Disclaimer: Los personajes aquí mencionados no me pertenecen. Estos son propiedad de Naoko Takeuchi, mientras que el título de una canción y su fragmento, recae sobre la autoría de la banda "The Cure" con su tema "Lullaby"


Hola a todos y bienvenidos a "mi nueva locura"

Debo agradecer a la autora Sol Bronte por ser la causante de todo el alboroto que hay en mi mente tras haber adquirido una nueva adición: Reiten

Les presento un One Shot post star sobre la pareja ReiXYaten... espero que les guste.

Sin mucho que agregar, los veo abajo.

Buena lectura


Observo como el cobrizo cielo llama al atardecer, mientras yo pertenezco en el punto donde tantas veces he visto como ello ocurre. El templo Hikawa, mi hogar, la mitad de mi vida y también, la prisión que coarta mis ansias de volar.

¿Un año?, ¿más?, ¿menos? Ni siquiera lo tengo claro, pero sí ha pasado mucho desde que todo finalmente acabó, dándonos aquél respiro que todas ansiábamos profundamente, algo que en especial Serena siempre quiso, "ser chicas normales y vivir vidas ordinarias" sin embargo, un extraño vacío me ha acompañado desde entonces… tal vez extraño ese fuego que nacía en mí cada vez que debía invocar el poder de Marte, con tal de proteger a nuestro planeta.

Serena y Darien están juntos, ellos sí que disfrutan de la calma actual.

Amy encerrada en sus estudios, plagada de libros y guías por leer y terminar, cosa que ella sí que es capaz de apreciar, como pocos.

Mina continúa tras sus ambiciosos anhelos por ser estrella.

Lita comienza a tomar las riendas de su renovada vida, determinando nuevos rumbos.

Y Rei… sigue barriendo la misma hoja seca, en el mismo punto, a la misma velocidad, para después pasar a la siguiente.

¿Cuándo fue que dejé dormir mis sueños para nunca despertarlos?

Peleo con mi conciencia al notar que si desciendo por los numerosos escalones de este lugar, podría reincorporarme a lo que se oculta allá fuera, sin embargo, giro mi mirada hacia la izquierda y noto que el espacio es cada vez más amplio, que mi abuelo va perdiendo fuerzas cada día y no puede ocuparse del templo como realmente quisiera, entre tanto Nicholas, bueno, es Nicholas, todavía no confío lo suficiente en él como para poder delegar responsabilidades e ir en busca de lo que pido a gritos silenciosos. Libertad.

—¿Te encuentras bien, Rei? —hablando del rey de Roma.

—¿No crees que el otoño empezó mucho antes, Nicholas? Las hojas comenzaron a secarse y caer antes de lo previsto —confieso en metáfora.

—No. Ya entramos a la nueva temporada.

—Sí, claro.

¿Qué saco con ahondar más allá?

Veo que causo la suficiente empatía en mi acompañante como para haberlo hecho terminar de limpiar el templo a mi lado, mientras el típico silencio cómodo entre ambos se produce una vez más, enfoco mis pensamientos a la nada, sí, al mismo vacío que queda tras apilar las hojas otoñales en un mismo sitio, para dejar la entrada del templo sin nada sobre ella.

Cuando terminamos, Nicholas me ofrece una de esas acostumbradas sonrisas llenas de cortesía. Ambos sabemos que somos buenos amigos, nada pasa ni pasará más allá, mi lugar no es con él ni el suyo conmigo, así que con el mismo silencio que nos ocupamos de los quehaceres, ahora se retira y me deja nuevamente sola. Creo que así es mejor.

Camino hacia una pequeña banca a mi diestra, me siento allí y cumplo con mi sagrado ritual, ver caer la noche. Cuando veo que las estrellas aparecen una a una para después adornar el firmamento con su fulgor, me doy cuenta de que está grabada en mi memoria la aparición de cada astro a medida en que la hora avanza. Poéticamente patético.

—Las estrellas sólo aparecen de noche…

Nunca me había cuestionado el sentido de esto -fuera del obvio- es decir, ¿el brillo se acentúa al estar en lo negro azulado del cielo?

Tal vez no sólo me estoy perdiendo al dejarme eclipsar por el sol, sino que incluso perdí mi capacidad de resplandecer en el anochecer.

¿Por qué debo seguir viendo como todo allá afuera cobra vida, mientras aquí únicamente queda el cansado rastro de mis lamentos? Vaya momento para ser llorona y que tarde me estoy dando cuenta de todo.

Merezco brillar.

Decidida, me pongo de pie y escabullo mis pasos en silencio a través del corredor para intentar hacer el menor ruido posible. Llego a mi habitación, procuro asegurar que mi puerta efectivamente está bien cerrada y cuando creí que seguiría con mi plan, mi entorno logra asfixiarme y de paso, asquearme un poco.

—Esta habitación parece la de una niña de diez años —digo al recorrer el lugar en ciento ochenta grados.

Ahora no sólo considero replantear mi situación espiritual, sino que también una renovación en mi recámara de manera urgente.

¿En qué minuto compré y estratégicamente ordené tantos ositos de felpa sobre la repisa? Como si me gustaran tanto…

—Mala influencia de Serena. Ella y su manía por hacerme comprar baratijas que sólo acumulan polvo.

Me río al pensar cuál hubiera sido la reacción de mi rubia amiga al decirle eso, probablemente ya habría comenzado con sus chillidos de ultrasonido al argumentar que los ositos no sólo son lindos, sino que también necesarios. Probablemente "se los donaré" un día de estos, sacarlos ahora sería un disparate y sobre todo, me distrae del objetivo puntual. Indagar en mi closet.

—No… este tampoco, no, no —¿cuándo fue la última vez que compré ropa acorde a mi edad? —esto es… ¿blusa con cintitas rosa?, y no, blanca para peor. Si me la pongo, pareceré bebé de seis meses.

Al fin encuentro –y menos mal que antes de frustrarme más allá- una tenida que podría resultar favorable. Un par de jeans color negro, tacones del mismo color, una blusa color morado y una chaqueta de color indefinido, supongo que no es negra, pero tampoco es gris, bueno, es extraña y asumo que podría lucir bien.

Dejo todo perfectamente ordenado sobre mi cama antes de ir a darme un baño, pero en el camino me encuentro con mi abuelo, algo adormecido tras las medicinas que ha debido tomar debido a un insistente estado gripal que lo aqueja.

—Abuelito, ¿te sientes mejor? —sé que no, en fin…

—¿Podrías ir a buscar algo de agua para mí? Debo tomar otra tanda de medicinas.

—Claro, solamente deja que termine de hacer mis cosas y te llevo un té a la cama, creo que sería mejor.

Sin querer me puse en cierta evidencia y haciendo uso de su total conocimiento sobre mi persona, mi abuelo se dedica a observarme con cierto detenimiento.

—¿Vas para algún lado?

—Sí, al baño —que tonta me oí.

—No te preocupes, iré a pedirle a Nicholas que me lleve el té que tú ofreciste; no sería la primera vez que él deba terminar haciendo algo que inicias tú.

—Es que… voy a reunirme con las chicas, hoy es el cumpleaños de…

—No sabes mentir.

Rayos.

—Sólo cuídate, ¿bien? y si pretendes llegar muy tarde al menos toma un taxi.

—Gracias —sonrío al notar su voto de confianza, mientras veo como a paso lento, mi abuelo se aleja más y más.

Entro al baño -por fin- y suspiro como si hubiera zafado de un grandísimo problema.

Ahora que lo pienso, no sé si mi abuelo realmente me dio un voto de confianza o simplemente está algo aturdido por los medicamentos y por eso no quiso sostener una discusión. Sea cual sea la verdad, mejor aprovecho la instancia y sigo adelante.

Dejo caer a mis pies la vestimenta de sacerdotisa que llevo para poder sumergirme a la bañera que ya está lista.

Primera vez que estando en la rutina de aseo, me doy cuenta de que al fin mi cuerpo y mente se han sitiado en un mismo lugar, al fin los dos expresan madurez, gritan que ha pasado el tiempo y con ello, me siento tranquila para llevar a cabo mi bastante inocente, pero osada aventura.

Enrollando mi larga cabellera en una toalla a la vez en que doy torpes saltitos, salgo del baño y me aproximo a la recámara. Entro y me visto con rapidez, como si fuera a perder una cita importante o algo por el estilo.

¿Ansiedad?

A medio vestir, hago estragos en mi closet con tal de dar con algo que rara vez busco. Mi bolsa de maquillaje. Doy con esta, saco algunas cosas y me hago consciente de que en la práctica, compré labiales, sombras, rímel, etcétera, con fines casi de coleccionista… no he usado nada.

Tomo un pequeño espejo y comienzo a experimentar con mi rostro rogando no terminar como una caricatura de poca monta, esperando que la poca práctica no me juegue en contra y en vez de salir a hacer algo bueno con mi vida, no termine más que haciendo el ridículo.

Un poco de sombra violácea, algo de rímel negro, brillo labial -otro color indefinido- lápiz para marcar una línea sobre mi párpado, ¿rubor? No, estaré lo suficientemente sonrojada al llegar a mi destino, así que desisto de ese detalle y… creo que ya está.

Para ser la primera prueba real y contundente, creo haber superado la prueba de la manera más decente posible.

Ahora basta con terminar de arreglar este pantalón –omitiendo que cuando lo compré, me entraba mejor-, pasar el cinturón de la blusa a través de mi cintura, buscar algún pequeño bolso a juego con todo, echar algo de dinero, el celular y porqué no, incluir plegarias varias con tal de que me vaya bien.

Salgo de mi habitación obligándome a disimular lo que me duelen los pies al usar este par de tacones que solo dios sabe cuándo se me ocurrió comprarlos, son preciosos, pero perdí un poco la gracia al usarlos, la cual espero recobrar dentro de poco o realmente será una tortura.

Llego al inicio de los escalones del templo, miro hacia abajo y casi siento el deseo de ir y en cambio, ponerme un par de tenis, pero no, ni siquiera es eso lo que me tiene aquí parada como tonta, sino que acabo de sufrir un pequeño lapsus.

—¿Hacia dónde rayos voy?

Miro al cielo en busca de una respuesta como si realmente me la fuera a dar.

"Señor, lléveme hacia donde una estrella dijo" miren nada más que linda línea para decírsela al taxista.

Momento… ¿estrella fugaz? Supongo que debo pedir un deseo.

Mi deseo es…

Boba, parece que efectivamente iré hacia donde perdí a la estrella de vista, es decir, el centro bohemio de las noches en Tokio porque sí, ese resultó ser mi deseo, dejar que la estrella fugaz decidiera por mí.

Empiezo a descender a la vez en que inconscientemente acomodo mi cabello como un velo que oculte mi cara, aunque sé que nadie me mira por ahora, siento como si en parte hiciera algo incorrecto o bien, algo que deba dejar en el anonimato público. Ok, eso sonó un poco "diva"

Llego a la vereda y extiendo mi mano, enceguecida por las luces de los automóviles al pasar, no me queda más que esperar que un taxi logre verme y se detenga pronto, cosa que finalmente ocurre tras algunos minutos.

—Buenas noches —saludo, lejos de querer sonar agradable.

—¿Hacia dónde va, señorita?

Omitir frase cliché de la estrella fugaz.

—A Triangle

El conductor inicia nuevamente la marcha y yo sólo espero haber dicho bien mi destino, porque aunque algo conozco sobre los bares y discotecas de moda, no estoy segura si iré a parar a un lugar de mi completo gusto.

Si mal no recuerdo, en ese lugar se escuchaba bastante la música de "three lights" y guiada por eso, nombré dicho espacio.

Al pasar rápidamente a través de las calles de Tokio, voy encontrándome con todo aquello que había dejado pasar por miedo y tradición.

La gente sonríe incluso más que en el día, sus aspectos permanecen impecables y lo único que se externa desde ellos es felicidad, obvio, ¿quién no estaría feliz tras tomarse un relajo al llegar el anochecer del viernes?

Poco a poco inhalo ese oxígeno bohemio, del mismo que rehuí tanto y ahora, complementa mis nuevas ambiciones.

—Hemos llegado —¿eh?

—Sí, sí, gracias —tomo velozmente el dinero, se lo doy al taxista y bajo, quedando frente a frente con el lugar que me es totalmente conocido y desconocido a la vez.

Me abro espacio entre la gente e inmediatamente busco la mesa más discreta y de preferencia pequeña, la que finalmente aparece frente a mis ojos después de localizarla con tanto esfuerzo.

Quedando en una de las esquinas de la primera planta, observo nerviosamente de reojo y percato que soy la única que no tiene compañía, no me molesta en absoluto, es más, me doy el relajo al pedir un coctel al saber que no necesito de alguien para sentirme plena, pero parece que mi rostro difiere de lo que pasa por mi mente, y mi aquejado rostro ha sido el señuelo perfecto para que un imprudente se atreva a cortar la distancia entre él y yo.

—¿Vienes mucho por aquí? —frase para ligar número ocho.

—No, pero si a mi novio le gusta, creo que frecuentaremos más este lugar —cruzo las manos por debajo de mi mentón y sonrío burlona.

—Debí suponer que una chica tan linda como tú no estaría soltera, discúlpame —con un gesto, desestimo la importancia de su intromisión y lo dejo ir tal y como llegó. Solo.

Acertó en lo de chica linda, pero no en lo demás; estoy sola incluso por más de lo que alguna vez presupuesté, bueno, supongo que en algún momento llegará la hora en que alguien se atreva a soportar mi genio y lo más importante, que yo soporte el de él.

Mi daikiri de fresa llega y lo recibo con gusto al pasar a través de mi garganta, haciéndome estremecer de alegría al sentirme entre el límite de lo incorrecto y también, de la libertad que cualquier jovencita de mi edad quiere y necesita.

Escucho entre tanto es cuchicheo de las mesas aledañas, siendo una mezcla de "todo y nada" impidiéndome distinguir como quisiera, alguna frase hilada correctamente, pero dentro de lo poco y nada que logro escuchar correctamente, tres chicas que conversan al fervor de varios tragos ya bebidos, es que hay rumores de que ciertas estrellas juveniles que anunciaron su retiro, han vuelto a ser divisados en Japón.

Por mi mente corren varios nombres de agrupaciones musicales, una en particular se me hace imposible y la descarto con rapidez: Three lights.

¿Cómo y para qué volver no solo a Tokio, sino que al planeta tierra? Si pudiera gritar a los cuatro vientos los fundamentos que yo sé para eliminar la hipótesis, lo haría.

Inevitablemente y por recordarlos, repaso ciertos momentos compartidos con esos tres chicos, los que representaron la discordia y a la vez ayuda fundamental para los minutos de aquel entonces, cuando todo parecía estar perdido y por poco, casi lo fue.

Me gustaba el carisma que Seiya siempre mostró, claramente no el que tenía con Serena, pero fuera de ese pequeño gran detalle, siempre se me hizo un chico muy simpático, ya que con su fresca cordialidad, inundaba un sitio triste con alegría y risas casi tan disparatadas como las de la propia Serena. Supongo que en eso, tenían algo en común y muy fuerte, por lo mismo, la historia entre ellos se dio como se dio.

Taiki, el serio, maduro, inteligente y siempre correcto de los tres hermanos. Pocas veces hablé con él, algo me lo impedía, lo mismo que en un momento me pasó con Amy, pero a diferencia, con ella logré traspasar esa barrera y así ver qué era lo que escondía la come-libros señorita Mizuno.

Yaten, quizás el más desconocido de los tres para mí, salvo por esa ocasión que en casa de Serena, tuvimos que ocultarnos en el mismo lugar y si lo veo de esa forma, tal vez realmente al que más conozco, es precisamente a él, pero… no puedo dejar de pensar que quedó algo pendiente entre los dos.

Por poco, no más de cinco segundos de sobra, hubiéramos concretado ese impulsivo beso que deseaba nacer al estar a nula distancia de nuestros cuerpos.

¿Lo hubiera rechazado? Claro que no.

En cuanto supe de la existencia del nuevo grupo juvenil de moda, mis ojos se posaron sobre los de él al capturar mi completa atención.

"Yaten Kou es el más guapo de los tres" eso fue lo que dije cuando divisé su rostro en la portada de una revista, un día en que iba de paso por las afueras de una tienda, de regreso a casa.

¿Por qué me gustó él? Muy simple. ¿Alguien más habrá encontrado lo encantador de un rostro tiernamente mortífero? Sí, de esos que expresan templanza junto a un fuego incontrolable, ira, por qué no decirlo así, aunque prefiero indicarlo como ímpetu, fuerza ilimitada, presencia, en efecto, presencia es lo que el menor de los Kou mayormente poseía y ante mis ojos, su capacidad para imponerse por sobre el resto fue algo que me cautivó, claro, por la foto de portada en aquella revista, aunque conocerlo "en vivo y en directo" no distó mucho de la primera impresión que tuve a través de esa imagen.

Sé que nunca se lo dije a nadie, pero cuando tuve que despedirme de él tras la batalla con sailor galaxia, algo en mí se retorció en silencio. El beso, dichoso beso que permanecería inconcluso por la eternidad. Pero bien sabía que como la estrella fugaz que es, su paso era momentáneo sobre mi horizonte, y aunque no involucré mayor sentimiento ni lo hice dependiente de él, para mí siempre habrá "ese algo" que pudo ser y por lástima, jamás será.

No quiero sonar ante mi misma como alguien a quien no le interesa formar lazos afectivos co-dependientes como lo son el tener una relación amorosa, pero en ese momento perfectamente podría haber jugado a "la aventura de juventud" sin atar a ello mi estabilidad.

Parece que mi daikiri venía con una buena dosis de auto-sinceridad.

¿Más de ella?

Levanto mi mano para llamar la atención de la mesera, al tenerla, le muestro mi copa vacía y modulo "uno más" en silencio, ya que no hay caso de que lo pronuncie y gaste mi voz en vano.

Al recibirlo y con la innegable sonrisa que emerge tras estar bajo los dulces efectos del licor, agradezco haber recibido el mismo, pago por él y por el que llegó antes porque en teoría no debería exceder a esto mi consumo, aunque una nunca sabe…

Al beber el primer sorbo de mi nueva copa, alerto que las luces de la primera planta han sufrido un cambio. Tal vez llegué muy temprano y por eso aún mantenían un amarillento ambiente, algo más cálido para dar la bienvenida a los inquilinos nocturnos, que al ya haber llegado al parecer, hacen que ahora el ambiente cambiera drásticamente y se transforme en una densa oscuridad, intercalándose con el resplandor de pequeños focos de color intermitente, de los cuales reconozco el azul y rojo.

Echo hacia atrás mi espalda y descanso en el amplio respaldo del "sillón de rincón" como llamo a los asientos perfectos para seres solitarios como yo en un bar, lugares idóneos para ser llenados con una única presencia, sin necesitar de nadie más.

Ya al segundo sorbo y esperando que no sean efectos adversos del coctel, miro rápidamente hacia mi izquierda y evidentemente no encuentro a nadie, sin embargo me siento observada, pero ni siquiera momentáneamente como cualquiera podría mirarme, sino que intuyo una fijación hacia el punto donde me encuentro; sé que viene desde la izquierda, pero no logro distinguir desde donde nace la fuente de mi inquietud y mientras no lo haga, mantendré la guardia alta.

Fijo mi mirada hacia donde creo que recibo también una, a los minutos, una silueta se escabulle rápidamente y casi sin clemencia, rompe sin decoro alguno la burbuja imaginaria de protección silente que había dibujado.

Instintivamente cargo mi cuerpo hacia el lado derecho todo lo posible, antes de encontrarme con el vértice final del asiento, pero si tengo que hacer una huida rápida lo haré, sin antes por supuesto, quebrar la copa en la cabeza del idiota que ha tomado la atribución de sentarse a mi lado y para sumar, se inclina para hablarme muy de cerca.

—¿Qué diablos quieres? —detengo el movimiento de la difusa sombra a mi izquierda, tras hacerle llegar mi grito.

—No digas nada, no quiero que alguien te escuche.

Esa voz es de… imposible.

—¡¿Yaten?!

Al sentirme presa y víctima de la fuerza de su mano sobre mi boca y gracias al afortunado giro que dio una de las luces, me doy cuenta de que efectivamente se trata de él. Yaten Kou.

—Dije que te callaras —pendencieramente encantador, me obliga a guardar silencio.

Me zafo de su agarre al batir mi cabeza con fuerza para quedar boquiabierta ante su presencia.

Me acerco a su rostro sólo con fines de verificación y sí, inconfundible cabellera platinada, rostro huraño por algún motivo y lo más importante, el esmeralda incandescente de sus ojos demuestran que nadie más que él, está a mi lado.

—¿Qué haces aquí? —susurro cerca de su rostro, con tal de que únicamente sea él quien me escuche.

—Rei, ¿verdad? Rei Hino.

—Sí —respondo a secas.

¿Viene a mi lado y con suerte recuerda mi nombre?

—Es una larga historia, Rei —confiesa divertido, quizás tras lograr divisar mi notorio enojo.

—Podrías partir con un resumen ya que no entiendo nada —pido antes de tomar un nuevo sorbo de licor.

—Digamos que tengo ciertos asuntos pendientes en este lugar —dice, mirando de reojo a cada rincón y bebiendo lo que parece ser whisky.

—Sigo sin entender —respondo extrañada.

Yaten niega y ríe un poco, cosa rara en él según yo.

—Seiya, Taiki y yo, hemos regresado a este lugar por algunos propósitos que nos incumben directamente a nosotros tres —explica de manera engreída.

—Como si quisiera saber todo eso, por favor… me refiero explícitamente a qué haces acá si al parecer, no quieres que alguien te vea —cambio mi discurso tras haber sentido la poco cordial bofetada del "no te metas en mis asuntos"

—¿Te habían dicho que no te sienta ni funciona mentir? —¿qué se cree?, ¿acaso soy tan evidente, incluso en la oscuridad?

Vuelve a reír como si hubiera escuchado el mejor chiste del año.

No puedo negar que dentro de lo sorpresivo, confuso y cuasi irreal de todo esto, es cómodo, de cierta forma, ver a Yaten dejando de lado –en algo- su conocida distancia para con el resto de todo ser viviente.

—Oye, gracias por dejarme estar contigo. Al parecer y aunque ya haya pasado más de un año y medio, hay gente que aún reconoce mi rostro —con que finalmente era año y medio…

—Sí, no te preocupes —lo miro, giro, lo vuelvo a mirar y definitivamente giro, mejor dicho miro hacia la derecha, todo lo que mi cuello dé, aunque duela.

—¿Te puedo invitar algo? —su cálido aliento recorre sin querer –creo- mi cuello, obligándome a mirarlo nuevamente, para ahora encontrarme de lleno con sus ojos.

—No, no te preocupes —lo miro, giro, lo vuelvo a mirar y definitivamente giro.

—"Sí, no te preocupes. No, no te preocupes" ¿Qué pasa contigo? —¿es necesario que vuelva a reírse?

—Nada, no te…

—¿Preocupes?

—¡Déjame tranquila!

Caigo ante mi propia estupidez y no me queda más que compartir una risa con Yaten, total, soné lo suficientemente tonta como para haberla ocasionado.

Pasado algunos minutos y ya entendiendo que no sufro de alguna alucinación debido al alcohol y que efectivamente Yaten está a mi lado –aunque sigo sin entender muy bien por qué ni para qué-, me relajo y doy señales de que estoy abierta para una conversación, caso igual, según veo, él.

Escucho la mitad de todo lo que dice más si susurra apenas, viéndome obligada por esto a acercarme a él para entenderle algo, que siendo poco y todo, me saca de algunas dudas.

Al parecer ha tenido una suerte de "permiso" por parte de su princesa, el cual le permite a él y sus hermanos regresar temporalmente a la tierra con el fin de finiquitar cualquier asunto pendiente que hayan dejado, por lo cual y tras haberlo interrogado, desestima la oportunidad de renacer como estrella pop en el país.

Explica a la rápida, en una mezcla de susurros y pequeñas carrasposas alzas de voz, que "three lights" nunca tuvo como fin ser una banda juvenil que llegara para quedarse, sino que fue creada con el propósito de atraer a quien ansiaban, cosa que ya lo sabía, por cierto, pero para qué interrumpirlo con semejante hecho, después de haber pensado por años que la voz de Yaten se dejaba mostrar para cantar y escasamente hablar con extraños. Sí, no quiero "matar el momento"

Yo sólo asiento entre sorbo y sorbo de daikiri, pausas que él también se toma para beber su ya segundo whisky.

No puedo acusar a que sean las burbujas las causantes, ¿sí el dulzor el licor?, de que Yaten segundo tras segundo, se ve cada vez más… suculento.

Sus acentuados y a la vez pequeños movimientos de pasiva arrogancia, la voz ronca de su hablar y la firmeza de sus ojos, embisten por completo cada uno de mis sentidos.

Imposible negar que si en algo focalizo mi atención, es lejos en cualquier cosa y no así lo que dice, ya no sé de qué habla, tal vez me está mandando al demonio en este preciso momento, no lo sé aunque podría intentar averiguarlo.

—Yaten, ¿podrías alcanzarme ese pequeño bolso que quedó a tu lado?

Al decirlo, deslizo mi brazo muy cerca de su pecho para indicar el lugar donde quedaron mis cosas y ya veo, no me está mandando al diablo ni mucho menos, de hecho pude notar perfectamente como, en un acto casi hipnótico, mantuvo su mirada por un segundo y después siguió hasta llegar a mi hombro, para terminar observando mi rostro de una manera que ya tuve el placer de conocer antes.

—¿Dónde? —no lo encontrarás precisamente en mis labios.

—Al lado tuyo.

—¿Qué?

—"¿Dónde?, ¿Qué?", ¿Qué pasa contigo? —es mi momento de venganza.

En un raudo movimiento, Yaten vuelve a situarse a la realidad, busca con desespero su billetera y deja un par de billetes junto a su ya vacío vaso. Posterior a esto, toma mi bolso y lo lanza casi con nula educación sobre mi cara, pero no hallo momento para hacer mis descargos al sentir como su fuerte agarre obliga a que me ponga de pie, sacándome de donde estábamos sin siquiera una explicación previa.

—Ahora sí es en serio, ¿qué pasa contigo? —reclamo y sin embargo, no me detengo.

—Camina. Ya te explicaré —sigo sus pasos y al hacerlo, al menos recibo algo de paz en mi muñeca al no ser aprisionada con tanta fuerza.

Después de esto, sólo caminamos.

¿Dónde? Únicamente él sabrá.

A los pocos metros de la salida de triangle, llegamos a un pequeño espacio entre edificio y edificio, una suerte de callejón no muy ameno, al menos a la luz del día.

Ante la nula fuerza de mi voluntad, sigo los pasos que Yaten me ordena dar en silencio.

Adentrándonos en el breve paréntesis que este lugar hace al externarnos del resto de la ciudad, Yaten me arrincona entre la espada y la pared, siendo él la espada, por cierto.

Mi pecho asciende y desciende con desmesurada calma, ¿contraproducente?

El ritmo alocado de mi respiración al tenerlo a él cerca, es un Déjà vu que si bien me impacienta y vuelve intranquila, es conocido y dentro de todo, puedo controlar.

Una de sus manos se hace contigua a mi rostro, mientras que con la sobrante, acaricia mi cintura hasta llegar a la parte superior de mi cuello, casi rozando con el inicio de mi oscura cabellera.

—¿Escuchaste cuando dije que tenía asuntos pendientes, verdad? —asiento en silencio—. Bien, dentro de aquello cierta señorita estaba incluida.

—¿Por qué lo dices? —si no me funciona el papel de mentirosa, espero que al menos el de inocente niñita resulte.

—¿Ya lo olvidaste? Sería gracioso pensar que sí.

—¿Lo que pasó en casa de Serena?, ¿tan buena memoria tienes?

—Parece que funciona como la tuya.

—Sólo era un beso, Yaten —es obvio que mi convencimiento resulta hilarante para él.

—Pero uno inconcluso y no me gusta dejar asuntos sin un final —no entiendo cómo, pero entre Yaten y yo quedaban dos pasos de distancia… quedaban.

—¿Y crees que a mí sí? —ahora mi pequeño bolso descansa sobre su espalda, ¿cómo lo logré? Encerrar su cuello entre mis brazos y a plena libertad, es mejor de lo que imaginé—, ¿Hay más cosas que aún recuerdes? —lo miro y no, esta vez no giro.

—No sé si pueda decirte a ciencia cierta todo lo que recuerdo, pero sí de lo que jamás olvidé y de ellos, no perdí memoria —su dedo índice se desliza a través de mis labios, a la vez en que él humedece los suyos.

No habrá escapatoria y tampoco la quiero.

La visión se nubla ante mis ojos abiertos y eso se debe a que la figura de Yaten, termina por enceguecer cada parte de mí.

Recibo sus labios con el anhelo guardado hace tanto tiempo.

Con este beso, expreso y confieso que incluso en contra de mi raciocinio, sí deseaba dar fin a aquella memorable instancia de antaño.

Mis pechos reciben presión al tener ya como segunda piel a Yaten sobre mí. El aire escasea y ambos lo buscamos en pequeñas pausas que nos regalamos, para continuar con aquello que nunca tuvo fin.

Puedo sentir el dulce y cálido aliento del "engreído Kou" sobre mi piel, a la par de pequeñas y fugaces cómplices miradas que nos otorgamos, con las cuales exigimos que aún no es tiempo para detenerse.

Si quedaba siquiera un centímetro de distancia, Yaten se ha encargado de aniquilarla tras tomar mi cintura para así atraerme más hacia él.

Ante esa exigencia, mi cuerpo reclama un poco de lejanía, debo pensar –aunque cueste- y hacerme entender a mí misma que nada más que un beso ocurrirá acá.

Muevo mi torso de manera inquieta pero nada logro, excepto tener la palma abierta de Yaten sobre mi mentón para así inmovilizarme y antes de dar cualquier otro movimiento, recibo un candente susurro en mi oído.

Don't struggle like that or I will only love you more.

¿Quiere matarme?

Pasan los segundos y abro mis ojos al notar cómo una pequeña brisa fresca recorre mi rostro. Me encuentro con la mirada satisfecha de Yaten, conjunto a una sonrisa fresca que si bien no es completa, al ser de medio lado resulta lo suficientemente definida como para saber que lo que pasó, fue de su agrado.

—Culpa a lullaby por esto —dice, acariciando mi rostro mientras se pierde brevemente en mis labios.

—¿Lulla… qué? —río ante mi ignorancia.

Lullaby es la canción que está terminando de sonar en el club.

Distingo algunos acordes y me percato de que si bien no son los totales culpables de todo, sí que ayudaron a crear otra atmósfera en Yaten.

—Tal vez no fue el mejor lugar para un primer beso, pero podría intentar mejorar el escenario del segundo —continuando con sus caricias, él acaba de decir algo que mi mente aún no logra codificar.

—¿Segundo? —sonrío juguetona sin soltarlo de mi agarre.

—¿Acaso pensaste que este sería el fin del primero? —con un suave y burlesco golpe en mi nariz, doy por entendido que no.

Más allá del beso, ahora recibo un extraño y encantador gesto que sé, no durará más de cinco segundos.

Yaten toma mi mano y me acompaña para volver al ritmo de la ciudad nocturna.

Nos detenemos y como lo imaginé, nos soltamos las manos, sin embargo, su mirada hacia mí, desde que nos besamos, no ha cambiado en absoluto.

—Mañana, misma hora pero distinto lugar.

—¿Me estás pidiendo una cita, Yaten? —pregunto con un ligero toque irónico, algo que al menos tanto a él como a mí, causa gracia.

—No hacen falta las etiquetas —si bien no hacen falta, el guiño de tu ojo me indica que efectivamente lo es.

—Perfecto, pero bien, dijiste distinto lugar, ¿dónde quieres verme? Te aviso que no recorreré medio Tokio tan solo por ti —segunda ironía, pero esta vez él la responde entre risas y un poco de desaire.

—Nos veremos aquí mismo, pero el club será el segundo destino, así podré invitarte a beber un daikiri después de, ya sabes.

¿En verdad se fijó en eso? Para parecer alguien tan indiferente, es increíblemente detallista.

—Lo pensaré, lo prometo —ahora soy yo la que guiña el ojo, para así decirle que en realidad ya está todo pensado. Volveré.

Sonreímos en un silente adiós, pero antes de que me acerque de nuevo al tráfico para hacer que un taxi se detenga, veo que el tipo que me habló en cuanto llegué al club, está a solo pasos de distancia.

—Después te explico —tomo sorpresivamente a Yaten y ya que no mostró oposición alguna, lo beso como si tomara sus labios y los reclamara como propiedad privada.

Escucho como ese hombre se aleja y con ello, dejo en libertad "a mi víctima"

Su rostro atónito gana que un –para mí- tierno golpe en su espalda, se haga presente.

—No preguntes, ya mañana te explico —un pequeño beso más a nadie hiere, ¿cierto?

Para ser alguien que se escabulle de las miradas públicas y jamás da muestras de nada ante las mismas, Yaten muestra una soltura, cómo decirlo, exquisita, creo que esa es la palabra.

—Vaya, era verdad que la chica tenía novio —escucho a lo lejos decir al "señor sin nombre" que después, ríe con resignación.

Por cierto, debo llegar a casa y buscar la canción que sacó "el mejor lado de Yaten Kou"

Reitero, claramente estoy sola y no tengo novio, pero también dije que una nunca sabe y ahora, lo único que tengo por verdad es que los besos de Yaten son dignos de repetición y quizás, algún día y por muy loco que suene, los reciba más que como una vieja amiga del ayer, con temas inconclusos por terminar.


Bueno, he aquí mi primer intento finalizado de "Reiten" espero sinceramente que haya sido de su agrado.

La pareja es muy interesante de explotar y cómo no, también de leer, así que en humilde consejo, recomiendo pasar al perfil de dos colegas conocidas que ya tienen fics publicados con esta temática: Raye Kou y Sol Bronte.

Sol, sweetie, estaré ansiosa por recibir tu tomatazo (?) y discúlpame desde ya por haber utilizado uno de tus fanart como portada del fic *se protege del golpe*

Gracias a todo quien se haya tomado la molestia de pasar por mi rinconcito de FF, si les gustó lo que leyeron, no olviden hacer feliz a esta autora de fics con un lindo y emocionante review *0*

Gracias también a mis locas amigas: Anny, Pau y Karen, que me estuvieron ayudando y apoyando a lo largo del fic. Las adoro :3 también a quienes me dieron su palabra de aliento en facebook, como Carola y Lexie, ñaaa *comienza a rodar*

Nos vemos próximamente con alguna actualización.

Besos por montones y ya saben, siempre agradecida de que me den un poquito de su tiempo.

Nos leemos pronto, sayo!


*flash informativo*

Debido al grato apoyo sin nada, nada de presión por parte de: PaUsagi Shields, Anny Mizuno y Karen Van'Der Woodsen, el presente One Shot se ha convertido en un mini-fic con actualización para dos semanas más.

Sin más que decir al respecto, sólo que deberé comenzar a quemar neuronas como loca, me despido... sí, en una actualización de este fic Q_Q me gustó mucho, pero por poco "Reiten" me come viva, así que espero que en la segunda entrega, no lo logre.