La estatua de la sala común
El expreso Hogwarts avanzó primero lento y después rápido. Estaban los tres ahí, Rose, James y Albus viendo como se hacían sus padres más pequeños. Compraron algunas ranas de chocolate. No se arriesgaban con las grajeas de todos los sabores pues al parecer su familia estaba maldita con esa marca, siempre les tocaban sabores horribles.
Rose y Albus se sentaron en el mismo asiento mientras James ocupaba uno solo, James era egoista y era mejor no hacer que se metiera contigo antes siquiera de llegar al colegio donde por lo menos tenías a donde huir de sus bromas pesadas.
El mayor sacó un libro muggle de entre sus ropas para pasar el rato. Albus le miró. James era como un dos caras, un bromista que de vez en cuando se mofaba de la normalidad de los muggles, pero se encariñaba más con las historias contadas por muggles que por historias contadas por magos, quizá porque estaba demasiado acostumbrado a la magia y ya no le sorprendían.
James se rió por algo, quizá una tontería del libro. Y Rose lo miró con una sonrisa también en la cara. Le daba risa la forma en que James se exaltaba.
— No...no puede ser, ese...— Dijo James tiró de espalda subiendo los pies a la ventana. Rose y Al se miraron entre ellos como diciendo "Dile algo". Pero ninguno dijo nada. Rose y Albus entonces se pusieron a hablar de trivialidades, y así hasta la mitad del viaje.
— Tengo que ir al baño. — Dijo Albus levantándose.
— No te pierdas.— Le dijo Rose.
— No se va a perder, esto es una gran lombriz, sólo tienes dos direcciones a las cuales ir. — Dijo James girándose para después quedar leyendo tirado de estomago.
Albus asintió y se marchó en busca de algún retrete. Cuando al fin le encontró se sintió aliviado, tanto que se quitó el abrigo antes de entrar y escuchó que algo se le cayó pero no le dio importancia; entro y se bajó la bragueta del pantalón para comenzar a hacer. Pensaba en si debió haber traído consigo su túnica para cambiarse, aunque tal vez sería demasiado pronto, les faltaba todavía algunas horas. Hogwarts queda a medio día de distancia de Londres.
Al salir se tropezó con una chica, parecía que ésta iba a tocar la puerta cuando la abrió. De cabello negro muy corto, parecía un hombre, si no fuera por los pendientes onix que llevaba en las orejas jamás lo habría imaginado.
Era blanca, blanca con unos ojos muy grandes color ambar y los labios gruesos con forma de corazón y color granate. Su cabello estaba más corto que el suyo e iba vestida con camisa blanca, y short negro sujetado con tirantes rojos, calcetas negras por debajo de la rodilla y zapato grueso, de niño. Albus sonrió y le pidió disculpas. No sabía porqué pero le gustaba como vestía esa niña y su cara limpia.
La niña también le sonrió.
— Lo siento, Hola. — No sabía muy bien como empezar la conversación. — ¿Vas a entrar? — Dijo quitándose de ahí para dejarle libre el baño.
— Hola. — Dijo con voz ronca a la vez que negó con la cabeza y se sacó algo del bosillo del short. — Era una caja de rana de chocolate. Se te cayó esto cuando entrabas.
— Ohhh gracias. — Ella extendió la mano, sus uñas estaban algo largas pero todas parejas.
— Soy Mazzima Amaphola Cantare.— Albus se sintió feliz de encontrar a una chica con dos nombres extraños como él y le dio la mano también.
— Albus Severus Potter. — Mazzima se rió y él de repente se sintió nervioso, nunca nadie había reído al presentarse él.
— Tu nombre no tiene armonía ¿Está bien si te llamó Severus?
— ¿Armonía?...bueno, puedes llamarme como tu quieras ¿Es tu primer año en Hogwarts?— Ella asiente y empieza a caminar sin esperar a que él le siga porque de hecho lo hace, como si ella fuera un imán.
— Sí, mi familia se ha mudado a Reino Unido por el trabajo de mi padre y esta era la escuela de magia más cercana.
— ¿En donde trabaja?
— En Instrumentos Cantare, en el Londres muggle, es el dueño, la ha heredado.
— ¿A dónde vas?
— Al vagón de comida, tengo hambre ¿Tu a dónde vas?
— ¿Puedo acompañarte?— Dijo Albus, sinceramente tenía hambre, las ranas no le había llenado.
— Claro que si Severus. — Dijo con un tono de voz que a Albus le dio cosquillas en la nuca.
Ambos caminaron un par de vagones más y empezaron a pedir algo de comer al personal del tren.
Mazzima pidió carne de cerdo bañada en salsa de arándanos y él pollo en naranja y una jarra de jugo de calabaza. Sonreían mientras comían.
— ¿Y a que casa quieres entrar?
— A Slytherin. — Albus casi se atraganta un poco con la respuesta.
— ¿Por qué a Slytherin?
— Siento que va más conmigo. Además, me gustaría hacer enojar a mi padre, él dice que todos los magos malos han salido de Slytherin y yo quiero probarle lo contrario. — Mazzima bebió algo de jugo y Albus comenzó a jugar con su pollo. — Hogwarts quiere sacar a la luz los poderes mágicos de su alumnos, pero siempre con metas pacifistas, no tiene mucho sentido que Hogwarts concentre la maldad en una casa, sería mucho mejor que no existiera y que a esos magos no se les permitiera la educación. Yo siempre he pensado que los alumnos hacen a la casa. Slytherin necesita magos buenos para tener una buena reputación.
Albus saboreaba su pollo.
— ¿Y tu a cuál crees que entres?
— No lo sé...supongo que el sombrero elegirá.— Casi murmuró. Poco después terminaron su cena.
Después de comer se separaron y Albus se fue con sus hermanos.
— ¿Algo te hizo daño? — Le preguntó James, genuinamente preocupado.
— No...sólo fui a comer porque tenía hambre. — Se sentó y una hora después Rose tuvo que salir para que ambos chicos se vistieran.
Llegó el momento de bajar del tren y los primeros en salir fueron estudiantes mayores que se quedaron esperando hasta que salieran todos del tren. Era de noche y casi no se veía nada, sólo un castillo a la distancia. Los llevaron en balsas hasta Hogwarts, tal como le había dicho su padre.
Más adelante de ellos vio a Mazzima que miraba con los ojos grandes y sin parpadear la grandesa de Hogwarts. Sus labios entreabiertos hacían una suave expresión de ohhh y Albus se sonrojó.
Al bajar apuró el paso apurando así a Rose, James se había ido por otro lugar y estuvo a punto de hablarle cuando Neville se paró frente a ellos.
— Buenas noches, bienvenidos a Hogwarts. Soy el profesor Neville Longbottom, los están esperando para el banquete, pero antes de unirse a sus compañeros tiene que presentarse ante el sombrero seleccionador para que se les asigne a una casa, la cuál será su familia durante los próximos 7 años, así que hagan una fila ordenada...vamos.— Dijo Neville. Rose y Albus se sorprendieron, era muy diferente verlo siendo maestro.
Se abrió la puerta detrás de Neville y este avanzó llevando a todos los chicos consigo. Al frente había un sombrero sobre una almohada carmín con birretes dorados y Rose, avanzó rápidamente rebasandole a él e incluso a Mazzima, aunque eso no sirvió de nada pues, después de que el sombrero cantó su presentación, las personas eran llamadas sin respetar el orden de la fila.
Diez personas antes que ellos fueron esparcidos por entre las casa, y ahora era el turno de Rose, el sombrero no tardó mucho. Antes de que tocara su cabeza el sombrero gritó Gryffindor y todos aplaudían, Albus podía escuchar a James gritando por la selección de Rose. Y después fue Mazzima.
Ella se sentó y colocaron el sombrero sobre su cabeza, Albus se extrañó, los ojos de Mazzima se habían puesto verdes y parecían brillar. El sombrero pareció hacer un examen exhaustivo pero al final gritó Slytherin y los de Slytherin celebraron la adquisición de su nueva bruja.
Mazzima y él se miraron mientras él subía al podio y ella le sonrió, sus ojos estaban de nuevo ámbar. A Albus se le secó la boca y se sentó. Mazzima le miraba desde la mesa Slytherin y él no le quitó la mirada de encima tampoco. El sombrero dialogó consigo mismo y de repente anunció su respuesta sobresaltando a Albus.
— ¡Slytherin!
De nuevo Slytherin se levantó en una ovación cuando Albus todavía no sabía lo que había pasado, miró hacia su hermano que parecía desencajado y Rose tampoco parecía como si supiera que hacer, ambos tenían la boca abierta y la mirada preocupada, caminó hasta la mesa de Slyatherin a tumbos y paso lento. Se sentó justo enfrente de Mazzima y ella cerró los ojos para después regalarle una sonrisa con ellos. Albus no sabía que la gente podía sonreír con los ojos. La gente comenzó a aplaudir de nuevo
Otro Slytherin, Scorpius Malfoy. Se sentó junto con Mazzima y después de otros treinta alumnos repartidos se les explico lo de la copa de las casas. Albus no puso atención, ya se lo había explicado James así que sólo se limitó a mirar a Mazzima y a la mesa alternando.
Al empezar el banquete Scorpius entabló una charla con Mazzima y con Albus, presentándose. Les dijo que estaba ansioso de el primer día de clases y esperaba no ser humillado, aunque dijo que igual sus padres no les preocupaba el asunto de las calificaciones pero el tenía el defecto de ser demasiado dedicado a los estudios. Scorpius parecía agradable ¿Por qué el tío Ron no quería que Rose la hablase?
Al acabar cada prefecto se llevó a cada casa a los dormitorios. James tenía la cara de espanto y Rose de nervios, sólo se pudieron ver saliendo del comedor, porque los dormitorios estaban en direcciones diferentes, Gryffindor quedaba más cerca de la torre de Ravenclaw pero bastante lejos de las mazmorras Slytherin y no les dio tiempo de hablar.
Al entrar a la sala común lo primero que vio fue la estatua de un hombre, era el doble de grande que cualquier estudiante, llegaba hasta el techo y estaba pegado a la pared. La cara del hombre se lucía seria, fría, y su mirada, aún de piedra parecía profunda. Albus miró esta estatua deteniéndose para verla más de cerca, hasta los detalles de la ropa. Mazzima y Scorpius se acercaron a él.
— Él se llamaba como tu. — Le dijo Mazzima.
— ¿Quién?
— El de la estatua, se llamaba Severus Snape.— Le dijo Scorpius . — Le dio clases a mi padre, fue director de la casa Slytherin y director de Hogwarts. Dice que fue un mago muy poderoso e inteligente. Trabajó de doble agente, muy cerca de Lord Voldemort.
— A mi me hubiera gustado conocerlo, él es una de las razones por las cuales quería entrar a Slytherin, dicen que no hay poción que no supiera preparar.— Mazzima le sonrió a la estatua con ternura. — Y creo que fue un hombre muy atractivo. — Los chicos voltearon a verla extrañados, esa estatua no pertenecía a un hombre estrictamente feo, pero tampoco a uno guapo, pasaría despercibido sino fuera por esa mirada tan severa.— Muy bien...Malfoy, Potter, los veo en el desayuno. — Dijo yendo hacia el dormitorio de las chicas.
Scorpius y Albus se dirigieron a los dormitorios para chicos y descubrieron que tenían camas continuas, los objetos personales ya estaban en su lugar y sólo estaban a cinco pasos el uno del otro, la habitación era muy elegante y tenían colchas de satín verde, con cómodas sabanas de seda gris, lo brillante de la seda las hacía verse plateadas. Se quitaron la ropa, se pusieron pijamas y se acostaron. Los dos estaban nerviosos, por ese día, por el próximo y por sus sueños.
— ¿Sabes?...yo no quería estar en Slytherin.— Le dijo Scorpius en medio de la noche. — Tengo miedo, pero voy a dar lo mejor de mi para ganar la copa de las casas.
Albus se rió.
— Yo también Scorpius .— Dijo a punto de dormirse, de pronto su propia risa le causó sueño, cómo si la tensión de su espalda se disipara, tal vez fue la voz delgada y tímida de Malfoy que le hacía sentir como si no estuviera sólo.
Se durmió tranquilamente.
