Susurro al Cielo

Capitulo Uno

Por DamageCtrl

Disclaimers: Avatar no me pertenece: El ultimo maestro Aire ni nada relacionado con el.


Cuatro años luego de los Eventos de Ritmo de Lluvia, seis años luego de que la guerra acabara, Reino Tierra del Este

Un suspiro satisfecho escapó de unos labios rosados mientras que unos ojos verdes como espuma de mar se cerraban.

-Esto es vida, ¿no es cierto chicos? –preguntó en voz alta. Ella realmente no esperaba una respuesta; de cualquier manera no era como si sus acompañantes pudieran hablar-Es un día perfecto y no estamos atascados dentro en alguna reunión –el chillido de un lémur repiqueteó a su lado, causando que su perezosa sonrisa creciera.

Nada era más refrescante para ella que un fresco día tranquilo, tumbada en una ladera inclinada mientras que la brisa del mediodía recorría su cuerpo. El clima del Reino Tierra del Este era perfecto y les proveía todo lo que necesitaban para un día de descanso de su usual y vertiginoso horario como mediadores internacionales. Era raro que tuvieran momentos para ellos mismos como este; simplemente sentados alrededor haciendo nada.

Cuando no sucedía eso, estaban viajando alrededor del enorme continente haciendo el trabajo de un Avatar junto a su fiel bisonte, lémur y su ilustre Maestra de Tierra-Control. Lo que significaba resolver disputas, mediar discusiones, firmar tratados, impulsar convenios internacionales y discursos. Muchos y muchos discursos.

Pero ahora estaban el campo, en una locación desconocida, sin ninguna disputa que resolver en kilómetros a la distancia. Ella lo disfrutaría mientras pudiera. Toph perezosamente masticaba un pedazo de grama mientras descansaba con su cabeza sobre sus brazos. A través de la tierra que la rodeaba podía sentir la vibración de Appa durmiendo en la parte alta de la ladera.

Podía sentir el relajante y continuo movimiento de la cola de Momo cerca de ella. Y podía sentir aproximarse pasos rápidos que parecían ser de un emocionado Avatar. Su sonrisa relajada empezó a desaparecer.

-¡Tenemos correo! -La voz de Aang hizo eco sobre la verde ladera donde Toph se había acostado a pasar un rato relajante bajo el sol. Aang estaba colina abajo agitando hojas de papel con una mano y su planeadoren la otra.

Para serun joven de dieciocho años él no actuaba como tal. Sin embargo, se comportaba con su usual aura sobrecargada de felicidad solamente cuando estaba con ellos. Al menos tenía la oportunidad de hacer eso en lugar de actuar todo el tiempo como un muy maduro y responsable Avatar. Toph arrojó el pedazo de hierba que estaba masticando y se sentó; había rastros de grama sobre su cabello.

-¿Qué es esta vez Pies Ligeros? ¿Problemas en Ba Sing Se? ¿Rebeliones en el sur? ¿Evasiones de impuestos? –bufó Toph

Aang se movió cerca de ella, agachándose a su lado.

-¡Es un mensaje de Katara y Zuko!

-Ah… la feliz pareja –Toph se recostó sobre la ladera, sus brazos inmediatamente se posicionaron tras su cabeza- ¿Cuáles son las noticias? ¿La Princesita finalmente se cansó del Señor de Fuego y lo congeló al estanque?

-No… -El Avatar adolescente leyó la carta-: "Queridos Aang y Toph. No creerán esto, mi hija es una Maestra Fuego. Hace dos días incendió su pincel de caligrafía, desde entonces Iroh y Zuko han estado emocionados. Actualmente él está bailando alrededor de la habitación con ella mientras restriega en mi cara su victoria."

Un suave resoplido sonó al lado de Aang.

-Si, como si él hiciera eso… -coincidió Toph con un sutil asentimiento de su cabeza-. ¿Así que ella nos está diciendo que su hija es una maestra fuego?

-Y además invitándonos a la celebración que Zuko está haciendo en su honor -Aang sonrió de oreja a oreja y bajó la invitación-. Es en dos semanas. Nos da tiempo a llegar.

-Podría tomar un descanso -dijo la maestra tierra. Estiró sus extremidades mientras volvía a sentarse-. Suena genial. Tengo que admitir que extraño dormir en una cama real -se levantó y sacudió su ropa.

-Oh, espera… hay una más para ti -dijo Aang estirando un sobre grabado con un familiar sello dorado de un jabalí volador.-Es de tu familia.

Toph inmediatamente se tensó. Un sentimiento de temor se apoderó de su cuerpo mientras las implicaciones de la carta se asentaron en su mente.

Las cartas de su familia siempre la llenaban de pavor. Raramente recibía correo de ellos cuando estaba viajando con Aang. Perocuando si las recibía, siempre eran cartas de su madre con sutiles peticiones para que volviera a casa. No importaba cuantas veces Toph se negara a volver, las cartas seguían llegando.

En los últimos dos años, se habían vuelto más exigentes. Ella era una rica heredera de una poderosa familia descendiente de la nobleza del Reino Tierra que estaba en edad de matrimonio. No se necesitaba ser un genio para averiguar qué era lo que ellos querían de ella.

Toph respiro profundamente.

-¿Lo trajo un mensajero? -preguntó, su voz temblaba un poco.

-Si. ¿Quieres que la lea por ti? -ofreció Aang a punto de romper el sello

-¡No! -Toph casi gritó. Aang echó la cabeza hacía atrás sorprendido. Sus ojos como espuma de mar se abrieron como platos y se nublaron. Como si se diera cuenta de su repentino arrebato, rápidamente bajó la mano-. Quiero decir… Puedo leerla luego. Dámela -demandó mientras alargaba su mano abierta.

Sin decir nada le entrego el sobre. Tan rápido como tocó su mano lo escondió en uno de sus bolsillos.

-¿Estas bien, Toph? -Preguntó con cuidado.

-Estoy bien, Pies ligeros -afirmó ella cuando se levantó, momentáneamente elevándose por encima de él quién permanecía sentado sobre la hierba- ¿Por qué aún estás sentado? -preguntó dándole una patada al suelo. Un montículo de tierra se elevo del suelo empujando a Aang hacia arriba-. ¡Vamos!, ¡Si llegamos lo antes posible podré convencer a Katara para que me deje montar un rinoceronte de Komodo otra vez!

La anterior preocupación que había sentido se esfumó al recordar a Toph pisoteando los alrededores del palacio montada sobre una de las enormes bestias que corrían en estampida. Un ala entera del palacio tuvo que ser reconstruida, Katara estaba furiosa con ellos por arruinar la recepción de su boda y Zuko quería exiliarlos de la Nación del Fuego. Aang tembló. Por suerte Iroh estuvo ahí para calmar los ánimos.

-Umm…deberíamos tomarnos nuestro tiempo -ofreció Aang mientras se levantaba tras ella-. Además, es probable que necesiten tiempo… para preparar nuestra llegada.

-Entonces podemos detenernos en algún poblado y comprar un regalo para la Pequeña Chispita -decidió Toph, dándole un nuevo apodo a la Princesa de la Nación del Fuego-. Estoy pensando en fuegos artificiales. He escuchado que los de la Nación del Fuego son enormes.

Aang sintió miedo al imaginar el daño que una maestra fuego de tres años podía hacer con fuegos artificiales.

-Sabes, estaba pensando en algo más pequeño… ¿Qué tal una muñeca?


-Respira hondo -dijo Iroh quien estaba parado delante de su nueva pupila. Sus manos estaban frente a él, quietas y tranquilas, mientras tomaba una inhalación profunda-, y exhala -elevó sus brazos con movimientos lentos-. El fuego viene de la respiración.

Delante de él, una niña de tres años imitó su mirada concentrada y respiró profundamente a través de su nariz. Sostuvo la respiración por un segundo antes de exhalar. Habían estado haciendo eso desde hacia una eternidad, y se estaba volviendo aburrido.

-¿Abuelo Iroh? -comenzó una voz curiosa con un leve ceceo-. ¿Puedo hacer fuego-control ahora?

-Pronto Princesa, pronto. Debes empezar con lo básico primero –explicó Iroh-. No puedes avanzar si no manejas lo básico.

-Oh… -dijo decepcionada mientras sus grandes ojos azules bajaban a sus pies. Frunció las cejas y levantó la vista hacia el viejo general retirado- ¿Cuándo manejaré lo básico?

Iroh se rió entre dientes. Ella se parecía tanto a su padre.

-Es diferente para cada uno.

La niña arrugó la nariz en forma seria.

-Quiero manejarla pronto. Así podré hacer fuego-control como papi.

Arriba de las escaleras, tras ella bajo los aleros del palacio estaba un hombre alto, de cabello oscuro, vestido en ricas ropas rojas. Unos ojos dorados estaban enfocados en su primogénita de cabello negro y ojos azules quien estaba en el patio de abajo. Respiró hondo, tragándose literalmente su orgullo cuando escucho las palabras de su hija. Ella quería ser como su papi. Le restregaría eso a su esposa mas tarde.

-¿Va a llorar de nuevo Señor del Fuego? -preguntó una voz burlona a su derecha. Le lanzó una mirada ligeramente molesta a la curvilínea mujer vestida en una casual túnica azul oscuro cuando se le unió a él.

Zuko bufó indignado a la mera sugerencia.

-Te dije que no estaba llorando.

-Claro, claro -afirmó la mujer de cabellos castaños mientras mantenía su mirada en la niña de cabello negro que daba vueltas alrededor del gordo ex –general en la parte de abajo.- Era solo sudor lo que rodaba por tus mejillas cuando te dijimos que le había prendido fuego a su pincel de caligrafía.

No tenia que mirar a su esposo para saber que estaba intentando desesperadamente someter su vergüenza. Después de todo, los Señores del Fuego no lloran. Ni siquiera cuando descubren que su única hija con una maestra agua, es de hecho, una maestra fuego. No importaba cuán feliz estuviera.

-Sigo diciéndotelo pero pareces no escuchar -replicó Zuko lo más relajado que pudo-. Estaba entrenando y sudando.

-Si claro, porque todos sabemos que firmar documentos en tu oficina es una tarea muy agotadora –contestó suavemente Katara.

Movió la cabeza hacia un lado y fijo una mirada fría a un lado de la cabeza de su esposa.

-No estaba llorando –insistió.

-Claro que no, Zuko -suspiró ella mientras volteaba el rostro dándole una sonrisa. Levantó su mano y gentilmente la colocó en la parte alta de su brazo. Lentamente, lo acarició de arriba hacia abajo, sintiendo los contorneados bíceps debajo de las capas de seda. Sonriendo dulcemente, envolvió su brazo con los suyos y volteo a mirar al patio- ¿Cómo le va?

-Es impaciente… pero le va bien con los ejercicios de respiración. En lo que necesita enfocarse ahora es en el control -le dijo Zuko. Atrajo a Katara hacia él, envolviendo sus brazos mientras descansaba la barbilla en la parte superior de su cabeza; cuidando de no lastimarse con el emblema de La Señora del Fuego que estaba colocado en su moño.

-¿Impaciente, eh? Bueno, me pregunto de donde habrá sacado eso.

-Si vienes a burlarte de mí deberías saber que no lo aprecio -refunfuñó Zuko mientras alejaba sus brazos, cruzándolos sobre su pecho. Volvió la mirada al patio, Katara rió devolviéndole la mirada-. Ahora, si me disculpas, estoy ocupado viendo a mi hija aprender fuego-control -remarcó, restregándole las palabras. Katara simplemente puso los ojos en blanco.

-Que es de lo que he venido a hablarte -dijo Katara. Hurgó en los bolsillos ocultos en las mangas de su bata-. Han llegado algunas respuestas a la invitación de la celebración -sacó algunos pequeños rollos de papel que habían sido enviados desde diferentes Naciones. Zuko simplemente gruñó manteniendo los ojos en su hija, quien estaba practicando la postura de su primera posición.- Sokka y Suki vienen. Traen con ellos a su hija.

Zuko asintió con la cabeza.

-A propósito, ¿Cómo le va a Suki?- El Señor del Fuego preguntó tranquilamente. Lo último que había escuchado es que ella estaba embarazada de nuevo.

-Creciendo, ya se le nota-reportó Katara-. Kyoshi quiere saber si puede quedarse con su prima favorita mientras esta aquí.

-Está bien –afirmó Zuko, a pesar del leve sentimiento de temor que nació en él. Las niñas eran primas; con solo meses de diferencia. Kyoshi, siendo la mayor, tendía a llegar con ideas para todas sus pequeñas aventuras. Y su hija, siendo la menor, la seguía sin discusión.

La última vez, durante el cumpleaños de la princesa, de alguna manera entraron a su oficina y dibujaron sobre documentos muy importantes. Fue toda una tarea explicarle al consejo porque había bisontes voladores, o lo que al menos el creía que eran bisontes voladores, y flores pintados en los documentos de reformas de reconstrucción de la Nación del Fuego. Zuko tenía la teoría de que Sokka a propósito estaba entrenando a su hija para que encubiertamente hiciera su vida difícil como venganza por haberse casado con su hermana.

-Veamos… -Katara hojeó el pequeño paquete de papeles-. Papá vendrá también. Gran-Gran vendrá desde la Tribu Agua del Norte, ya que está de vacaciones ahí con el Maestro Pakku.

Una leve sonrisa apareció en los labios de Zuko.

-Apuesto a que no estará entusiasmado cuando descubra que la hija de su preciosa pupila de agua control es una maestra fuego.

-¿Crecerás en algún momento y dejaras de repetirlo? -Katara puso los ojos en blanco. La sonrisa en su cara le dijo que no lo haría-. Ugh… de cualquier manera, Aang y Toph vendrán desde el Reino Tierra y se espera que lleguen antes.

La sonrisa de Zuko abandonó su rostro. Sus ojos se estrecharon levemente mientras volteaba hacia su esposa.

-¿Qué tanto? -Él juraba que la maestra tierra también vivía para hacer su vida miserable. En el día de su boda, había destrozado el ala sur del palacio con un rinoceronte de komodo en un esfuerzo por darle "vida" a la fiesta. En su opinión, Katara los había perdonado muy fácilmente.

La Señora del Fuego se encogió de hombros.

-No dice cuando -respondió enseñándole la pequeña nota-. Fue fechada hace una semana y media. Probablemente estén cerca -un golpe resonó en las puertas tras ellos.

-Entre -respondió Zuko; con su voz llena de autoridad.

-Señor del Fuego, Señora del Fuego -dijo una voz solemne tras ellos haciendo que voltearan. Mai estaba parada en la entrada, parecía faltarle el aliento y apretaba algunos rollos contra ella. Probablemente había corrido buscándolos-. El bisonte del Avatar fue visto cerca de la costa.

-¿Tan pronto? ¡Eso significa que estarán aquí hoy! -Los ojos de Katara se agrandaron. Sin pensarlo más lanzó todos los papeles a las manos de Zuko mientras se daba la vuelta. Intentó sostenerlos antes de lanzar un gruñido-. Mai, alerta al personal de la cocina para que preparen algo de comida vegetariana para Aang, envía alguien a preparar los establos con un poco de paja para Appa y ¿están listas las habitaciones?-

Mai revisó uno de los rollos que estaba en sus brazos.

-Todas las habitaciones del ala este están listas, Lady Katara. Enviaré a alguien a los establos inmediatamente por el bisonte del Avatar.

-¡Zuko! -Gritó Katara sobre su hombro mientras empezaba a correr hacia la puerta con Mai para prepararse para los huéspedes-. ¡Cuando su lección termine, envíala a su habitación para que tome un baño y se cambie!

Zuko puso los ojos en blanco. Su hija no tenía una niñera. Katara no creía necesitarla y por lo tanto dejo la responsabilidad de cuidar de la niña sobre ella misma, su esposo, un general retirado y ocasionalmente una solitaria asesora real.

-Lo haré -no tenía sentido discutir, Katara solo incrementaría sus tareas si lo hacía.

-Mai, una vez que avises a los cocineros, ve y reúne a todos los nobles que puedas e invítalos a una cena improvisada -ordenó Katara-. Solo una pequeña reunión para el Avatar y la Señorita Bei Fong.

Mai asintió con la cabeza y anotando algo en su rollo

-Si, Señora del Fuego -hizo una reverencia y salió apresuradamente. Katara permaneció en la entrada y volteó hacia Zuko.

-Voy a preparar el comedor para la cena de esta noche -le dijo mientras caminaba hacia la puerta-. Luego de que le digas a mi bebe que vaya a su cuarto a cambiarse, ven al comedor.

Él asintió y ella cerró la puerta. Un pequeño golpe resonó en la habitación y él soltó un profundo respiro. Cuando se casaron, los nobles se inquietaron. Ninguno creía que ella pudiera hacerse cargo de las tareas de la Señora del Fuego. Creían que carecía del refinamiento necesario para llevar a cabo las tareas que el titulo conllevaba. Le tomó algunos meses, pero en poco tiempo dirigía al personal del palacio como si hubiera nacido para hacerlo.

Su hermano decía que era porque era mandona naturalmente. Aparte de los trabajos del palacio Katara trabajaba duro con el Ministro de Relaciones Internacionales, Ministro de Salud y continuaba ejerciendo como embajadora ante los dignatarios visitantes. Y a la cabeza de todo, era una amorosa y devota esposa y madre.

Su vida estaba completamente unida. La Nación del Fuego se estaba estabilizando muy bien, a pesar del resentimiento de la nobleza hacia él por haberse casado con una campesina de la Tribu Agua. Ellos podían quejarse todo lo que quisieran, pero él era el Señor del Fuego y podía casarse con quien se le placiera. Y ahora tenía a una maestra fuego de tres años que criar.

Su tío Iroh había sido muy importante en la educación de la niña. Él no creía que la joven princesa estuviera bien en la Academia Real de Señoritas de la Nación del Fuego, especialmente desde que ésta estaba en un proceso de reestructuración. Por lo tanto, Iroh había estado enseñándole todo a la princesa, desde escritura hasta poesía clásica. Ahora también era su maestro de fuego control.

-¡Papi! ¡Papi, mírame! -su voz cortó sus pensamientos haciendo que volviera su atención a la pequeña niña vestida de rojo.

-¡Te estoy viendo, princesa! -le aseguró. Ella volvió rápido a la primera posición para mostrarle a su padre que había aprendido hasta entonces. Zuko sonrió. Ella tenía un largo camino que recorrer, pero estaba progresando bien.

Ahora, lo único que tenía que hacer era enviarla a cambiarse y luego lidiar con los invitados que llegarían en los días siguientes. Lo que significaba caos absoluto.


-Umm… ¿por qué estamos entrando a hurtadillas? –Susurró Aang en voz baja cuando él y Toph se pegaban a la gruesa pared que separaba el palacio de la Nación del Fuego con el resto de la ciudad-. Nos invitaron…

-¡Shh, Pies Ligeros! -siseó. Plantó firmemente su pie en el suelo, intentando obtener alguna vibración- ¡Bien, no hay nadie!

Aang casi gimió cuando lo arrastraron hacia los establos orientales; donde tenían a los rinocerontes de Komodo. Esto no iba a terminar bien y él lo sabía. El dúo corrió a través del camino despejado hacia los establos de la muralla más lejana.

-Toph, realmente pienso que deberíamos ir a saludar a Katara y Zuko primero…

-¡Podemos saludarlos después! -insistió Toph. Cuando ya no podía sentir nada excepto las vibraciones de los rinocerontes de Komodo dentro de los establos, salió disparada de los arbustos y se dirigió derecho a las pesadas puertas de los establos.

Aang vigilaba mientras ella abría las puertas y entraba. Una gran sonrisa apareció en el rostro de Toph cuando se detuvo en la entrada. Sus manos se posaron en sus caderas mientras miraba triunfantemente a las poco iluminadas filas de resoplidos.

Aang silenciosamente llegó a su lado y suspiró.

-Toph, no creo que esto sea una buena idea. Quiero decir… Quisiera montar animales tanto como cualquier otro, pero la última vez que lo hicimos casi nos expulsan de la Nación del Fuego.

-Detalles -Toph movió su mano quitándole importancia-. Ahora toma una montura… siento una buena vibra del enojado tres puestos allá.

-¿Yo? -chilló Aang, su voz se elevó casi quebrándose- ¿Por qué tengo que hacerlo yo?

-¿Estas contradiciendo a tu Maestra? -Toph se acercó ciegamente e irguió el pecho amenazadoramente. Pudo sentirlo negar con la cabeza-. ¡Bien! ¡Ahora ve a poner una montura en el tercero antes de que tengamos que salir de aquí!

Aang dejó salir un débil gemido tragando nerviosamente. Vio cautelosamente hacia el corredor, hacia la fúrica bestia en el tercer puesto.

-Bien… si estás segura.

Cuidadosamente, el último maestro aire se encaminó hacia un lado y tomó una de las pesadas monturas. La dejó caer levemente antes de cargarlo sobre su hombro y caminó hacia el tercer compartimiento. Echó un vistazo por encima de la puerta de metal y vio la nariz resoplando del rinoceronte de komodo.

-¿Tiene que ser este? -Preguntó Aang mientras volteaba a ver a Toph.

La maestra tierra asintió.

-Ese está bien, ¡si lo digo yo!

Aang vio de nuevo al rinoceronte de komodo.

-Bien, amigo -le dijo cuidadosamente al animal-, no quiero lastimarte…- le quitó el seguro a la puerta de metal, encogiéndose cuando esta crujió al ser abierta. El animal empezó a prepararse y bajo la cabeza. Aang no siguió caminando. Elevo su mano, intentando calmar al animal-. Está bien, chico… tranquilo…

-¡Apresúrate, Pies Ligeros! -gritó Toph.

-¡Dame un momento! -exclamó fuerte Aang sobre su hombro. Inmediatamente se arrepintió de haber elevado la voz, y lentamente volteó su cabeza hacia el animal. Delante de él, escucho la pesada patada en la tierra, y vio a la bestia bajar su cabeza-. Oh-oh…

La cabeza de Toph se elevó cuando escuchó y sintió los movimientos dentro de los establos. Una emocionada expresión apareció en su rostro cuando sintió a la bestia emergiendo de su corral.

-¡¿Le colocaste la montura?

El grito de Aang se escuchó en todo el establo cuando sintió la familiar vibración de su planeador en la tierra.

–¡Corre!

-¿Qué? -La iluminada expresión de Toph decayó-. No me digas que-Ah- Aang estiró su brazo tomando a Toph de la cintura mientras corría a su lado- ¡¿Que estás haciendo? -Gritó, con su rostro ardiendo de vergüenza.

-¡Él nos está atacando! -exclamó Aang. Con un rápido movimiento de sus brazos, levantó a Toph sobre su hombro izquierdo y la sostuvo de forma segura alrededor de su cintura.

-¡Entonces detenlo! ¡Tú eres el Avatar! -gritó Toph, intentando soltarse de su agarre. Tal vez Pies Ligeros haya quedado como un niño de doce años en su mente, pero él había crecido en tamaño y fuerza. Eso era algo que Toph olvidaba fácilmente.

Él exhibía eso ahora que la tenia firmemente sujeta mientras corría.

-¡No puedo detenerlo! -Gritó Aang-. ¡Nos va a aplastar! -Dio un vistazo sobre sus hombres bajando su planeador y comenzó a correr hacia delante. Incluso el podía sentir las fuertes pisadas de la enorme bestia que hacían temblar el suelo mientras corría tras ellos.

-¡Esto es enteramente tu culpa! -Clamó Toph golpeando sus puños débilmente sobre sus hombros-. Si tan solo le hubieras colocado la montura en su espalda, como te dije que hicieras, ¡no nos estaría persiguiendo ahora mismo!

-Tú eras la que quería montar uno…

-¡No discutas conmigo! -Aulló Toph, moviendo sus piernas mientras lo decía-. ¡Ahora bájame! ¡Yo lo detendré!

-¡No creo que él se detenga tan fácilmente! ¡Realmente no se ve contento, Toph! –escuchó ella que él le gritaba mientras corrían a través de un camino. Se dirigían directamente al palacio.

-¡Entonces corre hacia algunas escaleras! ¡Escuche que ellos no pueden subir escaleras! -Exclamó

Los ojos de Aang se iluminaron.

-¡Esa es una buena idea! ¡El palacio esta cerca y hay muchas escaleras ahí! -Tomando aire, Aang se apresuró. Patinó en una curva cuando salía de unos arbustos, y aterrizó en el camino empedrado que guiaba hacia el palacio. Delante había guardias y otros peatones que también caminaban hacia el edificio-. ¡Cuidado!

El agarre en que Aang tenía a Toph se aflojó cuando levantó los brazos y lanzó una oleada de aire hacia el camino central. Gritos y alaridos se podían escuchar cuando la gente era empujada fuera del camino que Aang recorría. Miró tras él y gruñó.

La enojada bestia saltó sobre los arbustos de donde él había salido y cayó sobre el camino. Los guardias gritaban mientras las personas buscaban donde esconderse. El rinoceronte de komodo se dirigió hacia el dúo.

-¡¿Aun viene tras nosotros? -preguntó Toph.

-¡Sí! ¡Pero no te preocupes! -Aang sonrió cuando vio una serie de escaleras delante de ellos-. ¡Delante hay escaleras!

Bufando y con la cabeza baja, el rinoceronte de komodo puso los ojos sobre los dos maestros delante de él. Medio corriendo, medio volando Aang los llevó hasta lo alto de las escaleras y volteó a ver si el animal se detenía.

-Sabes… -meditó Toph sobándose pensativa la barbilla. Aún estaba sobre uno de los hombros de Aang-. ¿Eran los rinocerontes de komodo los que no podían subir las escaleras o me confundí con los cangunejos?

Aang palideció cuando la criatura de la Nación del Fuego bufó y empezó a subir las escaleras sin ningún problema. Dentro, sentía una pequeña parte de él que quería llorar.

-¡Um… cangunejos! ¡Definitivamente cangunejos! -gritó derrotado.

Toph se detuvo.

-Oh… -sonrió avergonzada-. ¡Olvídalo… Corre, Pies ligeros! -ordenó.

Sintió a Aang dar vuelta bajo ella, y empezar a correr una vez más.

-¡Katara y Zuko nos van a matar!

-¡Nos ocuparemos de eso después! -gritó Toph-. ¡Solo llévame a un patio! ¡Vamos a hacer tierra-control para detenerlo!"

-¡No creo que tengamos alternativa ahora! -Exclamó Aang. Él podía escuchar a los guardias y sirvientes gritar cuando los veían pasar a través del palacio seguidos por el enojado animal-. ¡Delante hay un patio!

Elevando sus brazos una vez más, Aang giró y envió una bola de aire hacia delante. Las pesadas puertas de madera que cerraban el patio se abrieron de golpe, bajó a Toph. En el instante en que los pies descalzos de Toph tocaron el suelo, sus ojos se agrandaron.

-¡Ahí viene! ¡Apresúrate!

El dúo corrió dentro del patio.

-¡Avatar, deténgase! -Las voces salían de algún lugar detrás de él-. ¡Alguien detenga al Rinoceronte!


-Creo que tenemos suficientes sillas… no creo que los nobles planeen traer más invitados con ellos -Zuko suspiró. Él estaba en el centro del comedor, al lado de Katara quien estaba vigilando los arreglos.

Alrededor de ellos, una docena de sirvientes se apresuraban a preparar los utensilios de mesa apropiados para la cena de esa noche. Los ojos de la Señora del Fuego se estrecharon estudiando los asientos críticamente. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho.

-Creo que deberíamos duplicarlos -afirmó Katara asintiendo con la cabeza. Dio un paso atrás para dar la orden.

-¿Duplicarlos? –Jadeó Zuko-. Invitamos a los nobles que aún estaban aquí. No necesitamos tantas sillas.

-Zuko, ellos van a decirle a los otros. La noticia se va a regar de boca en boca y otros nobles también vendrán. Hasta quizá traigan a sus esposas -Le dijo sabiamente Katara. El señor del Fuego refunfuñó. Ella tenía razón. De nuevo.

-Si crees que es necesario, entonces continúa -Zuko observó cuando ella se acercó al sirviente más cercano y le informó del cambio de planes. El sirviente hizo una reverencia y se apresuró en cumplir la orden. Silenciosamente, se preguntó porque Katara lo hizo venir si ella ya sabía qué hacer.

-Bien, creo que estamos listos -Katara le dio una sonrisa cálida cuando se dio la vuelta, y juntó sus manos-. El personal de la cocina está preparando una deliciosa comida, las habitaciones están listas y el comedor está listo. Solamente tenemos que esperar a que lleguen.

Se podían escuchar unos pasos pesados apresurándose por los pasillos. Una figura vestida de negro corrió hacia la habitación.

-Mi Señor, mi Señora -Mai hizo una reverencia cuando se acerco a ellos-. Algunos guardias han encontrado el bisonte del Avatar afuera de los muros orientales del palacio, sin embargo estaba solo.

Los ojos de Katara se agrandaron.

-Oh no… -alargó su mano tomando la manga de Zuko. Sus grandes ojos azules se horrorizaron-. No crees que algo les haya pasado, ¿verdad?

-El bisonte se encuentra bien, Lady Katara -le dijo Mai-. Solamente estaba ahí comiendo, pero no hay señales del Avatar.

Los labios de Zuko se arrugaron y Katara frunció confundida las cejas. Justo en el momento en que abrió la boca, un guardia entró velozmente a través de la puerta por donde Mai había aparecido. Se veía totalmente asustado cuando cayó de rodillas e hizo una reverencia ante la pareja real.

-¡Mi Señor, Mi señora! ¡Un rinoceronte de komodo esta suelto en el palacio!

Los ojos de Zuko se agrandaron. "Un rinoceronte de komodo…"dejó inconclusa la frase y cerró los ojos. Incluso podía sentir el dolor de cabeza aproximándose.

El guardia mantuvo su cabeza baja mientras empezaba su explicación.

-Alguien fue a los establos orientales sin permiso y…

El resto de sus palabras cayeron en oídos sordos cuando ambos, Katara y Zuko sintieron sus corazones detenerse en sus pechos.

-Oh no… -susurró Katara mientras que el temor llenaba su estomago. Se giraron el uno al otro-. ¡Ai Li Zhen!

El guardia fue empujado al suelo cuando el Señor del Fuego y su esposa salieron corriendo. Mai se quedó en su lugar.

-¿Qué hace un rinoceronte de komodo fuera de los establos…? -se quedo pensando y se detuvo.- Oh


Las puertas de madera que servían como entrada principal se abrieron. Iroh se detuvo en el medio de un ejercicio de respiración cuando una ráfaga pasó a su lado. Confuso, el general retirado giró su cabeza hacia la puerta de madera al otro lado del patio. Iroh relajó su pose y entrecerró los ojos. Pudo distinguir dos figuras corriendo hacia él.

-¿Es ese el Avatar? -Entonces vio a la enorme bestia persiguiéndolos.

-¡Oh, abuelo mira! ¡Trajeron un rino de komo! –exclamó emocionada, la niña a su lado.

La boca de Iroh se cayó.

-Oh cielos…

-¡Rino de komo! ¡Rino de komo! -la niña corrió hacia delante con sus brazos abiertos.

-¡Princesa! -El rostro de Iroh palideció cuando tropezó. La niña era demasiado rápida para él. Ya estaba precipitándose a través del patio. -¡Princesa, regresa! ¡Alguien que la detenga!

Aang elevó su cabeza cuando escucho la familiar voz gritando en algún lado del patio. Sus ojos grises escanearon el patio y divisaron a la pequeña figura en rojo acercándose a ellos.

-¡Toph!-

-¡La tengo! –gritó la maestra tierra. Se apresuró, se plantó en el suelo y extendió sus manos justo en el momento para atrapar a la niña. La tierra se elevó detrás de la pequeña niña haciendo que cayera sentada y riera mientras se deslizaba en el tobogán que la maestra había creado, justo a los brazos de Toph.

-¡Hola! -chilló la niña felizmente mientras que los brazos de Toph seguían alrededor de la pequeña. La sorpresa de la repentina aparición de una niña duró poco. Detrás de ellos, el rinoceronte de komodo se aproximaba rápidamente.

La enojada bestia se abalanzó resoplando y Aang agarró a Toph por la cintura.

-¡Sostente! -podía escuchar el grito de resistencia de Toph. Una risita infantil sonó cuando fueron lanzados hacia el aire por una ráfaga de viento bajo ellos.

-¡Wiiii!

-¡Aang, tenemos un problema! –gritó Toph a mitad del vuelo

-¡Solo sostente! -repitió Aang. Los elevó sobre la encolerizada bestia, y cayeron sobre su lomo con un golpe sordo.

-¡Aang! -gritó Toph una vez más intentando sostenerse de Aang y sostener a la niña al mismo tiempo-. ¡Tenemos que detenerlo!

Aang parecía confuso mientras sentía a Toph sostenerse de su espalda. Podía escuchar el enérgico palmeo de la niña que Toph atrapó, saltando de un lado a otro en el regazo de Toph.

-¡Pero apenas logramos…!

-No entiendes… -La bestia se detuvo repentinamente a la mitad del patio; su cuerpo se tambaleó cuando hecho su cabeza hacia atrás. Se habían detenido cerca de los estanques decorativos a cada lado del enojado animal. De repente, el agua se elevo de los lados del rinoceronte de komodo; congelando sus pies firmemente al suelo mientras que cuerdas de hielo se movían alrededor de él para evitar que se moviera.

-Oohh… -dijo la niña con efusión mientras veía alrededor. Observo los bellos arcos de hielo congelar al animal en su lugar.

Por un momento, Aang también se perdió en alucinación. Luego escucho una voz empapada en furia.

-¡Aang! ¡Toph!

Detrás de él, Toph dejo caer la cabeza y soltó un gruñido.

-Eso es lo que estaba intentando decirte –murmuró-. Katara está aquí.

Aang palideció cuando levantó la cabeza y miró hacia las escaleras frente a ellos. Una furiosa mujer vestida de azul estaba al acecho en las escaleras, sus ojos brillantes de cólera y sus puños apretados a los lados.

-Oh-oh…

Aún en el regazo de Toph, la niña aplaudió una vez más.

-¡Mami!

Los ojos de Aang se agrandaron y Toph se quedo estática.

-¿Mami? -dijeron en coro. La situación de repente empeoró terriblemente.

Aang gimió y bajo la cabeza.

-Sabía que esta era una mala idea…


-Esta es la segunda vez, la segunda vez –rugió Zuko estampando un pie en la sala del trono, frunciendo el ceño a los dos maestros delante de él-, ¡que ustedes destruyen mi palacio, mi hogar, con un rinoceronte de komodo! ¡Ni siquiera sé que decirles!

-¡En que estaban pensando! -gritó Katara desde donde estaba parada cerca de un pilar, con sus brazos cruzados y una mirada desaprobadora en su rostro-. ¡Pudieron haberse herido!

-¡Y no solamente ustedes dos! -exclamó Zuko lanzando sus brazos al aire-. ¡Pusieron a nuestra hija en peligro! ¡Sabían que hay una niña aquí! ¡Qué hubiera pasado si no la atrapan a tiempo!

-¡No quiero siquiera pensar en eso! –agregó Katara. Su mano corrió por su cara.

-Fue un accidente… -susurró Aang. Tenía el rostro bajo cuando una mirada de arrepentimiento lo atravesó.

-Esta vez fue un accidente -insistió Toph-. ¡No sabíamos que iba a atacarnos! ¡Pensamos que podíamos detenerlo, pero siguió persiguiéndonos!

-Es un milagro que nadie saliera herido -escupió Katara-.¡Si querían con tanta insistencia montar un rinoceronte de komodo, solamente hubieran preguntado! ¡Pudimos haber arreglado algo lejos del palacio!

-Tendremos una celebración en algunos días y ahora nuestras puertas principales necesitan ser reparadas -gruño Zuko-. No solamente eso, ¡ahora mi hija tiene en su cabeza la idea de montar un rinoceronte de komodo!

-¡Y acaba de superar su etapa de querer montar un lagarto! -Murmuró Katara. Cruzó sus brazos sobre su pecho-. Tienen suerte de que Mai nos haya encontrado a tiempo. ¡No sé que hubiera pasado si no llegamos a detener al animal!

-Lo sentimos… -dijo el dúo a coro

-¿Saben lo aterrorizada que estaba al ver a mi hija correr hacia una rinoceronte de komodo en estampida? -preguntó Katara, su ceño fruncido se profundizo.

-¡No sabíamos que ella estaba ahí! -insistió Aang-. Si lo hubiéramos sabido, hubiéramos intentado detener el rinoceronte de komodo antes!

-Pero al final nadie salió herido -Iroh habló por primera vez desde que entraron al salón del trono-. Solamente algunas puertas y caminos destruidos, pero todos están bien. Y estoy seguro que el Avatar y la Señorita Bei Fong aprendieron la lección.

-Aun así no los dejaré ir tan fácilmente -Zuko frunció el ceño- Ai Li Zhen pudo haberse lastimado –refunfuñó.

-¡Pero papi, estoy bien! -dijo la niña desde la suave almohada al lado de Iroh donde estaba sentada. ¡Los rinos de komo son divertidos! ¡Yo monté uno, al igual que papi!

Katara gimió y se pasó una mano por la cara.

-Al igual que papi… -murmuró. Dos ranuras azules miraron con enojo a Zuko mientras él tiraba del cuello de su camisa.

-Princesa, ya te lo he dicho, no puedes montar rinos de komo… digo, rinocerontes de komodo hasta que seas mayor -le dijo Zuko-. Creí que ya habíamos tenido esta plática.

Su nariz se arrugó y su labios hicieron un puchero, la niña giro hacia su madre.

-Mami… -gimoteó.

-No hasta que seas mayor -coincidió Katara. La niña se vio derrotada y se desplomó. La Señora del Fuego soltó un respiro y camino hacia su hija-. Vamos, necesitas alistarte para la cena.

-Está bien… -Alargó sus brazos y Katara la levantó y la colocó sobre su cadera.

-Zuko, dejare que tú les des su castigo –dijo mientras quitaba amorosamente el flequillo del rostro de Ai Li Zhen.

-¡¿Castigo? -preguntó Aang-. Pero… pero…

-Bueno, hicimos mucha destrucción… -le recordó Toph.

-¡Adiós! -Ai Li Zhen agitó la mano detrás de la espalda de su madre quien la sostenía. Las puertas se cerraron detrás de madre e hija, y Aang miró a Zuko con desconfianza.

La sonrisa demoniaca del Señor del Fuego hizo que un escalofrió bajara por su columna.

-Bueno… -sonrió-. Ahora que Katara se fue…


-Estúpido Señor del Fuego… -Toph le dio una patada al suelo mientras caminaba por el vestíbulo empedrado del palacio. Se metió otro puñado de hojuelas de fuego en su boca mientras vagaba por ahí. -Prohibirnos dejar el palacio hasta que nos vayamos… ya lo veremos…

Aang había insistido en que no era tan malo como pudo haber sido. Al menos no habían sido expulsados de la Nación del Fuego. En cambio, fueron confinados a secciones del palacio y forzados a pagar por los daños que habían hecho. Sabiendo que Aang no tenía dinero, Toph había pagado por los daños con dinero de su propio bolsillo.

Había esperado que se le permitiera vagar fuera del palacio si lo hacía, pero Zuko le dijo que no, y la amenazó con hacerlos limpiar los establos por el tiempo que se quedaran como castigo. Ese había sido su castigo original, pero Iroh le dijo que era demasiado trabajo para dos personas.

Aun así, ella odiaba estar confinada. Ella creía que el Señor del Fuego la tenía contra ella. Él se estaba vengando por todas las observaciones inteligentes que ella le había dicho en sus antiguos días; ella simplemente lo sabía. Toph metió su mano dentro de la bolsa de papel de hojuelas de fuego y frunció el ceño. Se habían acabado.

Frustrada, arrugó la bolsa de papel y la lanzó descuidada sobre su hombro. Se detuvo en el pasillo y sintió las vibraciones del suelo.

-Oh-oh… -la estructura no le era familiar. Lo que significaba que había ido muy lejos y ahora no tenía idea donde estaba.

Mordió su labio y busco por cualquiera que estuviera cerca. Todo lo que necesitaba eran direcciones, y podría volver a la ala este, donde estaba su habitación. Más abajo en la sala sentía la presencia de alguien más. Sin pensarlo dos veces, Toph camino por el pasillo y dio vuelta en una esquina.

Justo en el momento que lo hizo, sintió a la persona girar y alejarse. Toph se congeló en su lugar. El Señor del Fuego. Inmediatamente frunció el ceño en disgusto. No había forma de que le pidiera a él ayuda luego de que la hubiera encerrado. Zuko estaba desapareciendo al otro lado del corredor, y Toph estaba a punto de dar la vuelta y caminar de regreso cuando sintió una vibración proveniente del exterior, del camino donde Zuko había estado parado.

¿Estaba viendo a alguien? Curiosa, Toph caminó hacia el lugar vacio. Podía sentir la briza fresca de la noche golpeando su cuerpo mientras caminaba hacia ese lado del pasillo. Alzó su mano tomando el barandal.

En la oscuridad, podía escuchar el movimiento del agua. No… no estaba moviéndose sola. Estaba siendo controlada. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Zuko había estado viendo a Katara hacer agua control.

En la parte más alejada del vacío jardín, parada en un pilar de hielo en el medio de una profunda piscina de piedras alineadas estaba Katara. Sus ojos estaban cerrados mientras su cuerpo se contorsionaba y giraba. Espirales de agua se elevaban alrededor de ella desde la piscina, creando elaboradas formas contra el cielo oscuro mientras la luna brillaba sobre ella.

Unos ojos azules se abrieron y lanzo una docena de esferas de agua hacia el cielo. Cuando cayeron en forma de lluvia sobre ella, las congeló y comenzó a golpear unos pilares de hielo que sobresalían para destrozarlos antes de que golpearan el estanque. Un suave sonido de pisadas sobre las hojas cecas que estaban en el suelo hizo eco en sus oídos haciendo que girara, enviando un látigo de agua al intruso.

Los colores verde y negro llamaron su atención y Katara detuvo el látigo antes de golpeara a Toph en la frente.

-¿Toph? -Katara atrajo de vuelta el látigo de agua y bajó sus brazos. Los pilares de hielo en los que ella había estado parada se derritieron en la piscina cuando Katara se alejaba-. ¿Qué estas haciendo en mi jardín?

-¿Tu jardín? -repitió Toph, inclinando su cabeza a un lado en tono curioso.

La morena de ojos azules sonrió sutilmente.

-Cada Señora del Fuego obtiene un jardín. Es un regalo de su esposo -Katara rió por lo bajo mientras se detenía en la orilla de la piscina-. Zuko mando a instalar una piscina de agua aquí para mí.

¿Por qué aquí? -preguntó Toph. Podía sentir el suave suelo bajo sus pies. La tierra de ahí estaba fresca y limpia. El jardín era nuevo.

-Lo construyó aquí porque la ventana de su oficina está directamente a tu derecha -Katara rió.

Toph resopló.

-Sabes que él te estaba observando.

-Me observa cada noche que estoy aquí -reflexionó Katara-. Sale de su oficina y se queda en el corredor. Cree que no lo sé.

-¿Y tu bailas alrededor para él? -preguntó Toph. Alzó una ceja en interrogación-. Estás casada con él, sabes. No necesitas seguir seduciéndolo.

-No lo estoy seduciendo -Katara puso los ojos en blanco. Se sentó en el suelo y palmeó un lugar a su lado-. Le gusta ver cuando hago agua control y creo que lo tranquiliza cuando está estresado. Gobernar un país no es fácil, sabes.

-Me lo puedo imaginar -Toph se sentó juntó de Katara y se apoyó sobre sus brazos-. ¿Así que aunque conoces su secreto, no se lo has dicho?

-Se avergonzará y luego lo negará completamente -le dijo Katara a la joven maestra-. No es nada y el consejo lo vería como ridículo… pero si verme haciendo agua control aclara su cabeza cuando está trabajando tan duro, estoy feliz de hacerlo. Incluso si estoy cansada, es lo menos que puedo hacer… Soy su esposa, sabes -soltó una risita.

Toph sonrió sutilmente. Hubo un momento de silencio entre las dos y Toph bajo su mirada en blanco a sus pies.

-Oye, Katara… ¿Es difícil?

-¿Qué es difícil? ¿Ser maestra? -bromeó Katara-. Vamos, tú eres la mejor maestra tierra que conozco.

-No, no ser maestra -Toph mordió su labio dubitativamente-. Ser una esposa.

La maestra agua juntó sus cejas viendo a la maestra sentada a su lado.

-¿Ser una esposa? -susurró. Katara nunca había pensado en eso. Giró su espalda a la piscina de agua-. Creo que… es difícil. Tengo responsabilidades con la nación y mi familia. Para mi esposo, tengo que ser su soporte cuando lo necesite. Lo que puede ser cansador y emocionalmente agotador -Volvió a ver a Toph-. Pero vale la pena. Sabes que amo a Zuko. Hago lo que puedo para ayudarle, y sé que él hace lo mismo por mí.

-Pareces disfrutar la vida de casada -meditó Toph. Movió los dedos de los pies ligeramente.

Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Katara.

–Siempre supe que terminaría casada. Sabes, Tía Wu dijo que me casaría con un poderoso maestro… y lo hice -Katara soltó una carcajada-. Quien sabría que sería este tonto testarudo -suspiró recordando.

-Pero siempre lo esperaste, ¿verdad? –Insistió Toph, volviendo su cabeza hacia Katara-, y no fuiste forzada a hacerlo.

Esta vez Katara frunció el ceño.

-Toph -comenzó con cuidado-. ¿Por qué de repente estas preguntándome todo esto?

-Solamente es curiosidad -dijo Toph encogiendo los hombros. Giró su cabeza para el otro lado-. No veo la razón por la que tengas que bailar bajo la luz de la luna para Zuko. Casi me pregunto si casarte no te volvió loca.

-Casarte no te vuelve loca -le aseguro Katara-. Enamorarte… esa es una historia completamente diferente -Toph bufó indignada y Katara la vio preocupada-. En serio, Toph… ¿Por qué preguntas?

-No entenderías -respondió Toph-. No creciste como yo lo hice. Es fácil para ti restarle importancia.

-¿Restarle importancia a qué? -persistió Katara-. No puedo restarle importancia a algo a menos que sepa de qué se trata.

-Olvídalo -La maestra tierra empezó a levantarse de su asiento-. Solo olvida que dije algo.

-Toph -la llamó Katara mientras se levantaba. Toph tenía su espalda volteada hacia Katara y se detuvo al sonido de la voz de su vieja amiga-. Sabes que puedes decirme. Las cosas han cambiado, pero aun eres mi amiga.

Sus ojos azules vieron las pálidas manos de Toph apretarse a sus lados.

-Ellos quieren que me case -su voz era baja y casi no se escuchaba.

Los ojos de Katara se estrecharon.

-¿Qué?

Toph giró, y mantuvo su cabeza baja mientras deslizaba su mano bajo su camiseta y sacaba una carta arrugada.

-Una carta de mi padre -dijo Toph mientras le entregaba el papel con sello dorado a Katara.

La maestra agua cuidadosamente lo tomó y abrió la carta. El papel era grueso y la tinta fue escrita de alguna manera en que pudiera sobresalir del papel. Katara podía ver las manchas que Toph había dejado sobre los caracteres con sus dedos varias veces con el fin de 'leer' la carta.

Katara alzó su cabeza y volvió a ver a Toph. El rostro de la joven mujer estaba oculto.

-Esta no es la primera vez, ¿O sí?

Toph negó con la cabeza.

-Empezaron a llegar cuando cumplí quince.

-¿Así que todo este tiempo en el que estuviste viajando…? –continuó Katara. Toph asintió con su cabeza.

-Les dije que no quería casarme. Que quería seguir viajando con Aang, Appa y Momo -explicó Toph-. Creí que habían entendido.

Katara dobló la carta, y se acercó. Juntó las manos de Toph, y colocó la carta en su palma.

-¿Vas a decirles que no?

-Si les digo que no, mi padre me quitara mi herencia… -dijo suavemente Toph-. Y se la dará al hijo de alguien más. ¡No puedo dejar que haga eso! ¡Él dice que me quitará mi nombre y todo lo que supuestamente me pertenece solamente porque no quiero casarme con alguien! ¡No es justo!

-Si no quieres casarte, no deberías tener que hacerlo -coincidió Katara-. Tienes diecisiete años…

-Dieciocho.

-¿Qué?

Toph suspiró fuertemente.

-Tendré dieciocho en dos semanas -negó con la cabeza y volteo hacia atrás-. No entenderías, Katara. Cuando tenías mi edad, ya estabas embarazada de Pequeña Chispita y casada. Y nadie estaba forzándote.

-Esa soy yo. Esto es acerca de ti –remarcó Katara-. ¿Qué es lo que quieres hacer, Toph?

La maestra tierra pensó por un momento.

-No quiero casarme, eso es seguro -aseguró firmemente.

-Entonces dile a tus padres que no quieres casarte.

-No es tan simple -dijo exasperada, Toph. Dio la vuelta y comenzó a caminar en frente de Katara-. Tu naciste como una campesina, no entiendes de estas cosas -Katara puso los ojos en blanco. ¿Cuándo iba la gente a dejar de usar eso como excusa?- Mis padres quieren que me case para que pueda proveerles de un heredero que continúe con la línea Bei Fong.

-¿Esa es la razón?

-Es por estabilidad financiera, linaje, y alguien que se haga cargo de los negocios familiares -murmuró Toph-. Creí que yo me haría cargo después. Cuando las cosas se asentaran y estuviera cansada de viajar, pero no creí que tuviera que casarme para hacerlo. Mi madre estaba siempre hablando de que debería volver a casa y asentarme, ¡pero no imagine que se refería a esto!

-Ahora tu padre se involucró y quiere que vuelvas a casa o no obtendrás nada -concluyó Katara-. Usualmente no te importaría. Estas bien acampando y viajando de todas maneras.

-No debería importarme -Toph frunció el ceño-. Pero no quiero darle todo a algún extraño. ¡Ellos podrían arruinarlo todo! -Lanzó sus brazos al aire para hacer un énfasis en su punto. Katara soltó un suspiro cansino.

-Deberías hablar con ellos.

Inmediatamente Toph frunció el ceño.

-No he ido a casa en años, Katara. ¿Por qué habría de ir ahora?

-Porque necesitas hablar con tus padres acerca de esto. Tal vez podrías encontrar alguna solución -replicó tranquilamente Katara.

La maestra tierra lo meditó por un momento mientras se quedaba parada en silencio. Un millón de ideas corrieron por su cabeza mientras pensaba en la proposición. Katara veía la concentrada mirada en el rostro de Toph cuando los ojos de la muchacha se abrieron.

-Estás en lo cierto, Katara… -La maestra agua se encogió levemente. No le gustaba el tono en la voz de Toph; lo que significaba que estaba pensando en un plan completamente diferente al que Katara tenía en mente-. Tal vez pueda zafarme de esta…

-Toph -empezó Katara mientras se enderezaba y extendía la mano-. Eso no era a lo que me refería.

-¡Bueno, gracias por la charla, Princesita! -Toph sonrió mientras se daba la vuelta y volvía al palacio-. ¡Me has dado una gran idea!

Katara gruñó y paso una mano sobre su rostro.

-No sé si sentirme feliz por haber ayudado o preocupada…


N.A. —Este es mi primer Toph x Aang (casi) fic. Por favor no esperen nada muy apasionado o profundo. Por favor sean buenos. Todos mis comentarios están en mi perfil, como siempre. ¡Gracias por leer!


N.T: ¡Hola!, esta es mi primera traducción, ¡nunca pensé que fuera tan difícil! :D El fic del que habla al principio "Ritmo de Lluvia", por si no lo conocen, es un fic que también pertenece a DamageCtrl y fue traducido por MTBlack. Para los que estén interesados en leerlo hay un link a él en mi perfil. Espero les agrade mi trabajo. Quiero agradecer a DamageCtrl por dejarme traducir este increíble fic, a MTBlack por aceptar ser mi beta y por último a mi buena amiga IDigBones23 quien puso de su buena voluntad para ayudarme a traducir unas líneas que me tenían en problemas, aun cuando estaba ocupada con su tareas y luego me guio al traductor de Google (no había pensado en él antes ¬¬) y me salvo de unas… aunque muchas de las veces traducía mejor yo que el programa…¬¬

Gracias también a ustedes por detenerse a leer :D

-La' Vete