¡Hola! Aquí les traigo esta historia que he publicado en otras páginas, ojalá sea de su agrado.
Por desgracia para mí, los personajes de Saint Seiya y de la Mitología Griega no me pertenecen, ¡pero es divertido escribir a sus expensas!
ADVERTENCIA: Si lo que buscas en esta lectura son Dioses serios y responsables y Guerreros maduros y centrados luchando sólo por la verdad y la justicia… Mejor busca otra historia, porque Dioses infantiles, guerreros despistados y un montón de locas ideas mías abundarán bastante por aquí. Las batallas épicas están en manos del señor Kurumada, esta es sólo una parodia XD
1. LOS ACUERDOS
Cuenta la leyenda que cuando la Tierra esté en peligro, los santos de Atena aparecerán para proteger la paz del planeta… Planeta que ya se ha visto atacado por Dioses sin mejor cosa que hacer que fastidiar a los seres humanos.
Y es que… ¡Pobre Planeta! Ya alguien trató de controlarlo manipulando a los santos de la "Diosa de la Sabiduría", alguien más intentó inundarlo y otro por ahí lo quiso dejar en tinieblas. Como que los Dioses necesitan buscarse otros entretenimientos, ¿no? ¿Será que no hay televisión ni Internet en el Olimpo? ¿O será de ahí de donde sacan sus ideas?
Ejem, como sea, después de tanto problema, la Diosa encargada de velar por el bienestar del mundo (NA: Ajá, cómo no ¬¬) llegó con una larga lista de quejas ante el Dios de Dioses, el todo poderoso Zeus, Señor de los Cielos, y el magnánimo Padre de Dioses mandó a organizar una reunión en el Olimpo a la que ningún Dios de la región debía faltar.
Monte Olimpo, sala de reuniones de los Dioses
En un amplio auditorio con cómodas butacas los Dioses griegos se habían reunido para tratar asuntos de suma importancia (NA: O deberían, pero algo me dice que estas reuniones se parecen mucho a las del Congreso de mi querida nación mexicana).
Un buen número de Dioses ya se encontraba presente platicando entre sí. Al frente de todos, junto a un micrófono, un hombre de largos cabellos dorados y ojos azules esperaba pacientemente a que hubiera un poco de calma.
-Cof, cof- tosió disimuladamente para que le hicieran caso- Ejem, ¿está prendido esto?- preguntó dándole golpecitos al micrófono para comprobar que funcionaba pero de nuevo nadie le prestó atención- ¿Me escuchan?- el Dios comenzaba a enojarse- ¡¡YA ESTUVO BUENO, HÁGANME CASO!!- gritó furioso y la sala quedó de inmediato en profundo silencio- Así está mejor- el Dios de Dioses tomó aire antes de continuar- Supongo que ya saben por qué estamos reunidos aquí el día de hoy-
-¡¡Una fiesta!!- gritó emocionado Dionisos, Dios del Vino, levantándose de su asiento con una botella en las manos- ¡¡Vamos a brindar!!-
-¡¡Esto no es una fiesta, Dionisos!! ¡Siéntate y guarda silencio!- ordenó Zeus.
-¿No vamos a brindar?-
-A menos que quieras brindar por los caprichos de una Diosa malcriada no hay nada por qué festejar, Dionisos- comentó Artemisa.
-¡¿A quién le llamas Diosa malcriada?!- exclamó Atena molesta.
-¡Como si no supieras de quién hablo! ¡Estamos aquí sólo porque tú le fuiste a llorar a papá porque no puedes hacerte cargo de la Tierra!-
-Pues para que te lo sepas no fue idea mía inundar la Tierra, ni tampoco la del eclipse-
-Ay, Atena, ¿qué no aguantas una bromita?- dijo Poseidón sonriendo con muchas gotitas sobre su rostro.
-¡Qué bromita ni que nada! ¡Por tu culpa me la pasé todo un mes sacando agua de mi santuario!-
-¡Ya basta, niñas, compórtense! Vamos a hablar como dioses civilizados- Zeus intentó calmar los ánimos.
-¡¡Ella empezó!!- gritaron Atena y Artemisa hablando al mismo tiempo y señalándose mutuamente- ¡Que tú! ¡No me imites! ¡Basta!-
Y ambas siguieron peleando y dándose de manotazos ante las miradas de todos.
-Ya basta, niñas- les dijo Zeus tratando de conservar la paciencia pero no lo escucharon- ¡Por nosotros, que alguien las separe!- exclamó al ver que las chicas ya se estaban jalando los cabellos- ¡Apolo, haz algo!-
-¿Por qué yo?- se quejó el aludido.
-Es tu gemela y eres el que está más cerca-
-Pero…-
-¡Ya, muévete antes de que se desgreñen!- ordenó Zeus con voz que no aceptaba reclamos.
Apolo obedeció y sujetó a su gemela; Hermes, el Mensajero de los Dioses, se compadeció de él e hizo lo mismo con Atena, pero ambas Diosas forcejeaban por liberarse.
-¡¡Suéltame, Apolo!! ¡¡Deja que le enseñe a esta niña un par de cosas!!-
-¡Ya quisieras! ¡Nada más deja que te alcance!-
-Chicas, ya es suficiente- Zeus intentaba conservar la calma.
-¿Y qué vas a hacer? No sabes hacer nada por ti misma- seguía discutiendo Artemisa con su hermana sin prestarle atención a su padre.
-¡¡Ya cállate!!- respondió molesta la aludida.
-Niñas… - la paciencia del Dios de Dioses comenzaba a agotarse.
-¡¡Que me sueltes, Apolo!! Por su culpa perdí a mis ángeles- insistió la Diosa de la Caza.
-¿A quién le importan tus mugres ángeles? Los santos que me quedan me exigen un aumento de sueldo por todos los problemas en los que han tenido que verse involucrados- exclamó la dizque Diosa de la Sabiduría.
-¡¡¡¡¡¡YAAAAAAAAAAA, CIERREN SUS BOCOTAS DE UNA VEZ POR TODAS!!!!!!- la paciencia de Zeus llegó a su límite y las pobres diosas se quedaron mudas de la impresión de que su papi les gritara de tal modo (NA: Se ve que alguien no ha impuesto suficiente disciplina XD).
-Hasta que las pones en su sitio, ya era hora- le dijo seriamente Hera, Diosa del Matrimonio y esposa de Zeus- Esto te pasa por consentirlas tanto-
-Hera, no me provoques- murmuró Zeus viéndola con mala cara.
-¿Por qué mejor no continuamos?- propuso Apolo después de que sus hermanas se sentaran todavía impactadas por el modo en que su padre les gritó.
-Bien- Zeus se dispuso a continuar- Como sabrán, últimamente ha habido muchos… "percances" en la Tierra- Poseidón y Hades comenzaron a silbar a la vez que volteaban hacia todos lados- Sé que es divertido molestar a los humanos, pero después de todo, ellos son los que nos veneran y no debemos terminar con su vida-
-No se trata sólo de eso- exclamó Atena seriamente.
-¿Ah, no?- preguntó Zeus con cara confundida.
-No, la vida humana es muy valiosa y no está bien que busquen acabar con ellos. A veces pueden ser molestos y destructores y violentos y torpes y…-
-¿De qué estás tratando de convencernos, Atena?- la interrumpió Hera.
-Lo siento, es que estaba pensando en algunas personas en particular, jeje. Pero lo cierto es que la vida humana es un tesoro y… -bla, bla, bla y media hora de discurso más tarde…- Y por eso deberíamos protegerlos y no aniquilarlos… ¿Me están escuchando?-
Obviamente, después del discurso de Atena todos los Dioses estaban completamente dormidos en sus butacas, incluso Zeus, que se había quedado dormido de pie recargado en el podio (NA: Ahora sí se parece al Congreso de la Unión de México XD).
-¡¿QUÉ LES PASA A TODOS USTEDES?!- gritó la diosa pelimorada despertando a todos.
-Waaaw. ¿Ya amaneció?- preguntó Zeus bostezando a más no poder.
-¿Quién lo diría, Atena?- comentó Artemisa estirándose luego de la siesta que acaba de tomar- Después de todo sí puedes hacer algo tú sola: Tu discurso es aún mejor que el manto de Morfeo para dormir a cualquiera, ¿no lo crees, Apolo?-
-Cinco minutos más, mamá- respondió su gemelo aún acurrucado en su butaca
Bueno, y algunos minutos más tarde, cuando todos los Dioses se hubieran despertado completamente…
-Cof, cof. Pues siguiendo con el asunto de esta reunión, el hecho es que no debemos aniquilar a los seres humanos- continuó Zeus- ¿Qué pasa, Hades?- preguntó al pelinegro al notar que levantaba la mano.
-Sólo quiero recordarles a todos que yo no deseaba acabar con la vida humana, ¿quién ha oído que un poquito de oscuridad pueda matar a alguien?- se excusó el Dios.
-Lo que tú deseabas era extender tu reino y por si no lo recuerdas: ¡¡Eres el Dios del Inframundo!! ¡¡Lo que querías era un planeta muerto para gobernar!!- reprochó Atena.
-¡¡Lo sabía!!- exclamó Deméter, Diosa de la Naturaleza- Nunca te han gustado mis plantas, odias cualquier cosa que esté viva. Es lo que siempre te he dicho, Perséfone-
-Mamá, eso no es cierto- protestó Perséfone, Diosa de la Primavera, hija de Deméter y esposa de Hades- Yo tengo un hermoso jardín en el Inframundo y a Hades le gusta, ¿verdad corazoncito hermoso?- le dijo con voz melosa a la vez que se guindaba de su brazo.
-Apahoporapa nopo queperipidapa- respondió Hades con el idioma de la p y bastante sonrojado.
-Pues yo les recuerdo que sin agua no puede haber vida- sentenció Poseidón orgulloso.
-Pues entonces deseabas un mundo de peces, ¿cuándo has oído que los humanos puedan vivir bajo el agua?- le reprochó Atena viéndolo con mala cara.
-Te digo que yo no quería inundar el mundo, era una broma inocente-
-¡¿Cómo que inocente?! ¡¡¡Me encerraste en tu mugroso Pilar!!! Casi me ahogo-
-Pero no se nos hizo- murmuró Artemisa con voz suficientemente fuerte como para hacerse oír
-¡¡¿QUÉ?!!-
-No empiecen de nuevo- ordenó Zeus con cara de fastidio.
-Si Atena hubiera hecho bien su trabajo, nada hubiera pasado- dijo Artemisa levantándose de su asiento- Miren que yo tuve que ir en persona a la Tierra para tratar de poner un poco de orden, pero los salvajes de sus santos acabaron con mis hermosos ángeles… ¡¡Buaaaaahhh!! ¡¡Mis ángeles!!- la Diosa de la Caza comenzó a llorar amargamente.
-¡Ni te quejes! Ellos intentaron acabar con mis santos primero; todo fue en defensa propia- se defendió la Diosa pelimorada.
-¡¡¡Tú tenías que haberlos controlado!!!- insistió Artemisa aún llorando- Para empezar, tus caballeros nunca debieron levantarse contra los Dioses-
-¡¡Te digo que fue en defensa propia!! Mis santos no se hubieran levantado contra los Dioses si ciertos seres divinos no hubieran intentado destruir la Tierra. ¡¡Yo no podía permitirlo, era mi deber protegerla!! Si no, mi papá me hubiera castigado por no hacer bien mi tarea; y mira que la vida que llevo en la Tierra es bastante agradable, no puedo perderla- agregó la Diosa en sus pensamientos.
-¡Orden, aquí!- exigió Zeus- Atena tiene razón, ella debía proteger la Tierra-
-¡Lo sabía! Y luego dices que no tienes favoritismos con ella- exclamó Artemisa ofendida.
-¡No es favoritismo!- exclamó Zeus- Pero Atena reencarnó para proteger a la Tierra y a la humanidad y sus santos debían ayudarla en su misión-
-¡¡¿Ayudarla?!!- exclamó Poseidón- Los salvajes de sus santos de bronce acabaron con mis pobres generales marinos. ¡¡Y deberían ver cómo quedó mi templo!! ¡¡Esos brutos no dejaron nada en pie!!-
-¿Y tú te quejas?- intervino Hades- Deberías ver cómo dejaron Giudecca. Aún no me explico por qué tuvieron que volar el muro de los lamentos cuando bien podían haberlo abierto con el interruptor automático-
-¡Pues ellos no hubieran tenido que involucrarse si ustedes no se hubieran puesto a jugar "Dominación mundial"!- insistió la pelimorada.
-¡¡YA BASTA!!- ordenó Zeus enérgicamente- ¡¡¿Qué no podemos hablar civilizadamente?!! ¡¡DEJEN DE GRITAR!!-
-Tú eres el que está gritando, querido- comentó Hera con una sonrisa burlona.
-¿Qué dije de provocarme, Hera?- Zeus vio con mala cara a su esposa.
-No peleen, eso no nos llevará a nada bueno- suplicó con voz dulce Eros, Dios del Amor usualmente representado como Cupido.
-No te metas, enano, que esto está interesante- intervino Ares, Dios de la Guerra.
-¡¡Ares!!- Atena señaló acusadoramente a su hermano- ¡¡Tú también tuviste que ver con los problemas en la Tierra!! ¿Qué crees que no sé que manipulaste el cuerpo de uno de mis santos?-
-¡Qué bajo caíste, Ares!- comentó Eris, Diosa de la Discordia, renegando con el rostro- Mira que usar el cuerpo de uno de los caballeros de Atena. Uy, no, no, no…-
-No te hagas, que bien que noté que le hacías ojitos a otro de mis caballeros- dijo Atena viéndola con malos ojos- Les encanta quejarse de mis santos, pero bien que les gusta usar sus cuerpos para sus planes, ¿verdad Hades?- el pelinegro se hizo el desentendido.
-Déjame recordarte querida Atena que yo no manipulé a ninguno de tus santos, ¡¡fue uno de ellos el que quiso sacarme provecho!!- se quejó Poseidón- ¿O no te acuerdas que uno de tus santos de Géminis fue el que intentó manipularme aprovechándose de que mi conciencia de Dios aún no despertaba?-
-Aunque hubieras estado bien despierto dudo que hubiera habido mucha diferencia- comentó Hades despreocupadamente.
-¡¡¿Qué quisiste decir con eso?!!- exclamó molesto el Dios de los Mares.
-Ya estuvo bueno de discusiones- volvió a ordenar Zeus- Todos sabemos que Poseidón es despistado, descuidado e inmaduro, pero ese no es el tema a tratar-
-No me ayudes- Poseidón vio con mala cara a su hermano.
-Como sea. Estamos aquí para intentar llegar a un acuerdo sobre la relación entre los Dioses y la Tierra- prosiguió el Dios de los Cielos-
-Reemplacemos a Atena como protectora del planeta, ella trae más problemas de los que soluciona- propuso Artemisa.
-¡No es cierto!- protestó la aludida.
-Ya niñas. Nadie va a reemplazar a nadie- sentenció Zeus- Atena seguirá con su trabajo, pero los demás también pondrán de su parte. No más intentos de dominación mundial, ¿entendieron?-
-Sí, Zeus- respondieron todos a coro con cara de niños regañados.
-No más inundaciones mundiales, ni eclipses permanentes ni nada por el estilo, ¿bien?-
-Sí, Zeus-
-Trataremos de vivir en paz con los humanos-
-Un momento, ¿y qué pasará con mis pilares?- intervino Poseidón.
-¿Y con mis prisiones y Giudecca?- le siguió Hades.
-Como ustedes mismos se lo buscaron, serán ustedes los encargados de repararlo todo- declaró Zeus.
-¿Y… y mi santuario?- preguntó Atena preocupada.
-Lo siento mucho hija, pero lo mismo es para ti-
-¡¡¿QUÉ?!! ¡¡No es justo!! Mi santuario fue destruido por culpa de Ares y de Hades. ¿¡Por qué tengo yo que repararlo todo?!- se quejó Atena amargamente.
-Por si no lo recuerdas, tus santos de bronce son los que más contribuyeron a destruir todo en la lucha de las 12 casas- comentó Ares despreocupadamente.
-Y luego los de oro les ayudaron al combatir con mis espectros- agregó Hades.
-¡Y fueron tus santos los que destruyeron mis pilares!- se quejó Poseidón llorando como magdalena.
-¡Basta ya!- ordenó Zeus- Cada quien reparará sus propios santuarios y no se dirá ni una palabra más-
-No es justo- Atena puso cara de borrego a medio morir- ¿Cómo se supone que haré todo yo sola?-
-Pues que te ayuden tus bestias, digo tus santos si es que sirven para algo- sugirió Artemisa burlonamente.
-¿Cuáles santos? Los que me quedaban eran los de bronce y gracias a Apolo ninguno recuerda nada de nada- se quejó Atena señalando acusadoramente al Dios de la Luz y demás.
-¿Y qué querías que hiciera?- intervino Apolo- Tus caballeritos esos ya habían acabado con los angelitos de Artemisa y el burro alado intentó atacarme. No podía quedarme con los brazos cruzados-
-¡¡Mis ángeles!!- Artemisa empenzó a llorar de nuevo- ¡¡¿Por qué no hiciste nada por ayudarlos?!!-
-Bueno, te devolveré a todos tus santos para que te ayuden a reparar los desperfectos que ellos mismos hicieron- ofreció Zeus a su hija.
-¿Y a mis angelitos?- pidió Artemisa con su cara más inocente.
-También te devolveré a tus ángeles-
-Entonces yo también quiero de vuelta a mis espectros- exigió Hades.
-Está bien, también podrán regresar ellos-
-¿Y mis generales marinos?- preguntó Poseidón.
-Esos también-
-¿Estás seguro de que eso es prudente?- le dijo Hera a su esposo- Recuerda que los santos de Atena son unos salvajes al igual que los espectros de Hades, y los generales de Poseidón no son blancas palomas. ¿Será prudente que todos estén de nuevo en la Tierra?-
-Buen punto- Zeus se quedó pensando unos instantes- Ya sé, les devolveré sus guerreros a cada uno, pero yo me quedaré con sus poderes-
-¡¿QUÉ?!- exclamaron Atena, Poseidón y Hades con los ojos muy abiertos y un enorme signo de interrogación sobre sus cabezas.
-Les dejaré su fuerza para que puedan ayudarlos a reconstruir todo, pero yo me quedaré con el resto de sus poderes para evitar más problemas- explicó el Dios Supremo- Y sólo se los devolveré cuando me demuestren que pueden vivir en paz en la Tierra. No más peleas ni más destrucciones. Muéstrenles que hay más por vivir que sólo luchas sangrientas-
-¿Lo hay?- intervino el Dios de la Guerra.
-Nadie te hablaba, Ares- Zeus vio con mala cara a su hijo- Ejem, como decía, sólo cuando sus guerreros hayan demostrado que son dignos de los poderes que les fueron otorgados se los devolveré-
-Bien pensado- reconoció Hera.
-Oye, pero aún no es justo- se quejó el Dios de los Mares.
-¿Y ahora qué, Poseidón?- Zeus vio con mala cara a su hermano.
-Atena tiene santos de oro, bronce y plata, y Hades tiene 108 espectros, pero yo sólo tengo 6 generales, ¡¡nunca voy a terminar de reparar los pilares y mi templo!!-
-No te quejes que sólo tienes 8 pilares en total- dijo Atena- ¡¡Yo tengo que reconstruir las 12 casas, mi templo y el resto del santuario!! ¡¡Y no es nada pequeño!! -
-No te preocupes Atena, Artemisa te ayudará- sentenció Zeus.
-¿Qué yo qué?- Artemisa observó a su padre con una cara más que sorprendida.
-Tú ayudarás a tu hermana a reconstruir su santuario-
-¡¡NO!! ¡¡De ninguna manera, me niego!!-
-¿Vas a desobedecerme?- Zeus puso rostro serio.
-¡¿Por qué tengo que ayudarla?! ¡No es mi culpa que su santuario haya sido destruido!- se quejó la Diosa de la Caza.
-Quiero que trabajen juntas para que aprendan a llevarse bien y qué mejor oportunidad- explicó el Señor de los Cielos con una gran sonrisa.
-¡¡No es justo!!- Artemisa empezó a llorar de nuevo.
-He dicho que lo harás y eso es todo- declaró el Dios dando por terminado el asunto.
-¿Y yo qué?- insistió Poseidón.
-¿Tú qué de qué?- Zeus vio confundido a su hermano.
-¡Pues que yo necesito más ayuda que Atena!-
-Ah, eso. Puedes llevarte a quien quieras para que te ayude-
-¿Quién sea?-
-Claro… Que no sea yo, por supuesto- se apresuró a agregar Zeus.
-¡Rayos!- exclamó Poseidón viendo que había perdido la mejor oportunidad para salir de todos sus problemas- Bueno, entonces, ¿pueden venir Hércules y Hefestos conmigo?-
-Sip. Ya oyeron muchachos, ¿están de acuerdo?- Zeus volteó a ver a los aludidos.
-Ya qué- respondieron ambos encogiéndose de hombros.
-Bien, entonces Atena y Artemisa reconstruirán el Santuario con los santos y los ángeles- resumió Zeus- Poseidón reconstruirá sus pilares con Hefestos, Hércules y sus generales. Y Hades reconstruirá sus prisiones con sus espectros, ¿con ellos tienes, Hades?-
-Sí, con ellos me basta-
-Bueno, pero Ares también irá contigo- declaró el Dios rubio.
-¡¿Yo?! ¿Y yo por qué?- ahora Ares es quien vio más que sorprendido y confuso a su padre.
-Tú también contribuiste a crear el desastre en la Tierra- explicó Zeus- Debería enviarte con Atena, pero ella ya tiene suficiente ayuda-
-¿Y por qué con Hades y no conmigo?- insistió Poseidón.
-Pues porque Ares…-
-Mi padre ya habló y eso es todo, su palabra es ley y no hay que contradecirlo- se apresuró a responder el Dios de la Guerra seriamente.
-¿Y de cuándo aquí tan respetuoso?- Atena vio con desconfianza a su hermano.
-Tú no te metas- la calló el Dios de la Guerra.
-¡Yo te ayudo también, Poseidón!- se apuntó Hermes, el Dios del Comercio y Mensajero de los Dioses.
-Gracias, Hermes-
-Yo iré al Inframundo a ayudar a mi querido Hades a remodelar Giudecca- anunció Perséfone.
-No, de ningún modo jovencita- protestó Deméter- Es primavera y tienes mucho trabajo por hacer-
-Pero yo también vivo en Giudecca y quiero decorarla a mi modo-
-Puedes ir con Hades pero también deberás cumplir con todas tus obligaciones como Diosa de la Primavera que eres- fue la condición de Zeus y la Diosa se mostró de acuerdo- Pues si no hay nada más por decir daré esta reunión por terminada-
Y así, el Padre de los Dioses concluyó con aquella singular reunión de divinidades, dejando a los asistentes platicando entre ellos.
-Hades, Poseidón, quiero hablar con ustedes- llamó a sus hermanos cuando estos se encaminaban a la salida- Vengan a mi estudio por favor-
Los aludidos intercambiaron miradas y siguieron sin objeciones a su hermano. Artemisa los siguió con Apolo, a quien llevaba sujeto del brazo, y más atrás, venía Atena, seguida a su vez por Ares y Hermes.
Zeus y los demás salieron de la sala de reuniones del palacio del Dios en el Olimpo y caminaron por largos pasillos hasta una puerta de madera que daba a un espacioso estudio. El Dios hizo pasar a sus hermanos pero se detuvo en la entrada al ver a sus hijos.
-¿Y ahora? ¿Qué quieren ustedes?-
-Papá…- empezó a decir Artemisa viendo con ojos llorosos a su padre.
-No voy a cambiar de idea Artemisa, así que resígnate y no me vengas con lágrimas de cocodrilo- sentenció el Dios supremo.
-¡Pero es que no es justo que por la incompetencia de Atena nosotros tengamos que ir a la Tierra!- lloriqueó la Diosa.
-¿A… quiénes te refieres al decir "nosotros"?- preguntó Apolo preocupado.
-Pues a ti y a mí. No pensarás dejarme ir sola a la Tierra, ¿verdad?-
-Vas a ir con tus angelitos por los que tanto llorabas, ¿no?- protestó el Dios de la Luz, la Verdad y demás cosas.
-¡¿Y nos vas a dejar a mis pobres ángeles y a mí en manos de los santos de Atena?! – exclamó Artemisa viendo con reproche a su gemelo.
-Ya es suficiente Artemisa- ordenó Zeus- Irás a la Tierra y punto final. Pero Apolo puede ir contigo si eso te tranquiliza-
-¡¿Por qué yo?!- gimió Apolo.
Artemisa hizo una rabieta más antes de alejarse con su gemelo a rastras, pues parecía que al Dios de la Profecía y no sé cuantas cosas más le había dado un síncope por la noticia que acababa de recibir.
-¿Y tú qué quieres Atena?- le preguntó Zeus a su hija en cuanto los gemelos se alejaron.
-Sólo quería preguntarte cuándo me devolverás a mis santos de oro y plata-
-Te los enviaré a la Tierra, hija. Mientras tanto puedes descansar aquí porque luego tendrás mucho trabajo- la Diosa asintió y se retiró y Zeus observó seriamente a sus otros 2 hijos- Tampoco me retractaré contigo, Ares. Te vas con Hades y pobre de ti si me entero que están tramando algo en contra de tu hermana de nuevo. Da gracias que no te envío con Poseidón-
-Sí, pero…- Ares intentó decir algo pero Zeus no se lo permitió.
-Sin peros. Ayudarás a reconstruir el inframundo y te comportarás por una vez en tu vida-
-Sí, pero…- insistió el Dios de la Guerra pero de nuevo su padre lo ignora.
-No quiero saber que torturas a alguien o que están intentando iniciar una nueva guerra en la Tierra. Harás lo que ordeno o ya verás-
-Sí, señor- suspiró Ares resignado y se marchó arrastrando los pies, molesto de que ni siquiera lo hubieran dejado decir algo a su favor.
-Y en cuanto a ti Hermes…- continuó Zeus con su otro hijo- ¿Hermes? ¿Y tú qué quieres?-
-Mientras esté con Poseidón, ¿puedo recorrer la Tierra?- pidió el Mensajero con cara inocente.
-Supongo que no hay ningún problema. Nunca has causado ningún daño y espero sigas así-
-Claro que sí. Muchas gracias, señor- agradeció el Dios de las sandalias aladas alegremente.
-Eh… Hermes, ¿por qué tanto interés en ir a la Tierra?- preguntó Zeus confundido.
-Es que siempre voy sólo como mensajero y me gustaría conocerla mejor- explicó el joven Dios con ojitos suplicantes.
-Ya veo. Entonces espero disfrutes tu estancia allá. No causes problemas-
Zeus observó alejarse a su hijo y finalmente entró en su estudio, donde Hades y Poseidón lo esperaban sentados cada uno en un sofá.
-Disculpen la demora. Deberes de padre- se excusó con sus hermanos.
-Tú quisiste tener hijos- comentó Hades sin emoción en la voz.
-Y vaya que los tuviste… y de sobra, jaja- agregó Poseidón entre risas.
-No los traje para hablar de eso- el Dios de Dioses vio seriamente a sus hermanos- Cuando nos repartimos la Tierra, prometimos no intervenir en los dominios de los otros y que juntos regiríamos el planeta, ¿recuerdan?-
-Ah, cómo olvidarlo- suspiró Hades- Maldita suerte me cargo, ¿por qué me tenía que tocar el Inframundo en aquél mugroso sorteo que hicimos?- se lamentó en sus pensamientos.
-Pues bien- continuó Zeus- He estado pensándolo con cuidado. Ustedes saben que yo nombré a Atena para proteger la Tierra…-
-Y luego dices que no tienes favoritismos- interrumpió el pelinegro.
-¡No los tengo!- protestó Zeus- Ay, de cualquier forma… ¡¡¿POR QUÉ DEMONIOS SE METIERON CON MI HIJA SI SABEN QUE ELLA CUMPLÍA MIS ÓRDENES?!! ¡¡¿DE VERDAD PENSARON QUE NO ME IBA A DAR CUENTA DE SUS INTENTOS DE AMPLIAR SUS DOMINIOS A COSTA DE LOS QUE SON MÍOS TAMBIÉN?!!-
-¡Me lleva!, se dio cuenta de nuestros planes- pensó Poseidón palideciendo ligeramente.
-¡Rayos! Ahora sí nos va a ir como en feria- fueron los pensamientos de Hades, quien había abierto bastante los ojos.
-¡¿Y bien?! ¿Qué tienen que decir al respecto?- Zeus esperaba una respuesta viendo seriamente a los presentes.
-Ah… pues… ¡Zeus! ¡Me ofendes!- se quejó el Dios de los Mares poniendo cara de ofendido- Cómo se te ocurre si quiera pensar que yo trataría de violar un acuerdo entre nosotros. ¿Cómo puedes dudar de tu propio hermano?-
-Llévale a otro ese cuento Poseidón- Zeus lo vio escéptico.
-Les he dicho un millón de veces que yo no quería destruir la Tierra- insistió el peliazul.
-Claro, él sólo quería apoderarse de ella – intervino el Dios del Inframundo.
-¡Tú, cállate!- Poseidón vio con mala cara al pelinegro y luego se dirigió de nuevo a Zeus poniendo cara de perrito a medio morir- ¡Yo no sabía lo que hacía! Ese malvado santo de Atena confundió la mente del cuerpo humano que ahora habito-
-No me digas-
-¿Cuándo he hecho algo por molestarte, Zeus?- insistió el Dios de los Mares- Yo soy feliz con los dominios que me tocaron. ¿Qué no has oído que en el mar la vida es más sabrosa? Yo vivía en paz sin molestar a nadie, pero la mente humana es débil y mi conciencia de Dios aún no estaba del todo despierta-
-Ok, supongamos que te creo- suspiró resignado Zeus y volteó a ver a su otro hermano- ¿Qué tienes que decir tú, Hades?-
-¿Eh?- el pelinegro estaba en la luna jugando con un mechón de su cabello.
-¡¿Por qué intentaste apoderarte de la Tierra?!-
-¿Qué te puedo decir? Estaba aburrido. La vida en el inframundo puede ser monótona y Perséfone estaba con Deméter y yo estaba solito- Hades se limitó a encogerse de hombros.
-No es la primera vez que esto pasa- le reprochó Zeus viéndolo con mala cara.
-Ay, Zeus, pero yo no pensaba acabar con la vida humana ni conquistar el mundo-
-Y ya te creí-
-Sólo jugaba para matar el aburrimiento. Si hubiera ganado, sólo hubiera hecho durar el eclipse un par de días y luego hubiera regresado todo a la normalidad ¿Cómo iba yo a saber que los santos de tu hija iban a causar tantos destrozos?- agregó poniendo cara de niño bueno.
-Pierdo mi tiempo- se dijo a sí mismo el señor de los Cielos renegando con el rostro- ¡¡PERO YA ESTUVO BUENO DE GUERRAS SANTAS!!-
-Claro, hermanito, no más guerras santas- prometió el Dios del Inframundo poniendo cara de no romper ni un plato- Al menos por ahora- agregó en sus pensamientos y una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.
-Bien. Espero que los dos se comporten mejor de ahora en adelante- pidió Zeus.
-Pues gracias a tu adorada hija y su bola de trogloditas estaremos muy ocupados por un buen tiempo reconstruyendo todo- se quejó Hades.
-Al menos no tendrás que preocuparte por aburrirte- Zeus vio con una sonrisa burlona a su hermano.
-Qué gracioso- respondió el pelinegro con sarcasmo.
En eso, alguien llamó a la puerta y un abatido Apolo asomó la cabeza.
-¿Puedo pasar?-
-¿Qué se te ofrece Apolo?- preguntó Zeus indicándole a su hijo que pasara.
-Pues… lo que pasa es que…- Apolo comenzó a hacer puchero- ¡¡Papá, no me obligues a ir a la Tierra!!-
Los 3 Dioses lo miraron con algunas gotas en la frente.
-Por nosotros, Apolo, muestra algo de compostura- le dijo Hades- Se entiende que tu hermana haga berrinches, pero de ahí a que tú también los hagas…-
-¡Es que no es justo!- se quejó el joven Dios- Yo no hice nada y ustedes no han visto cómo se ponen Artemisa y Atena cuando discuten, son peores que fieras-
-Pues por eso mismo deseo que vayas- explicó Zeus- Si no hay alguien para detenerlas capaz que se matan-
-La Tierra no es tan mala, Apolo- lo consoló Poseidón- Hay muchas cosas bellas que ver allí- dijo esto dibujando una silueta femenina con sus manos.
-Muy cierto- asintió Zeus.
-Yo nunca he tenido suerte con las mortales- se lamentó Apolo con cara de borrego destinado a matadero.
-No te puedes desanimar por algo ocurrido en el pasado, hijo- lo animó Zeus- Debes seguir intentando-
-Así es, aprende de tu padre, que no se cansa de intentarlo una y otra y otra y otra vez- dijo Hades en tono burlón.
-¡¡Nadie te preguntó!!- Zeus vio con mala cara a su hermano.
-¡Ánimo sobrino!- insistió Poseidón- Mientras estés en la Tierra, yo te ayudaré a vivir tranquilamente. Saldremos a divertirnos en nuestros ratos libres y verás que nos irá bien. ¡Disfrutaremos nuestra vida de solteros! -
-Tú no eres soltero- le reprochó Zeus al peliazul viéndolo con mala cara.
-Yo no, ¡pero Julián Solo sí! ¡Jajaja!- festejó el Dios de los Mares con cinismo.
-Ya estuvo bueno- exclamó Zeus- Cada uno sabe lo que debe hacer, así que mejor váyanse a descansar ahora que pueden-
Y así, aquella noche los Dioses se quedaron todos en el Olimpo cenando y conviviendo (por no decir con-bebiendo gracias a los elíxires de Dionisos) ya que a la mañana siguiente a muchos les esperaba un arduo trabajo por hacer.
