Hola, pues primero que nada este es mi primer fanfic (´epale fanfic de Kuroshitsuji), hace poco me lo recomendaron y me lo aventé en menos de dos días, acabe enamorada de la serie y de sus personajes, como consecuencia no pude evitar hacer un dibujo de Ciel, que termino pareciendo mujer y de ahí se me prendió el foco para el fic. Espero el primero los pique para que lean más (evitare pones comentarios al principio del fic)
Disclaimer: Los personajes mencionados aquí no me pertenecen, son propiedad de su respectivo autor (de ser así Grell Sutcliff sería una mujer XD)
Su mayordomo: Desconocido.
La oscuridad de una habitación era mi única compañía que tenía, mi cuerpo yacía tirado y abandonado en el piso desnudo, inmóvil y maltratado sin señal de vida.
Poco a poco abrí los ojos por la luz que llegaba alcanzar mi rostro. Termino por incorporarme hasta acabar parada por completo, aunque tambaleante; mi única prenda que me cubría era una sabana de algodón, con mi mano tomo este para cubrirme mejor, quedando inmóvil así por un tiempo, hasta que la puerta de la celda se abrió entrando demasiada y cegadora luz provocando así que entrecerrara los ojos.
-Allí esta mi favorita, ¿cómo ha dormido mi princesa?-dijo sujeto en el marco de la puerta, al no ver respuesta bufo y acerco el plato de comida.
-Vamos cariño, nunca he logrado escuchar ningún gesto tuyo, ni una expresión y menos una palabra, ¿Este será mi día de suerte donde al fin escuche tu melodiosa voz?-
Negué con la cabeza, causando un desagrado de parte del sujeto, el se acerco y dejo la bandeja de comida en el suelo en medio de el espacio entre la puerta y yo.
-Adelante todo tuyo-
No me moví ni un poco solamente parpadeaba y miraba inexpresivamente el plato, el sujeto corrió a mí tomando mi cuello contra la pared e inmovilizando mi cuerpo.
-He soportado tu apatía desde que llegaste aquí, pero tranquila tu momento pronto vendrá, tienes suerte de ser la joya más preciada del tesoro-
Cerré los ojos y respiro hondo tragando sus comentarios, prefería no hablar si era posible, pero me causaba gracia como intentaba intimidarme, sonreí por lo bajo y en ese instante me lanzo una cachetada.
-Te parece gracioso ¿Eh? Veremos si ríes dentro de 4 días- Termino arrastrando la voz y lanzando con fuerza mi cuerpo hacia al suelo, seguido del azote de la puerta de metal.
-Vaya vaya, mira como acaban todos al fin de cuentas- dijo una voz en una esquina de la pared, luego se acerco a la luz dejando ver su cabellera roja y sus traje del mismo tono carmesí, una sonrisa dentada y unos guantes negros que sostenían graciosamente un pequeñísimo par de tijeras. La voz hizo que me incorporara otra vez. -Que singular presencia me hace compañía- dije limpiando el hilo desangre que escurría de mi boca.
-Yo no he venido a hacerte ninguna compañía, estoy aquí porque una de tus compañeras morirá hoy, y seguidamente tu también unos días después.- contemplo su entorno para después sacar un librito negro y continuar, - Tu compañera se hace llamar...Sara Flithern-dijo este con un tono de voz afeminado.
-Eres un dios de la muerte, pero ¿cómo sabe que viene por mí cuando si ni siquiera tengo un nombre?-
-Ah no, tú tienes un nombre, de hecho me llama la atención tu apellido, Evangeline Phantomhive de Middleford, nacida el 18 de Enero de 1894-
-Así que me llamo Evangeline, interesante- me dejo caer de espaldas mirando el techo. El sujeto de ahí comenzó a arreglarse las uñas con las tijeras, creando un pequeño ruido al cortar.
-¿Enserio me mataras con esas tijeras?- le pregunté, provocando algo de enfado en su cara. –No tengo de otra- gruño –William me quito mi guadaña de la muerte-
Me reí de esa situación, cayendo en cuenta de que casi nunca reía, probablemente porque no hay nada divertido en estar encerrada en una habitación toda tu vida. Así es, desde que tengo memoria he cambiado de habitación en habitación viendo solo la oscuridad, desconociendo mi identidad y solo llamada con sobrenombres como "princesa", "condesa", "preciosa" y en ocasiones golpeada y llamada "puta", pero nada de eso me importa, realmente no tengo ningún enfado ante esto, es más en la mayoría de mi tiempo parezco fría.
-Me agradabas más cuando no hablabas-dijo el personaje pelirrojo está vez solo sonreí de lado aun mirando el techo.
Aunque cualquier persona cuerda no soportaría tanto sin hablar con alguien, si tenía una compañía, exactamente Sara, hace días que no sabía de ella, de hecho ella fue quien me enseño a leer y a escribir, la mayor parte del tiempo conversaba con ella atravez de la pared que nos dividía y aun sin conocerla físicamente fue para mí una especie de madre, saber que hoy ella iba a morir de alguna manera me carcomía el alma.
-¿Piensas quedarte mirando el techo todo el día?-dijo el sujeto dentado. –Como habrás notado no hay mucho que pueda hacer aquí, así que solo miro el techo- le contesté.
-Vaya, eres la primera persona que se comporta muy pacífica, aún sabiendo que en unos días va a morir- dijo él.
-El resto de las personas tienen una vida, una familia o amistades en quienes preocuparse, en mí caso que carezco de alguna la muerte no se me presenta tan fatal, hace mucho que la espere-dije yo, el parecía que iba a comentar algo pero solo rodo los ojos y continuo con su manicura.
Que fortuna la mía, días antes de morir descubro mi nombre, "Evangeline", pero de alguna manera me decía que tenía familia al fin de cuentas, ¿valía la pena vivir para descubrir más acerca de esto?, no lo se.
La única luz que entraba en la habitación poco a poco se desvanecía, dando paso al atardecer con su escaso calor que lograba llegar, realmente no le di mucha importancia, pero el shinigami se levanto y pronuncio –Ya es hora- salió como si nada de la habitación, pero antes de salir añadió -…yo que tú me tapaba los oído-
Sin entender bien que quiso decir le hice caso, y entonces la ola de gritos desgarradores llegaron casi de inmediato, la voz de Sara pidiendo piedad, al mismo tiempo que escuchaba un sonido metálico, no puedo imaginar una muerte más larga que la que escuche aquella vez, pues además desde el cerrojo de la puerta se veía la sádica escena, preferiría no caer en detalles. No quisiera morir de tal manera con tal crueldad, no esperaría un final como ese.
Pasaron días desde tal incidente hasta que volví a ver al personaje pelirrojo, igual con sus tijeras y su conjunto de ropa llamativa.
-Es hoy, ¿cierto?- le pregunté
-Así es- dijo mostrando sus dientes. Saco su libreta negra y confirmo mi pregunta.
-¿Qué hay en esa libreta?-
-¿Qué te imaginas que haya?, son las fechas de muerte-
-¿Puede haber errores en ella?-
-Pues claro que…. Bueno si algunas veces-
-Vaya… ¿ustedes no tienen una libreta donde este escrita la vida de todas las personas?-
-¿Qué buscaría si así fuera?-
-La razón de cómo llegue aquí- dije
-Lo lamento, pero no estoy seguro de poder darte esa información-
-¿Aún cuando estoy a unas horas de morir?-dije yo, el me miro dudoso, como sospechando que algo traía entre manos. Estaba a punto de responderme, cuando la puerta se abrió de golpe y el sujeto que tanto me odiaba me tomo del cabello obligándome a levantarme.
-Ha llegado el día, ¿Cómo te sientes?, ¿emocionada?-dijo el de una manera tan horrenda que me dio escalofríos, lo único que pude hacer es un gesto de firmeza.
Casi como entendiendo mi pensamiento me arrastro afuera, donde no podía abrir plenamente los ojos, era demasiada luz, siguió llevándome del brazo con fuerza hasta llegar a otra endemoniada habitación, en donde esperaba lo peor.
-Lastima, aun tienes moretones y cicatrices- dijo el mirando algunas marcas en mi hombro, enseguida me tape más con la sabana.
Para mi sorpresa solo me estaba vistiendo con un grupo de ropa tradicional, y un odioso corsé que me apretaba, el muy desgraciado sonreía con cada apretó del corsé, evitaba dar algún alarido de dolor solo para evitar esa estúpida sonrisa. Una pregunta me llegaba a mi mente, ¿Qué clase de cosa iba a hacer este sujeto? Cuando termino portaba un vestido rojo con holanes negros, además de guantes de encaje. Me cubrió los ojos con una venda dejando ciega a lo que me rodeaba, me obligo a caminar más y por alguna razón sentí que me metían a un automóvil, pasaron cerca de unos minutos cuando me obligaron a caminar otra vez hacia una calle, antes de entrar me amarraron las manos al cuello y que me pusiera de rodillas. Paso mucho silencio antes de escuchar pasos delante de mí, de varias personas que murmuraban y chismorreaban al entrar. No sé qué clase de cosa iban hacer, pero prefería apretar mis manos esperando liberarme un poco.
-Buenos días damas y caballeros, están aquí nada más ni nada menos que por la subasta de la década, tenemos aquí una mercancía extremadamente rara y muy valiosa, les estoy hablando de la legítima hija de los Phantomhive, al fin puesta en el mercado.- varios comentarios variados se escuchaban en el público –Puede llevarla para pedir la jugosa recompensa de la familia o si no cree que sea la real puede usarla como objeto de sacrificio, vendida en partes o en una sola pieza, para que usted se anime puede presenciar los ojos azules que posee- en ese momento alguien atrás mío me quito la venda, aun así permanecí con los ojos cerrados y poco a poco los fui abriendo note una pequeña araña subiendo por el escenario cuando alguien del público levanto la mano.
-¿Está seguro de que es la legítima Evangeline Phantomhive?- esa voz era masculina y me causaba un escalofrío
-Así es señor, como podrá observar tiene los vivos ojos de Ciel Phantomhive, y la cara de la misma Elizabeth Middleford-
-En ese caso…- dijo él, e inmediatamente las velas se apagaron, aunque gracias a mi costumbre a la oscuridad pude apreciar el destripamiento que se llevaba a cabo. (Casualmente ahora resultaba que la huérfana sin nombre era hija de una familia muy reconocida en Londres, vaya suerte me jugo el destino), alguien en el escenario pareció colarse a donde estaba y me puso una venda en la boca provocando de mi parte un gemido, lo cual atrajo la atención del atacante, no paso mucho para que el sujeto me cargara y saliera corriendo, más puedo jurar vi un cubierto dorado clavarse en la pared antes de salir.
¿Qué más podía hacer?, en ese momento odiaba el papel de damisela en peligro o como se traduciría en su idioma "dinero fácil", logre ver como el otro sujeto nos perseguía fácilmente y viendo la desesperación de mi secuestrador tuvo la estúpida idea de arrogarme al Támesis.
Vaya suerte, yo hundiéndome en aguas heladas sin poder moverme por dos simples razones: manos y pies atados y evidentemente el entumecimiento de mis miembros al agua fría.
Aún con una vana esperanza intente liberarme, pero cada intento me robaba el aire de mis pulmones, al parecer la libreta de aquel sujeto rojo no se equivocaba conmigo, moriría ese día en ese momento, en la noche de Londres… o al menos eso pensé… no recuerdo bien que sucedió pero me encontraba frente a un cuervo en un escalofriante lugar, oscuro y sin fin visible (igual que la habitación).
-¿Por qué razón me han de llamar?-dijo una varonil voz, casi igual a la del atacante, ¿debía sentir miedo?, aquella ave me hablaba de alguna manera. – ¿Tienes algún deseo que pueda cumplir?- continuo la voz, ¿un deseo?, ¿debería desear vivir acaso?, o ¿saber más de la información que de golpe se me fue revelado?...
-Deseo saber más acerca de mi desaparición y acabar con los secuestradores de hace ya 14 años-
-¿Ese es el deseo que quiere cumplir?-
-Si-
-El precio de esto es su alma, ¿está consciente y acepta el precio del contrato?-
-así lo quiero-
-Entonces que así sea-
Después de eso desperté a un lado del Támesis, tosiendo agua, mientras ese sujeto, el atacante me desataba. Usaba lentes y tenía unos rasgos atractivos con una mirada dorada muy penetrante e intimidadora, y un cabello negro casi ébano peinado ligeramente hacia atrás, me sentí insegura por un instante. Al fin al cabo de desatar mis amarres, mi primera acción fue darle una cachetada e intentar salir corriendo, pero antes me tomo de las muñecas.
-No tan rápido, no estoy aquí para dañarla…-note que muy sutilmente saboreo sus labios, y alcance ver una mancha roja antes de que se saboreara.
-Vengo de parte de Elizabeth Middleford, fui contratado para traer de vuelta a su hija- dijo el levantándome con elegancia y suavidad. Un ardor en mi mejilla me llamo la atención, pasando mi mano en ella note la sangre escurrir.
-Mi nombre es Claude Faustus, a sus órdenes, solo hace falta llevarla a casa- dijo el poniéndome su chaqueta. Aun recuerdo ese escalofrío cuando me colocó la chaqueta… mi primer miedo fuera de ese sitio.
Me subió a un carruaje, donde su mirada parecía saborearme, no estaba segura si era de fiar, pero parecía seguro de que realmente yo era Evangeline Phantomhive.
Ahora también me desconcertaba el sueño del cuervo, ¿fue un vil engaño de mi imaginación?, no lo sé. Me puse a jugar con el guante de encaje cuando caí en cuenta de algo, retire por completo el guante de la mano izquierda y encontré un tatuaje con un pentagrama color morado que extrañamente me parecía brillar.
Claude apretó el puño, e inmediatamente me puse el guante otra vez.
-¿Sucede algo?- dije al notar su aparente enojo con algo.
-Un bache en el camino eso es todo, en unos momentos llegaremos-dijo el
En breve llegamos y alguien abrió la puerta del carruaje, me ayudo a bajar y extrañamente tenía la misma caballería de Claude. Aquel sujeto tenía cabello más largo que Claude, y no usaba lentes dejando solo a la vista sus ojos rojos. Dejando eso de lado mostraba una enorme galoneadura que no pude pasar por desapercibido.
-Buena noche, es un honor tenerla de vuelta en casa joven Phantomhive-dijo el
Entonces caí en cuenta, la voz del cuervo era nada más que la de el… un espasmo me dejo helada al darme cuenta, pero no pudo durar mucho porque en ese instante llegó alguien corriendo velozmente mientras gritaba – ¡Evaaaaaaaaangelineee!- choco fuertemente conmigo, que de no estar el mayordomo de ojos rojizos hubiera caído de espaldas.
-Estás a salvo, no sabes la alegría que me da volverte a ver, estás muy grande, e idéntica a Ciel- dijo está señora rubia.
-Disculpe Madame, pero como sabrá su hija fue secuestrada cuando tenía apenas 2 años, así que temo que puede desconcertar a la joven Phantomhive- dijo Claude apartando un poco a la que era (o decían) mi madre.
-Déjenme acompañarlas adentro-dijo el mayordomo de ojos rojos. Al entrar no fue cuestión de segundos para que el mismo mayordomo me quitara la chaqueta de Claude y me pusiera una manta. –Está manta la abrigara más del frío aire- dijo él con un tono de voz seductor y cerca de mí oído.
El día de mi muerte, sin duda el más largo…
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Si no pude evitar poner la escena del corsé, :P y también en poner a Grell Sutcliff así que por favor no sean malos y pongan un review para ver si debería continuarlos (ya que mi inspiración llueve a mares con este)
Espero malos y buenos comentarios acerca de este.
