::Mas vasto que imperios ::
::Capitulo uno :: Una historia olvidada::
La noche casi se hacía más oscura a medida que el tiempo pasaba pero, solo los dulces sonidos de risas infantiles eran los que evitaban que el descanso fuera propiciado. Se podía observar grandes arcadas de aves acurrucarse entre sus plumas, aun cuando era solo una luz cálida la que brindaba una expedición a la gran lluvia de colores que le adornaban, y a medida que la imagen se hacía más lejana se observaba unas finas barras, que llegaban en un punto cercano indicando que esa era una jaula. Un hombre alto, con porte de guerrero, lleno de sabiduría se encargaba de tapar la jaula para permitir el descanso de dichas majestuosas criaturas.
Paso una mano detrás, camino a su nuca mientras se arqueaba haciendo sonar el resto de sus huesos en la columna, al darse la vuelta nuevas risas adornaron el lugar y una suave sonrisa fue la que abordo el rostro de ese hombre, era de rasgos fuertes y una piel clara que solo lograba resaltar los profundos ojos azules que poseía, su cabello de un reluciente color oro estaba siendo alborotado por una ventana que mostraba y llenaba de fresco la habitación colorida.
Nuevamente se escuchaban risas, y eso solo le causaba que sonriera más. Negó con su cabeza y se agacho a tomar un pequeño juguete hecho con hebras de seda.
"Vamos niñas deben descansar"
"Pero papa, no tengo sueño… Estoy full de energía" Decía una pequeña niña de aproximadamente 7 años de edad, mientras alzaba sus brazos en busca de expresar la cantidad de energía. Es idéntica a ella en ese aspecto. Decía mentalmente mientras caminaba a la cama, mientras que otra niña de igual contextura ya se encontraba camino a la cama tras escuchar al adulto.
"Y bien Natsuko… ¿Cómo puedo convencerte de dormir?" el fuerte hombre de agacho hasta quedar a la altura de la pequeña, tenía los ojos azules con un pequeño borde en color marrón color miel, mientras que su cabello luchaba entre quedar rubio o caramelo, la tomo entre sus brazos y está por instinto le rodeo con sus pequeños brazos tras la nuca.
"Un cuento" por un momento de había quedado callada mientras pensaba con claridad lo que podía pedir: Un cuento había sido su respuesta. La acostó en la cama, mientras acomodaba las cobijas.
"Si, papá un cuento" se giró a observar la segunda voz, las mismas facciones adornaban a la que se encontraba ya acostada, con la única diferencia eran sus personalidades: Una tranquila como el agua y la otra tan activa como el viento
"¿Tú también Satoe?" la niña asintió mientras se tapaba sola hasta dejar solo su carita y manitos fuera de la cobija.
"Está bien ¿Qué clase de cuento les gustaría?" postro el juguete entre las dos pequeñas, mientras terminaba de acomodar a la más 'rebelde'. Vio como ambas se quedaron pensando caso como si se hablaran entre su mente, se miraron rapidamente y esbozaron una sonrisa.
Ya tenían su respuesta.
"De como mamá y tú se conocieron" esto sorprendió al adulto, sintió un escalofrió recorrer su espalda y observo la puerta, se volvió hacia las pequeñas. Se siente como si la hubiera conocido ayer realmente. Tramo en su mente. Inhalo profundamente y luego observo a las niñas, sus caras e borrego controlador eran difíciles de omitir.
El mismo rostro tuyo.
"Muy bien, les contare" los ojos de las pequeñas se iluminaron, y ambas abrazaron al mismo juguete esperando que el hombre frente a él, empezara a relatar.
Hace muchos años, las tierras estaban divididas. La guerra era una constante entre dos civilizaciones: Agua y Fuego. Su deseo por anteponerse era mucho más fuerte que cualquier elemento existente, y su deseo de dominar podía llevarlos a muchos extremos y muchas medidas que no se conocen por el hombre.
Agua era un elemento impenetrable, su calma ante las situaciones de estrategia hacían letales sus ataques sin dejar a ningún lado, brecha para la derrota, los rasgos de su raza iban denotados por el color de sus ojos, todo habitante que pertenecía a esta tribu tenían los ojos azules, tal cual los colores del agua y los cabellos como la arena o el sol. Mientras que Fuego por otro lado era fuerte, entre más campo adquiría más fortaleza y era más difícil poder apaciguarlo y sus rasgos eran de ojos oscuros y brillantes como el ámbar pero lo peculiar que siempre resaltaba era el color de su cabello: rojo como el fuego. La gente del fuego tenía miedo a la gente del agua, eran su punto débil. El agua era calmante para sus emociones y como ellos se dejaban llevar por las mismas, observar más puntos débiles era más fácil para el agua. Agua tenía un aliado, que llevaba generaciones acompañándolos en sus peleas: La tierra. La gente de tierra, eran personas muy sólidas, y fieles ante sus aliados, sus rasgos variaba de tonos terracota hasta tonos pálidos de la tierra, y sus ojos eran de la misma tonalidad de su cabello. Tierra había firmado un trato que perduraría por todos los siglos: Un hijo o hija de cada tribu debería casarse con un hijo o hija de la otra tribu, esto como símbolo de respeto y duradero en honor y lealtad. Tierra sabía, que el fuego era su punto débil ya que este mismo podía dañarlo al punto de concebirle la muerte. Ante esto, fuego no tenía ningún chance: ya que dos tribus se habían aliado pero, ellos sabían que tenían un elemento que podía hacerlo más fuerte: El aire.
Ofrecieron un trato pero, la gente del aire eran personas de carácter libre y por ende con libertades, así que no buscaban pelea sino convivir bien con todos, así que propusieron un acuerdo como contrademanda. Otorgar una hija a cada elemento y formar una tregua para que las peleas entre Agua y Fuego cesaran. Fuego acepto, así como Agua lo hizo.
Lo único que no esperaban era que la tribu del agua, los engañaría. Convenciendo a la tribu del aire que ellos serían los primeros en concebir esta tregua como símbolo de respeto lograron engañar a la tribu del fuego. En el momento en el que se hizo la primera unión, toda la mayoría de la tribu del aire fue asesina. Dejando ningún espacio para la compasión ni la pureza, tanto niños como ancianos, madres y futuras madres fueron asesinadas en masa, sus hombres fueron envenenados a través del vino que consumían, imposibilitados observaban como su gente querida era asesinada. La noticia no cayo nada bien para la tribu del Fuego, quienes sin pensarlo atacaron cegados por sus emociones, llevando consigo solo un único destino: La derrota.
Siglos pasaron, y la tribu del fuego vivía como una pequeña llama, esperando revivir entre las cenizas. Tierra se encontraba en movimiento, la rebeldía de ciertos habitantes siempre estaba al acecho, ya que no estaban de acuerdo con que la tradición del matrimonio siguiera en pie, no estaban de acuerdo con seguir sumisos pero Tierra lo contemplaba como una era de paz, donde la mayoría de sus habitantes estaba celebrando la nueva noticia: Su pequeña princesa, se había comprometido en mano con el joven príncipe de la tribu del agua. Siendo lo mejor de esta situación para los gobernantes de tierra es que se amaban y no había nada más grato que encontrar a la persona amada.
La princesa cabalgo camino a su nuevo hogar, bajo el gobierno del Agua, en compañía de su hermano como protección. La unión seria llevaba a cabo al pasar de unas semanas pero, la pequeña no podía esperar más para estar con él, y su hermano agradecido con la tribu del agua acepto acompañarla. Pues, aun cuando a muchos les podía parecer raro. Estos dos de sangre real se habían criado desde pequeños con los de sangre real del agua. La unión fue anillo al dedo y encajo perfectamente al revelarse los sentimientos de cada uno. Ya que cada familia respondían a la responsabilidad real y era una bendición cuando el amor tocaba esa responsabilidad real.
"¿Cómo crees que me veré de blanco, hermano?"
"Pues supongo que muy bien…" se encontraban sentados esperando, el mayor giro a ver a su hermana, tenía el cabello castaño en un color bastante claro pero tan oscuro, y sus ojos eran marrones llenos de las más grande luz que pueda existir, a ella le gustaba llevarlo corto y aun cuando su padre se opuso a ello, lo corto sin pensarlo. Decía que le molestaba a la hora del entrenamiento y así era más cómodo para sentir el viento.
"¡Puff! Que malo, eso no es algo que debas suponer, debes saber" Inflo sus mejillas en tono molesta
"Vamos Hikari, te verás bien con lo que lleves después de todo eres mi hermana y no hay mujer más hermosa en la familia que tu" contuvo la risa y ella desinflo sus mejillas y luego lo miro conteniendo la misma mueca, hasta que ninguno de los dos pudo contenerla y estallaron en risa.
"Veo que se divierten" una apaciguada voz de fondo atrajo su atención, era un chico alargado de unos 16 años, su rostro era amable y su sonrisa te hacía sentir confiado, sus ojos eran azules como el mar y su cabellera era tan brillante como el sol en la playa, a su lado estaba alguien relativamente parecido a él, solo que más alto y su mirada era mucho más seria al igual que su rostro en compañía de su cabello
"¡Eh! Pues claro nos aburríamos esperándolos, Ishida"
Ese día habían esperado encontrarse para ir a explorar, las tierras de la tribu del agua siempre eran variantes y cambiantes, llenas de humedad y mucha agua. Había zonas boscosas y zonas abiertas como la playa, todos dirían que un oasis dentro de un pequeño espacio, a diferente de la tribu de la tierra que Vivian en las zonas rocosas como montañas, acantilados y volcanes, les gustaba lo cálido, firme y seguro.
El mayor de los Ishida, Yamato. Había propuesto un nuevo sitio cerca de la zona montañosa su padre siempre le obligada a no acercarse a esa zona ya que estaba cerca de los límites con el fuego y el agua, además que eran antiguas ruinas de la antigua tribu del aire. Ahora extinta. La zona era algo remota de las áreas más pobladas y era usado como camino por inmigrantes de otras regiones y según su padre siempre existían rebeldes esperando atacar, eso hacia más apetitosa la exploración de él y su mejor amigo: Taichi, el hermano mayor de Hikari.
"Nunca había estado en algo parecido a esto, mira esa formación rocosa es casi de hace siglos hermano"
"Ya lo creo, quizás haya piedras preciosas cerca"
"¿Joyas?"
"No Takeru, antes de ser joyas son piedras que deben ser pulidas y trabajadas para poder quitarles sus impureza"
"Entonces… Me estás diciendo que ¿Las joyas no son puras por si solas?"
"Uhm, bueno no todas. Hay unas que nacen con esa pureza pero todo es cuestión del sitio donde crezcan"
"¿Podemos ir a ver hermano?"
"No veo porque no, Tk"
Se adentraron hacia zonas más profundas esperando encontrar la grieta a una cueva en busca de esas piedras preciosas que tanto hablaban los hermanos Kamiya, se sentía algo tranquilo pero algo él no podía dejar de tener esa extraña sensación de ser observado. Sin dejar de caminar y perder de vista a los dos más pequeños, le hecho una mirada a su amigo quien pareció darse cuenta de la situación y pose instintivamente la mano en el puño de la espada.
"¡Wa! Esto es hermoso, mira esta formación de estalactitas parece que brillan en la oscuridad" Habían alcanzado una pequeña entrada que solo daba vista a un pozo de agua subterráneo.
"Que lastima que no podemos bajar por ahí"
"¿Y quién dijo que no?" Repuso el castaño mayor buscando una manera de alejar y poner en una situación más segura a su hermana y futuro espero. Sin pensarlo poso una mano en la base de la cueva y pequeños escalones empezaron a formarse hasta llegar a la base de la cueva
"Eso es increíble Taichi, tenía tiempo sin ver en acción a los de tierra" dijo el más joven de los rubios, el mayor se encontraba era pendiente de lo que pasaba a su alrededor.
Su miraba buscaba entre los arbustos de la zona, había demasiada vegetación y era difícil distinguir que podía ser humano y que no, observo un movimiento de arbusto "Kari, Tk entren en ese hueco ¡ya!"
"¿Ocurre algo hermano?"
"Hagan lo que dice Yamato, Tk" se puso en posición al igual que Yamato, y Tk sin perder tiempo, agarro la mano de Kari y la ayudo a entrar en la cueva, quedándose en los primeros escalones por si acaso no fuera algo de peligro.
"Quien quiera que esté ahí, salga o saldrá lastimado"
El arbusto se movió con mayor, el rubio y el castaño empuñaron sus armas esperando el momento. Sentía como el sudor bajaba por su frente, y como podían escuchar el latido de sus corazones al mismo ritmo con el que el arbusto se movía, trago en seco y el rubio acerco un paso más hacia la viviente planta. Tan rápido como vino, tan rápido como fue. Del mismo un pequeño niño salió disparado como si la planta lo hubiera escupido cayendo de frente y soltando un montón de flores que tenía entre sus brazos. ¿Qué demonios? Fue lo primero que se preguntó el rubio.
"Ouch" se sentó en sus rodillas y observo el desastre que había, empezó a recoger con la misma velocidad que podía las plantas. Ese niño se mueve realmente rápido. Fue el primer pensamiento que tuvo Tai, vio que este se detuvo en seco y subió la mirada, por fin notándolos. Yamato observo como se tensó y se puso de pie.
"Espera"
Antes de poder continuar, el niño dio otro paso hacia atrás y se giró tan rápido en sus talones corriendo por la misma dirección que había venido, Yamato sin pensarlo lo empezó a seguir "¡Matt!" Fue lo que pudo escuchar de fondo, pero solo se podía concentrar en el color de cabello y ojos del niño, eran agua marinos como los de su clase, pero su cabello castaño era como los de la clase de Tai, alguien así no existía con facilidad, matrimonios entre tribus no estaba permitido sin que su padre lo supiera y por la forma en la que actuó parecía saber que algo estaba mal.
Sintió pasos detrás de él, sabía que Tai y los chicos le seguían el paso, así que se concentró en seguir adelante, podía ver la cabellera castaña empezar a alejar. ¿Cómo demonios podía ser tan rápido? Vio cómo se estaba perdiendo y se acercaba a un claro de luz. Cerro los ojos cuando sus piernas por inercia lo llevaron hasta ahí, se detuvo en seco cuando observo varios caminos pero ningún niño, respiro agitadamente y trago saliva con dificultad.
"¡Hermano! Aquí estas… No… No vuelvas a hacer eso, por favor" llegaron cansados los demás casi en el mismo estado que él. Y antes que pudiera decir algo, una flecha se incrusto en el suelo, Yamato dio un paso hacia atrás y desenfundo su espada. Poniéndose delante de los menores y al lado de su mejor amigo.
"Si algo ocurre Tk, agarra a Kari y corre lo más que puedas"
"Pero…"
"Vaya, vaya… ¿pero que tenemos aquí?" dijo una voz antes de poder pronunciar algo más, voltearon su vista a un par de hombres, cabello marrón y ojos de igual tono: Rebeldes de tierra. Tai saco su espada y con un toque la envolvió en un acero más sólido.
"Mira, es uno de la realeza… y veo que están con esos asqueroso del agua" declaro el más alto, al momento que escupía saliva al suelo en muestra de rechazo. Vio como los dos más grandes se pusieron en posición y este sonrió de lado "Yo no pondría resistencia si fuera tu" dijo observándolos a los ojos, Yamato trago saliva y giro su rostro el cual quedo petrificado al notar como los brazos de su hermano y futura esposa estaban al aire, detrás de ellos salían otros 2 más que empuñaban dagas cerca del cuerpo de cada uno.
"Ahora se un buen niño y tira el arma, o los pequeños pagan las consecuencias" volvió a hablar el mismo hombre alto mientras se cruzaba de brazos y masticaba algo en su boca. El rubio se mordió el labio inferior y sintió sus dientes crujir producto de la fricción.
Demonios.
Se encontraban atados, manos en la espalda en fila frente a los saqueadores, que buscaban entre cada prenda que le habían arrebatado algo de valor, notaba como sacaban con facilidad las joyas de las espadas como si fueran mantequilla, solo usando sus manos. Tierra, su elemento podía controlar todo lo que provenía de la tierra y manipularlo a su voluntad con solo tocarlo, miro de reojo a Taichi y este asintió levemente.
Lo único que no sabían es que de la tierra siempre existía una pequeña porción de agua si se sabía donde excavar, pudo sentir como Tai apoyaba la mano suavemente en la misma y abrió una pequeña grieta donde el rubio, levantando levemente dos simples dedos, hizo que el agua se elevara girando sobre sus dedos, pues verán las ataduras eran hechas con arena pero los dedos de Taichi no llegaba hasta la tierra, igualmente Kari no podía alcanzarlos, así que humedecerían la misma hasta convertirla en una pasta y poder romperla con facilidad.
No apartaban la mirada de los rebeldes, pero noto que uno de ellos se molestó y se puso de pie.
"No traen casi nada de valor"
"¿Y qué quieres que hagamos?"
"Por lo visto son de la realeza, podemos pedir una recompensa"
"Suena bien ¿Oye chico, de que sangre provienes?" Cuando nombran la palabra, Sangre se refiere que tan alto el nivel de pureza es tu sangre, verán entre más pura era la sangre más nivel económico tenías y por ende más nivel de control de tu elemento tenías. Se acercó y puso un pie sobre la cabeza del rubio "Te hice una pregunta rubio"
En cuanto salga de esto, juro que te partiré algo más que la cara.
"¿No piensas hablar?" se dispuso a decir otro más rezagado, sonrió ante la falta de respuesta y giro la mirada hasta otra presa. No… No. Sintió la sangre helarse ante el objetivo de esa mirada, se trataba de Kari. Vio cómo se inclinó hacia su hermano buscando refugio.
Esto está tardando demasiado. Refiriéndose al tiempo que estaba tardando el agua en transformar la roca, intento forzar su amarre pero aún no estaba listo. El hombre se acercó a la chica y la tomo por los cabellos arrastrándola hasta quedar frente a ellos, tumbándola boca arriba
"¿Seguro que no quieres hablar?"
"Espera, déjala por favor"
"Hace mucho que no estoy con una mujer" dijo girando su rostro devuelva al de la chica
"Hiro, cálmate tampoco debemos llegar tan lejos"
"Cállate" empujo al hombre que intentó detenerlo, y observo sin hacer nada como la pequeña castaña se tensaba ante el simple toque del hombre. Aun no, aun no. El hombre acerco su mano hasta la abertura de su blusón.
"¡Te dije que la dejes!" Tai se había abalanzado sobre el que estaba pisoteando mi cabeza, mientras que Takeru se puso de pie, tratando de embestir al que tocaba a Kari. La cabeza del castaño dio contra su agresor rompiendo su nariz.
"¡Maldito niño!" blasfemo mientras cubría su nariz con su mano. ¡Listo! Sus manos habían quedado sueltas, y poniéndose de pie, lanzo un puño contra la ya nariz rota, atontándolo y haciéndolo retroceder hasta tropezar con los otros dos presentes.
Corrió rapidamente para tomar su espada y teniendo a Taichi a su lado pudo cortar el amarre de arena que habían formado, el mismo instante que tomo su espada se inclinó a penetrar al que había intentado tocar a su hermana, Tk yacía a un lado y el agresor estaba aturdido por unos leves momentos. Cuando abrió los ojos, pudo observar los fríos ojos del castaño de piel tostada.
"Espera… Espera… Yo" y sin dejarlo terminar, penetro el pecho del mismo. Corrió a donde su hermana, dejando la espada en el pecho del agresor. Con un rápido movimiento deshizo la arena, así como la de su cuñado.
"Tk, toma a Kari y llévatela de aquí… Vamos" lo ayudo a pararse y antes de que Tk y Kari pudieran avanzar, un hombre se lanzó contra él, penetrándolo con una daga.
"¡Tai!" Esto llamo la atención del rubio que luchaba contra uno de los rebeldes y pudo observar a su amigo tirado en el suelo, sosteniendo la nueva herida en su estómago. Antes de poder hacer un movimiento los dos restantes alzaron las manos y unas pequeñas piedras tomaron la forma de filo apuntando a su hermano y Kari, estos solo retrocedían paso a paso. El rubio menor se ponía frente a la chica tratando de protegerla.
"Sera mejor que te detengas o esto se pondrá peor, niño bonito" el contrincante frente a él vocifero, y observo a su amigo en el suelo y a los dos pequeños que debía proteger. Demonios. Apretó la espada en su mano y mirando por última vez a su oponente la soltó sin cerrar los ojos de sus amigos. El hombre de ojos café lo agarro por los cabellos y lo tiro al suelo haciendo que mordiera polvo.
"Ya hice lo que pedias, déjalos ir"
"Está bien, los dejare ir" haciendo énfasis en la última palabra, Yamato pudo notar el doble sentido a su frase y alzando la mirada vio como el hombre dio una señal, los mismos hombres con las manos en el aire, rieron.
"¡NO!" y al mismo tiempo que grito esas silabas, pudo ver en cámara lenta como las dagas eran lanzadas contra los menores. Tk se dio la vuelta con velocidad para poder proteger a Kari, mientras que esta cerraba los ojos esperando lo peor.
Sintió un frio recorrer su espina. Y en un abrir y cerrar de ojos, noto como un fuerte viento paseo con velocidad entre los presentes, hasta bailar con las piedras que estaban siendo arrojadas, y luego rodear a la pareja como si los protegiera. Las mismas piedras rebotaron terminando por herir a los hombres presentes en un brazo y una pierna. Cayeron de rodilla.
"¿Qué fue eso?" el que antes se encontraba dominando la situación parecía asustado de lo que ocurrió "Esto es una jugarreta de las tuyas ¿Acaso?" y la verdad es que el rubio en el suelo estaba tan sorprendido como el hombre de pie, coloco un pie sobre su cabeza y empezó a golpearlo contra el mismo.
"Respóndeme chiquillo"
"Déjalo en paz" una suave voz pareció susurrar en lo más adentro de su oído, subió la mirada y observo como frente a los jóvenes estaba una figura con una gran vara de madera larga.
"¿Fuiste tú quien hizo eso? Kenta, Ryo acaben con ella" los hombres tomaron más piedras entre sus manos y las aventaron con velocidad contra la chica. La misma rapidamente tomo la vara y la hizo girar y mover haciendo que todas las piedras giren, cuando las paro se inclinó y salió corriendo contra los que la habían atacado. Es rápida, muy rápida. Dio un salto y clavo la vara en la cabeza, noqueándolo. Se giró sobre sus talones y apoyándose con la vara haciendo que su cuerpo se eleve en el aire para poder golpear al otro hombre con su pie. Dejándolo inmóvil en el suelo.
"¿Quién demonios eres? Yo… Yo no he visto a nadie moverse así"
"Déjalo en paz y vete por favor" tomo la vara en sus manos nuevamente y se posiciono para atacar al último. El hombre por miedo, se giró observando al rubio que yacía en el suelo y en un arrebato lanzo la espada buscando el cuello del mismo.
El rubio cerró los ojos, esperando el filo. Pero nunca llego, a cambio sintió una liberación, ya no sentía peso sobre su cabeza ni gritos, solo un suave viento. Al abrir los ojos levanto la cabeza y observo como la espada estaba ya a metros de él y el hombre estaba boca arriba inconsciente, giro y observo a la chica que yacía a metros de él en una pose extraña, no tenía su vara con ella. Al parecer la había arrojado para noquear a ese hombre, se apoyó en sus codos y se intentó poner de pie, sintió un fuerte mareo golpear en la parte trasera de su cabeza probablemente producto de las patadas. La chica ya se había movido y se había inclinado a donde estaba Taichi para chequear su pulso y sonrió. Me senté en el mismo sitio donde estaba tirado y sin dejar de mirarla. Cabello miel y ojos miel. No son rasgos de la tierra.
"Hermano ¿Estas bien?" se sobresaltó al ver un rubio caminar a él, todavía perplejo de lo que había ocurrido, vio cómo su hermano subió la mirada y de uno de los caminos salió un pequeño grupo de personas.
"¿Quiénes son?" recito la de cabellos castaño corto, congelada en el sitio. Yamato giro sobre su cabeza y se puso a detallar los que estaban presentes. Un par de gemelos de cabello ¿Azul?, un anciano que apenas podía verse sus ojos, una mujer de cabello lila. Debo estar imaginando colores. Y un niño, el mismo que había escapado de donde estaban ellos hace un rato, su mirada reflejaba preocupación.
"¿Están perdidos?" volvió a preguntar la misma castaña. El anciano puso sus manos en la espalda y camino hasta la otra chica.
"Eso fue muy descuidado de tu parte, Milady"
"Tenía que hacer algo abuelo, de otra manera los habrían matado"
"Sabes que no podemos involucrarnos, Milady no es correcto"
"Tampoco es correcto dejarlos morir, viejo" se puso de pie medio molesta, con las manos en la cadera, el viejo sencillamente lanzo y fuerte suspiro y observo al moreno.
"Tu amigo estará bien, solo se desmayó" dijo dando la vuelta para quedar de frente a ellos, Yamato se puso de pie y ahí fue que pudo darle un mejor vistazo a la chica. Su cabello era largo y sedoso de color caramelo parecía que el viento le gustaba jugar con él, su piel era pálida, muy diferente al pálido de los de la tribu de la Tierra y sus ojos, era casi dorados en un color miel demasiado irreal. Se sintió descubierto cuando la chica volteo a verlos y esbozo una tímida sonrisa.
"¿Se encuentran bien?" se animó a preguntar, el par de gemelos se acercaba hasta donde yacía su amigo y lo cargaron colocando cada uno un brazo encima de su hombro.
"Muchas gracias, de no ser por ti, Kari y yo…" miro de reojo a su hermano que parecía todavía ido.
"Mi nombre es…"
"Se bien quienes son ustedes jóvenes Ishida" corto el viejo sus palabras "Ustedes son Takeru y Yamato Ishida hijos del rey de la tribu del Agua y tu jovencita y tu hermano deben ser los Kamiya, Hikari y Taichi creo recordar" el viejo no paraba de dar un aire de tranquilidad, y volvió a soltar un suspiro suave
"¿Cómo?... ¿Cómo sabe de nosotros?"
"Gennai lo sabe todo" dijo el más pequeño del grupo, el niño de ojos aguamarina, que se acercaba corriendo hasta quedar de frente a la chica "¿Hice bien Mimi?"
Mimi, ese es su nombre.
"Si muy bien Tommy" Acaricio la cabellera del niño que parecía complacido
"Este niño vio lo que ocurría y fue a buscarnos, por lo visto alguien no escucho mis órdenes" el anciano hacía referencia a la chica a su lado, esta solo inflo un cachete.
"¿Por qué no…?"
"¡Capitán! ¡Aquí están!" unas fuertes voces y muchos pasos, rapidamente en un parpadeo se vieron rodeado de puros guardias de la tribu de agua apuntando sus espadas "Al suelo, es una orden"
"¡Esperen! Ellos no hicieron nada" Antes de que el más joven pudiera hacer algo observo como los guardias tomaron a la chica de cabello lila y la hicieron arrodillar, los gemelos dieron un paso pero se vieron detenido por los filos de las espadas, el chico corrió a esconderse entre los telares del anciano y la de cabellos miel se vio obligada a agacharse sin dejar de observar lo que ocurría, en sus ojos se podía denotar confusión y cierto recelo con lo que ocurría.
¿Quién era ella? ¿Y por qué era tan diferente?
"Bien pequeñas es suficiente historia por hoy" acaricio el cabello de cada una de las niñas
"Pero papá quiero saber que pasa…"
"¿Ella estará bien?"
"¿Es ella mamá?"
"Bien, bien, con calma… Les prometo que mañana sabrán que más ocurre, pero hoy deben dormir" beso la frente de cada una de las chicas y se levantó, apagando la llama del candelabro que adornaba la habitación
"Buenas noches papá"
"buenas noches Satoe"
"Noches… papi"
"Descansa Natsuko"
Bien, se que les debo 3 historias y sus continuación, pero ha ocurrido la catástrofe que no he conseguido el tiempo ni la forma de cómo escribir debido a que estoy ya en las últimas fechas de mi tesis.
Esta historia ha estado en mi mente y había podido escribir uno que otro capítulo para postearlo luego, espero les alegre y agrade.
Prometo que será emotivo.
Espero sus REVIEWS! =D
