Mystic Messenger y sus personajes pertenecen a Cheritz.
Universo Alterno; las cosas no serán tal cual en el juego.
Velvet.
I.
El movimiento entre aquellas calles era intenso, como si se tratase de una noche que apenas comenzaba, sin embargo, eran más de las 03:15. Aquellas luces neón de algunos negocios nublaban su vista, aún más de lo que lo hacía ya el alcohol que corría ya por su sangre, o el intenso olor a canabbis que había quedado impregnado en sus ligeras prendas y en sus pulmones. A pesar de ser hedores a los que debería de estar acostumbrada, seguían provocándole arcadas cada vez que se hacían presentes.
Sus pies dolían y pesaban. Deseaba llegar cuanto antes a su apartamento para lanzar a un rincón aquellos altos tacones que estaba obligada a usar. El viento frío de aquella invernal noche no le molestaba; podría ser por aquel enorme abrigo de piel de un tono un poco más claro que el negro que cubría su delgado ser, o simplemente efecto del alcohol. Realmente, optaba más por la opción de que ya nada podía causarle una sensación de ese tipo.
Su piel, su cuerpo… Todo en ello estaba de más corrompido.
Miró el reloj con diamantes de fantasía que adornaba su muñeca, 03:26 a.m. Rio un segundo pensando en cómo ese estúpido cliente pensó que realmente había creído que ese reloj era ostentoso.
─Hey linda, ¿estás disponible?
Alzó su mano en señal negativa. Había terminado temprano por hoy.
Había tenido mucha suerte de que le hubieran permitido salir del casino antes de tiempo. Las citas de "negocios" en las que participaba su jefe cada cierto tiempo resultaban benéficas, al menos por ese día y con un poco de suerte.
No todas habían corrido la suerte de ella.
Durante los últimos seis años en los que había trabajado en ese lugar de mala muerte, su puesto de bailarina no había pasado de solo eso, ser un mero placer visual para los ojos del montón de viejos pervertidos que entraban noche tras noche a buscar algo de diversión. Si ella decidía conveniente alguna oferta, se permitía pasar la noche con uno de esos cerdos. Lamentablemente, había visto como muchas de sus compañeras, incluso las más jóvenes, eran seleccionadas por alguno de los tipos que asistían a las juntas con su jefe. Chicas que dejaron de ser bailarinas o acompañantes para ser prostituidas y vendidas de una forma aún más denigrante que en la que ella se encontraba. No era religiosa, pero muchas veces escuchaba decir de las demás mujeres que "sólo Dios sabía que sería del futuro de aquellas señoritas".
Quizá ella no era tan bella como el resto, quizá sus movimientos no habían "hechizado" a ningún cliente, quizá su cuerpo no era atractivo como para despertar los instintos más bajos de los hombres que asistían al casino en las juntas regulares de su jefe. No sabía qué sucedía, pero lo que sea que fuese, agradecía porque le permitieran seguir llegando a aquel viejo y destartalado apartamento que había sido su hogar por los mismos seis años. Era mejor que vivir día a día pensando si llegaría a probar bocado alguno, o si su madre se preocuparía por despertar de su borrachera para preguntarle cómo la había pasado en el Colegio. Era mucho mejor que los constantes golpes y tocamientos de su padrastro.
Sacudió su cabeza para eliminar aquellos viejos y desagradables recuerdos y centrarse en la calle que estaba por cruzar. El ambiente ahí era diferente. Estaba ya en la zona turística de Seattle, donde había personas todavía, pero para nada eran borrachos buscando cualquier mujerzuela para acostarse sin temor de una ETS, o de jóvenes comprando drogas con dinero que habían robado de cualquier lado esa mañana.
No. Aquel era un ambiente un poco más sano.
Veía a los chicos de su edad saliendo de los centros nocturnos, de cenar, de disfrutar su noche. La gran mayoría con una sonrisa amplia y real. Los envidiaba. Ella realmente quería ese tipo de vida.
Una vida en la cual tuviera amigos, tal vez una pareja. Una vida en la cual, al llegar de divertirse, la estuvieran esperando sus padres para verificar que llegara con bien, recordándole descansar porque tenía que asistir al colegio un par de días después.
Todo aquello no era más que un montón de sueños que no podían volverse realidad.
Sobre todo porque, con veintiún años, no podía realizar las cosas que no hizo a los diecisiete.
Por fin llegaba al edificio viejo donde se encontraba lo que podría llamar hogar.
Abrió la puerta con cuidado. No es que hubiera alguien a quien despertar dentro, pero ya había recibido quejas de la casera mencionándole que los demás habitantes la escuchaban llegar a deshoras de la noche haciendo un montón de ruido. Tuvo que mentir diciendo que trabajaba en un karaoke y terminaba turno bastante tarde.
Quién sabe qué pasaría si llegara a enterarse que en realidad era bailarina y algo más en un casino donde se realizaban todo tipo de actividades ilegales.
Un suave maullido le sorprendió.
─Hey, hola Coffee. Has vuelto a entrar sin permiso, ¿eh?
El minino se restregó en sus piernas, llenando de pelaje café claro sus medias que, para variar, eran color negro.
Un suave ronroneo fue expresado por él, al recibir una caricia de la joven.
─Vuelve a casa pronto. Recuerda que a tu dueña no le gusta que vengas de visita aquí. Aunque nunca agradece el hecho de que tienes esa linda barriguita debido a que me acompañas a merendar cuando ella olvida dejarte alimento. Pero aun así, sabes que eres bienvenido las veces que quieras.
El gato se alejó de ella para salir por el balcón. Fue ahí cuando se dio cuenta de que había dejado la puerta de ese lugar abierta.
─Con razón el ambiente está bastante frío.
Una vez que su visitante abandonó su hogar, cerró bien y se dirigió al cuarto de baño.
Se miró al espejo fijamente. El color rojizo de su cabello acentuaba demasiado su pálida piel. Suspiró.
─Adiós Momo. ─Dijo mientras se arrancaba aquella peluca pelirroja para después cepillarla y acomodarla debidamente en su lugar. Siguió con los lentes de contacto color verde, que había elegido justamente por ser del color con el que compartía nombre. ─Hola de nuevo, Jade.
Puso los delicados objetos en su recipiente mientras la tina se colmaba de agua tibia y ella se desmaquillaba y desvestía.
Recogió su cabello castaño en un moño alto y entró. La sensación del agua en contacto con su piel fue relajante. Pensaba en que no vería a la Momo pelirroja por un par de días, ya que tendría que encontrarse con la Momo rubia. Recordó la vez que había usado maquillaje de tono más oscuro que su piel para ser una Momo morena. Todo por haber visto a una chica nueva que había sido la sensación por su bella piel en el Casino. Ella no era más que un saco flacuchento, pálido y sin gracia.
Cerró sus ojos mientras se deslizaba lentamente en el agua, hasta que su rostro y sus fosas respiratorias fueron cubiertas por el agua.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11….
Once segundos duró debajo, antes de que sus pulmones clamaran por oxígeno.
─Algún día. ─Se dijo.
No es que deseara morir sobre cualquier cosa, pero realmente no le veía sentido a seguir en un círculo vicioso que la hundía más y más.
Si ese significaba que era una cobarde, pues lo sentía mucho. Había pasado por cosas que una persona que se considera valiente no hubiera soportado.
─Las personas valientes solo lo son porque no han vivido en carne propia los problemas. Pero yo no soy valiente, ni una cobarde. No soy nada.
Terminó de asearse y vestirse para entrar a la cama justo antes de las 05:00 a.m.
A esa hora ya escuchaba a algunos de sus vecinos en movimiento. Comenzado su día a día mientras ella lo terminaba.
Se recostó en su cama sintiendo ya el peso del día. Revisó que su alarma estuviera lista para sonar a medio día.
Cerró los ojos, sin darse cuenta en qué momento se dejó llevar por los brazos de Morfeo.
─Entonces, John… ¿Podremos o no asistir a tu negocio hoy? Anda, que estamos bastante interesados en que nos invites de nueva cuenta.
─Y-yo comprendo, Sr. Luciel. ─La voz de aquel hombre estaba llena de notorios nervios. ─Pero ya teníamos una reserva para hoy y…
─Le recuerdo que somos buenos socios, buenos amigos. El Señor Yook tiene algunos planes en mente, que nos beneficiaran a ambas partes.
─Podemos tratarlos por teléfono. No es necesario que viajen desde Seúl para tal caso.
─Ah, tranquilo. Ya estamos en Seattle. ¡Sorpresa! ─dijo en tono divertido.
Luciel escuchó al hombre tragando saliva sonoramente.
─Sr. Luciel…
─Nos vemos ahí a las 23:30. Puntuales. Y le recuerdo, John, al Sr. Yook no le gusta que le cancelen sus citas.
Cortó la llamada.
John sudaba frío. No sabía si aquello era realmente relacionado a los negocios o si VY había descubierto su relación con Mint Eye. Si era así, su negocio estaba roto. Tomó su teléfono y llamó a su asistente para comunicarse con el resto de sus trabajadoras. Necesitaba a todas y cada una de ellas ahí.
─Maldita sea. ─Si había algo que odiaba era despertar antes de que su alarma sonase, pero si odiaba algo aún más es que se le despertase antes de lo mismo. ─ ¿Diga?
─¡Momo! Linda, me alegra encontrarte despierta.
─¿Irene?
─Sí, tengo un aviso que darte.
─¿Qué sucede?
─Habrá una nueva reunión hoy.
─Wow, ¿tendré el día libre?
─Te lo mereces, has trabajado muy duro pero… No. A diferencia de otras reuniones, el Sr. John ha pedido que todas permanezcamos ahí.
La sangre de Jade se heló por un momento. ¿Correría con la misma suerte que las otras?
─ ¿Es muy necesario?
─Al parecer sí. El destino del Casino depende del resultado de hoy.
"Fantástico. O pierdo mi trabajo o quién sabe qué podrá pasarme". Pensó.
─Estaré ahí, entonces.
─Momo… Gracias por comprender.
─No pasa nada. Hasta más tarde.
Una vez que cortó la llamada, un intenso dolor de cabeza comenzó a molestar. Estaba preocupada. No, no era preocupación en sí.
Tenía miedo.
¿Iba a ser vendida al mejor postor? ¿Pasaría de bailarina a…?
Un montón de pensamientos negativos inundaron su mente a tal forma que se quedó dormida de nueva cuenta.
Perdió la noción del tiempo. No supo cuánto duró dormida después de aquella llamada. Al menos hasta que, al abrir los ojos, se dio cuenta de que era tarde. El cielo estaba ya teñido de los característicos colores rojizos del atardecer. Se levantó rápidamente, dándose a una ducha a la misma velocidad.
Tenía que estar en su trabajo a más tardar a las 20:30 horas, pues tenía que prepararse.
Cepilló y secó su cabello tan rápido que se sorprendió. Tomó la peluca rubia y corta que se encontraba a lado de la larga y rojiza. La acomodo de forma perfecta, para poder pasar a poner con cuidado los lentes de contacto azules que usaba normalmente con aquella versión de su figura "profesional".
─Hola, Momo rubia. Cuanto tiempo sin vernos.
El reloj de su mesa de noche marcaba ya las 18:54. Se había vestido con algo muy simple, mientras en una pequeña maleta guardaba su ropa de trabajo. Usaría los vestidores. Una vez que estuvo lista llamó un taxi. Nunca lo había hecho antes, al menos no para ir al trabajo. Solamente quería que la dejase cerca para poder correr al establecimiento
Bajó del taxi un par de manzanas antes del callejón donde se encontraba la entrada de personal de su trabajo. Al acercarse más notó a Irene parada fuera del lugar.
─ ¡Momo! Pensé que no llegarías. Es tarde, ¿está todo bien?
─Lo siento mucho. Después de tu llamada…. ─Respiró profundo debido a la agitación del andar rápido. ─Después de eso me quedé dormida de nueva cuenta.
─Comprendo, pero el jefe está enfurecido. Eras la única que faltaba.
─Demonios…
─Tranquila, está así por la cita de hoy. No sé quién demonios vendrá, pero tengo un mal presentimiento.
─No me digas eso, por favor. Ya desde que me avisaste he estado muriendo de ansias.
─No te preocupes, linda. Tú dedícate a lo tuyo. Me encargaré de lo demás.
Irene era la mayor de ese lugar. La mano derecha del jefe. Tenía ya casi cuarenta años, por lo que se decidió que, al tener mayor experiencia en el área, capacitaría a las nuevas para un buen servicio al cliente.
En ella, Jade había encontrado un gran apoyo.
─Entremos, Irene. No quiero que vayan a llamarte la atención por culpa mía.
La mujer asintió.
Al entrar, notó como todas sus compañeras corrían de un lado al otro. Maquillaje, vestuario, limpieza. Los gritos del jefe eran escuchados por todo el establecimiento. Los guardias se veían furiosos, quizá se habían llevado un par de regaños también.
─ ¡Momo!
La chica se espantó por el enorme grito.
─Buenas noches, Señor.
El hombre la tomó fuertemente del cabello. Ella no podía hacer nada, solamente resopló con unas ganas tremendas de plantarle un buen puñetazo en la boca a aquel viejo idiota.
─ ¿Quién te ha dado permiso de llegar tarde? Sabes que hay una reunión hoy, ¿verdad?
─John, déjala, por favor. ─Irene pedía con calma.
─Silencio, maldita sea. ─El hombre lanzó fuertemente a la chica al suelo, para después patear debajo de su costilla. Fue tan fuerte que la joven sintió el aire escapar por un momento. ─Escúchame bien, niña. Esta es la última vez que pasa, ¿quedó claro? ─La joven se limitó a asentir, pero el hombre pateó de nuevo. ─ ¡Respóndeme maldita!
─S-sí, Señor.
Volvió a tomarla, esta vez del brazo, alzándola del suelo y lanzándola contra una silla.
─Maquíllenla y vístanla bien. Harás el show principal esta noche.
─Sí.
El hombre salió gritando un sinfín de insultos al aire. Momo había visto muchas veces como trataba a las chicas, pero nunca lo había experimentado en carne propia.
Algunas de sus compañeras se acercaron para verificar que estuviera bien. No, no lo estaba. Pero si se quejaba las menores se espantarían más de lo que ya se notaba que estaban.
Tenía que ser fuerte.
─Estoy bien.
─ ¿Podrás bailar esta noche?
─Esto no es nada. He pasado por cosas peores.
Era real. Lo único que la había sacado de sí fue el hecho de haber perdido un poco de oxígeno por el golpe.
─Creo que tu vestuario de hoy no cubrirá el golpe.
─Tranquila, Irene. Solo es una pequeña marca roja. Un poco de maquillaje y adiós.
¡Qué tal! Bueno, tenía unas ganas enormes de escribir un AU tipo mafia/delictivo y esas cosas. Además, tenía muchísimas ganas de escribir de Mystic Messenger. Espero que las cosas estén claras, si no cualquier duda será respondida.
Solo por si acaso:
Jade/Momo: Son la misma persona, o sea MC. "Momo" es el nombre que usa como trabajadora en el Casino, por cosas que serán explicadas después~. Le puse el nombre de Jade porque me parece realmente bonito, pero si gustan, lean con el seudónimo que utilizan ustedes en el juego.
Irene y John no representan ningún personaje. Son extras necesarios para llevar la trama en estos capítulos. ¿Aparecerán después? No, o quizá sí.
Luciel... Bueno, creo que queda claro quien es (?)
El Señor Yook: es el apodo de uno de nuestros chicos. Creo que será fácil de adivinar pero hagan sus conclusiones.
VY: Será explicado en el siguiente capítulo pero también se aceptan teorías.
Mint Eye... Queda tan claro como Luciel (?).
Sin más, espero que disfruten esto y que sea de su gusto. Es un nuevo reto para mí, pues estoy acostumbrada a escribir un género totalmente diferente a esto. No les puedo prometer que actualizaré un día en específico, pero probablemente sea los fines de semana. Pero puede ser otro día... Sí, soy un asco en eso.
Por último, este fanfic es Zen x MC.
¡Gracias por leer! Cualquier review, crítica constructiva o corrección es bien recibida, siempre y cuando sea respetuosa~
JK.
