Una eternidad junto a ti
Capítulo 1:
Fuego
Temblaba. Temblaba de frío y de nervios. Estaba totalmente convencida de lo que iba a hacer, pero aún así estaba nerviosa, podría decirse que tenía miedo. Sería estúpido que no lo tuviera, al fin y al cabo, voy a renunciar a muchas cosas, insignificantes, pero que van a dejar de existir para mi...
-Bella¿Estás completamente segura?- preguntó Edward, con su bello rostro que rebasaba perfección a escasos centímetros de mi, por centésima vez.
-Si- afirmé, mostrando más aplomo del que verdad podría jactarme, era uno de esos momentos en los que yo agradecía que no fuera capaz de leer mi mente, si así fuera, dudo que al ver mis dudas se atreviera a cometer aquella "locura" como él la llamaba.
-Sabes lo que pienso...- murmuró.
-Y sabes el precio que yo he tenido que pagar por ello- respondí mirando de reojo la redonda alianza que coronaba uno de mis dedos.
-Está bien- se resignó.
Cerré mis ojos con suavidad, sabía que me esperaban tres días de dolor, de intenso dolor... tres días en los que perdería aquellas cosas indispensables en aquella vida, ahora moriría y volvería a nacer.
-Bella... no volverás a sentir el sabor de una comida, no volverás a tener un sueño jamás, no podrás pasear bajo el intenso sol de Phoenix...- trotó de persuadirme, inútilmente.
-Mi decisión esta tomada, Edward... desde el primer día en que te lo dije- susurré acariciándole en su fría mejilla, ahora tensa por el nerviosismo que ambos compartíamos- Confío en ti... y sé que esto no es el final, es simplemente el principio, el principio de una eternidad junto a ti.
-Bella... sabes que puedo no... no controlarme- dijo con preocupación y culpabilidad anticipada.
-Pero yo confío en ti, Edward, grábatelo, confío en ti ciegamente.
-Sabes que no debes hacer esto.
-Sabes que quiero hacerlo.
-Por favor, Bella, esperemos un poco más...- imploraba con desesperación.
-No- respondí tajantemente, rehuyendo su mirada, sabiendo que sería mucho más difícil continuar con esto así. Lanzó un suspiro exasperado.
-De acuerdo- murmuró en voz lo suficientemente baja que ni lo oí, tan solo intuí el movimiento de sus labios en respuesta a la mía.
Volvió a suspirar entrecortadamente y acercó sus labios, tallados delicadamente en impoluta piedra a los míos. "Mi último beso humano" pensé con una mezcla de miedo e ilusión. La boca de Edward descendió por mi cuello acariciándolo con suavidad antes de detenerse en él. Se tensó con fuerza.
Alzó la vista y clavó sus ojos dorados en los míos, mientras hacía acopio de fuerza de voluntad. En un último momento, con abrumante rapidez, alzó mi mano y la olisqueó suavemente antes de posicionar su boca en ella y perforarla levemente con sus colmillos. Pude sentir como la ponzoña comenzaba a esparcirse por mi sangre.
El dolor comenzó a arder inquietantemente en mi mano, pero aún así, pude ver como desde lo más hondo de su alma, aquella fuerza que él reprimía, aquel salvaje monstruo que ardía en su interior, comenzó a revolverse entre las cadenas que lo ataban pugnando por desatarse y dar fin con mi vida... con la vida de una insignificante humana. Sin apenas darse cuenta, noté como extraía mi sangre, deleitándose con su sabor, mientras yo veía sus ojos oscurecerse, volviéndose negros, casi rojos, a la vez que saboreaba aquel vino traído de su infierno personal.
Solté un gemido angustioso y dolorido. La mano comenzaba a dolerme, apenas sentía la ponzoña, pero la falta de sangre me hacía marear. Se alejó de mi de un salto, como si al fin se hubiera dado cuenta de que yo era demasiado insignificante para él. Notaba mi palidez, incluso con el flameante dolor que ahora volvía a sentir llameando por mi cuerpo a una rapidez asombrosa. Lo vi tensarse, dejar de respirar y cerrar los ojos. Trataba de concentrarme en él, solo así mi dolor sería menor. Con cautela pero a la vez con la velocidad propia de su condición, se acercó a mi. No me había dado cuenta, pero apenas se me notaba respirar y había cerrado los ojos.
-Oh no, Bella, Bella, dime algo... dime que estas bien- dijo con angustia. Pude reconocer sus palabras y su tono, recordándome aquella tarde en la academia de baile, cuando James estaba dispuesto a matarme. Me iluminó el pensamiento de que, pese al dolor, luego iba a venir algo mejor, mucho mejor.
-Quema- logré gemir débilmente.
El alivio inundó en aquel instante ese rostro de ángel que tan sólo él poseía, al darse cuenta de que pese al pequeño incidente provocado por lo apetitoso de mi sangre, aquella debilidad en la que tan precipitadamente había caído, todo iba tal y como yo había decidido.
··
El ardor, aquel dolor era insoportable. Quemaba mi sangre, me quemaba todo el cuerpo. Mis gritos agónicos debían oírse por toda la casa y a varios kilómetros a la redonda. Parecía que mi cabeza fuera a estallar, no podía abrir los ojos, simplemente me revolvía en el sillón, en las sillas, en el suelo... en cualquier lugar donde me sentaban, donde Edward me sentaba.
Parecía encontrarme dentro de una hoguera, notaba como todo, absolutamente todo mi cuerpo, estallaba en llamas haciéndome chillar sin contención. Ten vano había tratado de pensar que aquello que ganaría por el dolor, pero este mismo me impedía pensar con claridad, mi mente tan solo se concentraba en aquella sensación tan repulsivamente agónica que me impedía, incluso, desmayarme.
Desde hacía unos instantes, me mantenía aferrada al cuerpo de Edward, como si de ello pendiera mi vida, podía sentir sus sufrimiento, aunque no entendía bien por qué. Tan sólo era capaz de identificarle a él, tan solo con su presencia. Sus brazos me rodeaban en un abrazo de hierro, enfriando mi cuerpo. De aquella manera, todo parecía más soportable, pese a que seguía ardiendo en mi interior.
··
Había pasado mucho tiempo, mucho tiempo desde que todo comenzó a arder, apenas podía mover los músculos, en mi forma de ver las cosas en ese momento, calcinados.
De repente el fuego fue remitiendo, notaba que no ardía, pero todo era desquiciantemente ardiente, por el tiempo que si llevaba así. Alcé la vista por primera vez en días hacia Edward, que en ningún momento se había separado de mi, cuando todo se enfrió. Fue la sensación más dolorosa que había sentido en mi vida, ni siquiera comparada con el ardor anterior. Solté un alarido de dolor que parecía desgarrarme por dentro, hizo que un escalofrío hiciera temblar los cimientos de aquella casa.
Comencé a jadear por la habitación mientras Edward murmuraba con rapidez palabras que pretendían tranquilizarme. Mi respiración entrecortada fue relajándose poco a poco. Él me tomó en sus brazos y tumbó en el sofá, observándome fijamente.
Poco a poco notaba como me iba llenando de fuerza, me sentía increíblemente fuerte. Miré al vampiro que tenía ante mi, que seguía sin quitarme ojo de encima, con curiosidad. ¿Ya estaba? Me puse en pié despacio, tratando de quitar todos los obstáculos que fuera capaz de encontrar en el suelo de aquella habitación.
Me dirigí al otro lado de la habitación, donde un espejo me invitaba a observarme. Tomé aire y miré. Apenas habían cambiado mis rasgos, pero tenía algo raro... algo atrayente, una belleza inhumana, como la que atraía a todos de Rosalie o Alice, solo que no era tan bella como ellas. Me moví un poco a la derecha y me quedé sorprendida, cada movimiento que hacía parecía incitar a la provocación... pero había algo más... cuando el reflejo de mis ojos se juntaron con los de Edward, noté como se me oscurecían, volviéndose negros, y como una sonrisa surcaba mis labios. Un gruñido juguetón escapó de lo más hondo de mi pecho. Estaba hambrienta. Y esa sed. Tenía que ser saciada.
Hola!!
Este es mi primer fic de Crepúsculo, lo primero que escribí... xD espero que os guste:)
Reviews please! Los necesito para poder mejorar ;-) Ojalá os haya gustado!!
BeShItOs!!! OkMm!!
Clara-Black
