DISCLAIMER: InuYasha pertenece a Rumiko Takahashi y a quien mas corresponda.
Advertencia: A parte de tener contenido para adultos, va a haber OoC
Bloody Love
Por Aquarius-chan
1.
El sonido de la tormenta y los relámpagos cubrían los gritos desgarradores de la joven que se encontraba en brazos del apuesto hombre. La boca de éste se encontraba en la curva entre el cuello y el hombro de la desafortunada chica que cayó rendida en sus brazos. Oponía resistencia, había descubierto quien, o mejor dicho, que era él después de que sus besos se convirtieron en una punzante mordida.
La sangre se filtraba de la boca del sujeto en forma de hilos carmesí. El pedido de ayuda de la joven fue cesando de a poco hasta que sintió que ya no respiraba ni forcejeaba. Ya estaba muerta. La poca sangre que quedaba en el ya inerte cuerpo seguía trasladándose hacia sus labios. El gusto férreo del líquido era dulce para él. Sus cabellos largos y plateados, húmedos por la lluvia, caían hacia su costado, impidiendo que, en el hipotético caso de que alguien pase, lo haga creer ver una pareja amándose y no lo que en verdad era. Un vampiro alimentándose de una desafortunada joven.
Cuando terminó, se separó de ella y su boca formó una siniestra sonrisa. Por su barbilla caían algunas gotas de la sangre que no pudo tomar y sus orbes carmesí disfrutaban ver el resultado de su trabajo.
Levantó su mirada al cielo con la boca y los párpados cerrados. El agua limpiaba los restos de su "comida" dejándolo limpio. Cuando abrió sus labios para suspirar, sus colmillos habían desaparecido. Cuando abrió sus ojos, las pupilas dejaron de tener el color de la sangre para darle lugar a un dorado intenso. Ya estaba listo, no tendría problemas por el momento.
Se fijó en el cadáver de la chica que aun tenía en sus brazos y miró a su cuello, esbozando una leve sonrisa de satisfacción. Las marcas que su par de colmillos superiores causaron, habían desaparecido. Nadie sospecharía que criaturas como él aun existían. Recostó el cuerpo en la banqueta donde estaba sentado y se marchó al departamento donde vivía.
Necesitaba bañarse e ir a su trabajo en un bar. No era el trabajo mas digno, pero el constante ajetreo y la basta cantidad de hermosas jóvenes que pasaban por ahí todas las noches hacía que jamás le falte el alimento. Después de todo solo necesitaba coquetearles un poco y prometerles una buena noche. A veces cumplía su promesa, pero eso no impedía que las termine utilizando como su preciada cena.
No debía caminar mucho, aunque eso no le molestaba. Eran cerca de las ocho de la noche y entraba a trabajar a las diez.
-Dentro de poco llegamos, Kag - anunció el moreno.
-Espero que tengas razón y el lugar sea bueno - advirtió.
-¿O si no qué harás? - cuestionó con su voz ronca, buscando provocarla.
-Bankotsu... - dijo su nombre para demostrar "lo molesta que estaba". Él solo rió. Amaba a esa joven que hacia seis meses era su esposa.
Faltaba media hora para el inicio de la madrugada. La pareja de casados iba en un hermoso automóvil gris. Bankotsu vestía un pantalón de vestir y zapatos de cuero negro, camisa blanca, su largo cabello se hallaba trenzado. Kagome lucía un vestijo ajustado hasta mitad de muslo morado, con algunas pulsera y collares que decoraban su cuello y muñecas y un hermoso par de zapatos de tacón alto en negro. Su cabellera azabache y ondeada estaba suelta.
De repente, el moreno se detuvo. Al fin habían llegado al bar del que tanto le habían hablado a él. Querían salir un poco de la rutina y pasar una noche en pareja, disfrutando y divirtiéndose entre los dos fuera de su casa. No es que estuvieran en crisis, al contrario, se seguían divirtiendo como en el primer día, solo que querían dispersarse de sus trabajos.
Bankotsu bajó del transporte y lo rodeó para abrirle la puerta a su esposa. Cuando ella salió, lo sujetó de los hombros y lo besó suavemente, recibiendo una sonrisa como respuesta. Entonces se dispusieron a entrar.
-Iré al baño - le avisó - ¿Quieres ir a la barra y pedir unas cervezas?
-Claro, no te preocupes . sonrió - Sobreviviré.
Luego de decirle donde lo esperaría, lo observó caminar entre el amontonamiento de gente, riendo al ver como parecía retorcerse como contorsionista para poder pasar. El bar estaba lleno, pasaban música que hacía que inconscientemente uno se pusiera a bailar, por más sutil que sean los pasos. Se acercó a la barra y se apoyó en el mostrador. Sin que se diera cuenta, un par de ojos dorados se posaron en ella.
-¿Puedo ofrecerte algo? - preguntó con tono sutilmente galante, aunque su rostro se mostrara estoico.
-Quisiera dos cervezas - pidió.
-¿Para ti sola? Espero no termines mal - bromeó un poco, recibiendo una sonrisa de su parte, justo como él quería.
-Afortunadamente soy tolerante al alcohol, aun así las dos no son para mí sola.
-¿Puedo saber tu nombre? - cuestionó mientras llevaba al mostrador dos botellas de medio litro de cerveza y le colocaba encima del pico vasos plásticos.
-Kagome. ¿Y el tuyo?
-El mío es Sesshomaru - le tendió la mano y ella la aceptó, dándose cuenta que estaba muy fría aunque allí dentro hiciera calor - Por cierto, lindo nombre.
-Gracias - comenzó a servir las cervezas en los envases plásticos ya que las botellas estaban abiertas - ¿Hace mucho trabajas aquí?
-Un año, no es mucho.
-Parece un trabajo difícil - opinó la azabache mientras bebía un sorbo del líquido ambarino.
-No tanto como parece, hay que acostumbrarse.
El peli plata hubiera seguido la conversación con la bella joven, pero vio como alguien se acercaba desde atrás y la abrazaba sorprendiéndola.
-¿Esa es para mí? - preguntó el moreno.
-No, las dos son para mí - bromeó ignorando la molestia del barman - Por supuesto, tonto - le entregó el vaso y lo chocaron mientras decían "chin chin" y comenzaban a beber.
Sesshomaru estaba enojado. En verdad se había sentido atraído por la joven de piel nívea y mejillas sonrosadas. Y ella le "había coqueteado" mientras estaba con otro. Su mente armó una historia de vida de la joven totalmente distinta a la original, la juzgó sin conocerla. Pero todo empeoró cuando notó que la pareja que había comenzado a besarse llevaban una alianza en el dedo anular de la mano izquierda. Estaban casados.
Molesto, se giró para seguir atendiendo a mas clientes, pero sin sacarle la mirada de encima. Ninguno de los dos lo notó, pero en lo que estuvieron en el lugar fueron contantemente vigilados, en especial ella.
Pasaron dos meses desde el primer encuentro y en esos dos meses volvieron al menos seis veces a aquel bar. Kagome siempre hablaba con Sesshomaru, por supuesto limitando cosas, tratando de que no pareciera que lo buscaba para otra cosa. Pero el peli plata no creía lo mismo.
Desde la primera vez que la vio, no pudo sacársela de la mente. Buscaba "presas" parecidas a ella, con largo cabello negro, piel blanca y ojos café. A eso se le sumaba que con ellas había tenido encuentros en moteles o en su departamento, para así después sacarlas a la calle y poder alimentarse.
Todas las noches ansiaba verla entrar por la puerta del bar y se frustraba cuando no la veía. Hasta que apareció, nuevamente con su marido. Esta vez no se acercaron a la barra, solo fueron directo a bailar y estuvieron menos tiempo de lo normal. Salieron tomados de la mano y riéndose y los vio subiéndose al auto.
Se excusó con su jefe diciéndole que se sentía mal y salió dispuesto a seguirlos. Gracias a sus habilidades, era muy rápido y ágil, los que hizo que alcanzara con facilidad hasta que llegaron a su casa. Una vez los vio detenerse, se ocultó detrás de un árbol y los vio bajar. Se besaban y acariciaban sin vergüenza en la vía pública hasta que pareciera que se dieron y se metieron a la casa.
Si por sus venas corriera sangre, sentiría como hervía al escuchar los gemidos de los dos provenientes en una de las habitación. Ese había sido un grave error, no tendría que haberse acercado hasta allí. Ahora estaba enojado y mucho, sumado a que su apetito iba en aumento.
Se dio la vuelta y caminó por la calle en búsqueda de un punto específico, hasta que llegó a su destino. No eran muchas, pero las prostitutas que habían en la avenida "promocionando" los servicios que habían en el lugar donde trabajaban estaban dispuestas a aceptar ofertas.
Buscó una de cabellos negros y largos con impaciencia, hasta que la encontró. Buscó un callejón oscuro y la acorraló con violencia en contra de una pared. Desde que se había ido de la casa de Kagome sus ojos estaban rojos y sus colmillos hacían acto de presencia, demostrando su estado anímico. Besó su cuello y lo lamió hasta que encontró la arteria que tanto anhelaba y sin vueltas la mordió al mismo tiempo que le cubría la boca. No quería llamar la atención.
Su apetito era tal que agotó la sangre de la joven en poco tiempo. A los minutos que comenzó a alimentarse, la prostituta cayó inerte entre sus brazos mientras él seguía absorbiendo su sangre hasta que sintió que ya no salía una gota del vital líquido. Se separó del cuello de la morena saciado, con sangre corriendo en sus comisuras. Sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió su barbilla para dejar a la fallecida entre unos contenedores de basura y salió del lugar como si nada hubiese pasado.
Lo bueno de esa noche es que ya sabía donde vivía.
Los días pasaron y Kagome se sentía extraña. Creyó que alguien la vigilaba, la sensación de unos ojos encima le era densa. Bankotsu le preguntaba qué le sucedía y ella contestaba con un simple "Nada, no te preocupes" para calmarlo. Pero no se sentía cómoda, ni siquiera en su casa.
-Buyo - llamó a su gato. Era cerca del mediodía y faltaba poco para que ella entrara a su trabajo, por lo que estaba apurada - ¿Dónde estás? - elevó la voz y suspiró adivinando donde estaba.
Salió por la puerta trasera de su casa y allí lo encontró, atrapado en la rama de un árbol de limones que tenían en el patio de atrás al que subía con suma facilidad pero que no podía bajar por, según ella, miedo. No le molestaba tener que ir a "rescatarlo" y quedar como la heroína ante el felino que la recompensaba con ronroneos y pequeños y ásperos lengüetazos. Todo eso le provocaba ternura.
-Vamos a comer que mamá tiene que irse - le habló como si de un hijo se tratase. A pesar de que así lo sentía ya que ello lo tenía desde que era apenas un cachorro, y eso fue hace cinco años.
Se adentró a la casa y le sirvió el alimento balanceado al gato que lo comió con felicidad. Cuando iba a salir, un sobre en el piso llamó su atención. En él solo estaba escrito su nombre "Kagome". Lo abrió extrañada y comenzó a leerlo.
"Kagome:
Desde el primer momento que te vi, te deseo. Tu aroma me atrae, me hipnotiza. Eres hermosa, delicada, alegre. Cada vez que te veo, siento esa necesidad de protegerte, de tenerte en mis brazos y no soltarte.
Tu voz me calma, tu mirada me encandila, tus mejillas me hacen suspirar, tus largas piernas me provocan. Kagome, eres perfecta. Tú, tu suave piel, tu oscuro cabello, toda tú me fascina.
Espero algún día ser correspondido, poder acompañarte en la cama, decirte al oído cuanto te deseo, que seas mía, solo mía y de nadie más.
Solo tuyo,…"
La azabache no supo que pensar respecto a esa carta con un mensaje demasiado obvio. Salió a la vereda a ver si podía llegar a encontrar al responsable y no solo pedirle que deje de enviar esas cosas, sino que rechazaría tal invitación.
Al no encontrar a alguien, volvió a la seguridad de su casa, acarició por última vez a Buyo, tomó su cartera, guardó la carta allí y salió al garage para buscar su automóvil. Le iba a mostrar el contenido del papel a Bankotsu. Tal vez se iba a molestar y poner celoso, pero quería serle sincera y hablar de ello, después de todo entre los dos si algo sobraba era la confianza que se tenían, que era enorme.
La noche llegó. Se hizo las 20:30 y Kagome al fin regresaba a su hogar del trabajo. Bankotsu llegaba mas temprano que ella, por lo que sabía que la esperaría con la cena preparada. Suspiró y se preparó.
-Hola amor - lo llamó y él apareció sonriente.
-Buenas noches preciosa - le dio un suave beso en los labios - La cena ya está lista. Hice carne al horno acompañada de verduras. ¿Qué te parece?
-Desde aquí te digo... - inhaló mientras caminaba en dirección al comedor, donde estaba todo servido - ...que huele delicioso.
-Entonces espero que te guste.
Cada uno se sentó en el lugar que le correspondía, quedando uno en frente al otro.
-Bankotsu, hay algo de lo que quiero hablar contigo - el aludido la miró extrañado al ver que se levantaba, buscaba algo en su bolso y regresaba - Esto me llegó en la mañana - se lo alcanzó y vio como desdoblaba el papel - Quería que lo leyeras, sinceramente me puse nerviosa.
El moreno fruncía cada vez más y más el ceño y apretaba el papel. Kagome sabía que en cualquier momento vez que terminó, hizo del papel un bollo y lo arrojó por ahí.
-¿Antes te llegó algo más? - negó - ¿Algunas vez viste que alguien te seguía? - volvió a negar - ¿Alguien te miró por mucho tiempo mientras estabas cerca de la casa? - esta vez vio que no respondía.
-No, pero últimamente me siento observada - lo miró preocupada - Bankotsu esto en verdad me pone nerviosa.
-Tranquila mi amor - se levantó y la fue a abrazar, en verdad le molestaba verla mal, sobre todo por culpa de un idiota que no se atrevía a dar la cara. Ella se aferró a él mas calmada. Esos eran los brazos que quería que la rodeen.
-Sigamos cenando - pidió y su esposo, a modo de broma, hizo pose militar seguido de un "Si, señora", haciéndola reír.
Desde afuera, Sesshomaru miraba escuchaba todo. Su olfato y oído desarrollado por su condición ayudaban a espiar lo que sucedía dentro de la casa. De la furia, sus orbes se volvieron carmesí y sus colmillos brillaron por la luz de la luna. Necesitaba comer. Tal vez contratar otra prostituta lo ayudaría a saciarlo.
Las primeras semanas llegaban carta dos o tres veces por semana. Luego, pasó a ser todos los días. Con el paso de los días aparecían regalos como flores, peluches o golosinas. Días después sus regalos llegaban a su trabajo. Eso fue lo que la alteró. Estaba nerviosa, no se sentía tranquila, parecía paranoica. Pero la gota que rebalsó el vaso fue cuando los regalos tiernos se convirtieron en regalos indebidos.
Bankotsu cada vez estaba más enojado con la situación. Sabía que no era culpa de ella, sino del infeliz que la alteraba. Dormía poco y se sentía invadida. Él hacía lo posible por calmarla, pero cuando llegaba otro mensaje se volvía a poner mal. No podían darse el lujo de mudarse, su presupuesto no era tan elevado. Las denuncias policiales habían sido en vano ya que jamás encontraban algo.
Ya estaban cansados. Los dos. Él llegó a plantearle que se instalara un tiempo con su madre, pero ella se negó rápidamente. ¿Y si la seguía hasta ahí? Al menos con él se sentía tranquila y lo entendió. Además la idea no le alegraba, pero si era lo mejor para ella lo iba a aceptar.
-Buyo - llamó. La noche ya estaba avanzada y ya era hora de que el gato entre y duerma en su acolchonada cama - Buyo, ven - llamó elevando un poco más la voz.
-Tal vez quedó atrapado de nuevo en el árbol - le dijo Bankotsu y eso tenía lógica - ¿Aparecerá la madre rescatista o yo seré por primera vez el héroe de la historia? - bromeó haciéndola reír.
-Madre rescatista, a ti te arañaría - contestó y salió al patio trasero.
Cuando salió, vio la silueta del felino en la rama y estiró los brazos para alcanzarlo. No maulló ni se movió y eso la preocupó. Apenas lo corrió un poco, sintió como el peso del gato se le iba encima y se corrió para ver el siniestro espectáculo.
El pobre animal había quedado colgado del cuello donde tenía atada una soga. Un tajo surcaba desde el cuello hasta el abdomen haciendo que los órganos internos cayeran al pasto por la inercia de la caída. Lo que era aun mas extraño es que no había rastros de sangre.
Cayó a la tierra nerviosa. Le estaba faltando el aire, hacía mucho que no le pasaba eso por culpa del asma, al punto de que le habían sacado el medicamento que usaba. Sus ojos se aguaron y sus pulmones seguían sin querer recibir oxígeno. Llamó a su marido lo más fuerte que pudo, pero lamentablemente su tono era apenas un susurro apenas entendible. Se estaba mareando. Sin saber por qué, vio hacia la blanca pared de su casa y halló un mensaje:
"Kagome por favor, se mía. No quiero hacerte mas daño"
¿Quién era? ¿Quién era el infeliz que le hacía eso? Creía que en cualquier momento se desmayaría, pero la voz de Bankotsu, preocupado porque se había demorado, la hizo resistir un poco mas.
-Kagome, ¿sucede al...? - se interrumpió a sí mismo cuando vio la tétrica escena - Pero qué demonios.
-Ban...kotsu - dijo apenas audible. Sin pensarlo dos veces, el joven la llevó en brazos hasta su habitación y buscó en el cajón de su mesa de noche y broncodilatador que le había recetado el neumonólogo en caso de emergencias.
-Kagome tranquila - luego de sacudirlo, le acercó el pico del medicamento y apretó el aerosol una vez - Vamos preciosa, una vez mas - y repitió el proceso para acunarla en sus brazos.
Una vez que sintió que su respiración volvía a la normalidad, vio como lloraba desconsolada. Ya todo había sobrepasado los límites, ese sujeto desconocía ese concepto. Apenas se pudo tranquilizar un poco, Bankotsu llamó a la policía.
Pero de nuevo, no hallaron pistas. El acosador era muy bueno. Por recomendación de los agentes, la pareja pasó la noche en un hotel. Necesitaban resolver eso, Kagome no podía seguir así.
Sesshomaru había decidido no ir a trabajar, llamó excusándose y su jefe lo entendió. Suspiró cuando llegó a destino. Era un departamento pequeño, de no mas de dos habitaciones supuso. Golpeó y a los pocos minutos una joven abrió la puerta. Eran las nueve de la noche y eso la había extrañado.
-¿Eri Sato? - cuestionó y sonrió levemente al darse cuenta que ella no le sacaba la mirada de encima.
-Si, ¿puedo ayudarlo en algo? - cuestionó atraída. Esos ojos rojos con suaves tintes dorados eran atractivos.
-Si, es sobre Kagome.
-¿Le sucedió algo? - se preocupó.
-A ella no, a ti si.
Cuando tomó noción de lo que dijo y quiso reaccionar, ya era tarde, demasiado. Su vida ya no le pertenecía y pronto iba a acabar. Clavó sus colmillos desesperado mientras la callaba con su mano e hizo que pereciera en sus manos en pocos minutos para después hacer unas pequeñas decoraciones en el pequeño living y pegó en su abdomen una carta para ella.
Sonrió, se dio vuelta y se marchó dispuesto a llegar a su casa. Si seguía así pronto la tendría en sus manos. O eso era lo que él calculaba.
Continuará...
Hola a todos, ¿me dejan su review?
