Disclaimer: todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling
Regalo para Daenerys Black
—¿Por qué estamos aquí?— volvió a preguntar James en un susurro.
Lily rodó los ojos pero le explicó, por enésima vez, el motivo de su visita al mundo muggle. Estaban buscando cosas de bebés. James no entendía porque tenían que pasar horas en un aburrido viaje de compras, cuando podían pedir todo por lechuza y evitar cargar tantas bolsas.
—¿Puedo al menos encoger los paquetes?— se quejó él.
—James, deja de lloriquear— lo regañó Lily, pero lanzó el hechizo para aligerar la carga de su esposo. No podía encoger las bolsas y arriesgarse a que algún muggle notara que ya no las tenían.
James siguió con el ceño fruncido a su esposa, mientras ella seguía escogiendo artículos. Había cosas que él creía innecesarias (¿para qué quería un calentador de biberones cuando se podía calentar con magia?) pero sabía que la pelirroja se ponía fácilmente de mal humor desde que estaba embarazada, así que decidió de dejar de tentar su suerte, y siguió en su día de compras resignado.
Lily pasó de tienda en tienda, acumulando bolsas hasta que el sol desapareció al horizonte. Hambrientos se pararon en un negocio de comida rápida y se sentaron en una mesa. El hombre devoró su comida y se dejó caer sobre el respaldo de la silla soltando un suspiro.
—¿Ya hemos terminado? —preguntó un poco temeroso de la respuesta que iba a darle su esposa.
Ella asintió y él soltó el aire que estaba reteniendo.
—Por fin podemos volver a casa a descansar —comentó para sí mismo James.
—Tenemos una última parada —intervino Lily.
El chico la miró horrorizado, ¿no acababa de decir que ya habían terminado?, pero al ver el ceño fruncido de su esposa frente a su reacción, decidió callarse y seguirle la corriente.
Cuando la pelirroja terminó de comer, ambos se encaminaron a la estación de trenes. Al ver que la mujer se acercaba al local donde vendían los boletos, la agarró por el brazo y la detuvo.
—¿Adónde vamos? —Preguntó confundido, pero ella no respondió, simplemente se limitó a mirarlo a los ojos —¿Por qué no vamos en el autobús noctámbulo? Es más rápido.
Ella lo pensó un momento, pero al final decidió aceptar. Volvieron a salir a las concurridas calles de Londres y buscaron una calle secundaria menos transitada para levantar la varita. Segundos después del autobús se paró frente a ellos. James ayudó a su esposa a subirse y tras pagar, ella le susurró el destino al hombre que estaba sentado frente al volante.
James intentó durante todo el camino sacarle información a Lily, pero ella no cedió en ningún momento. Se mantuvo ocupada revisando las bolsas de las compras y sacando de vez en cuando algunas cosas, encogiéndolas y guardándolas en el bolsillo de su pantalón ante la mirada atónita de su esposo, que no entendía nada de lo que estaba pasando.
Cuando el autobús se paró y Lily se levantó para bajarse, él se quedó mirando la calle iluminada y desierta que se extendía frente a ellos. Recordaba haberla visto alguna vez, pero no podía relacionar cuando había pasado eso. Siguieron caminando, pasando varias casas hasta que la pelirroja se paró frente a una. James no veía nada diferente en esta casa, a él le parecían todas iguales, pero su mujer sabía lo que hacía.
Lily se paró un segundo y tomó una gran bocanada de aire, dándose valor para acercarse. James la tomó de la mano, apretándola un poco para que supiera que estaba a su lado y avanzaron hasta la puerta.
Una mujer embarazada, que James reconoció inmediatamente, abrió la puerta y miró con sorpresa a los recién llegados.
—Hola Tuney, ¿podemos pasar?— saludó Lily y sin esperar respuesta, entró a la casa. Tenía muchas ganas de ponerse al día con su hermana y además había traído muchos regalos para su sobrino que aún no nacía.
