Sumario: "¡¿Dónde está mi estrella?! –lloró la celeste golondrina ciega-. ¡No puedo ver ya más!" "Porque ahora eres mía" –respondió la Oscuridad. AliFate.
Portada: La Jaula de las Golondrinas
Por: Kida Luna
Cuento Primero: El Ave que se perdió
-"¡¿Dónde está mi estrella?!"
Alicia lloró. Sus manos cubrieron su rostro bañado en lágrimas mientras el corazón se agrietaba cada vez más; las piernas dobladas hacia atrás, sentada ella en el suelo, demasiado atemorizada como para gritar por ayuda.
¿Y quién iba a ayudarla?
Nadie más estaba allí.
-"¡Dónde estás!" –gritó de nuevo, escuchando su eco perderse entre la inmensa oscuridad que le rodeaba.
Se abrazó a sí misma y miró hacia todos lados, las pupilas borgoñas humedeciéndose más y más en pavor conforme las sombras ennegrecían su vista por completo.
Sus palmas viajaron hasta sus oídos y el sonido de gemidos lastimeros pronto llenó el lugar. Trató de respirar, en aquella nada tan asfixiante, queriendo hacer un intento por calmarse a sí misma.
-"¿Dónde estás…?" –murmuró, débil y desesperanzada.
"Se ha ido."
-"¿Dónde estás?" –repitió, cubriéndose más las orejas para no escuchar la voz ronca y fría.
"Tu estrella se ha ido muy lejos de ti. Así como eres… jamás regresará a buscarte."
-"¡¿Por qué me la has quitado?!" –sollozó, dejando sus brazos resbalar en tanto se ponía en pie, mirando hacia todos lados para localizar a quien sea que le estuviese hablando.
"¿Yo? –risas zumbaron-. Yo no te he quitado nada. Tú has venido a mí."
-"No –negó con la cabeza-, yo… ¡yo estaba con Fate! Yo quiero volver con Fate…"
"Pobre golondrina perdida –el tono fue indiferente y hasta ligeramente sarcástico-. Mírate nada más, a dónde has venido a caer."
-"¿A dónde he ido a caer?" –susurró temerosa.
"¿No lo sabes? –preguntó con diversión-. Yo soy la Oscuridad, soy todo lo que ves y verás. Ahora, tú me perteneces."
Las sombras a su alrededor oscilaron, como si la negrura estuviera compuesta por miles de figuras deformes que se movían cual gelatina. De repente, una abertura se hizo en aquel espacio abandonado, con la luz blanca apareciendo y empapando apenas los ojos de Alicia.
-"¡Fate!"
Corrió de inmediato hacia la imagen al otro lado. Sin embargo, sus palmas se toparon con el resplandor, sólidamente, cual si de un espejo se tratase.
La silueta de su gemela se reflejaba allí dentro, sonriendo y charlando tranquilamente con muchas otras personas en la casa que hacía unos instantes habían estado compartiendo.
"Alicia –la voz rasposa llamó-, quita las manos de allí. No tienes derecho a tocar la luz."
-"¿Por qué…? –apenas articuló-. ¿Qué te he hecho yo a ti?"
"Has caído en mis tierras. Te lo has pensado demasiado, y eso me ha dado suficiente tiempo para encadenarte a mí; a partir de este momento, yo seré tu única compañía."
Los ojos borgoñas de su hermana menor, ajena a todo lo que le sucedía, pronto se volvieron tristes. El rostro entonces se viró hacia ella, y por escasos segundos, Alicia pensó que podía verla a través del manto oscurecido.
Gritó su nombre.
Golpeó la abertura una y otra vez, formando grietas en el vidrio falso, incitando a que de estas mismas una substancia negra saliese. En el mundo donde la luz existía, alguien pareció llamar a su hermana, quien respondió alejándose del espejo que era enterrado por el líquido viscoso.
-"¡Fate!" –gimió, cayendo de rodillas.
"Bienvenida a mi Jaula, Alicia –cadenas brotaron de la superficie en la que estaba y sujetaron sus muñecas y tobillos-. Yo voy a enseñarte cómo se pierde el Cielo y cómo se mata el corazón."
-"Devuélvemela –chilló-. No puedo ver nada aquí, ¡por favor, devuélveme mi estrella!"
"No –las ataduras se estrecharon en su piel-. No la mereces…"
La rubia se mordió los labios y apretó los puños, las lágrimas deslizándose hasta mojar la cosa oscura que servía de piso, sólo para ser tragadas después por este mismo. Recuerdos de su vida comenzaron a proyectarse alrededor suyo, como películas que eran transmitidas en un cine o en un programa de televisión.
Su madre sonriendo, sosteniendo una bandeja con galletas.
Arf ladrando y mordisqueando junto a Linith una manta, luchando por obtenerla.
Fate estudiando en el comedor de la casa.
Fate sentada bajo el árbol con ella, platicando.
Fate regalándole un moño verde, de ésos que tanto le gustaban.
Fate diciéndole que la quería mucho.
Alicia diciéndole que también la quería mucho.
Fate y Alicia confesando que el 'Te quiero' iba más allá de ser hermanas. Que en realidad, 'Te Amo', era la frase correcta.
De súbito, una cadena más salió de entre las penumbras, cerrando su grillete alrededor del cuello de la ojirubí en un agarre sofocante. Las manos fueron llevadas hasta la pieza de metal, tratando de quitársela de encima.
Al mismo tiempo, todas las memorias proyectadas se agrietaron y los colores cambiaron a un rojo pálido. Finalmente, cada momento de su vida fue tragado por la oscuridad cual boca hambrienta y voraz.
Alicia Testarossa se dio por vencida.
Retiró las yemas de sus dedos de aquella ligadura que le impedía respirar correctamente, volviendo irregulares los latidos de su contrito corazón.
"¿Has entendido, mi pequeña golondrina, que ya no eres libre para volar allá afuera?"
El suelo frente a ella vibró, emergiendo ante su cuerpo una figura alta e igual de obscura que todo su alrededor. Difícilmente, podía distinguir el contorno, que asemejaba a alguien ataviado en una larga gabardina con capucha.
Similar a ésa que solían pintarle a la Muerte en cartas o en cuentos de terror.
Los ojos brillantes, blancos, se convirtieron en lo único que alumbraba el lugar.
-"¿Dónde está mi estrella?"
Alicia sollozó por última vez, cerrando los párpados y tragándose el llanto que se unía junto a la presión en su cuello para ahogarla. Se preguntó a sí misma qué es lo que había hecho mal para acabar así, si acaso debía de haber sido más fuerte o menos estúpida.
Sin embargo, sabía que ya era bastante tarde.
Su estrella se había marchado, y ella jamás podría encontrarla de nuevo.
-"Yo soy tu Estrella ahora –una línea fulgurante se trazó en el rostro desconocido, fungiendo como una cruel sonrisa-. Y he de hundirte en las tinieblas, mi pequeña golondrina ciega."
Al siguiente instante, la sombra cubrió a la rubia por completo, jalándola a los abismos y tragándose su cuerpo y corazón.
De esa manera, fue como Alicia Testarossa se perdió para siempre.
Y nadie jamás volvió a oír de ella.
Cierre Inicial.
No estoy muy segura de qué decir sobre esto, de hecho, todavía una parte de mí está renuente por permitir que sea publicado. Sé que no es normalmente lo que suelo escribir, en realidad ni siquiera debí haberlo escrito.
Pero bueno, supongo que Alicia no es la única que puede perderse =)
Kida Luna.
