Una Melodía de
Amor Verdadero
Escrito por:
Airi Melody y EvilChipie
La siguiente historia es original y es ficción.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
No representa a ninguna persona ni refleja la cultura de ningún país.
Simplemente es el relato de una historia que nació a partir de un juego de rol entre dos mujeres que se aman.
Este es el resultado de: Mis madrugadas a tu lado.
Capítulo 1:
Era una noche de sábado. Para Wynne Bailey eso significaba ver a su amante ocasional, Carmen, pero no pudo acompañarla al bar porque dijo estar ocupada, eso sólo podía tratarse en realidad de una cita con un hombre o mujer. Por más que le moleste que la mujer a la que ama se vaya con otra persona, no le puede recriminar nada porque sabe perfectamente que entre ellas no puede haber una relación monógama. Carmen no es una mujer de una relación fija o de un solo amor, proclamando que ella desea un poliamor; Wynne sabe que nunca podría cambiar eso de ella, su libertad… ni porque le guste mucho o exista un sentimiento fuerte entre ambas, casi rozando la obsesión. Tanto es así que Wynne misma la había dejado plantada en el pasado para estar con otra mujer; tal vez para darle celos o buscar a otra persona para enamorarse y acabar con aquella relación tormentosa, pero la realidad es que ni Carmen se ponía celosa, ni Wynne podía alejarse de ella.
Pensó en ir a visitar a sus amigas Jun Kobayashi y Sarah Terrell, una pareja de chicas tan acarameladas entre ellas que eran capaces de producir diabetes. Lo reflexionó bien y no estaba de humor para ver sus melosidades cuando ella misma estaba frustrada por su cita cancelada. No estaba de humor para que Jun la regañara por seguir suspirando por Carmen.
Así que decidió quedarse sola en el bar: era un bar cercano a su casa, donde podría ahogar su frustración en alcohol.
Wynne Bailey, una joven de diecinueve años de edad, que entró al bar con una identificación falsa; de una estatura de un metro con setenta centímetros, rubia, de piel clara y ojos celestes, aprovechaba la belleza de su rostro y lo atractivo de su cuerpo, firme por el ejercicio, para atraer a mujeres, pero solamente quería la atención de una… precisamente la única que no le correspondía de la manera que necesitaba y anhelaba.
Estaba bebiendo su sexto cóctel de Martini, con una aceituna siempre en su copa, sentada enfrente de la barra, llevaba un rato coqueteando a una chica que estaba con amigos, de hecho la chica le sonreía o le guiñaba el ojo, y Wynne le devolvía la mirada o se sonrojaba.
Era una conquista segura para un instante de locura, sin compromisos ni amor, sólo sexo; pero en su mente tenía a Carmen, para su desgracia pues quería olvidarla aunque sea por una noche.
La chica le hizo una señal con el dedo, indicándole el baño, y Wynne le sonrió. La chica se fue adelantando. Wynne terminó de un trago lo que quedaba en su cóctel y, se disponía a ir detrás de la sensual chica, cuando fue rodeada por cuatro individuos.
– Caballeros, tengo un asunto importante qué atender, si me permiten – les dijo Wynne, algo aturdida por el alcohol.
– ¿Dónde vas, cariño? – preguntó un chaval alto, moreno y escuálido.
Ella asintió con la cabeza y enarcó una ceja – No creo que te interese – sonrió de manera burlona – No eres… mi tipo – lo miró de arriba abajo.
– Pero sí eres mi tipo – le dijo él, poniéndose de pie delante de Wynne, erguido y confiado.
A lo que la de ojos celestes respondió despreocupada, mirándolo de arriba abajo – No, no, definitivamente te faltan atributos para que me intereses, no me gustan flacuchos y planos – por supuesto, no vería cómo una opción romántica a cualquier persona que tuviera pene.
Él la empujó intentando besarla y Wynne le propinó un rodillazo en la entrepierna como respuesta. Al tiempo que el moreno se encoje de dolor, sus tres amigos intentan sujetarla, ella se libera de los tipos y esquiva los golpes – Mequetrefes, no consiguen ni golpear a una mujer borracha – se burla ella.
Los camareros interfieren en la disputa, se llevan a esos cuatro borrachos, echándolos del bar; y le piden una disculpa a Wynne, a la que conocen bien por ser una cliente regular, y le regalan otro cóctel por el inconveniente. Wynne acepta las disculpas y la bebida, por aquél momento estresante, se ha quedado sin ganas de seguir a aquella chica al baño del bar; así que, toma la copa de un largo trago y se va, sin importarle en lo más mínimo aquella mujer que pudo ser su conquista de la noche.
Al salir, se da cuenta de que bebió demasiado. Sintiéndose mareada, respira hondo para llenar sus pulmones de aire, intentando buscar fuerzas para caminar hacia su casa, que no está lejos. Gira en la esquina, entrando en un callejón oscuro, que es el camino más corto para llegar a su casa; de repente, a mitad del callejón, escucha pasos y, al voltear, se da cuenta de que la están siguiendo… Los mismos cuatro hombres de antes, que la agredieron en el bar, ahora corren detrás de ella y en cuestión de segundos, la rodean.
– Hola, cariño – le dice el tipo que quería besarla por la fuerza – Nos volvemos a ver. Y esta vez te haré ver que puedo ser tu tipo. Mínimo lo vas a disfrutar – empuja a Wynne contra la pared y él la acorrala, presionando el cuerpo de la joven contra el de él, besándola y como respuesta, ella lo muerde hasta hacerlo sangrar. – ¡Maldita perra! – grita ese chico, furioso, y le da una bofetada con tal violencia que la deja aturdida.
Wynne puede escuchar cómo los demás se burlan y se ríen, pidiendo turno para cuando acabe ese tipo. Ella se defiende como puede, pero su estado de ebriedad no le da para mucho.
– ¡Ayuda, por favor…! – grita Wynne y golpea con los puños al tipo, torpemente por la influencia del alcohol, pero él la detiene, agarrándola por las muñecas con fuerza.
– Disfrútalo, nena – le dice él.
Ella forcejea, intentando escapar, pero entre los cuatro la agarran con fuerza. Y Wynne sólo desea que todo aquello no estuviera sucediendo e irse de ahí, pensando en su estupidez por haber bebido tanto, en su estupidez por pensar en Carmen y sentirse tan triste por alguien que no la valora, dejándose llevar por su decepción y así perder el conteo de sus bebidas. Ella puede sentir la mano de ese tipo acariciando su muslo, haciendo que su falda se suba. Y su ser entero se estremece de terror, sabiendo lo que sucederá…
Esta historia continuará…
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