Disclaimer: Axis powers Hetalia no me pertenece. Así como (casi) ninguno de los personajes que salen en esta historia.
Advertencia: Hay personajes inventados (OC) más o menos relevantes en la historia. Lo pongo en M por capítulos futuros.
Nota de autor: Después de investigar un poco decidí escribir esta historia. Es un poco complicado encontrar mucha información sobre el estilo de vida de Hungría en el año 1600, así que si ven alguna referencia completamente desfasada de época sean amables de hacérmelo saber en los comentarios. Seria de mucha ayuda.
Espero que les guste!
Prólogo
Roderich desenvolvió la carta con cierto fastidio. El sello real resaltaba como una gota de sangre en el blanco papel. Seguramente algún tedioso asunto de estado. Se recostó en el enorme sofá del salón de música y leyó el recado con detenimiento.
Las órdenes eran claras, el viaje debía emprenderse de inmediato.
—Bueno, esto cambia un poco los planes. —dobló la carta con hastío y se acomodó los lentes.
Recorrió lentamente las habitaciones de la planta baja de la gran mansión. A pesar de la gran cantidad de servidumbre que allí habitaba siempre le daba la sensación de estar completamente solo. Casi todos los sirvientes se comportaban como fantasmas.
Aún así, esperaba no tener que bajar a la sala de criados. Hubiera sido mas sencillo llamarlos al salón de música, pero recorrer los largos pasillos de su hogar lo ayudaba a pensar en la forma correcta de proseguir. Seguramente debería rechazar lo más cordialmente posible la amable invitación de Antonio y postergar su visita al Imperio Español. Después de todo nunca se podía estar seguro de la duración de ese tipo de viajes.
La encontró, finalmente, en el jardín. El cabello enmarañado y la ropa cubierta de polvo. Sentada en el césped, improvisaba una corona con flores silvestres y pimpollos de rosa. Sus manos se movían toscamente mientras trabajaba, a su lado Italia la veía hacer su labor con extraña fascinación.
El austriaco aclaró su garganta mientras se aproximaba y ambos se pusieron de pie casi de un salto. Todavía resultaba tan extraño ver a la húngara vistiendo faldas que se le antojaba una persona completamente diferente.
—¿Todo está en orden, señor? —preguntó la pequeña nación—. La signorina Isabella estaba mostrándome como hacer una hermosa corona... —
—Sí, sí. —interrumpió el mayor—. Debemos preparar el equipaje lo más pronto posible.—
