Oscuridad, vacío, soledad. En su vida todo había sido oscuro y trágico, aunque alguna vez tuvo la oportunidad de percibir atisbos de luz, un destello rápido pero intenso a la vez, eso que muchos llaman "felicidad". Pero a él no le gustaba poner etiquetas porque mientras lo hacía o no, ese pequeño atisbo de luz se esfumaba y dejaba ver de nuevo la oscuridad y el vacío más absolutos.
Y todo había sido frío y distante, como él, porque temía que su dolor y sufrimiento se propagasen a aquellos que le rodeaban, aquellos que apreciaba más que él, con los que verdaderamente se implicó y aportaron ese pequeño destello de luz a su vida.
Pero ahora todo había acabado…
Wilson algo pálido y desmejorado entró en casa de su amigo esperando encontrar algo que le indicase su paradero, pero su esfuerzo resultó en vano. Esta vez se había ido para siempre, sus muebles estaban cubiertos y no había rastro de sus pertenencias. Tomó asiento en la banqueta situada frente al piano y concentró su mirada en el instrumento.
- Me temo que a ti también te ha dejado tirado amigo mío.- apoyó la mano sobre este.
El piano al igual que él había sido testigo del sufrimiento de su amigo, incluso más que él, ya que sus dedos habían cobrado vida noche tras noche compartiendo su dolor. Quiso pensar que también compartió pequeños momentos de felicidad con este, tal vez cuando estuvo con Cuddy, tras salvaar la vida de sus pacientes, los momentos vividos junto a sus empleados y también con él, porqué no decirlo. Se sentía orgulloso de ser su mejor amigo, fue una amistad llena de altibajos pero el hecho de superar los malos momentos había hecho que se fortaleciese aún más, y más ahora que su tiempo se iba agotando. Pasó la yema de sus dedos por las teclas del viejo piano, y en una de ellas encontró un trozo de papel. Rápidamente la desdobló y pudo leer una dirección y un número de teléfono. Sacó su teléfono móvil y llamó al número, quizás era una pista para encontrar a House. No perdía nada por intentarlo, tenía que comprobar que su amigo estaba bien.
- ¿Diga? – preguntaron al otro lado del teléfono.
- ¿Cuddy? – abrió los ojos exageradamente.
- ¿James? – se llevó la mano al pecho y trató de mantener la compostura.- ¿House está bien?
- N-No sé.- tartamudeó.- ¿Por qué preguntas por él?
- ¿Por qué me llamas entonces? – su tono sonó a reproche. Llevaba un año fuera de Princeton, concretamente desde que tuvo lugar el "accidente" con House. Le pidió por favor a James que no intentara contactar con ella bajo ningún concepto, si ahora lo hacía es porque tenía malas noticias.
- Se ha ido.- cerró los ojos y respiró hondo.- Esta vez para siempre.
- Es mejor así.- susurró.
- No ha tenido la decencia de despedirse de mi.- apretó el puño y lo apoyó sobre sus labios.
- James, lo siento.
- No te preocupes por mí, estaré bien.- mintió
- ¿Estás seguro?
- Sí.- volvió a mentir.
- Te quiero James, cuídate.- colgó el teléfono muy despacio.
- Hasta siempre Lisa.- finalizó la llamada. Su enfermedad iba ganando la batalla, sabía que no le quedaba mucho tiempo y ese iba a ser uno de los últimos recuerdos de su amiga. En ningún momento pensó en decírselo, para qué, ella no podía hacer nada, sería otra persona más que lloraría por él, y ya tenía bastantes a su alrededor. Despejó esa idea de su mente y volvió a concentrar su atención en el papel. ¿Por qué su amigo guardaba la dirección y el número de Cuddy, pensaba hacerle una visita, o tal vez ya la había visitado y esta le ocultó dicha información? Pensaba encontrar respuesta a sus preguntas cuando de prontó escuchó el timbre.
Cuddy colgó el teléfono despacio y respiró hondo, luego algo pensativa fue a cerrar la puerta de la cocina que había quedado abierta. Al mirar por el cristal percibió una silueta en el jardín.
