(Las notas al final, que disfruten la lectura!)
Capítulo I: Cooperación Internacional
Hermione suspiró profundamente, de pie delante de un enorme chalet, rodeado de un hermoso verde, donde se podía respirar el aire puro de la naturaleza y estar a salvo de todo el ajetreo diario del mundo mágico en general.
Pero la bruja no suspiraba ni de alivio, ni placer, ni ninguna cosa parecida.
En un principio, estaba furiosa. Una semana después, ya había pasado a estar en la plena resignación.
Tras terminar sus estudios de Hogwarts y luego de unas vacaciones un poco forzadas, Hermione había comenzado a trabajar en el Ministerio Mágico, más específicamente en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Si se quería ser más específico aún, ella estaba dedicando su cuerpo y alma al justo labor de los derechos de los seres mágicos.
Hacía dos meses, una oferta había llegado especialmente para ella, y no había dudado un solo segundo. En el Departamento estaban interesados en abrir una propia oficina que se encargara del asunto, y Hermione misma había trabajado a la par de sus nuevos colegas (en realidad, más que ellos, más que nadie) para planificarlo todo, desde los métodos de intervención, pasando por los desafíos del delicado asunto, terminando con la resolución de comenzar la intervención cuanto antes. Y cuando antes quería decir YA, en el idioma de Hermione, que tras insistir (e irritar) lo suficiente a su jefe, se había salido con la suya.
Bueno, casi. Porque la noticia causó revuelo dentro del mismo Ministerio y las objeciones no tardaron en llegar: la gran mayoría de los magos y brujas no querían toda clase de seres mágicos extraños y potencialmente mortales, recorriendo a sus anchas los pasillos. Así era, la posibilidad de toparse con un centauro a la salida del ascensor o del baño aparentemente aterrorizaba a la población mágica humana.
Hermione hervía de indignación. Pero su estatus de heroína de guerra no fue suficiente para convencer al Ministro de Magia. Y así fue que finalmente toda la operación, la oficina misma y con eso la propia Hermione junto a algunos de sus compañeros de trabajo, terminaron allí.
Es decir, el lugar no estaba mal, al contrario. Pero a una parte de la bruja le molestaba el detalle de perder la seriedad, casi el status mismo, al ser desplazado a un chalet en medio de la campiña inglesa, lejos de la gran y bulliciosa sociedad mágica a la que estaba tratando de hacer entender los derechos de todos los seres a los que dejaba afuera por ignorancia y tiranía.
Sin embargo, el Jefe de Departamento estaba convencido que allí no habría mayores repercusiones hasta que se las cosas comenzaran a tomar más forma y tuvieran completamente definida la línea de acción. Por ahora, en parte debido a la ignorancia misma dentro del Ministerio, el equipo había tomado la decisión de citar a los seres mágicos e intentar una especie de entrevista, o por lo menos a aquellos que pudieran ser entrevistados, los demás, necesitarían un enfoque distinto, presumiblemente de más observación silenciosa y de acercamientos paulatinos.
Afortunadamente, aún quedaban una buena cantidad de seres mágicos que eran capaces de comunicarse con los humanos, y quizá porque esperaban que fuera más fácil y rápido, el equipo decidió comenzar por allí. Aunque primero, debían instalarse y comenzar con el papeleo, las citaciones, etc.
Así que, pensando en aquello, Hermione volvió a suspirar, con la mirada todavía perdida en el verde delante de ella, de espaldas al chalet, casi como negando a la enorme estructura. Ya era Otoño, y el frío comenzaba a sentirse, negándose a dejar de lado toda su adolescencia y la rebeldía que había venido con ella, todavía conservaba su bufanda Gryffindor con orgullo, abrigándole el cuello como tantos años antes, aunque había cambiado las túnicas y el uniforme por motivos obvios, utilizando ahora una abrigada túnica más sobria y elegante, con algunos detalles en ocre en las mangas y el cuello. Debajo de esto, todavía prefería la ropa muggle, mucho más cómoda y menos complicada que ciertos ropajes extraños que algunos todavía insistían en usar.
-¡Hermione! ¿Has visto los papeles donde estaban anotadas las listas de centauros y arpías? Iba a pasarlas a la lista definitiva hoy, pero no he podido encontrarlos.
La bruja miró sobre su hombre para ver a su compañero, Caleb, un muchacho castaño y pálido, que aunque dentudo, con una sonrisa amigable, y pecas por toda la nariz recta, asomándose por la puerta sin querer salir del todo por el frío de la mañana.
-Están en la caja morada al lado de mi escritorio, el jefe me pidió una copia de ellas ayer, así que me tome el trabajo de pasarlas en limpio y enviarlas.- respondió con tranquilidad y Caleb se encogió de hombros.
-Siempre un paso adelante, eh.- bromeó, la mayoría había aprendido a adaptarse al hambre voraz de la joven bruja hacia su trabajo.
Hermione hizo una mueca, ella también estaba aprendiendo a aceptar las manías de sus compañeros. Como por ejemplo, el olor del sándwich favorito de Caleb, que inundaba cualquier habitación con su olor a fritura… el muchacho tenía una extraña fascinación por las "milanesas", después de su viaje a América…
En fin, el trabajo no era tan malo después de todo.
Un paso a la vez, se repitió mentalmente, y luego siguió a su compañero dentro, lista para retomar sus quehaceres antes de que fuera la hora de cenar. Harry y Ginny la esperaban.
-F&H-
-¿Y cómo van? Apuesto que allí se respira infinitamente mejor que dentro del Ministerio.- dijo el Elegido, sentado del otro lado de la mesa, con el tenedor todavía cargado de comida.
Hermione rodó los ojos.-Nada mejor que te envíen fuera del edificio para sentirse un poco fuera del sistema.- respondió con sarcasmo, pinchando los tomates en su plato.
Ginny se sonrió ante el entusiasmo de su amiga.-Podría ser peor, podrías tener que oler los gases de Ron todas las mañanas como Harry aquí.
Hermione lanzó una risotada sincera, frunciendo luego la nariz ante semejante situación.
-Para ser honesto, después de tantos años de convivencia en Hogwarts, esos olores han aprendido a ser ignorados por mi nariz.- confesó el mago, haciendo una mueca antes de por fin, llevarse la comida a la boca.
-Pero no cambies de tema, Mione. ¿Qué tal el nuevo edificio? He oído que es un Chalet en medio de la campiña.- retornó Ginny, dejando por fin los gases de Ronald de lado.
Hermione se abstuvo a preguntar por el hermano de su amiga y antiguo amigo. Después de la Batalla de Hogwarts y gracias a algunos eventos un poco desafortunados, ambos se habían distanciado. Y mucho tenía que ver con la declaración de amor de su amigo pelirrojo y la metida de pata de Hermione, que en su interior sólo buscaba un poco de consuelo para su corazón roto.
Tomó una respiración profunda antes de hablar:- Afortunadamente ya casi terminamos de ordenar todo en las estanterías, aunque hay cosas que siguen en cajas. Lo bueno es que no hay polvo y el aire es bastante mejor que en la ciudad, claro. Hemos aprendido a soportarnos bastante bien, siendo que somos los únicos con los que realmente podemos interactuar, hasta que lleguen los seres mágicos para entrevistar, y probablemente sean un desafío, así que tenemos que estar unidos como equipo.- explicó rápidamente, casi sin pausas, y luego sonrió antes de agregar:-Pero nada como el Ejercito de Dumblendore, ya saben.
Sus amigos sonrieron a la par, asintiendo con la cabeza.
-El nuevo escuadrón de Aurores tampoco está mal.- dijo humildemente Harry. Hermione sabía que su amigo estaba profundamente orgulloso de aquel trabajo, que lo hacía sentir un poco más cerca de sus padres.
-Bueno pues las Arpías… ¡Son lo mejor! ¡Lo mejor de lo mejor! ¡Tienen que ir a mi próximo partido! ¡No puedo esperar a que empiece la temporada!- chilló repentinamente eufórica Ginny, golpeando la mesa con un puño para dar énfasis a sus ya enfáticas declaraciones.
-Seguro que sí, ahí estaremos.- aseguró Harry, mirando con cara de tonto enamorado a su novia.
Hermione rodó los ojos ante la imagen, todo el asunto del romance hacía un tiempo ya la tenía un poco hastiada.
-'Mione, lo olvidaba, pero oí esta mañana que se espera cooperación internacional de otros Ministerios.- dijo entonces Harry, mirándola nuevamente.
-No me enteré. Es difícil cuando estás en medio de la campiña.- bufó en respuesta la bruja de cabello castaño, y tomó un trago de su bebida para disimular el nerviosismo que le provocaba la noticia.
Quizá debía dejar de ser tan paranoica, sería muy extraño que aquello afectara su pequeña y nueva oficina.
-El Ministerio de Magia Francés y Holandés ofrecieron su cooperación ante la situación del nuestro. Tienen mucha información y están predispuestos a cederla. Además de que ayudarán con la reconstrucción de lo que sea necesario.- explicó el joven mago, que parecía bastante de acuerdo con la idea.
-Sí 'Mione, quizás tengan información para ustedes también. Tienen políticas más inclusivas hacia las criaturas mágicas.- señaló la pelirroja.
Hermione se encogió de hombros, sin terminar de gustarle la idea por otras razones más allá de su trabajo. Pero se obligó a sentir, forzando una pequeña sonrisa.
-Seguro será de ayuda para nuestros registros. Que son paupérrimos la verdad…- suspiró, mirando el plato de comida delante de ella que seguramente ya no podría terminar.
-F&H-
La noticia de Harry se cumplió cual profecía la mañana siguiente, cuando Octavius, su paternal jefe, les anunció la inminente llegada de colaboradores extranjeros.
-Lo bueno es que en ya tienen experiencia con el trato a los seres mágicos. Algunos incluso forman parte de comunidades enteras y están perfectamente adaptados a la sociedad mágica humana.- dijo con entusiasmo el mago.
Octavius era un hombre ya entrado en edad, pero que difícilmente Hermione calificaría de anciano, a pesar de la espesa barba que le poblaba hasta los pómulos en contraposición de su cabello bien recortado, aunque todo era ya más gris que del negro original. Siempre tenía un poco de ojeras y una sonrisa afable para Hermione, incluso cuando la muchacha se ponía en su postura de mandona y quería asesinar a sus compañeros por su pereza.
-Suena bien…- murmuró Caleb en el escritorio a un par de pasos del de Hermione, ya que mientras las habitaciones terminaban de refaccionarse, casi todos los escritorios (menos el del jefe, claro), estaban dispuestos de manera ordenada en la amplísima sala del Chalet, presuntamente antes fuera comedor y living.-Eso nos ahorrará un montón de trabajo, aunque sé todo lo que te gusta a ti trabajar, 'Mione.
Hermione se limitó a asentir, haciendo una mueca parecida a una sonrisa hacia su compañero, pero sus ojos estaban fijos en los papeles que tenía Octavius en la mano, al parecer el boletín completo y algunos otros detalles estaban siendo agitados enfáticamente por su jefe mientras les daba las noticias.
El resto de sus compañeros comenzó a opinar sobre la noticia, y las murmuraciones siguieron incluso después de que Octavius se retirara a su despacho nuevamente.
Hermione continuó con su trabajo aproximadamente unos cuarenta y tres minutos más, según su reloj de pulsera muggle, antes de que su ansiedad la venciera y se levantara para ir hasta el despacho de su jefe, que quedaba al final de un pasillo, antes un estudio y biblioteca por lo que ella sabía, de la cual Octavius había decido conservar las hermosas estanterías de madera oscura y tallada.
Tocó la puerta dos veces y escuchó la voz del mago indicándole que entrara.
-Disculpe, sólo quería hablar de…- comenzó titubeante, sintiéndose nerviosa sin entender del todo por qué. O más bien, negándose las verdaderas razones.
-¿La tremenda noticia que acabo de darles, verdad? ¿O tienes otras para mí? ¿Alguna nuevo informe de los elfos?- preguntó pacientemente el mago, mirándola por encima de sus lentes, desde detrás de su escritorio.
-Sí, bueno, pero el informe recién lo tendré para el final del día, espero.- murmuró lo último, a sabiendas de que ese día su capacidad de concentración se vería drásticamente reducida. Se aclaró la garganta y continuó:-En realidad, quería saber si ya había fecha para el arribo de los colaboradores… aquí todavía estamos terminando de organizarnos…- dijo, inventándose la patética excusa para su curiosidad.
Octavius la miró un largo segundo, arqueando una ceja con la misma curiosidad de Hermione por su pregunta.-Estarán aquí en un par de semanas, Hermione, para entonces ya tendremos las oficinas dispuestas correctamente, este lugar es realmente enorme.- respondió su jefe con una pequeña sonrisa.
La joven bruja no pudo más que asentir, sabiendo que aquellas semanas serían en parte un calvario para su ansiedad, y en parte probablemente el último tiempo que disfrutaría en su trabajo.
Quizás estaría siendo muy exagerada y nada sucedería y ella no arribaría a Inglaterra y tanto estrés hubiera sido a causa de nada. Pero Hermione sabía que era mejor anticiparse a cualquier situación de riesgo, aún si ésta fuera meras posibilidades.
-¿Y ya sabe los nombres de los colaboradores?- inquirió, posicionándose al borde del precipicio mental.
-Sólo de los holandeses, la lista de Francia debería llegar en cualquier momento.- respondió Octavius, hojeando los papeles distraídamente.
Hermione asintió, sintiendo como se le retorcía el estómago. Se excusó, salió del despacho, y subió las escaleras, caminando a paso rápido hacia el baño de planta alta. Bajó la tapa del inodoro y procedió a respirar profundamente, intentando calmar los violentos golpes de su corazón que interrumpían el silencio en la pequeña habitación.
-F&H-
Las dos semanas siguientes fueron una penuria. Llena de trabajos y avances, pero una penuria al fin. Hermione se había obligado a sí misma a contenerse y no volvió a preguntar sobre los colaboradores, ignorando incluso cuando sus compañeros de trabajo hacían comentarios al respecto.
-He oído que algunos de los colaboradores incluso tienen sangre mestiza.- le dijo Caleb esa mañana, acercándose con un té en la mano que sorbía de ratos.-Es bueno saber que no seré el único.
Hermione levantó la vista de su pergamino con interés, pero ignorando la primera oración.
-¿Tienes sangre de…?- inquirió, sin saber cómo continuar.
-Hay una arpía en mi árbol genealógico, literalmente.- dijo el muchacho, dándole una sonrisa tímida.- Difícil de creer ¿Eh? No es como si estuviéramos hablando de una veela. Sería mucho más apuesto.
La castaña intentó reír del comentario de su nuevo amigo, pero le fue difícil y quedó en un par de risitas secas.
Repentinamente Octavius se asomó a la pequeña oficina y le hizo un par de señas a la castaña para que la siguiera, que tardó un poco en entender, hasta que finalmente se levantó para reunirse con su jefe en el pasillo.
El hombre la miró con sus ojos oscuros y profundos y le dio una suave sonrisa, como si intentara tranquilizar los miedos de la muchacha.
-Sé que esto te ha estado matando de curiosidad más que al resto, aunque te salga muy bien disimularlo. Así que quería preguntarte si querías ayudarme con la bienvenida, los colaboradores estarán aquí en cualquier momento, ha llegado una lechuza.- informó el mago, y cuando Hermione permaneció en silencio, continuó:- Estarás en la primera línea de información, estoy seguro que eres de las más competentes que tengo aquí para hacer el trabajo. Además, sabés francés, ¿Oui?- finalizó el mago en un torpe intento del idioma.
Le costó responder horrores y cuando lo hizo, hubo un cortocircuito que cambió repentinamente lo que de verdad quería decir.
-Claro que sí.- murmuró estúpidamente, pero para Octavius fue más que suficiente, y el mago le sonrió, dándole unas palmaditas en el hombro.
-Bien, sígueme, llegaran por el traslador en cualquier momento.
Hermione asintió rígidamente con la cabeza, caminando detrás de Octavius hacia el exterior, sin prestar atención a cuando se les unió Lyra, una mujer de unos treinta años y varios de experiencia en el Departamento, que le sonrió amablemente aunque Hermione ni siquiera lo notó, con la mirada fija en la espalda del mago que caminaba delante de ellas.
Salieron hasta los jardines de la parte trasera de la casa, cuidadosamente diseñados para parecer un poco salvajes y exóticos. En una mesa, había incluso preparados algunos tentempiés y té.
Esperaron casi media hora hasta que un vórtice comenzó a formarse en el aire, y segundos después, los segundos más lentos y tortuosos desde que la guerra había dado su fin, un grupo de magos y brujas se materializó frente a ellos.
Octavius esperó un momento a que el grupo se acostumbrara al nuevo contexto antes de intervenir.
-Bienvenidos, los estábamos esperando.- anunció en un tono paternal, sonriendo al igual que Lyra.
Hermione era la única que no podía sonreír, más bien, se sentía congelada en su lugar, aunque por dentro su pecho bullera terriblemente, y sintiera que iba a vomitar su corazón en cualquier momento.
El grupo comenzó a abrirse, dos hombres y dos mujeres se acomodaron la ropa antes de dispersarse y mirar a sus anfitriones con curiosidad, algunos incluso sonriendo con simpatía.
Y luego estaba Fleur, de pie en el centro de la imagen, si su ropa se había desarreglado sería una cosa irrelevante, porque quedara hacia donde quedara su pañuelo de colores, se vería bien en ella. Fleur Delacour era lo más parecido a una ninfa que hubiera imaginado jamás, cuya belleza sobrenatural paralizaría a cualquiera.
La rubia la miraba profundamente, y Hermione sentía como si estuviera perforándole el alma con sus ojos azules, y ni hablar de la sonrisa en sus labios pintados de rojo, pagada de sí misma, como si se hubiera salido con la suya.
Y Hermione temía que sí, que otra vez, la veela se había salido con la suya.
-F&H-
No tengo mucho más para decir que lo siguiente: la historia no está pensada para ser muy larga y ya la tengo bastante adelantada, será una actualización semanal, y realmente espero que les haya gustado :) sería feliz si comentan qué les pareció.
Hasta la próxima.
PD. tenia otra cuenta en ff. tuve un problema con la dirección de email que estaba relacionada, no puedo abrirla y ya lo vengo intenando hace MESES. -_- :(
