Hermione odia el Quidditch. Bueno,
quizás odio sea una palabra demasiado fuerte. En cualquier caso, no
entiende muy bien todo el revuelo que se monta a su alrededor.
Es
decir, hay muchos más deporte mágicos como mínimo igual de
interesantes y no reciben tanta atención. Puede que esa sea
en parte la razón por la que no le gusta.
Siempre le ha pasado.
Eso. Lo de no gustarle los deportes mayoritarios. Lo de intentar
promover los deportes algo más marginados. Lo de ponerse de parte
del débil. Lo de defender lo que es atacado. Forma parte de su
personalidad.
Es como cuando tenía apenas diez años y no
entendía porque el fútbol acaparaba tanta atención e insistía
casi dolorosamente en que el vóley era un deporte muchísimo mejor.
Claro que, la otra parte de la razón por la que no le gusta el
Quidditch, es Ron.
Ron y su obsesión por el deporte
mayoritario en el mundo mágico. Ron gritando ante una jugada
especialmente peligrosa y más excitación en la mirada de la que
Hermione recuerda haber visto jamás en él cuando están juntos.
Ron. Mejillas sonrojadas por los nervios y puños
apretados. Hombros tensos y mandíbula fuertemente apretada. Grito de
júbilo cuando acaba el partido y los Chudley Cannons ganan.
No
hay nada en este mundo que consiga que Ron se excite tanto como el
Quidditch.
Y es un poco estúpido, pero Hermione está
celosa.
Así que, cuando Harry y Ginny anuncian con un
brillo infantil en la mirada que tienen entradas para cuatro para ver
la final del Mundial de Quidditch, Hermione observa a Ron
resplandecer, nota un hormigueo extraño en su estómago, y da la
excusa más estúpida que puede encontrar.
-Tengo que limpiar.
Ron
frunce el ceño, aprieta los labios y anuncia con tono frío que ya
encontrará alguien más a quien llevar.
No es un secreto que
las cosas no les van bien.
De hecho, Hermione se pregunta
a veces si las cosas llegaron a ir bien alguna vez. Es decir, al
principio le echaban la culpa a la tensión de la postguerra y a que
llevaban poco tiempo juntos, pero después de tres años, está claro
que hay algo ahí que no funciona.
Tampoco es como si fueran a
hablar sobre ello.
(Y Hermione sospecha que es una de las
razones por las que la relación no va bien, la falta de
comunicación).
Y ahí está, un viernes
noche.
Sola.
Intentando distraerse paseando por el
Callejón Diagon, que está desierto porque todo el mundo se
encuentra viendo el dichoso partido de los cojones.
Ni siquiera
abren las tiendas.
Hay qué joderse, la final de un partido de
Quidditch paralizando el Mundo Mágico.
Si ella fuera mortífaga
(de los pocos que aún quedan), aprovecharía ese momento para
hacerse con el control del mundo. Nadie pondría resistencia. Al fin
y al cabo, estarían todos demasiado ocupados viendo la maldita
final.
Aunque es posible que incluso los motífagos estén viendo
ese partido.
Si le dijeran a Hermione que es la única persona
del mundo que no ha visto ésa final, se lo creería.
-Hermione
Granger.
Hay un levísimo tono de sorpresa en la voz.
-Cho
Chang.
Supone que el mismo tono de sorpresa que debe de haber en
la suya.
-¿Qué haces aquí? ¿No estás viendo el partido con
Weasley?
Es lo malo que tiene ser un héroe de guerra o algo así.
Todo el jodido mundo sabe quién eres y con quién te acuestas. Claro
que, también consigues entradas gratis de Quidditch.
No le
compensa.
-No soy muy fan del Quidditch, tú lo sabes.
-Cierto.
Chang sonríe con cortesía y Hermione se da la
vuelta dispuesta a irse, pero antes de eso, recuerda algo.
-Oye,
¿tú no jugabas a Quidditch en Hogwarts? ¿Qué haces aquí?
Cho
se encoge de hombros y endurece un poco la mirada.
-La gente
cambia.
Que es otra forma de decir no te metas donde no te
llaman.
Hermione asiente como si supiera de qué está
hablando y se gira dispuesta a irse.
-¿Quieres venir a mi
restaurante a tomar algo?
Algo de eso le habían dicho. Que Chang
tenía un restaurante exclusivísimo en pleno corazón del Callejón
Diagon. Que sólo iba gente exclusiva. Que necesitabas invitación
para entrar. Que era carísimo. Que se comía estupendamente. Y que
Chang nunca jamás invitaba a alguien personalmente.
Así
que Hermione no tiene otro remedio que decir sí.
Cuando
llegan el restaurante está cerrado. Se llama "Casi París", y a
Hermione el nombre le parece gracioso.
Cho abre y le explica que
no han abierto porque sabían que el Callejón Diagon iba a estar
despierto.
-Ni siquiera me iba a levantar de la cama.
Bromea
con los ojos entrecerrados y una sonrisa de medio lado.
-Lo que
pasa es que no me quedaba zumo de calabaza en casa y he decidido
venir a cenar aquí.
Hermione supone que es el momento en el que
Cho preguntará que hace ella ahí, pero en vez de eso le pregunta
por su trabajo.
Es una situación curiosa, ésa en la que
están. Cho Chang cocinando para dos y Hermione Granger haciéndole
de pinche.
Cho da órdenes con suavidad y Hermione la ayuda con
eficacia, bromean sobre montar un restaurante juntas y hablan sobre
los últimos libros que han leído.
Hermione habla sobre los
últimos lugares que ha visitado y Cho le explica los últimos
cotilleos que ha oído.
No se conocen mucho, pero parecen
amigas de toda la vida.
Cho le da los últimos toques a la
comida mientras Hermione prepara una de las mesas del restaurante, se
sientan una frente a la otra y Cho se ríe con suavidad, casi con
timidez.
-Esto parece una cena romántica.
Hermione le ríe la
broma y se percata por primera vez de que nunca ha tenido una cena
como esa con Ron. Lo dice en voz alta sin saber muy bien por qué y
Cho casi se atraganta con el vino que ha escogido para la cena.
-¿En
serio?
Hermione asiente con suavidad y Cho querría ser
comprensiva, de verdad que sí, pero no lo es.
-Los hombres
son un desastre.
La risa de Hermione es espontánea y le da la
razón. Cho la acompaña y al final, entre espasmos producidos por la
risa, dice:
-Es por eso que yo prefiero las mujeres.
Hermione
deja de reír abruptamente y la mira casi estudiándola, tratando de
decidir si es cierto lo que dice.
-¿No lo sabías?
No hay
respuesta, pero el rostro de Hermione debe de ser bastante
claro.
-Joder, Hermione, ¿en qué mundo vives? Lo sabe todo el
mundo, es vox populi.
-Entonces… ¿los rumores son
ciertos?
-¿Qué rumores?
-Ya sabes, lo tuyo con Ginny, lo tuyo
con Pansy, lo tuyo con Marietta, lo tuyo con Luna…
-Para no
tener ni idea estás muy bien informada….
Ríe sin muchas ganas
y Hermione la mira fijamente esperando una respuesta que no
llega.
-De todas ellas la única que no es verdad es Luna. Aunque
es verdad que lo intenté, pero ella… bueno, ella estaba o está
enamorada de otra persona.
-¿Entonces con Ginny también es
cierto?
-No pongas esa cara, Granger, eso fue hace mucho tiempo,
Weasley ni siquiera estaba con Potter.
-Oh.
No es una gran
frase, pero es la que Hermione usa para cambiar de tema.
Es una cena agradable, y cuando acaba, recogen entre risas un tanto afectadas por el alcohol ingerido y el sonido de los platos al chocar. Cho despide a Hermione con un beso en la mejilla, quizás demasiado cerca de la comisura de los labios, y quedan para verse otro día.
Al día siguiente, Hermione le envía una lechuza a
Cho y la invita a cenar a su casa la semana siguiente. Cho acepta con
una sola condición: no debe preparar la cena, la harán entre las
dos.
Hermione se ríe cuando recibe la respuesta y le manda un
pergamino sin firmar en el que únicamente pone: Trato hecho.
Supone que Chang entenderá.
En lo que queda de semana,
Hermione oye más rumores sobre Chang de los que ha oído en toda su
vida.
Oye hablar sobre ella a una chica en los baños del
ministerio; la chica en cuestión, describe la experiencia como: el
sexo más alucinante de mi vida, tías, os lo juro. Esa Chang hace
cosas que deberían estar prohibidas.
Ginny la menciona una
tarde mientras toman café y cuando Ron y Harry salen a jugar a
Quidditch un rato, Hermione le pregunta más profundamente sobre
ella. Ginny se sonroja y dice: Joder, Cho. Es el mejor polvo de mi
vida.
(Hermione no pregunta más).
Vaya donde vaya,
Hermione oye comentarios sobre Cho.
Es el destino.
(O
quizás que nunca antes había prestado atención a esos
comentarios).
El caso es que Hermione se lo imagina. Se
imagina a Pansy Parkinson teniendo sexo con Cho, se imagina a Ginny
gimiendo contra ella, a Astoria jadeando, y al final, siempre acaba
sustituyéndolas a todas ellas por sí misma.
Y acaba gimiendo Cho
bajo el agua de la ducha mientras se masturba.
Imágenes mentales
no le faltan, la verdad, van desde el sexo en la cocina del "Casi
París" o en una de las mesas del restaurante hasta el sexo en los
baños del Ministerio o en su propia casa.
Eso no está
bien.
Pero llega el sábado y con él el gran día en el
que Cho va a cenar en su casa.
Esa misma mañana, Hermione está a
punto de enviarle una lechuza diciéndole que tienen que aplazar la
cena media docena de veces.
Pero al final no lo hace y cuando
falta media hora para la hora acordada, Cho aparece.
Hermione aún
va con la toalla puesta y lleva unos quince minutos tratando de
decidir qué se pone.
Cuando Cho llama la puerta, Hermione nota
su mirada recorrerla entera y se sonroja tan fuertemente que cree que
su cara va a estallar. Gracias a Merlín, sabe que científicamente
eso no es posible.
-Llegas pronto.
Cho asiente y le explica que
en el restaurante se estaba poniendo muy nerviosa porque la gente es
una incompetente y blablabla que Hermione no escucha porque está
demasiado ocupada observando como Cho cierra la puerta tras ella, se
quita la chaqueta con rapidez y se tira en el sofá.
-Te espero
aquí mientras te vistes.
Hermione murmulla algo como: puedes
encender la tele y mirar discos o lo que sea.
Cuando llega a
la habitación se da cuenta de que Cho probablemente no tenga ni idea
de lo que es una tele o un disco.
Pero no lo piensa mucho porque
tiene que elegir que ropa ponerse.
Han pasado cinco minutos y
lo único que ha elegido es la ropa interior.
-Bien, Hermione,
bien.
Habla consigo misma y se pregunta porqué ha tardado tanto
en elegir la ropa interior cuando Cho no la va a ver y porqué
cojones tarda tanto en elegir ropa. Cómo si le importara la opinión
de Chang o algo.
-El blanco.
La voz desde la puerta de la
habitación la sorprende y da un pequeño bote que hace que Cho se
ría a carcajadas.
-¿Qué?
-Decía que el vestido blanco me
gusta más.
Hermione mira los vestidos que tiene en la mano y
acaba apartando el blanco para ponérselo.
Y de repente es
consciente del hecho de que está en ropa interior.
Se sonroja
e intenta colocarse el vestido con rapidez, lo único que consigue es
hacerse un lío con él y que Cho se ría desde la puerta.
-Deja,
te ayudo.
Hermione quiere decirle que no, en serio que sí, pero
la voz no le sale, así que no dice nada.
Cho se acerca desde
atrás y la ayuda a colocarse bien el vestido. Descubren que tiene
unos botones detrás que Hermione no recordaba y Cho se los abotona
mientras le explica a Hermione no sé qué del restaurante.
Hermione
acostumbra a escuchar, pero nota los dedos de Cho rozarle la nuca y
su respiración chocar contra el cuello, así que finge escucharla
mientras deja caer la cabeza suavemente y se concentra únicamente en
la punta de los dedos de Cho contra su piel. Si se concentra, casi
puede notar sus huellas digitales.
No nota el momento en el
que Cho deja de hablar y se limita sólo a acariciarla, pero debe de
pasar en algún momento, porque sí nota cuando Cho vuelve a
hablar.
-¿Hermione?
-¿Mmmmph?
-¿No deberíamos
cenar?
-Sí, deberíamos.
Pero no se mueve y Cho tampoco deja
de acariciarla.
Y eso debe de contar como invitación o algo,
porque Cho sustituye los dedos por su boca y acaricia la nuca de
Hermione con sus labios y ésta gime Cho y suena como una
súplica.
Así que Cho desabotona los botones que anteriormente
tanto trabajo le ha costado abrochar y deja pequeños besos por la
espalda de Hermione que va descubriendo al bajar el vestido.
Hermione cierra los ojos y si se concentra mucho, parece que su
corazón se vaya a escapar del pecho de lo rápido que bombea. Cho se
coloca frente a ella y espera a que Hermione abra los ojos cuando sea
consciente de la falta de besos en su espalda.
Cuando Hermione
abre los ojos, se encuentra ante ella a Cho Chang con las mejillas
sonrojadas y los labios algo rojos de haberlos rozado contra su
espalda. A Cho le brillan los ojos y tiene una sonrisa que parece
invitarte sin ningún compromiso.
La besa y la tira contra la
cama.
Supone que eso es aceptar la invitación.
Cho
ríe cuando choca contra la cama y Hermione se coloca a horcajadas
sobre ella. Se besan y quitan la camisa de Cho entre las
dos.
Hermione piensa vagamente en que los labios de Cho son más
suaves que los de Ron, piensa que sus besos no parecen tan ansiosos y
que no la hace daño al besar sus labios. Compara la electricidad que
nota recorrerla cuando Cho lame su labio inferior con lo que siente
cuando Ron le mete la lengua en la boca con brusquedad.
Llega un
momento en el que deja de comparar porque Cho le está quitando el
sujetador con los dientes y la verdad es que no puede pensar
mucho.
Hermione ayuda a Cho a quitarle el sujetador, quiere
hacer una broma sobre la (poca) habilidad de Cho quitando sujetadores
con la boca, pero Cho le está lamiendo un pezón como si tuviera
todo el tiempo del mundo mientras recorre su columna con el dedo
índice. Hermione jadea un poco y echa el cuello hacia atrás, deja
de notar la boca de Cho contra su pezón y de repente nota los
dientes de Cho recorriéndole la línea de la mandíbula y
mordiéndole la barbilla mientras le acaricia los pechos.
Cho
pasa los brazos alrededor de Hermione, que aún está sentada sobre
ella, y la tira sobre la cama. Hermione ríe y Cho atrapa la risa
entre sus labios mientras la besa y le baja las bragas.
Hermione
jadea bajo ella y arquea un poco la espalda cuando Cho le mete un par
de dedos.
-Cho.
Cho deja de lamer la clavícula de Hermione y
la mira mientras sigue metiendo y sacando los dedos de su
interior.
-Déjame a mí.
Sonrisa ladina y guiño
desenfadado.
-¿Que te deje qué?
Es un poco cruel, sobre todo
porque Cho nota como Hermione se derrite un poco bajo sus dedos y
cada vez le cuesta más hablar.
Pero Hermione es una mujer de
recursos y tira de Cho contra ella haciéndola caer encima, se gira
rápidamente y se coloca sobre ella.
Cho gime contra el colchón y
murmura eres rápida. La sonrisa se le escapa en la e y las
alarga de una forma que a Hermione le parece muy tierna.
Recorre
con la lengua toda la columna de Cho y casi parece que se esté
asegurando de que tiene todas las vértebras en su sitio. Le muerde
con suavidad la nuca y le quita los pantalones con algo de ayuda de
Cho, la verdad sea dicha.
-¿Tanga?
-¿No te gusta,
Granger?
Hermione no responde y en vez de eso desabrocha el
sujetador de Cho. Ésta se da la vuelta y Hermione la besa mientras
le acaba de quitar el sostén y roza el abdomen de Cho con el pulgar.
Coloca los pulgares en la cinta del tanga y lo baja poco a poco
mientras reparte besos al azar por el estómago de Cho.
Cuando
Hermione roza con la lengua ahí, Cho jadea y arquea la
espalda. En un par de minutos, Hermione ha aprendido como hacer que
Cho arquee más la espalda y como hacer que jadee más rápido. Le
gusta eso de tener el control.
Control que pierde cuando Cho se aparta como si le costara un mundo y la besa sujetándole los brazos contra el colchón.
Después de eso, Hermione sólo
recuerda imágenes sueltas, como si fueran fotogramas.
La
respiración de Cho contra las ingles y le lengua contra ella y cada
vez más rápido y más profundo y más húmedo y más
joderjoder.
Cho mordiéndole la oreja y ella misma mordiéndole
los pezones.
Cho gimiendo contra ella cuando le mete un par de
dedos y la besa en el cuello.
El chupetón que le hace a
Cho en la clavícula y el mordisco que ésta le deja en el hombro
como recuerdo.
Besos con sabor a sexo y una lengua que no es la
suya en la boca.
Cho frotándose contra su muslo y ella haciendo
lo mismo contra Cho.
Ella besando a Cho.
Cho besándola a
ella.
Ella gimiendo contra Cho y Cho gimiendo contra ella.
Cho
arqueando la espalda y corriéndose mientras jadea Hermione.
Hermione
gimiendo y corriéndose contra los dedos de Cho.
Lo de
después lo tiene más claro.
Es decir, recuerda el beso que
comparten después en la cama y como Cho recorre su espalda con los
dedos mientras se besan. Recuerda el pelo de Cho rozándole el hombro
y la forma en la que se visten una a la otra entre juegos y
bromas.
Hacen la cena entre las dos. No recuerda muy bien qué es
lo que cocinan pero si recuerda que se besan mientras comen y que se
dan de comer una a la otra. Recuerda que cuando recogen se mojan y
juegan en la cocina a darse con el trapo. Recuerda que se despiden
con un beso contra la puerta en el que Cho le roza el pecho y le deja
un chupetón tras la oreja. Recuerda el sabor a chocolate de ese
beso, así que supone que el postre fue algo con chocolate, aunque
internamente piensa que en realidad empezaron por el postre.
Cuando
cierra los ojos después de cerrar la puerta, sonríe de forma
estúpida y piensa que quizás si le guste el Quidditch un poco.
(Y
ni siquiera se siente un poco culpable ni se acuerda de Ron).
Quedan
el sábado siguiente para cenar otra vez y Hermione se pregunta qué
habrá para cenar.
(El postre ya lo sabe)
