho más grande que un conejo promedio, un olor alarmante súbitamente asaltando sus fosas nasales por breces instantes, confundiéndola por unos segundos ante la extraña familiaridad, antes de que su recuerdo de Gideon emergiese de súbito, ante ella estaba un zorro, un zorro que obviamente estaba molesto con ella.

—De la sartén, al fuego… ¿eh?