Prólogo

Tenía que correr hacia él. Lo sabía. Pero mis piernas no daban para más, me dolían las pantorrillas y mis pies estaban empujando mi cuerpo todo lo que podían. Ni siquiera sabía dónde buscarlo. Ni siquiera me importaba que hubieran pasado 3 años desde la última vez que lo había visto. Ni siquiera me importaba la lluvia de balas volaban sobre mi cabeza. Ni la cantidad de bombas que estallaban a mí alrededor. Sólo importaba él.

Edward.

No gritaba su nombre. Sabía que no me escucharía con todo este ruido. Rodeé un tanque y me acerqué al follaje que rodeaba la zona de ataque. Respiré el polvo del desierto. Debe estar por algún lado. Por instinto volteé a mi izquierda y lo vi. Supe que era él por su porte y su sonrojo, además de sus vivos ojos verdes que me miraban directamente, como si atravesaran mi alma. Suspiré mientras él formaba mi nombre con los labios.

Corrí hacia él y él corría hacia mí: "Bella, muévete" oía que me gritaba, pero no podía dejar de correr en su dirección. Antes de poder tocarlo oí un estruendo y él se detuvo. De su uniforme de camuflaje, usualmente de tonos marrones, salía una mancha roja que creía a ratos. Se hincó y me miró y yo sólo pude gritar y tratar de alcanzarlo.

Lo detuve mientras veía que sus ojos me miraban doloridos. No, éste no puede ser el final. Dejó caer su cuerpo contra el mío y yo sólo vi negro.