¡HOLA! Wow, después de años y años de leer fics, por fin me he atrevido; aunque no sea a escribir, ¡a traducir por lo menos!

Esta es una traducción del fic en francés de Granaroma, Wedding Planner. Si saben francés, ¡les recomiendo checar la versión original! (Pero también lean esta ;) )

Ahora sí, la historia: Me encanta, encanta, encanta, el trope de "del odio al amor", y esta historia tiene todos los elementos que amo de Jily: James arrogante pero con un corazón de oro, Lily ambiciosa pero despistada y ligeramente desafortunada, Una Serie de Eventos Desafortunados (llamados Destino) decididos a juntar sus vidas, Sirius y Remus siendo encantadores, guapos; ... en fin. Mi francés no es excelentísimo, entonces si alguien decide comparar los fics y comienza a ver discrepancias, ¡por favor avísenme! Este fic sirve dos propósitos: practicar mi francés al traducir la historia original, y también comenzar esta aventura de fic-writing.

Si alguien que tenga un poco de tiempo libre quisiera ser mi beta, es más que bienvenido.

Bueno, sin más qué decir, les presento: el fic.


La novia de Marlene – LILY

"¡Lily Evans! En mi oficina, ¡de inmediato!"

El grito de la Señora Casino sacó a Lily de su estupor. Inmediatamente se apresuró para rodear la mesa sobre la cual unos momentos antes soñaba mientras pretendía estar trabajando, para llegar corriendo a la 'oficina' de su jefa. En realidad, lo único que las separaba era una simple pared de cristal.

"¿Sí, señora?"

Normalmente, Lily entraba a la habitación arrastrando los pies con nulo entusiasmo; la Señora Casino raramente le llamaba para hacer algo lo suficientemente interesante como para que ella se tomara la molestia de disfrazar el aire de profundo aburrimiento pintado sobre su rostro. Sin embargo, desde hace algunos días, la joven se abalanzaba ante la más mínima llamada de su jefa.

Y es que ella estaba esperando el proyecto de sus sueños, y su instinto le murmuraba que al fin se lo darían. Era hoy. El día estaba bello y cálido, la vida era bella, y el universo le decía a gritos que el día de hoy ella tendría la última palabra. Su corazón se batía entre la emoción y la anticipación; ¡su momento había llegado! Solo podía ser eso, no podía ser nada más que eso.

De hecho, Lily ya había reunido los documentos necesarios para el establecimiento del proyecto del festejo de las Bodas de Plata del Señor y la Señora Brown hacía una semana, y sabía que el caso no había sido conferido a nadie más desde entonces. En esos momentos, sus cuatro colegas estaban ya inundados de trabajo con otros casos importantes; Lily era la única empleada libre. La única. Y tal vez las insinuaciones y comentarios poco discretos que ella insertaba de vez en cuando, cuando la ocasión lo permitía, habrían convencido a su patrona de confiarle esta misión. La Señora Casino no podría hacer nada más que entregárselo a ella.

"¿En qué puedo ayudarle?" preguntó la joven con amabilidad.

En su rostro se mostró una gran sonrisa que, por primera vez, era sincera. Lily esperó pacientemente a la enorme mujer sentada en frente de ella, posada sobre una silla que luchaba por no doblarse ante semejante peso. Finalmente, su jefa se dignó a separar la vista del contrato que leía para responderle, aunque por segundos la siguió ignorando para poder escribir con energía su firma llena de curvas en la última página del paquete, y ahora sí pudo levantar su cabeza. Sus cejas depiladas le daban un aire permanente de sorpresa e inclusive desconcierto, que podrían dar risa si el resto de su cara no estuvise fijado en rasgos poco agradables que arrebataban cualquier dejo de diversión en ella.

"¿Y bien?" ladró ella. "¿Qué sigue haciendo aquí? Usted sabe perfectamente que todos los días a las tres en punto me tomo un café; ¡Mi café, andando!"

Lily sintió una piedra caer al fondo de su estómago mientras su sonrisa se desvanecía. El café, ¡qué tonta!; se le había olvidado completamente. A pesar de su horror, se las arregló para esconder su frustración y su decepción tras una falsa sonrisa.

Lo había visto tan cerca… tal vez si ella le traía su maldito café, le darían su maldito proyecto.

"Por supuesto, Señora."

Apretando con furia sus puños, Lily dio la media vuelta y salió a la sala de descanso para preparar la dichosa bebida. De todas las tareas banales que le encargaban, esta era la que más detestaba ya que se sentía de vuelta en el pasado; era un flashback a todos esos miserables puestos de mesera que tuvo que tomar para poder pagar las cuentas.

Servirle cafés la Sra. Casino no estaba en su lista oficial de funciones; Lily había aplicado hacía seis meses para un puesto de planeadora en esta sucia agencia, después de dos difíciles años de búsquedas infructuosas tras su salida de Hogwarts. Inocentemente, había pensado que sus excelentes calificaciones serían suficiente para recomendarla entre las mejores agencias, pero no vio nada más que puertas cerradas en su cara. La cosa es que las agencias se veían renuentes en darle una oportunidad a una persona tan joven y con nula experiencia. Muchos se sorprendieron al ver que una joven tan brillante no hubiese buscado profesionalizarse en Medicina, o en alguna rama prestigiosa del Ministerio, e inclusive les causaba sospecha semejante elección de profesión. Otros honestamente se sintieron intimidados por sus competencias y por el salario que implicaría contratar a una persona con sus habilidades. Aun así, Lily no tenía pretensiones ni expectativas extraordinarias, pero su buena fe no convenció a nadie.

Cuando su Hada Madrina la contactó tras su aplicación a la candidatura, ingenuamente había pensado que su suerte se había volteado, pero las Sra. Casino no le confiaba nada más que tareas triviales que no se relacionaban a su puesto. Sin embargo, Lily estaba aferrada- estaba convencida de que su patrona terminaría por confiarle un contrato digno de su nombre para que ella pudiera por fin mostrar el alcance de sus talentos.

Por el momento, desgraciadamente, el único talento que ella podría presumir era el de preparar café y engrapar un paquete de hojas previamente dobladas correctamente.

En lo que volvía a la oficina compartida con la Sra. Casino, trataba de disfrazar su desánimo para no mostrar sus cartas sobre la mesa. Después de todo, había una posibilidad de que la jefa sí quisiera hablar con ella. No había dicho absolutamente nada acerca del caso, probablemente no había sido asignado aún y por lo tanto su oportunidad seguía presente. Claro, ¡piensa Lily!, se dijo a sí misma, si el caso hubiera estado asignado a alguien, el maldito suertudo no pararía de celebrar. Los proyectos no le llovían a la desafortunada agencia, y cada quien temía quedarse sin clientes.

Lily posó la taza sobre una esquina del mueble y esperó con paciencia. La Sra. Casino no alzó los ojos de la revista de decoración que estaba hojeando y encontró la taza con sus manos, dando un largo sorbo con aire de satisfacción. Lily cruzó los brazos; Casino podía ignorarla todo lo que quisiera, ella no cedería, no esta vez. Al pasar un minuto en el cual cada segundo pasaba marcadamente, la pesada dama no pudo fingir ignorar a la joven por más tiempo y levantó la cabeza.

"¿Sí?" preguntó con sequedad, visiblemente molesta.

Lily tragó saliva, pero tomó su coraje en las manos. "Yo, me preguntaba… ¿si usted ya había pensado sobre la persona a la que le encargaría la organización de las Bodas de Plata de los Brown?"

Con el pulso retumbando, observó impacientemente mientras su jefa tomaba un sorbo de café interminable para luego responder: "En efecto, lo he considerado."

Tras una pausa, Lily se dio cuenta de que la grande señora no diría nada más. A pesar de ello, insistió. "¿Y…?"

La Sra. Casino alzó una ceja ante su impaciencia, pero no respondió. Posó una mano regordeta sobre la carpeta que la joven había preparado, y la hojeó rápidamente antes de contestar con un tono benevolente.

"Sé que quiere trabajar en este caso, Lily Evans; me lo ha dejado bastante claro. Me alegra mucho ver tanto entusiasmo en una jovencita como usted. Eligió proveedores excelentes, un plan de cotización viable… me impresiona. No me arrepiento de haberla contratado en lo absoluto."

"Gracias, Señora," respondió Lily humildemente.

La emoción corría por sus venas. ¡Su momento de gloria había llegado!

"Sin embargo," continuó Casino, brutalmente regresando sus pies a la Tierra, "después de mucha reflexión, he decidido otorgar el caso a Nathan Smith. Planeo anunciarlo en la reunión de las 4 P.M."

"Yo… ¿perdón?"

Lily no bajó de las nubes, se cayó de ellas. Se esforzó por mantener la compostura.

"No crea que la he olvidado, Lily Evans. Usted no cuenta con la experiencia necesaria para que le otorgue toda mi confianza, pero trabajará en compañía de Nathan Smith para forjarla. O, mejor dicho, trabajará bajo sus órdenes. Espero que no le cause trabajo extra, Lily Evans; Nathan Smith es un excelente decorador.

Espero que lo asista de la misma manera en que me asiste a mí. Pero mucho ojo: podría aprender dos o tres cosas pequeñas, y si él me da un reporte favorable sobre su trabajo, le iré confiando la oportunidad de hacer citas con mis clientes, incluso tal vez la gestión de mi agenda."

Ante el desconcierto de Lily, congelada en shock por el horror de la situación en general, su jefa añadió:

"Y bueno, ¿no me lo va a agradecer?"

Lily se forzó a emitir las frases requeridas y regresó a su escritorio.

Lágrimas de ira y humillación luchaban por caer, pero se negó a dejarlas salir con esta… cerda a escasos metros de ella. Se conformó con ordenar los archivos en silencio, labor que había repetido incansablemente después de su contratación hace seis meses, y apretó los dientes. Por dentro, imaginó mil maneras de matar a Casino, pero reconoció que aunque la situación fuera tentadora, se debía de controlar.

Estaba atrapada en un círculo vicioso: los casos dignos de ser llamados como tales en el sector de planeación de eventos mágica no podían ser llevados a cabo sin experiencia profesional, y el único negocio dispuesto a darle experiencia no le enseñaba más que cosas insignificantes. Si ella se quedaba, perdería su tiempo. Si se iba, no la contratarían jamás en esta zona.

"¡TODAVÍA NO LO PUEDO CREER!", exclamó furiosa Lily, unas horas más tarde.

Unas horas antes su colega, el famoso Nathan Smith, la había invitado a tomarse una cerveza para intercambiar ideas después del trabajo. Normalmente iban a las Tres Escobas, pero por capricho decidieron cambiar de escenario y probar un nuevo bar que habían visto anunciado. El pub era agradable y se empezaba a llenar, pero por suerte lograron encontrar dos asientos en la barra. Nathan honestamente se sentía mal por la joven, y luchó durante la reunión para que ella tuviera el derecho de realmente trabajar con él en el Caso Brown, por lo cual ella estaba agradecida.

"¡Y todavía se atreve a decirme que no me tiene confianza!" exclamó. "En serio, ¡me siento explotada! ¡Desde el día que llegué, le han gustado cada una de mis propuestas, ha seguido cada una de mis sugerencias! Angie está en medio de la implementación de un proyecto que yo sola creé, ¡y aun así no quiere confiar en mí!"

"Ella solo opina que te falta aún un poco de experiencia," intentó Nathan suavemente. "Sé paciente."

"¡¿Y cómo quiere ella que la obtenga si sólo me permite hacer café?!" rugió Lily. "¡De verdad quiero hacer esto! ¡Ella es la que se niega a confiarme la organización de tan siquiera una fiesta infantil!"

"No te des por vencida," le respondió él con firmeza. "Tú eres buena en esto, tienes tantas ideas. Estas nupcias de los Brown van a permitir que te pruebes a ti misma. Estoy seguro que te irá genial, tu investigación inicial es bastante impresionante."

La cara de la pelirroja se iluminó: "¿De veras?"

"¡Por supuesto! No pedí trabajar contigo simplemente porque me gustas, lo hice porque pienso que tienes una visión fresca y fuera de lo común que puede ayudar a hacer de este proyecto algo excepcional. Ella se verá obligada a reconocer que tú tienes muchísimo talento y te confiará más proyectos. Sé paciente, yo también, cuando comencé, tuve muchas dificultades…"

Posó sobre el hombro de Lily una mano que pretendía ser reconfortante, pero que permaneció ahí por demasiado tiempo para su gusto. Al menos, esta acción reprimió en ella cualquier deseo de seguirse quejando; no quería que se sintiera obligado a consolarla de esta manera tan familiar.

Nathan era uno de sus antiguos compañeros de clase, y ella tuvo la grata sorpresa de constatar que trabajarían en la misma empresa desde su primer día. En Hogwarts nunca fueron cercanos, pero al trabajar juntos descubrieron una afinidad mutua, convirtiéndose en colegas y eventualmente en amigos. Él era el único empleado de la agencia que no permitía que sus ganas de tener una promoción le impidieran el mostrarse amable hacia Lily, y esta última apreciaba tanto su compañía que a menudo pasaban unas cuantas horas juntos después del trabajo. Lily no podía ignorar el hecho de que él abrigaba sentimientos serios hacia ella, pero se esmeraba en hacer caso omiso a los mismos para mantener su amistad.

"Ya sé, ya sé," respondió con un suspiro. "Tienes razón." Al reacomodarse en su asiento, trató con sutileza sacudir la mano de su amigo, y le dio un trago a su cerveza de mantequilla.

"Perdón, ya sé que no soy muy buena compañía en estos momentos," dijo pasando una mano por su cabello.

"No me molesta para nada," le aseguró Nathan con una sonrisa tranquila. "Aparte, yo te invité, ¿no?"

Al esbozar su sonrisa, sus pequeños hoyuelos se marcaron acentuando su encanto innegable. Era un hombre guapo: sus ojos verdes, un tono más claros que los de Lily, estaban enmarcados por largas pestañas cafés del mismo color de los sedosos rizos sobre su rostro bien formado. A pesar de su vestimenta de trabajo, Lily podía distinguir sus hombros pronunciados y fuerza admirable, herencia de su participación en el equipo de Ravenclaw en Hogwarts. Sí, Nathaniel Smith era sin duda atractivo, pero ella jamás pudo sentir la más mínima inclinación hacia él. Ni siquiera su carácter tan agradable fue suficiente para superar esa falta de atracción física. Era un amigo, y eso era todo lo que sería.

La roommate de Lily, Marlene McKinnon, la llamó loca y muchos otros apodos llenos de incredulidad la primera vez que ella conoció a Nathan. Lo calificó como absolutamente delicioso, y únicamente la certeza de que sería perfecto para su mejor amiga la detuvo de proponer al bello Adonis que centrara sus atenciones hacia ella. Lily le dijo y le repitió hasta el cansancio que ella, inexplicablemente, no se sentía atraída hacia Nathan, y que imaginarse besándolo le resultaba insoportable. Marlene no entendía esa idea: Él era perfecto para Lily, y esta loquita terminaría abriendo sus ojos algún día.

"Eres un amor," sonrió ella. "Pero cambiemos de tema. Cuéntame de ti, ¿cómo te está yendo? Espero que las cosas estén mejor con tus papás… dímelo todo."

Nathan provenía de una familia rica y antigua que recientemente había contrariado al dejar sus estudios de derecho para trabajar como organizador de eventos. Después de recuperarse de su ataque al corazón, su abuelo lo desheredó con la esperanza de que cambiara de opinión, pero afortunadamente sus padres decidieron darle sustento. Estos últimos decidieron resignarse a su elección profesional que seguían considerando como algo vergonzoso, pero insistían que Nathan mantuviera una vida social digna de su estatus.

Él se encogió sus hombros con un aire indiferente. "Pues no tengo nada especial que contar. Mi mamá está siempre envuelta en sus preparativos para el Baile de Equinoccio y no deja de acosarme para que elija una cita."

"Pues tiene razón, falta aproximadamente un mes y ella se tendría que tomar un buen tiempo para escoger el vestido perfecto. ¿Por qué no te decides por alguien?"

"Quiero invitar a alguien que me guste en realidad," dijo el joven con un leve suspiro.

Lily se volvió a acomodar, inquieta. El pobre la había invitado hacía unas semanas, asegurando que sería algo únicamente como amigos, pero Lily inventó otro compromiso como pretexto para no acompañarlo. Apreciaba demasiado a la madre y al hijo Smith como para tomar el riesgo de que algo se malinterpretara o que les diera el menor dejo de esperanza. La decepción de Nathan había sido cruelmente evidente, pero siempre mantuvo el buen humor al frente de ella. Era un verdadero caballero.

"No pensaba que te importara tanto este baile," intentó bromear ella.

"Ah, ¡claro! Detesto las fiestas de mi madre, pero ya que estoy obligado a asistir, mínimo quiero que sea en buena compañía."

"¿Y por qué no invitas a Alexandra?" dijo con curiosidad.

Alexandra Price era una amiga de la infancia de Nathan que lo iba a buscar al trabajo de vez en cuando. Con Lily siempre se portó muy seca, probablemente porque era el objeto de los deseos de su mejor amigo. Irónicamente, Nathan sabía lo que ella sentía, pero no estaba interesado para nada en la linda morena.

"Tengo miedo de que se haga ideas si la invito, que lo malinterprete y que piense que tiene una oportunidad conmigo."

Lily contuvo un bufido de risa y trató de mostrar más bien un aire de comprensión. "Tengo una amiga muy bonita para ti si no te llegas a decidir," le propuso entusiasmada.

"Te escucho."

"¿Te acuerdas de mi roomate Marlene? Siempre ha pensado que eres lindo y creo que le encantaría acompañarte. Si te interesa, le puedo preguntar si está libre.

"Eh… por qué no," dijo Nathan sin gran entusiasmo.

Lily elevó su cerveza para tomar un trago. Al mismo tiempo, un comensal ruidoso apoyado en la barra al lado de ella rió con fuerza e hizo un movimiento brusco, causando que se derramen gotas de alcohol en su vestido. Su vecino la se volvió hacia ella y comenzó a deshacerse en disculpas:

"¡Oops! ¡De verdad que lo siento, señorita!" exclamó ofreciéndole una servilleta. "Mil disculpas."

"No pasó nada grave," respondió ella mientras inspeccionaba su vestido.

Finalmente, al verla con más calma, la actitud del desconocido cambió completamente, como si hubieran presionado un botón: esbozó una sonrisa de lado diseñada para encantar a quien la viera y agregó con una voz suave:

"Quise decir: de verdad lo siento, hermosa damisela."

Lily frunció el ceño, pero decidió ignorarlo y se contentó con aceptar el pañuelo para secar su vestido. Aunque estaba ocupada, se pudo dar cuenta de que el hombre seguía mirándola. Con desdén, levantó la vista lista para poner a este seductor en su lugar. Estaba ya decidida en darle una importante lección de buenos modales, pero se sorprendió al constatar que el hombre había reemplazado su sonrisa coqueta por una expresión de singular perplejidad.

"Este… ¿sí?" terminó por preguntar con un tono de incertidumbre, tras un silencio prolongado.

Por dentro, se preguntó si no tendría algo atorado entre los dientes, dado el intenso escrutinio de su rostro, y se pasó lo más discretamente posible la lengua por su boca.

"Puede que le resulte raro esto," respondió él con lentitud, "pero tengo la inmensa sensación de que le conozco."

Bajo otras circunstancias, ella hubiera sospechado un intento de seducción, pero este hombre tenía una expresión sinceramente intrigada. Lily prestó un poco más de atención, y se sorprendió al encontrarlo similarmente familiar. Era un hombre bastante atractivo, y parecía ser de alrededor de la misma edad que ella. Traía el cabello largo, llegando hasta sus anchos hombros; con ojos de un gris profundo y facciones bien definidas. Era guapo, y más que eso, bello; ella sólo había conocido a una otra persona con ese tipo de belleza en toda su vida. En efecto, lo conocía; tenía el mismo porte de hace cuatro años, y se sorprendió de no haberlo reconocido antes.

"¡Sirius Black!" se exclamó estupefacta, al mismo tiempo que él murmuró: '¡Lily Evans!'

Lily se acomodó el pelo detrás de su oreja, nerviosa y ligeramente abochornada por este inesperado encuentro. Sirius Black. Wow.

"¡Increíble!" continuó él con los ojos muy abiertos, mirándola de pies a cabeza. "Es que te has… transformado completamente después del colegio, quiero decir: ¡te ves espectacular; wow! Me acuerdo de ti, ¡la novia de Marlene! ¡Vaya que has cambiado!"

La inundó de cumplidos, pero Lily no supo si sentirse halagada u ofendida que estuviera tan impresionado por su pérdida de peso después de su adolescencia (y que, de paso sea dicho, ¡no era tan obvia como el sinvergüenza insinuaba!) Sin embargo, si de algo estaba segura es que jamás disfrutó que se refiriesen a ella como la novia de Marlene . Era como si no hubiera tenido identidad propia de no haber sido por su guapa amiga del colegio. Habiendo pasado toda su escolaridad teniendo que repetir su nombre a cada persona que conocía, apreciaba poco el sobrenombre, aunque sabía que esa nunca había sido la intención de Marlene.

"Eh, gracias," dijo un poco incómoda. "Tú… pues tú no has cambiado en absoluto."

Sirius Black fue uno de sus compañeros en Hogwarts. Nunca fueron cercanos ya que él iba tres grados adelante, sin embargo, como todas sus contemporáneas de la escuela, no ignoraba quién era él: era Sirius Black. Era uno de los estudiantes más populares, brillantes y hermosos de su generación, pero para ser honestos Lily nunca lo había apreciado tanto. Formaba parte de ese escaso grupo, exceptuando a los Slytherins, que no sentía una admiración sin límites por él, y era probablemente la única chica que no se desmayaba de la emoción cada vez que lo veía caminar cerca de ella. Siempre le pareció que él era demasiado consciente de su popularidad y belleza, y que ello le confería una arrogancia insoportable que definitivamente inmunizó a Lily ante su encanto. En esos tiempos, Marlene la había acusado también de estar 'loca de atar', ya que ella lo consideraba magnífico y no comprendía su testarudez.

"Y bien, ¿qué ha sido de ti?" exclamó Sirius, todo sonrisas, mientras se sentaba al lado de ella. "¡Qué locura; Lily Evans! ¿Qué haces aquí, toda sola en este pub?"

"Eh… no estoy sola," protestó. "Te presento a mi…- "

Para ese entonces, Sirius ya no la estaba escuchando, lleno de emoción por el encuentro fortuito. Comenzó a hacer grandes gestos dirigidos hacia el fondo del lugar. "¡Muchachos!" gritó a un grupo de jóvenes instalados en una mesa, tratando de superar el ruido de la multitud. "¡Miren a quién me acabo de topar, no me lo van a creer!"

"Este… Sirius…"

Dos de sus amigos se acercaron, perplejos, mientras que un tercero se dirigía hacia los baños. Lily los reconoció mucho más rápidamente que a Sirius; habían cambiado menos que él desde Hogwarts.

"Miren, ¡es Evans!" dijo con tono emocionado. "¡Iba con nosotros a Hogwarts, estaba en cuarto o quinto año cuando presentamos nuestros E.X.T.A.S.I.S.!"

"¿Quién?"

La novia de Marlene!"

"¡No te creo! ¿Dónde?"

"¡Si serás idiota! ¡Es el pedazo de bombón en frente de ti!"

"¡OHHH, QUÉ LOCO!" exclamó el primero en reconocerla, Remus Lupin; el menos desagradable del grupo. "¿Qué tal Lily? ¡De verdad que has cambiado!"

Lily sacudió débilmente la mano que le ofreció. Remus era bastante alto y tenía una esbelta figura. Ella lo conocía como alguien muy reservado, pero en esos momentos tenía el rostro enrojecido, y concluyó que el alcohol lo había desenfrenado. Al igual que su amigo, su pelo castaño estaba despeinado y portaba una barba de tres días, dándole un cierto encanto al estilo leñador. Remus retrocedió un paso para dar espacio al segundo amigo, más bajito y mucho menos carismático, cuya apariencia banal contrastaba completamente con los dos primeros. Le tomó un momento recordar su nombre: Peter Pettigrew.

"Qué bueno volver a verte, Lily." Dijo con timidez.

"Hola, Peter." Le sonrió al estrechar su mano.

"Es verdad que has enflacado muchísimo." Agregó Peter, ladeando la cabeza mientras la apreciaba.

Pensaba que le estaba haciendo un cumplido, pero no sirvió de nada más que para ofender a la joven.

"Ok, gracias.", contestó ella con voz dura.

"Ven a tomarte un trago con nosotros," propuso con amabilidad Remus. "Sería genial escuchar tus novedades."

"Gracias, pero no puedo," intentó de nuevo. "No estoy sola. De hecho, les presento a…"

Una vez más, fue interrumpida.

"Y ahora, ¿qué hacen acá?" preguntó una cuarta voz entre Sirius y Remus. "¿Me compraron algo?"

Lily se volvió a poner rígida, pero esta vez por otra razón. Su piel se erizó. La cuarta persona, esa cuarta voz; ella la pudo haber reconocido entre miles. Detestaba al dueño de esa voz, era el ser más despreciado de su universo durante el tiempo que estudió con él en Hogwarts: el popular y odioso James Potter, quien pasó su juventud gastándole bromas estúpidas a todo el mundo y e ignorándola mientras le hablaba a Marlene. Sus payasadas innumerables estaban plasmadas en las páginas de las revistas para mujeres que Dorcas Meadowes, la otra mejor amiga de Lily, frecuentaba. Eso sólo podía significar que poco había cambiado desde Hogwarts.

"Mira nada más a quien terminamos topándonos: ¡es Lily Evans!" dijo emocionado Remus.

"¿Quién?" dijo Potter con un aire de ausencia.

Lily podía sentir como se irritaba cada vez más y más. Extrañamente, esta frase proveniente de Potter la enojó mucho más que viniendo de los demás.

"Ya sabes, ¡la novia de Marlene!" insistió Sirius. "Acuérdate, Peter estuvo enamorado de ella cuando estábamos en séptimo."

La cara de Peter se puso roja carmín, y parecía estar rogando que la tierra lo tragara. Lily se sonrojó y frunció el ceño. Se le había olvidado, pero efectivamente Pettigrew había tenido una pequeña debilidad por ella en Hogwarts. También recordó haberlo rechazado sin piedad, en ese entonces repugnada por todo aquello que se relacionara con Potter.

Por un momento Peter se volvió la comidilla de sus amigos, quienes disfrutaron reírse a costa suya, pero demasiado pronto la atención volvió a Lily. Potter entrecerró los ojos observando a la pelirroja, hasta que su cerebro desempolvó la borrosa imagen de una pequeña gordita bermeja a la que se topaba de vez en cuanto en la sala común de Gryffindor.

"¡Ah sí, Evans!" dijo él, muy orgulloso de haberla identificado. "Por supuesto, ya me acuerdo."

La miró sin vergüenza de pies a cabeza, también inclinando su cabeza para apreciarla. Lily le lanzó una mirada oscura. ¡Dios, cómo lo odiaba!

"Vaya, nunca te hubiera reconocido," exclamó con una sonrisa encantadora. "Te has convertido en una hermosa mujer," expresó. "Muy, muy bonita…"

"Hola, Potter," soltó con sequedad. "Tú, al contrario, no has cambiado nada."

Él no percibió, o tal vez decidió ignorar, el desdén evidente en la voz poco gentil de Lily, porque justo después se abrió camino entre sus amigos para sentarse a su lado.

"Ya van, cuantos, ¿cinco, seis años que no nos vemos?"

"Supongo que sí", le respondió con voz desinteresada.

Esperaba que el tono glacial de su voz le hiciera comprender; por un lado, que ella no deseaba en absoluto renovar cualquier tipo de contacto con él, y por el otro que ella quería terminar la conversación lo antes posible. Aun así, Potter parecía haber quedado tan impresionado por su nueva apariencia que le prestó el tipo de atención que él solía reservar para las más bellas mujeres en la escuela.

"De cualquier manera, me alegra mucho haberte encontrado," dijo impertérrito. "¿Vienes a tomarte un trago con nosotros?"

"Lo siento," dijo Lily levantándose bruscamente, sorprendiendo a los cuatro amigos. "De hecho, necesito irme. Trabajo temprano mañana. ¿Verdad que sí, Nathan?"

"Tienes toda la razón," le contestó este, quien no había apreciado haber sido ignorado durante toda la reunión. "Apenas te lo iba a decir. ¿Nos vamos?"

Saltó de su silla y le ayudó a Lily a colocarse su abrigo con un aire posesivo. Potter los observó en silencio, la sonrisa más que borrada de su rostro.

"¿Es tu novio?" le preguntó sin rodeos.

"¿Qué? ¡No!" respondió ella, sorprendida por tal aplomo.

De reojo, percibió la decepción de Nathan, pero decidió ignorarlo. Después de todo, era la verdad. De seguro el pobre pensó que la pura idea de tal unión le disgustaba… se disculparía más tarde.

Potter no pudo contener su sonrisa satisfecha.

"Y no veo cómo te concierne a ti, de todas formas," agregó con voz cortante.

"Sólo quería saber," le contestó evasivamente. "De cualquier manera, me dio gusto encontrarte."

"Ahá," repuso ella, tomando su bolsa. "Bueno, hasta luego," lanzó hacia el grupo antes de salir.

Pero qué suerte, ¡de veras! Eso lo que pasa cuando uno se cambia de bar. ¡Nunca cambies tus hábitos! Esperaba no tener que volvérselos a encontrar en muchos años.

En ese momento, Lily Evans ignoraba que faltaban meras horas para que su camino se volviera a cruzar con el de James y sus amigos. Y que no dejarían de pasar pocas horas hasta que se cruzaran de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.

Esto no era, desafortunadamente para ella, y para Nathan, nada más que el inicio.


*Se muerde la manga para no gritar de la emoción*

¡Díganme sus opiniones, pensamientos y sugerencias! Love you all!